Los baños judíos de la capital aragonesa eran en realidad árabes y compartidos por las tres religiones

Interior de los Baños Judíos de Zaragoza
Interior de los Baños Judíos de Zaragoza

La Institución Fernando el Católico de la DPZ publica un libro de Asunción Blasco que detalla también el ‘micvé’ o baño purificador

Los baños judíos de Zaragoza no eran judíos sino árabes y de uso compartido por cristianos, árabes y judíos. Esta es la gran conclusión del trabajo ‘Los judíos de Zaragoza y los baños’, obra de la investigadora Asunción Blasco y publicada por la institución Fernando el Católico de la DPZ, en la que también da cuenta de la existencia de una instalación cercana dentro de la Judería donde se celebraba el baño frío o ‘micvé’, un ritual de purificación para mujeres, hombres e incluso utensilios de cocina judíos.

El libro, de 200 páginas, pone luz en la cuestión tras el estudio de 128 obras de diferentes autores nacionales e internacionales y bucea en más de 200 documentos medievales procedentes tanto del Archivo Notarial como del Archivo de la Corona de Aragón ubicado éste en Barcelona. Además exprime tesoros como un par de imágenes de finales del siglo XIX de los hermanos Gascón de Gotor y varios planos y noticias publicadas en diferentes épocas.

Fruto de esa exhaustividad, Blasco deshace el enredo con los hasta ahora mayoritariamente denominados baños judíos, localizados en la calle Coso 126-132 de Zaragoza: “Antes lo fueron árabes y siempre baños del rey y en eso creo que se tienen que quedar porque eran meramente baños higiénicos, no exclusivos para los judíos porque se bañaban personas de las tres religiones presentes en la ciudad en distintos días”, ha apuntado. Además, ha detallado, su localización “quedaba fuera del recinto judío, fuera incluso de la judería nueva”.

La “confusión continuada” comenzó a darse a partir de una publicación de 1956 del historiador Torres Barrás ‘La judería de Zaragoza y su baño’: “Hay cosas que cuando se leen ahora y se miran con lupa, te das cuenta de que hay errores, que hay confusiones, que no lo tiene claro, pero esto triunfó. Incluso lo siguió el SIPCA, todos seguimos a Torres Barrás”, ha reconocido la autora, quien en todo caso no ha dejado pasar la oportunidad de destacar la “prudencia” con que otros expertos como Torralba, Canellas, Álvaro o Borrás, entre otros abordaron la cuestión.

El trabajo Asunción Blasco detalla la localización de esos baños higiénicos, el uso que se hacía de ellos y la estructura de estos espacios, de obra mudéjar del siglo XIII y que formaban parte del patrimonio real.

La autora ha explicado que los baños del rey fueron gestionados en el siglo XV por una judía llamada Rosana de la Caballería que documentó con mucho detalle su utilización. Tras la desaparición de esta mujer, la huella de la instalación se sumerge en una oscuridad de tres siglos hasta el XIX.

De todas las pistas seguidas y pequeños hallazgos logrados, lo que más sobresaltó a Blasco fue descubrir que Francisco de Goya y su familia vivieron un tiempo justo encima de los baños: “Para mí fue fascinante descubrir en el libro ‘Goya y su familia’, de José Luis Ona, que el pintor y su familia vivieron allí antes de su marcha definitiva a Madrid”, ha confesado.

El libro explica qué es un ‘micvé’, los requisitos que se exigen para su construcción de acuerdo a las leyes rabínicas, su estructura, cómo se usaban y con qué fines. En ese sentido, Blasco ha detallado que ese baño purificador limpiaba a las mujeres tras dar a luz o pasar la menstruación, puesto que en caso contrario no podían mantener relaciones sexuales. También para los varones, sobre todo aquellos encargados de los enterramientos. Incluso se empleó para “sanar” determinados utensilios de cocina.

La investigación también menciona otros baños rituales documentados en la provincia de Zaragoza como en Borja –en una caverna excavada en el muro de la villa–, Alagón –junto al huerto de Garci Muñoz en 1443–, Calatayud –próximo a la casa de los Santángel–, Tarazona –cerca del río Queiles–, Magallón –colindante con un huerto de Pedro Pueyo en 1492– y Arándiga.

La catedrática e investigadora autora de la obra ha mostrado su confianza en que “algún día” los baños del rey puedan ser visitados por el gran público, por más problemas que ha habido durante años por su difícil acceso y que en la actualidad la ley prohíba su visita por encontrarse a demasiada profundidad.

Para Blasco, lo más importante de sus hallazgos ha de ser la “prudencia” con la que se deben mover las administraciones: “Lo único que pido es que seamos conscientes de la relevancia de lo que hay y que cuando se haga alguna obra que se tenga cuidado”, ha solicitado.

Fuente: Europa press / La Vanguardia | 22/07/2024

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