Historia de los judíos en la Argentina: Judios en la Argentina – La circular 11

La historia de los judíos en la Argentina es anterior a la propia República. Los judíos han vivido durante siglos en ese país. Sin embargo, no se tienen registros de grandes poblaciones judías hasta los siglos XIX y XX. Algunos de los judíos que huían de la Inquisición española y portuguesa se establecieron en lo que hoy es territorio argentino, pero se asimilaron en la sociedad rioplatense. La población judía en la Argentina es la más grande de América Latina y la sexta más grande del mundo fuera de Israel. Al año 2006 se calculaba una población de alrededor de 184.500 judíos según algunas estimaciones otras, basadas en un reporte del JOINT fundamentada en una muestra de 30.000 hogares, estimaba (en el año 2005) 233.000 judíos en Buenos Aires y alrededores, basándose en la definición de judío de acuerdo a la Ley del Retorno de Israel.

Dependiendo de las épocas, las razones siempre fueron las mismas: expulsiones, persecuciones, pogromos, antisemitismo. Desde la Inquisición hasta el Holocausto la comunidad judía ha encontrado en las tierras argentinas un hogar donde poder asentarse y progresar.

A partir del siglo XVI llegaban provenientes de España, Portugal y el Norte de África. Posteriormente, en los siglos XIX y XX la región de origen fue principalmente la Europa Occidental, sobre todo Alemania, y Europa Oriental, Rusia y Rumanía. Las causas de la emigración se debieron notablemente a las políticas opresivas (del zarismo del Imperio ruso) o situaciones de crisis que ponían en riesgo la base económica de las familias judías. La discriminación (antisemitismo) que recibieron los judíos en Europa durante el período de entre-guerras (Primera Guerra Mundial y Segunda Guerra Mundial), especialmente por el nazismo, fue el motor para que embarcaran hacia los Estados Unidos y América del Sur.

El poeta y ensayista Luis Franco asevera que solo en abril de 1619 llegaron a Buenos Aires ocho navíos con una gran cantidad de pasajeros de origen judío provenientes de Lisboa y Lima. Gran parte de estos inmigrantes se dedicaron al comercio y a diversas actividades productivas, como la platería, la carpintería ribereña y a la actividad agropecuaria, primero como chacareros, luego como estancieros y propietarios de esclavos. Estos inmigrantes se integraron a la sociedad de Buenos Aires casándose con las hijas y nietas de los conquistadores y adelantados, dando origen al patriciado de Argentina.

Si se analizan los apellidos porteños y principales de los tiempos de entonces, se verá, en efecto, que todos, o casi todos, procedían de cepa hebreo-portuguesa, más o menos modificada por el injerto de sangre aragonesa, navarra o vascongada (Arana, Argañaraz, García, Zabala, Irala, Torres, Pereda, Insiarte, Gaete, Garrigós, Ezcurra, Beláustegui, Otolora, Pereyra, Ramos, Sáenz Valiente, Acevedo, Cueto, Piñeiro, Vidal, Fragueiro, Pinto, Pacheco, Rocha, etc.). (Luis Franco: El otro Rosas.)

Durante la época colonial estuvo prohibida la permanencia de personas de fe judía. Además aquellos católicos sospechosos de ser judaizantes eran perseguidos por la Inquisición, como se detalla en la historia del médico Francisco Maldonado da Silva, quemado vivo por dicho tribunal en Lima. A pesar de eso muchos de los comerciantes portugueses en el Virreinato del Río de la Plata eran judíos sefardíes, pero como comunidad organizada no surgió sino hasta después de que la Argentina se independizara de España.

Cerca del año 1810, judíos de Francia y otras partes de la Europa occidental comenzaron a instalarse en territorio argentino. En las Provincias Unidas del Río de la Plata, la Asamblea General Constituyente realizada el día 24 de marzo de 1813 declaró la extinción de la Inquisición.

Ello no significó que los judíos podían vivir libremente en lo que sería la actual Argentina. Pasaron muchos años para que empezaran a llegar judíos y se asentaran libremente. En 1846 una corriente de judíos llegó al país desde Alemania, cuyo número se desconoce. Antes de 1855, los judíos emigraron de la Europa Occidental y se asentaron en Buenos Aires. En el año 1853, comenzó la existencia del judaísmo argentino como comunidad. Esta inmigración continuó hasta mediados del siglo XIX.

A mediados del siglo XIX los judíos que vivían en la Argentina no superaban los 100. En 1862, ante la proximidad de Pésaj, ese reducido grupo pensó en reunirse en una entidad comunitaria. Diez hombres se reunieron para orar y así nació la Congregación Israelita de Buenos Aires, más adelante llamada Congregación Israelita de la República Argentina. Su primer presidente fue Segismundo Aguerbag. En 1876 el gobierno argentino autorizó el ejercicio del Ministerio del Rabinato Judío, promoviendo el impulso de la inmigración judía desde el imperio ruso. En 1888 ocho familias de agricultores judíos inmigraron y fundaron Moisesville (en la provincia de Santa Fe). Luego 50 familias fundaron la desaparecida Colonia de Aronsville.

Para fines del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, muchos judíos askenazí llegaron al país desde la Europa Oriental, huyendo de persecuciones y pogromos. Los inmigrantes judíos al llegar a la Argentina, trabajaron como agrónomos y viñateros en Mendoza, y como ingenieros en Tierra del Fuego durante los años 1883 a 1886. Otros desempeñaron cargos obreros, estancieros e industriales.

Sinagoga de la Congregación Israelita Argentina.

Entre los años 1885 y 1889 un total de 2.385 judíos llegaron al país a bordo del barco Weser, a causa de la intensificación de las amenazas de expulsión de los judíos de las zonas rusas, y de los cuales se sabe que 2.260 permanecieron en el país. En 1888 se publicó en Buenos Aires el primer periódico escrito con caracteres hebraicos, con el nombre de El Fonógrafo Hebraico, dirigido por Fabián S. Halevy.
En 1889 llegaron de Alemania unos 1.200 inmigrantes, una vez más a bordo del Weser y el Bremer. En general provenían de la región de Podolia en Ucrania. Respetaban estrictamente la religión, así como la vestimenta y el uso de barba. Pero en 1889 se produjo un giro decisivo para la inmigración, ya que hubo cambios en el gobierno y en la política de inmigración y colonización.
Un año más tarde, en 1890, la Argentina lanzó su plan de inmigración, el cual consistió en pagar los pasajes, lo que trajo como consecuencia que desde 1891 hasta 1896llegaran al país unos 20.121 judíos provenientes de Rusia y Rumania, instalándose en su gran mayoría en Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe. En 1891, el vapor Pamparentado por el Barón Hirsch trajo 817 inmigrantes judíos desde Ucrania, Polonia, Lituania y Besarabia. Esta inmigración dio origen a las colonias de Carlos Casares y Entre Ríos.Desde 1894 existen en Buenos Aires mueblerías de propiedad judía y aparecieron las primeras roperías judías.
Si bien muchos de esos inmigrantes se establecieron en las principales ciudades, muchos otros adquirieron tierras a través de la Jewish Colonization Association para establecer pequeñas colonias agrícolas (comunas) en el interior del país, especialmente en las provincias Santa Fe y Entre Ríos.En cada colonia la explotación agrícola se adaptó a las condiciones especiales de la zona donde se encontraba. La explotación era mixta, basada sobre la agricultura, la cría de ganado con sus derivados,apicultura, horticultura, etc. Los habitantes de estas colonias rurales judías son conocidos culturalmente bajo el nombre de Los gauchos judíos a raíz de un libro con ese título de Alberto Gerchunoff.
En Entre Ríos fueron establecidas las siguientes colonias judías:

  • El Departamento Colón: la Colonia San Antonio de 22.386 ha, siendo su centro urbano el Pueblo Cazes (1892); en 1893 la Colonia Palmar-Yatay con centro urbano en torno a la estación Ubajay, de 11.368 ha.
  • Entre los departamentos Uruguay y Gualeguaychú: Colonia Lucienville, de 40.630 ha, con centro urbano en Basavilbaso (1894).
  • En el Departamento Villaguay: Colonia López y Berro 10.640 ha (1907); la Colonia Clara (en 1892), de 80.625 ha, con centros urbanos en La Capilla (hoy Ingeniero Sajaroff), Villa Domínguez y Clara.
  • En el Departamento Concordia: Colonia Santa Isabel de 12.970 ha (1908).
  • En el Departamento Paraná: la Colonia Luis Oungre de 9.239 ha (1924). Esta colonia y la Colonia Leonardo Cohen, de 13.835 ha en La Paz y Villaguay (1931) rodeaban la Villa Alcaraz.
  • Con judíos escapados de la Alemania nazi fue creada en el Departamento La Paz la Colonia Avigdor, de 17.175 ha (1936).
  • En el actual Departamento San Salvador fueron creadas en 1908 las colonias Curbelo y Walter Moss, de 12.826 ha.

 

El 27 de septiembre de 1897 se colocó la piedra fundamental de la actual Sinagoga de la Congregación Israelita Argentina, en Libertad 785, frente a la Plaza Lavalle, ceremonia a la que asistió el Intendente Municipal, Francisco Alcobendas.

Jacobo Joselevich, líder comunitario de comienzos de siglo. Fue presidente de la Federación Sionista Argentina.

Entre los años 1906 y 1912, la inmigración judía aumentó a un ritmo de alrededor de 13.000 inmigrantes por año, siendo la mayoría de la Europa Oriental, también deMarruecos y el Imperio otomano. Los inmigrantes judíos en la Argentina rápidamente se adaptaron y llegaron a desempeñar un papel importante en la sociedad argentina.
En 1920, aproximadamente 150.000 judíos vivían en la Argentina. A partir de 1928, oleadas de inmigrantes judíos llegaron desde Alemania y el resto de la Europa ocupada, especialmente después de que Hitler llegara al poder en 1933. Entre los inmigrantes judío-alemanes ingresados después de 1928, hubo miles que escapaban de las políticas antisemitas implementadas durante ese régimen.
Pese a ciertas restricciones, Argentina fue el país latinoamericano que incorporó más refugiados judíos entre 1933 y 1945. Desde 1928 el país recibió alrededor de 45.000 judíos europeos, de los cuales probablemente la mitad ingresó de manera ilegal.Durante los años treinta y cuarenta, en la Argentina el sector manufacturero creció en número pero manteniendo su anterior composición de unas pocas grandes fábricas y muchas pequeñas empresas. Fabricar era una ocupación para extranjeros: en 1939 la mitad de los propietarios y trabajadores de pequeñas plantas de fabricación eran inmigrantes, muchos de ellos refugiados judíos recién llegados de la Europa CentralA comienzos de los años cincuenta la inmigración judía comenzó a disminuir, y al mismo tiempo el país estableció relaciones con el Estado de Israel.
La cultura judía ha realizado y continúa realizando aportes considerables a la cultura argentina, en las ciencias, el arte, la música, el humor y los valores. A modo de ejemplo, uno de los tres premios Nobel de ciencias con que cuenta el país, César Milstein era judío. La música y los músicos judíos desempeñaron un papel fundamental en el desarrollo del chamamé, estilo folclórico de la Mesopotamia argentinaLos primeros síntomas antisemitas aparecen con la llegada del barco Wester el 14 de agosto de 1889, cuando el director de Inmigraciones, Lix Klett, intentó no dejar desembarcar a los judíos, a pesar de que habían desembarcado ya los restantes pasajeros del barco. Luego de dos días de discusiones y ante presiones de la prensa y la comunidad judía, al fin fueron autorizados a ingresar a la Argentina. La razón final para que Lix Klett cediera fue que «los inmigrantes eran ya dueños de tierra argentina, comprada a HernándezLos inmigrantes judíos en Argentina rápidamente se adaptaron y llegaron a desempeñar un papel importante en la sociedad argentina, pero estaban sujetos a episodios de antisemitismo.
En enero de 1919, hubo en Buenos Aires pogromos fomentados por la policía pretextando una respuesta a una huelga general, culpando a los ciudadanos judíos y consecuentemente les destruyeron importantes bienes. A raíz de la huelga grupos paramilitares, como la Liga Patriótica, actuaron como pandillas de asalto, siendo sus víctimas, en su mayoría judíos de Rusia, los que fueron falsamente acusados de planear una conspiración comunista. Muchos tuvieron que emigrar.A partir de 1928, oleadas de inmigrantes judíos llegaron desde Alemania, especialmente después de que Hitler llegara al poder en 1933. Argentina desarrolló una política migratoriaantisemita destinada a evitar la inmigración de judíos y a negarles refugio ante las persecuciones que sufrían en Europa desde el advenimiento del dictador.

Entre los inmigrantes judío-alemanes ingresados después de 1928, hubo miles que escapaban de las políticas antisemitas implementadas durante ese régimen. Muchos de ellos ingresaron ilegalmente.En 1937, el cónsul argentino en Gdynia (Danzig), Polonia, envió varias notas al ministro Carlos Saavedra Lamas, bajo el título de «problema semita». En la carta del 14 de julio de 1937, en vísperas de la invasión nazi, escribió: «Soy de la opinión de que convendría que se pusieran más trabas a la inmigración de esa raza, que parte de Polonia animada del más profundo rencor hacia el cristiano, y dispuesta a cometer los mayores excesos».En 1938, poco antes del comienzo de laSegunda Guerra Mundial, el gobierno argentino del presidente Roberto M. Ortiz, a través de una circular secreta firmada por el canciller radical José María Cantilo, se ordenó «a cónsules argentinos en Europa negar visados a “indeseables o expulsados”, lo cual afectó a ciudadanos judíos de ese continente».Pese a las restricciones, Argentina fue el país latinoamericano que incorporó más refugiados judíos entre 1933 y 1945. Desde 1928 el país recibió alrededor de 45.000 judíos europeos, de los cuales probablemente la mitad ingresó de manera ilegal.Durante los años cincuenta y sesenta, el Movimiento Nacionalista Tacuara, una organización fascista con vínculos políticos, inició una serie de campañas antisemitas con peleas en la calle y vandalismo en las sinagogas y profanaciones en los cementerios judíos.Durante los años noventa la comunidad judía ha sido objeto de dos grandes ataques terroristas, que siguen sin resolverse: el Ataque terrorista a la embajada de Israel en Argentina en marzo de 1992, causando la muerte de 32 personas y 242 heridos, y en julio de 1994 el atentado terrorista contra la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina) en Buenos Aires, matando a 85 personas e hiriendo a más de 200.En 2001 la cancillería argentina colocó una placa en la sede del ministerio en honor a doce diplomáticos argentinos que, a pesar de las prohibiciones, contribuyeron a dar refugio a judíos perseguidos. El Centro Simon Wiesenthal y la Fundación Internacional Raoul Wallenberg han cuestionado la decisión debido a que al menos uno de esos honrados ignoró la situación de un centenar de judíos argentinos que vivían en Grecia, Holanda y Polonia y que los demás funcionarios solo cumplieron su trabajo consularEl 16 de mayo de 2005, el canciller Rafael Bielsa firmó la «Resolución 999», que determinó finalmente el retiro de la polémica placa. Con documentos en mano, la Fundación Wallenberg advertía que Luis H. Irigoyen, uno de los diplomáticos homenajeados por su paso en la embajada deBerlín, en 1943 se «desentendió de la suerte de 100 argentinos judíos», que el régimen de Adolf Hitler ofreció repatriar a la Argentina como gesto de buena voluntad hacia el país con el que mantenía muy buenas relaciones.] Circular Número 11 del año 1938

La Circular 11 estaba destinada específicamente a detener la entrada al país de judíos europeos que huían del régimen nazi.

La Circular Número 11 del año 1938 fue uno de los secretos más celosamente custodiados por el Estado argentino. Firmada por el canciller José María Cantilo el 12 de julio de 1938 y enviada a todas las delegaciones de este país en el mundo, la Circular 11 estaba destinada específicamente a detener la entrada al país de judíos europeos que huían del régimen nazi. La instrucción negaba tácitamente la visa a ciudadanos de origen judío, en tiempos en que la Alemania nazi ponía en marcha el Holocausto.

En su primer párrafo, la circular se refiere a la Conferencia de Evian, que sesionó del 6 al 13 de julio de ese mismo año en Francia, donde más de 30 países, incluyendo Estados Unidos y Argentina, firmaron un acuerdo buscando un destino seguro para los refugiados judíos que huían de Alemania y Austria. O sea que al mismo tiempo que participaba en una conferencia sobre estos refugiados, Argentina dictaba una norma prohibiendo su ingreso al país.

Así, la circular neutralizaba secretamente los «compromisos que puedan derivar de nuestra participación en las Conferencias y organizaciones internacionales que estudian en estos momentos una solución general al respecto».

La «organización internacional» referida era nada menos que la Liga de las Naciones, que a principios de ese mismo año trató también el tema de los refugiados judíos que huían de la Alemania nazi. La circular citaba asimismo «los convenios bilaterales últimamente celebrados para la admisión de agricultores extranjeros», una clara alusión a los acuerdos de colonización que Argentina había firmado para la admisión de agricultores judíos alemanes.Para detener el influjo que pudiera resultar de estos acuerdos, la circular ordenó a los cónsules argentinos «negar la visación… a toda persona que fundadamente se considere que abandona o que ha abandonado su país de origen como indeseable o expulsado». La referencia «indeseable» como sinónimo de judío era de uso corriente en documentos de Cancillería de la época. El archivo de Cancillería guarda también cartas en las que los cónsules argentinos invocaron la «Circular 11» como justificativo para la negación de visas a judíos. Así, sin emplear explícitamente la palabra «judíos», la circular dejó bien en claro su objetivo.

La Circular Número 11 del año 1938 fue descubierta en 1998 por la investigadora Beatriz Gurevich durante su paso por la Comisión de Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en la Argentina (CEANA), una entidad creada por el canciller Guido Di Tella durante el gobierno de Carlos Menem. La señora Gurevich encontró la circular «perdida» entre los cajones de la embajada argentina en Estocolmo (Suecia). Sin embargo, la investigadora decidió abandonar su cargo luego que reportó su hallazgo y las autoridades de entonces decidieran nuevamente archivarlo y, presumiblemente, destruirlo y no revelar su contenido.

Fue solo desde que la Fundación Wallenberg decidió hacer pública una copia en su sitio de internet cuando la Circular 11 comenzó a ser conocida de modo masivo en Argentina y el resto del mundo La orden secreta también vio la luz cuando se presentó en el libro La auténtica Odessa del investigador argentino Uki Goñi, publicado en 2002.

Finalmente la medida, que estaba en desuso pero vigente desde 1938, fue derogada después de casi setenta años el 8 de junio de 2005 durante el gobierno del entonces presidente Néstor Kirchner, quien estuvo presente en el acto en que el canciller Rafael Bielsa derogó la circular secreta de su ministerio. En el acto de derogación, realizado en el Salón Sur de la Casa de Gobierno, también se encontraban el Ministro del Interior argentino, Aníbal Fernández, y Natalio Wengrower, vicepresidente de la Fundación Wallenberg.

Extraido de Internet  y compilado por Jashe Raul

Check Also

Radio:: כאן לאדינו – Kan Ladino kon Alegra Amado i Kobi Zarco -18/04/2025

Programas anteriores שישי, 16:00 – 15:00 El departamento de radio de la nueva corporación de …

4 comments

  1. excelente artículo, de gran esclarecimiento

  2. Muy interesante la nota .Podría decirme adónde asentaban antes de que existiera el Reg de las Personas en Carlos Casares ? En qué pueblo cercano ? Muchas gracias

Responder a Editora-eSefarad.com Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.