En nuestra anterior nota, “Médicos criptojudíos en tiempos de la Inquisición en América” anunciamos que la reseña biográfica de Francisco Maldonado de Silva merecería una nota aparte. Y es ésta que aquí damos a conocer.
Medicina de la época
Previamente es útil considerar que en aquellos tiempos —siglo diecisiete— la profesión médica en la universidad europea no tenía el estatus de otras disciplinas, como el derecho o la teología, rango que sólo se modificaría hacia finales del siglo dieciocho. Haciendo un repaso hacia atrás, vemos que en las Siete Partidas con las que legisla Alfonso X —y puestas en vigor hacia mediados del siglo catorce—, pese a que se oponía a que se violenten las sinagogas, en cuanto a la medicina prohibía su ejercicio a los judíos.
De otra parte, observamos que en Portugal, por ejemplo, el médico de la Corte tenía asignado un asiento permanente en el Consejo Real; aunque en las universidades europeas —que eran mayoritariamente de la confesión cristiana y con limitaciones para que los judíos continuaran con los estudios superiores—, en el caso de Medicina había casas de estudios, como por ejemplo, la de Padua. que sí los admitía. De todos modos, mayoritariamente los médicos judíos se desempeñaban como “cirujanos” (sangradores, boticarios) y no como doctores en medicina. Cita Boleslao Lewin (1) a la Prof. Ruth Pike quien afirmaba que los cirujanos, profesionalmente “se preparaban mediante el aprendizaje en los hospitales y raramente tenían título” desarrollando su actividad “en la periferia del arte de la medicina” con una situación que “era inferior a la de los médicos”, siendo estos llamados cirujanos quienes trataban ”accidentes anatómicos, tumores superficiales y enfermedades de la piel”. (2)
Igualmente, era un hecho incontrastable en las profesiones médicas la profusión de judíos —o “criptojudíos”, es decir, nuevos cristianos que practican ocultamente su judaísmo—. A punto tal que la Catedral de Toledo se quejase por lo que consideraba un exceso de médicos y boticarios conversos. Mientras que en alguna ocasión la propia Inquisición en Logroño debió convocar a un médico converso —de apellido Bélez—.
Tucumano
Pasemos ahora sí al médico tucumano Francisco Maldonado de Silva. Recordemos primero que de Santiago del Estero partieron las fundaciones del Tucumán, Córdoba, Jujuy y La Rioja. En el Tucumán no había grandes minas de oro ni de plata, siendo la encomienda —vigente hasta 1720— o fuerza de trabajo del “indio”, el pago por los servicios y el modo de consolidar la población peninsular europea en las tierras recientemente descubiertas y conquistadas. Más que nada basadas en la “Limpieza de Sangre”, las Leyes de Indias sólo dejaban lugar para la función pública los descendientes de descubridores, conquistadores y primeros pobladores. En diciembre de 1588 el gobernador del Tucumán, Juan Ramírez de Velasco se queja a la corona metropolitana, en una carta en la que le pide “… que no tuviera a la gobernación (del Tucumán) tan olvidada…”.
Poco después, en San Miguel de Tucumán, en 1592 llega al mundo Francisco Maldonado de Silva. Es hijo de Diego Nuñez de Silva —criptojudío portugués de quien nos ocupamos en la anterior nota— y de Aldonza Maldonado de Ocampo y Toledo, cristiana vieja e hija de uno de los vecinos encomenderos del lugar. La primera hija de este matrimonio, Isabel, nace en 1580 (año en que España comienza su dominio en Portugal al unificar ambas coronas).
En su arribo al Río de la Plata, su padre se instala inicialmente en la provincia mediterránea de Córdoba donde es médico de distinguidas familias; de allí se traslada luego a la Ciudad de Todos los Santos de Nueva Rioja (La Rioja actual) donde ejerce como médico cirujano, para finalmente afincarse con la familia en la citada provincia del Tucumán.
Revelación
A sus dieciocho años de edad, lee Francisco en latín el “Scrutinium Scripturarum” (“Examen de las Escrituras”). Su autor es el Arzobispo de Burgos, Paulus de Sancta Maria. Pero anteriormente fue judío y rabino con su primitiva identidad de Salomón Halevi. Su conversión data de la época de la persecución en 1391. Este converso realiza meteórica carrera como prelado y en este libro tan abundante en citas bíblicas, muestra la disputa teológica entre dos personajes: el joven Paulus, que adscribe al Evangelio y el viejo Saulo que se mantiene fiel al judaísmo. Con el consiguiente resultado favorable para la nueva doctrina revelada.
Este texto que tiene gran difusión en la metrópoli, desconcierta al joven americano Francisco Maldonado de Silva. Cuando lo comenta con su padre, éste le revela su secreto origen judaico, que por treinta años mantuvo oculto en el Portugal natal. Desde entonces (1610) Francisco Maldonado de Silva se convierte en practicante del judaísmo, leyendo asimismo libros sacros y también apócrifos. Entre sus lecturas —además del mencionado “Scrutinium Scripturarum”— se hallan los Salmos a David y los apócrifos Proverbios de Ben Sirach. También lee el Libro de Comedias de Lope de Vega. (3)
Dotes
Francisco estudia en la Universidad de San Marcos (Lima), graduándose de médico. En 1616 tras la muerte de su padre, el Bachiller Francisco Maldonado de Silva se instala en Chile, ejerciendo inicialmente la medicina en la ciudad de Concepción. Es aquí considerado como el primer médico de la ciudad. En 1619 lo nombran médico cirujano en el Hospital San Juan de Dios en Santiago de Chile. En su visita a la vivienda de Cristóbal de la Cerda (quien gobierna Concepción entre marzo de 1619 y finales de 1621), conoce a Isabel de Otañez, criada en dicha casa. Con ella —cuyo nombre de pila coincide con el de su hermana mayor— se casa. La Capitulación Matrimonial del 3 de septiembre de 1622, declara que “al servicio de Dios nuestro Señor y de su bendita y generosa Madre y mediante su gracia y bendición”, afirma el bachiller que “estoy concertado de casar con doña Isabel de Otañez”, fijándose asimismo las dotes matrimoniales (él ya había conseguido hacerse de una buena posición económica). (4) A todo esto, en este tiempo empieza a crecer la actividad inquisitorial de los tribunales de Lima (existentes desde hacía más de media centuria).
Denuncia
Cuando Francisco quiere persuadir a sus dos hermanas de que la familia es judía, una de ellas reacciona negativamente y lo descubre ante su confesor. Éste no tiene pruritos en ordenarle que ella lo delate ante las autoridades inquisitoriales, cosa que su hermana emprende el 8 de julio de 1626 ante el Comisario de Santiago de Chile. Desde casi un siglo antes (1530) existe la función de los Comisarios, que tienen por objetivo constituirse en cobertura de apoyo en distritos de importante extensión a los que no llegan los Visitadores. (*) “Fueron de hecho (los Comisarios), pequeños inquisidores en sus distritos con innumerables abusos cometidos”. (5) Ante el Comisario la hermana de Francisco revela que éste observa los rituales judaicos y que quiso persuadirla también a ella.
Francisco observa el Shabat y las festividades como la del Día Grande, que es el décimo día del séptimo mes (Iom Kipur o Día del Perdón). Como para los judíos secretos (o “criptojudíos”) era sumamente improbable poder acceder a las auténticas fuentes del judaísmo, también Maldonado de Silva en los rituales combina algunas fórmulas con las difundidas por el cristianismo en América. Así, sus rezos, por ejemplo, son en latín y en posición de cuclillas.
Pocos meses más tarde, el 12 de diciembre le secuestran los bienes personales y lo encarcelan en una celda del Convento de Santo Domingo, en Concepción. Interrogado allí y en Santiago de Chile, luego de más de un año, el 23 de julio de 1627 lo trasladan a las prisiones secretas de Lima.
Desafío
Ya desde la primera audiencia, al tener que prestar juramento, se niega a hacerlo “por Dios y por la Cruz” como también a poner la mano al pie del Cristo situado en la mesa del tribunal, como exige el protocolo oficial. Alega no querer contaminarse y se pronuncia firmemente: “Yo soy judío y si he de jurar, juraré por el Dios de Israel”, los desafía. En el epílogo de cada audiencia, firma como “Heli Nazareno indigno siervo del Dios de Israel, alias Silva”. Se desarrollan de manera similar cuatro audiencias, siendo el 5 de octubre acusado de “judaizante y hereje”.
A todo esto, al ser apresado era ya padre de una niña y al poco tiempo de hallarse encarcelado, nace su hijo varón. (6)
Mazamorras en las mazmorras
Sus jueces inquisitoriales intentan persuadirlo que desista de su postura. Luego de varias audiencias similares, son convocados los calificadores del Santo Oficio. Recurren entonces a los más eminentes teólogos de Lima para “demostrarle su error” y convencerlo de adherir a la fe cristiana.
Son quince las ocasiones que se suceden estos intentos para “quitarlo de sus desviaciones teologales”, pero no prosperan. (7) Y en cada uno de estos intentos Maldonado de Silva deja atónitos a los inquisidores con su erudición judaica, recitando de memoria capítulos enteros de la Torá y de los Salmos. Es sometido a intensas torturas, sin lograr su abjuración.
Su desafío a los inquisidores y verdugos se extiende. Entonces, ya un hombre adulto se circuncida él mismo, cosa que hace con una navaja y tijeras. Además, varias veces mantiene largas jornadas de ayuno, que en una oportunidad se extiende por ochenta días con sólo una diminuta ingesta a base de mazamorras de maíz que él mismo se prepara en las mazmorras (calabozos). Lo torturan y su cuerpo llagado es un reflejo de ello. Agoniza y su fe le salva la vida. Debilitado y enfermo alienta a los otros acusados de judaizantes en prisión para que se conviertan al judaísmo. Para ellos incluso escribe sonetos de raigambre judaica.
Dúctil resistencia
Hasta los inquisidores admiran su coraje, aunque algunos piensen que está ganado por un fanatismo místico. Maldonado de Silva es dúctil y con las hojas de choclo que le sirven para alimento, construye una cuerda. Junta los trozos de papel de las envolturas que le llegan, haciendo con éstos hojas donde escribe con pluma. La “pluma” que a los ojos de sus verdugos parece escribir “letras de molde” no es otra cosa que un hueso de gallina, moldeado por un clavo transformado en cuchillo. Y mojada en tinta, que obtiene con carbón.
También escribe contra la Inquisición y sus personeros, entre ellos Fray Luis de Granada.
Condena y carta
Luego de seis años de proceso, el 26 de enero de 1633 el tribunal inquisitorial presidido por el Lic. Fernando de Montesinos, presbítero oriundo de Ossuna, condena a Francisco Maldonado de Silva a “relajar justicia y brazo seglar y confiscación de bienes”.
El eufemismo “relajar” no quiere decir otra cosa que morir abrasado por el fuego de la hoguera.
En ese 1633 escribe un par de cartas dirigidas a la Sinagoga de Roma. Pero no llegarían nunca a dicha comunidad judía. Allí sostiene Maldonado de Silva que: “… Es necesario que libertéis a los que son llevados a la muerte… Amad la misericordia y la justicia, dad con largueza vuestra ´limosna´ a los prójimos pobres y, en fin, temed a Dios y amadle de todo vuestro corazón para que proteja a vosotros y a vuestros hijos después de vosotros… Defended Su Verdad… Combatid contra los perros que la despedazan… Elegid para vosotros la vida…”. Un elevado concepto moral del hombre exhibe pese al terrible y torturante trato de años con que se le castiga por ser fiel a la religión ancestral. (8) En ese año pierden los portugueses el dominio de Recife —capital del Estado de Pernambuco, en el nordeste del Brasil—, con la ocupación de los holandeses. Bajo el dominio de éstos, por algunos años (hasta 1654 cuando los lusitanos recuperan la ciudad) los judíos del lugar pueden libremente ejercer su credo. Maldonado de Silva, torturado en los calabozos de las prisiones limeñas no tiene información de ello. Con tanto castigo queda sordo, lo cual tranquiliza a sus cancerberos, porque deducen que ya no oye la presencia de nuevos prisioneros y no intentaría nuevos contactos.
Judío pertinaz
Hacia 1636 Lima se ve sacudida por la llamada “Conspiración grande” (**). Las autoridades superiores del Tribunal inquisitorial de Lima, ahora con ardua tarea, son: Juan Mañozca (que fuera Visitador de la Audiencia de Quito), el Licenciado Andrés Juan Gaitán y Antonio de Castro Castillo.
A seis años de dictarse la condena a ser quemado vivo en la hoguera, esta sentencia se cumple en Lima —inicialmente llamada “Ciudad de los Reyes”—, capital del Reino del Perú, Chile, Paraguay y el Tucumán. Hay setenta y dos reos —“… tres por judaizantes, todos portugueses o hijos de tales…” en el tristemente célebre Auto General de Fe del 23 de enero de 1639, convertido hasta entonces en el mayor de su género en América —sólo superado diez años más tarde en número del obligado público asistente por el de México, del 11 de abril de 1649—.
En la letra que informa de este Auto de la Fe se dedican algunas frases en particular acerca de Francisco Maldonado de Silva, de las cuales extraemos las que siguen: “…Entre los judíos pertinaces, uno era doctísimo en la Escritura, pidió conferencias con teólogos y confundió a varios escolásticos (…)”. Hasta aquí, a regañadientes reconocen los verdugos que sus argumentos —incluso estando torturado y en deplorables condiciones físicas— se imponen a los de los teólogos cristianos que lo contradicen (“confundió a varios escolásticos”, admiten). Y luego, dueños al fin de la verdad que nace de la arbitrariedad del poder, sentencian que “… aunque otros le hicieron ver el verdadero sentido de las profecías, probándolo por la interpretación que ofrecían los hechos posteriores a ellas…”. (9)
Cielo enfadado
Como consecuencias de estas “pruebas” del dogma, al prisionero se lo conduce a la hoguera con varios de sus libros atados al cuello. Cuando se avecina el fin con la conclusión del Auto de la Fe, extrañamente irrumpe un fuerte viento como en largos años no se veía en la capital del virreinato, dejando a todos perplejos cuando este viento rompe una vela que da sombra al tablado donde se halla el célebre prisionero, lo que se percibe como el enfado del cielo. Y él, el mártir judío que anticipó que también morirá en “la ley de Moysén” —así escriben los inquisidores el nombre de Moisés— dirige al firmamento su mirada, mientras expresa con fuerza: “Esto lo ha dispuesto el Dios de Israel para verme cara a cara… desde el Cielo”.
Su viuda y los dos hijos quedan luego en la mayor pobreza económica, al ser confiscados por la Inquisición, que obtiene de este modo una de las vías para aumentar sus bienes.
Paradojalmente, si nos atenemos a los actuales criterios de los rabinos, Maldonado de Silva no sería judío (!), pues nació de vientre gentil.
En Concepción (Chile) se erigió un monolito en su memoria, dado que fue allí el primer médico.
En la Argentina ha tenido gran difusión la obra narrativa “La gesta del Marrano” del premiado escritor Marcos Aguinis, que ficcionaliza la brava gesta de Francisco Maldonado de Silva. (10)
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Notas:
(1) Boleslao Lewin. “Los Criptojudíos. Un fenómeno religioso y social”. Editorial Milá. Buenos Aires, 1987.
(2) Ruth Pike. “Aristócratas y comerciantes”. Barcelona, 1978. Pág. 95 (citada por Boleslao Lewin).
(3) Esto se sabe en detalle cuando se dan a conocer los libros que le confisca la autoridad inquisitorial.
(4) Gunther Böhm. “Sefárdica”. Publicación del Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefardí —CIDICSEF—. Año 1, N° 2. Buenos Aires. Noviembre de 1984. Págs. 43/49.
(*) De los Visitadores me he ocupado en “Presencia del Judaísmo en los Albores del Continente Americano”. En Internet (Studio Shenkin).
(5) Pérez Villarreal. “Historia de la Inquisición en España y América”. Centro de Estudios de la Inquisición. Madrid, 1984.
(6) Los documentos que se tiene de él son los que quedaron de la Inquisición —no se tiene documentación oficial previa a su apresamiento—.
(7) Gunther Böhm. “Historia de los Judíos de Chile”. Ed. Andrés Bello, Santiago de Chile.
(8) Mario Eduardo Cohen. “América Colonial Judía”. Editor: Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefardí —CIDICSEF—. Buenos Aires, abril del año 2000. Pág. 81.
(**) De la cual asimismo me ocupé en “Presencia del Judaísmo en los Albores del Continente Americano”. En Internet (Studio Shenkin).
(9) Sefárdica”. Publicación del Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefardí —CIDICSEF—. Año 1, N° 2. Buenos Aires. Noviembre de 1984. Pág. 47.
(10) Marcos Aguinis. “La gesta del marrano”. Editorial Planeta. Barcelona. Agosto de 1993.
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(*) Natalio Arbiser ha sido docente del Curso “Presencia del Judaísmo en los Albores del Continente Americano”, difundido en Internet por el Studio Shenkin. (abril/julio 2012). Y autor de “Médicos criptojudíos en tiempos de la Inquisición en América” (junio de 2015).