Estimados amigos de eSefarad,
Estarán de acuerdo que sacar a la luz el contenido de los manuscritos judíos más antiguos de América, escritos por el joven Luis de Carvajal el Mozo en el siglo XVI, suponía una gran responsabilidad; hacerlo además en una edición de lujo de tan solo 300 ejemplares, reuniendo la labor de historiadores, investigadores, técnicos, artistas, músicos y artesanos, significó para Liber Ediciones, un reto sin precedentes.
A lo largo de estas semanas, me he propuesto descubrirles pieza a pieza, este titánico trabajo, necesario para componer esta edición príncipe sobre los Carvajal. Un proyecto singular y de gran valor patrimonial, en el que se combina la edición facsimilar de los manuscritos, su transcripción, contextualización y estudios conexos, con grabados, música, realidad aumentada… En definitiva, tres años de intenso trabajo hasta culminar esta joya bibliófila que les presentamos con gran entusiasmo.
El punto de arranque en esta narración debe ser, sin discusión, su elemento central, Los Manuscritos.
Luis de Carvajal el Mozo nació en Benavente, Zamora. Con apenas doce años se trasladó junto a su familia a Medina del Campo, donde culminó sus estudios y aprendió latín. Ya en la Nueva España sufrió la persecución de la inquisición, siendo dos veces arrestado y sometido a sendos procesos inquisitoriales. Tras el primero, fue condenado a portar sambenito y servir en el Hospital de Convalecientes bajo la vigilancia de fray Pedro de Oroz. El franciscano, pronto se percató de la virtud y conocimiento del joven, y un buen día le hizo entrega de la llave de la biblioteca del Colegio de Tlatelolco que administraba. Este gesto, en principio, insignificante, fue sin embargo determinante en la vida de el Mozo y el de los manuscritos.
En aquella biblioteca, Luis tuvo acceso a muchos libros sagrados, entre ellos los Comentarios del Pentateuco de Jerónimo de Azambujo de Oleaster, dominico portugués, y los Trece Artículos de la religión judía escritos por el sabio Maimónides. Allí fue donde comenzó a escribir un librito titulado Memorias, que pensaba enviar a sus hermanos Baltazar y Miguel, huidos a Pisa, Italia, en el que les narraría los hechos ocurridos a la familia. También comenzaría a componer el librito que denominó Lex Adonai, escrito en letras latinas adornadas con pan de oro, y que incluía los trece artículos de fe y los diez mandamientos que Dios entregó a Moisés. Un tercer manuscrito se llamaría Modo de Llamar a Dios, y contendría plegarias para pedir al Señor que los librara de aquella terrible situación. Escribiría más, pero estos son los que merecen nuestra atención.
En próximas citas, hablaré de su contenido atendiendo a los estudios que la Dra. Alicia Gojman y el Dr. Baltazar Brito incorporan a la edición. Lo significativo en este momento, es saber que, tras la confesión y condenación de Luis en su segundo proceso, estos tres libritos, junto con la correspondencia familiar, quedaron como prueba inculpatoria en el archivo del Tribunal Inquisitorial, y posteriormente en el Archivo General de la Nación mexicana, hasta que en 1932 fueran sustraídos. Las cartas regresaron al país, sin embargo, los libritos desaparecieron de la faz de la tierra hasta que el 21 de junio de 2016 aparecieron nuevamente a la luz, cuando la casa Swann Galleries de Nueva York los anunció dentro de su subasta de impresos y manuscritos americanos. A partir de ese momento, la acción conjunta del filántropo Leonard L. Milberg y las instituciones mexicanas correspondientes, tras certificar su autenticidad, acordaron los pasos que hicieran efectivo su regreso a México; serían los primeros documentos recuperados por el país bajo la consideración de Patrimonio de la Nación.
Actualmente se encuentran resguardados en la bóveda de seguridad de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, lugar que visitamos en diversas ocasiones para estudiar sus características, los rasgos distintivos de cada documento, de cada hoja, y todos esos detalles, perceptibles o no, que los definen. Tras esas jornadas de observación, Liber Ediciones entendió la significancia para sus lectores, de poder admirar la forma en la que el Mozo plasmó sus textos, y conocer su bella tipografía; de ahí que decidiese incluir la reproducción facsimilar de los tres manuscritos en su edición de Alta Bibliofilia, empleando el máximo respeto en su configuración y contenido. De esta manera, los libritos de Carvajal se presentan, al igual que los originales, de manera individual, a su mismo tamaño y cosidos a mano con hilo de algodón, de manera similar a como los compuso laboriosamente el joven Luis.
A través de los testimonios adscritos a su segundo proceso, se sabe que, durante su último cautiverio, el Mozo reveló a su compañero de celda el librito que llevaba siempre consigo debajo del sombrero; se trataba de Lex Adonai. Igualmente confesó la existencia de otros dos libros ocultos en su casa de Tlatelolco, sus Memorias, disimuladas entre ladrillos y tablas; y el salterio Modo de Llamar a Dios, que había camuflado entre unas tinajas junto a la ventana. Los tres fueron prueba inculpatoria. No sabemos si los llegó a encuadernar, únicamente se conserva una pobre cubierta sin cierre que protegía al que llevaba con él. No obstante, consideramos que estas tres joyas testimoniales debían ser reunidas en una misma salvaguarda. De esta manera, recordando la composición de los manuscritos originales, en tono marrón oscuro e interior dorado se confeccionó de manera artesanal, la envoltura que, por medio de imanes ocultos, se mantiene perfectamente segura en el alojamiento, también de elaboración artesanal, que se diseñó para este fin en el interior de la caja estuche que alberga el conjunto de la obra.
No cabe duda de que los manuscritos de Luis de Carvajal el Mozo, son un testimonio fundamental para conocer su historia y la gran devoción que tenía por el judaísmo¸ también para el conocimiento del judaísmo hispano-portugués del siglo XVI. Tratándose, además, del primer escritor judío en América, el valor de reproducir estos textos es, sin discusión, inmenso.
Mediante esta edición facsimilar, podrán conocer su exquisita caligrafía, la composición de sus frases y sus anotaciones laterales; pero de igual forma, resulta imprescindible comprender su contenido. El siguiente pasaje estará dedicado al arduo trabajo de paleografía y transcripción que ha sido necesario para desvelar el significado de estos textos escritos en cuatro idiomas y con multitud de abreviaturas, en muchos casos, casi criptográficos. El resultado constituye el eje central del Libro de Artista que, junto con el resto de sus componentes, aporta una gran riqueza cultural y artística a esta espectacular edición de colección.
Espero que hayan disfrutado con la información. Hasta pronto.
Continúa >> Paleografía y Transcripción
Juan José Izquierdo
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