¿Qué sería de España hoy si las dos comunidades más importantes, la musulmana y la judía, no hubieran sido expulsadas? ¿si Al-Andalus y Sefarad aún fuesen nombres de uso y no reliquias históricas? Seguramente los tres idiomas oficiales del estado serían castellano, árabe y hebreo. Seríamos un referente científico y cultural, un modelo de integración. Posiblemente la capital no sería Madrid. No hubiésemos padecido las penurias que hemos arrastrado desde el siglo XVII. Y dudo que el estado fuese laico. O puede que sí. Y también puede que el odio se instaurase en todo el país y no quedasen a estas alturas más que cenizas. O que la Península estuviese dividida en varios estados independientes.
Son elucubraciones pero la historia española está jalonada con períodos prósperos, fruto de la convivencia pacífica entre cultos, como gran parte de la dinastía omeya. Por ejemplo el califa Abderramán III, tenía como ministro más influyente y médico personal al judío José Hasday Ibn Saprut. Este jienense era el encargado de la recepción de embajadores y realizaba expediciones a otros reinos, tal era su versatilidad idiomática que manejaba con soltura el hebreo, árabe, latín y griego. Gracias a él, empiezan a establecerse grandes sedes del conocimiento huyendo del inestable Oriente, haciendo el mismo viaje que emprendieran los omeyas, de Este a Oeste, hasta llegar a Al-Andalus, la sede del saber durante la Edad Media.
Del lado cristiano quizás el mejor exponente sea Alfonso X. El Sabio fundador de la Mesta y escritor de las Cantigas, tuvo entre sus preocupaciones la cultura. A él se debe en gran parte sino en su totalidad, la consideración del castellano como una lengua culta. Pues los traductores cristianos, árabes y judíos de la Escuela de Toledo traducen al nuevo idioma de la corte, el castellano, las obras del conocimiento antiguo. La tolerancia de los anteriores reyes cristianos hacia aquellas figuras de distinto culto, permitió la fundación de esta y otras escuelas donde se compartió y difundió el saber. No es de extrañar por tanto que el castellano esté plagado de arabismos, sobre todo en lenguaje técnico-científico, ya que muchos términos eran conceptos intraducibles que expresaban pensamientos o conclusiones empiristas. Y que la sintaxis se enriqueciera hasta completar la recién nacida lengua romance.
No hay ningún ejemplo del Pueblo Errante como dominador peninsular ni en ningún otro lugar. Hasta la fundación del estado de Israel, ningún territorio se rigió por la ley hebraica, por lo que desconocemos cómo sería su comportamiento ejerciendo la autoridad ante diferentes religiones. Es este un dato del que la historia nos ha privado. Quizás no hacía falta. Porque siempre han estado ahí. En todos los países, en todos los campos y actividades. Su legado al conocimiento de la humanidad es incalculable.
Nunca sabremos qué hubiese pasado si ambas comunidades no hubiesen sido expulsadas en apenas 120 años. Seguramente la religión seguiría siendo un vehículo problemático entre creyentes. Sin espacio para iglesia, mezquita y sinagoga en un mismo pueblo. Demasiada sacralización. Demasiadas costumbres. Saturación burocrática multiplicada por tres. En definitiva, demasiada vida. Sí sabemos lo que ocurrió después y en esas estamos.
Por Luis López, 1/11/2011 para Diario Siglo XXI
Luis López
Nació en Madrid en 1980. Es Licenciado en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid y diplomado en la especialidad de Guión Cinematográfico y de Televisión por la escuela TAI.
Ha trabajado en el medio audiovisual para varias empresas en tareas como corrector de guiones, editor y ayudantía de dirección, además de haber escrito y dirigido dos cortometrajes. Actualmente se desempeña como museólogo en la empresa SERVAC realizando labores interpretativas en la redacción de textos y en el terreno audiovisual.
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Notória resulta sin duda, la pérdida que para España supuso la expulsion de sus judios, en los mas diversos ámbitos, un hecho incuestionable a la luz de las evidencias reunidas en torno a el, en forma de lastrantes consecuencias que aún hoy nos toca padecer … Privarse voluntariamente de la aportacion de mentes preclaras, constituye un hecho paradógico para la historia de cualquier pais … Renunciar a la contribucion brillante en muchos casos, que a éste hicieron personajes destacados de la comunidad judia española de entonces, es ademas de inexplicable, fustrante (al menos para quien esto escribe)…
Nos corresponde ahora reanudar con ese pasado, y remediar en la medida de lo posible por medio de la presencia judia existente entre nosotros, los errores entonces cometidos, fruto del prejuicio y la intransigencia … !que al menos sepamos todos aprender de la lecion que nos dicta la historia! …