En la Siria de 1930 ser mujer era una tragedia. Es precisamente la realidad de las mujeres judías de aquel país, hoy azotado por guerra y la extrema intolerancia religiosa, la que Victoria Dana retrata en su libro, ‘A donde tú vayas yo iré’.
Al igual que hoy, en la Siria de 1930 ser mujer era una tragedia. Ser mujer musulmana, cristiana o judía. En aquel tiempo, aquéllas cuya religión no les imponía cubrirse el rostro, debían mejor guardarse en casa: mostrarlo en público era una afrenta para los islámicos. Su reclusión no era obediencia, sino protección, afirma la escritora Victoria Dana.
“En esa época las mujeres no salían no porque no se les permitiera, sino por cuestiones de seguridad. Creo que esa costumbre tiene mucho que ver con la cultura de Medio Oriente. A las mujeres se les escogía esposo, no había nadie que defendiera sus derechos, si al marido le gustaba golpearlas, pues era muy su gusto; estaban totalmente desprotegidas”, dice la autora sobre el entorno de su novela A dónde tú vayas iré (Lumen), de reciente aparición.
Es precisamente la realidad de las mujeres judías de aquel país, hoy azotado por guerra y la extrema intolerancia religiosa, la que Danaretrata en su libro.
El relato es protagonizado por Latife, una joven de la comunidad shami que tuvo la mala fortuna de ser la hija primera de una familia conservadora, lo cual significaba una fuerte carga en aquellos tiempos. “Era terrible”, comenta Dana.
El escenario bélico en el que sucede la historia es, sin embargo, mostrado por la autora como aquello que propició el cambio social que brindó por primera vez reconocimiento a las mujeres.
“La guerra es como un laboratorio humano; las condiciones extremas afectan a las personas. Las mujeres de la novela tienen mucho que enseñarles a las de ahora. Hay voces que surgen para demostrar que tenemos derecho a expresarnos”, dice Dana.
Y es que, además del horror, la Primera Guerra Mundial abrió el mundo a otras ideas y formas de vida. “Las mujeres tuvieron que salir a las calles, valerse por sí mismas y regresaron a sus casas de otra manera; sucedió en todas partes, tanto en Europa, como en Medio Oriente. También lo vemos la Revolución Mexicana, con las soldaderas, estas mujeres emblemáticas que iban, sí, detrás de sus hombres, pero con una fuerza propia. Las mujeres se dieron cuenta de qué eran capaces, pero después hubo una especie de letargo. La mujer volvió a surgir hasta la Segunda Guerra Mundial”.
Además de revisar la condición femenina de una época, la novela expone la circularidad de historia. “Estamos viviendo una era de destrucción en Siria como la que se vivió en 1925 o siglos atrás. Un regreso al fascismo que no nos esperábamos. Así que es importante reflexionar al respecto”.