Juan Parejo
El alcalde Sanz ha mostrado su firme intención de ingresar de nuevo en este organismo que componen 21 ciudades y que abandonó en 2016.
Sevilla aspira a regresar a la Red de Juderías de España y, con ello, a participar de este nicho de turismo que busca sumergirse en las raíces de la cultura judía de nuestro país. El Ayuntamiento ya ha contactado con la gerencia de la Red de Juderías de España-Caminos de Sefarad para formar parte de nuevo de esta organización que engloba a 21 localidades españolas y que la capital de Andalucía, con una huella sefardita muy evidente, abandonó en el año 2016.
El alcalde, José Luis Sanz, anunció el firme propósito de volver a la Red de Juderías de España hace unas semanas en una entrevista en Radio Sevilla. Sanz señalaba que era «incomprensible que Sevilla no esté en la Red de Juderías de España», y reconoció que ya se estaba trabajando para volver a la asociación. «Es un turismo que no se puede perder y dejar de estar en la Red significa que no nos beneficiamos de todas las ventajas que tiene estar presente», insistía el alcalde hispalense.
El presidente de la Red de Juderías es actualmente César Fernández, alcalde de la localidad de Ribadavia (Orense), una de las 21 localidades que integra la organización en la que están ciudades tan importantes como Barcelona, Toledo, Córdoba o Cáceres, pero también poblaciones más pequeñas, como la suya, con 5.000 habitantes, pero con una huella sefardita también común. Fernández se congratula de la intención de Sevilla de volver a la Red de Juderías: «El Ayuntamiento de Sevilla ya ha contactado con nuestra gerencia para manifestar su intención de regresar. El patrimonio y la huella sefardí en Sevilla es innegable. Se percibe en sus calles, en su cultura, en sus tradiciones, en la gastronomía. Que vuelva a formar parte de la Red de Juderías aportaría muchísimo. Sevilla Es una ciudad con una gran importancia».

La Red de Juderías-Caminos de Sefarad trabaja con los claros objetivos de promover y divulgar todo el patrimonio sefardí de España que forma parte de su cultura e identidad. Además, es una herramienta muy útil para captar todo ese turismo que se interesa por esa cultura o por conocer más de su pasado: «Así podemos llegar a las personas que tienen interés en esta cultura. Es un posicionamiento internacional muy importante porque podemos dar a conocer España en su conjunto con esta red de ciudades», apunta el alcalde de Ribadavia.
Desde la presidencia de la Red de Juderías señalan que el turismo sefardí está muy identificado. Y estar agrupados de este modo facilita mucho la llegada de este público. «Hay muchas personas vinculadas al mundo judío que está repartida por todo el mundo y venir aquí a visitar estos lugares supone para ellos como un regreso a sus orígenes».
La presidencia de la Red de Juderías la ostenta cada año el alcalde una de las ciudades que la conforman. Se suceden por orden alfabético. Durante todo el año, organizan infinidad de actos culturales o sociales en todas las ciudades para difundir y dar a conocer el legado sefardí.
La Casa del Sueño, un proyecto frustrado

Uno de los requisitos para formar parte de la Red de Juderías es contar con algún centro de interpretación, museo o lugar de referencia vinculado a la cultura sefardí. En el año 2014, siendo alcalde el popular Juan Ignacio Zoido, el Ayuntamiento estudió una propuesta para crear en los Jardines de Murillo un espacio en el que recordar el pasado sefardí de la ciudad. La Casa del Sueño era el nombre de esta idea presentada por el arqueólogo sevillano Fernando Amores y por la museóloga israelí Renée Sivan. Su objetivo era recodar el pasado sefardí de la ciudad y restituir la memoria de los judíos sevillanos.
Uno de los objetivos del proyecto era dar a conocer los restos del cementerio sefardí hallado durante la construcción, a mediados de los 90, del aparcamiento subterráneo de la calle Cano y Cueto. La intervención arqueológica previa a la realización de este aparcamiento permitió detectar el cementerio sefardí y, lo que fue más interesante para los arqueólogos, descubrir su alto grado de estratificación que les permitió analizar las técnicas y formas funerarias en varias etapas.
La necrópolis judía de San Bernardo

El cementerio hebreo de Sevilla estaba ubicado extramuros de la ciudad y con acceso directo al barrio judío. Su funcionamiento se extendió en dos grandes fases durante más de dos siglos, desde finales del XIII a finales del XV. La necrópolis judía, según otros hallazgos posteriores, se extendería hasta lo que es hoy el barrio de San Bernardo, a unos 500 metros de la Puerta de la Carne. Los restos arqueológicos que se encontraron durante la construcción del aparcamiento subterráneo fueron retirados, aunque se dejó en el interior del aparcamiento el testigo de una de las tumbas, una fotografía y una explicación de lo que se halló.
Pero el proyecto que manejaba el Ayuntamiento iba mucho más allá de recuperar esos restos que fueron exhumados y se trasladaron al Museo Arqueológico. La Casa del Sueño se presentaba con los objetivos de «informar sobre el pasado judío de la Sevilla medieval», «servir de punto de información sobre la comunidad sefardí», «restituir la memoria de los judíos sevillanos», «servir de lugar de reflexión sobre la convivencia de los pueblos y los credos», «transmitir emociones sobre la memoria, la identidad y el olvido», y «renovar y dignificar el sentido del entorno como cementerio hebreo histórico».

Otro de los pilares de ese proyecto era el de recuperar el sentido de cementerio para el área funeraria medieval. La Casa del Sueño buscaba acoger en su entorno inmediato de los jardines las inhumaciones de los restos hallados en las excavaciones arqueológicas recientes. «Los jardines perimetrales exteriorizarían de algún modo -a concretar en el proyecto museográfico- las nuevas tumbas que se inhumarían en el área. Los criterios y rituales de la nueva inhumación de restos habrían de estar asesorados por autoridades religiosas hebreas», explicaba el proyecto.
Para materializar este museo se había elegido la llamada Casa del Jardinero Mayor, una edificación de 156 metros cuadrados que se encuentra aislada en el extremo norte de los Jardines de Murillo. Se trata de un inmueble de estilo regionalista, obra de Juan Talavera, de propiedad municipal y que estaba adscrito a la Delegación de Parques y Jardines. Los creadores del proyecto resaltan su importancia: «Esta propuesta nos parece fundamental por el valor simbólico que ofrece. Tras la expulsión de su patria hace siglos, Sevilla les dota ahora de una casa propia, acogiéndolos como vecinos. Esta casa ha de ser física y espiritual a la vez».

Finalmente, este interesante proyecto turístico, religioso y cultural nunca llegó a ver la luz por diferentes motivos. La vuelta de Sevilla a la Red de Juderías sería un buen motivo para sacarlo del cajón y tratar de llevarlo a la práctica.
El presidente de la Red de Juderías, César Fernández, concluye destacando que la huella judía es indisoluble a la cultura y el propio país: «La tradición y el pasado serfardí de España es una de nuestras señas de identidad actuales. Toda sociedad y nación debe ser consciente de su historia y su pasado para conocerse mejor, tener una identidad propia y poder proyectarla al futuro».
El Ayuntamiento de Sevilla -con Juan Espadas al frente- abandonó la organización en 2016 tras un acuerdo en el pleno municipal, al no considerar ‘rentable’ la pertenencia a esta asociación de ciudades para el fomento del patrimonio judío en el país.
San Bartolomé, el último reducto de la Judería
La Judería de Sevilla se encontraba en los actuales barrios de San Bartolomé, Santa María la Blanca y Santa Cruz. Aún se observan en algunas calles y rutas s logotipos y emblemas de la Red de Juderías instalados durante el tiempo en que la ciudad perteneció a la misma. Históricamente, Santa Cruz era un barrio judío que estaba cerrado por un muro con tres puertas: una con acceso a la calle Mesón del Moro, otra que estaba cerca de la iglesia de San Nicolás y una tercera en la Puerta de la Carne. Sin embargo, a finales del siglo XIX Santa Cruz languidecía y sólo recobró su esplendor con las reformas a raíz de la Exposición Iberoamericana de 1929 promovidas en las primeras décadas del siglo XX por el Marqués de la Vega-Inclán.

El barrio de San Bartolomé fue el último reducto de la judería sevillana. Las calles Levíes o Alegría (ahora Virgen de la Alegría) son una importante muestra. El poder mercantil de esta zona hizo que se establecieran a su alrededor casas solariegas como los Mañara, los Neve o los Armenta. Un barrio nacido alrededor de los comercios y negocios que hicieron de Sevilla el centro económico del mundo.
La parroquia de San Bartolomé es relativamente reciente comparada con las construcciones religiosas del resto del centro histórico. Ocupa parte del terreno de una de las últimas sinagogas que se destruyeron en la ciudad.
Cerca, en la que es hoy iglesia católica de Santa María la Blanca, se han hallado las huellas de la antigua sinagoga. Este templo, hoy con una clara estética barroca, fue sede de las tres grandes religiones monoteístas. Las obras de restauración realizadas en el ábside y el altar mayor durante el pasado año sacaron a luz los restos del hejal, el lugar más sagrado de la sinagoga en el que se guardaban los ornamentos litúrgicos y los rollos de la Torá.
Fuente: diariodesevilla.es