BOLETÍN PERIÓDICO de distribución sin
cargo por correo electrónico
No 2 / Junio 2002
En este número:
- EDITORIAL
- Refranes y Expresiones
- Cuentos de Dyojá
- Recuerdos del Bar Izmir
- Cuento: Izmir, en víspera de pesaj
Carta Editorial
Quiero en la apertura del segundo número de SEFARAires, enviar un reconocimiento a la gente que hizo llegar su apoyo, algunos comunicándome que lo reenviaron a sus conocidos o miembros de su institución.
Para que este emprendimiento no se convierta en un trabajo unipersonal, he invitado a varias personas, solicitándoles su colaboración, como especialistas unos, o conocedores del tema otros. En general podrán observar que los trabajos publicados son breves, y ese es una premisa mía, no porque me resulte poco tentador publicar estudios de mayor extensión, sino que considero que el Boletín perdería el objetivo con que fue concebido en su origen: ser accesible a un amplio espectro de lectores, no obstante más adelante haremos el esfuerzo de enviarles suplementos especiales con trabajos inéditos e investigaciones de mayor extensión.
El primer número ha llegado a direcciones electrónicas de diversas partes del mundo. A varias ciudades de España, puntos en EEUU, Francia, Bélgica, Israel, y algunos países de América Latina. Esto no significa una llegada masiva, sino una entrega simbólica en ciertas direcciones, aunque espero el número crecerá mes a mes. Por esta causa solicito a los lectores me envíen datos y dirección de correo electrónico de personas que consideren interesados en recibir SEFARAires.
Pido a quienes viven en sitios distantes de Buenos Aires, y hayan recibido el Boletín, lo comuniquen, como la tradicional costumbre de los radioaficionados que avisan al emisor, las emisiones lejanas captadas por su equipo.
Cumpliendo parcialmente con algunos pedidos, simplificaré detalles de la diagramación suprimiendo los fondos de color en recuadros, pues debido a la situación transitoria por la que pasa nuestro país, hay ciertas dificultades para reponer los cartuchos de tinta color, o su costo es muy elevado debido al cambio peso-dólar, y en la impresión en negro reproduce un borrón.
Hasta el próximo mes.
Luis N. León
por Luis León
Esta vez está dedicado a los calificativos buenos y a los despectivos. Palabras de la vida cotidiana en la tradición judeo-española, destinadas a definir rasgos del carácter de la gente, ya sea dirigidos a una mujer hacendosa, al hombre que suponemos nos trae desgracias cada vez que lo cruzamos o a un ser antipático cualquiera.
Si bien la familia sefaradí mantuvo siempre una relación de gran respeto de hijo a padre, y la tradicional entre marido y mujer, muchas de estas palabras fueron parte del lenguaje cotidiano, otras, exclusivamente reservadas a las conversaciones entre adultos. No obstante, surge de la consulta a los informantes, que en su mayoría las escucharon desde pequeños, por haberse mezclado en charlas de amigos junto a sus hermanos mayores.
Los dos primeros ejemplos, son palabras de origen turco, con el agregado de un sufijo a la misma, para convertirlo en un buen o mal calificativo.
- De la raíz niur que significa “orden”, se originan: niurlí (hacendosa) y niursí (desordenada),
- De la raíz jatir que significa “favor”, se originan: jatirlí (que hace favores) / jatirsís (el opuesto),
Calificativos buenos:
Juvardá (del turco: generoso)
Necocherá (del turco: buen ama de casa)
Iusél (del turco: linda)
Pan del Dió (del español: buena persona)
Balabai ( del hebreo: jefe de familia dedicado y bueno)
Yigurlí ( de raíz española y sufijo turco, se emplea como afortunado, que tiene buena suerte. La palabra “yogur”, con frecuencia aparece como sinónimo de “fácil”, por ejemplo en el refrán “se le hizo yigur” (se le hizo fácil).
Calificativos malos o despectivos:
Buiundrúk (del turco, que significa: yugo que uncía los bueyes)
Bodoque ( igual que en castellano)
Bovo/a (igual que en castelñlano)
Bojor (en hebreo: el hijo mayor, pero empleado como: bobo)
Cabeza de almirez (la maza empleada en el mortero)
Calabaza (como en castellano: “zapallo”, cabeza dura)
Gameo/a (del español: camello, equivalente a burro)
Lenio/a de baño (duro de entendedera, tronco, comparándolo con el que trozo leño empleado para trabar la puerta de los baños)
Troncho (del español, sonzo)
Pudrepiedras (del español, lento, cansino)
Dirrite muntañas (del español, empleado con el mismo sentido del anterior)
Alañari (peleador)
Acsí (en turco: opositor, empleado como sinónimo de nervioso)
Arrebayado/a (del español: persona rebajada, de baja calaña)
Atavanado/a (del turco: desequilibrado o loco)
Baranidá (del turco: inaguantable, la piel de judas)
Bastadro/a (del español: bastardo)
Beemá (del hebreo: animal, bestia)
Bichimsís (del turco: antipático)
Charpeado (significa: descompuesto, que no funciona)
afracán (protestón)
Cagalón (del español: cagón, miedoso)
Dalaveradyí (del turco (dalavera= lío): pleitero, busca líos)
Dyabáo (del turco: aspaventoso y fanfarrón)
Findrís/a (que mete cizaña)
Güerco/a (demonio)
Jadrambaldes (aspamentoso. Del turco: “jadra” (aspamento) y del español “de balde”)
Izierco (basura, mala persona)
Masalbasho (de baja calaña. Masal=suerte en hebreo, basho= bajo en español)
Moshca peshgada ( del español: mosca pesada, cargoso)
Mursá (amargado)
Osho pesado ( del español : ojo pesado= yetatore)
Osho buracado ( igual que el anterior)
Pata moshada del español: pata mojada= vergonzoso)
Paracatiní (del griego: loca)
Dilí ( del, griego= loco)
Como puede observarse, la lista de buenos calificativos es bastante mas reducida que la de los opuestos. Esto es surge de una recopilación en base a la memoria de los informantes. En el segundo grupo (los despectivos) los términos de origen español, turco, griego y hebreo, se introducen en la conversación según el nivel de tema de la misma, la costumbre del que habla, o de acuerdo a usos de determinada comunidad que no siempre es uniforme respecto a las demás.
INSTITUCIONES SEFARADÍES DE BUENOS AIRES
en el recuerdo
Por Nissim Mayo
Hace unos 85 años se fundó en Buenos Aires la Comunidad Sefaradí de habla española, en la calle Camargo y Serrano, compuesta por judíos procedentes, fundamentalmente de Esmirna, Turquía.. De ella me ocuparé en detalle en próximos números.
Quiero destacar ahora, que con los años fueron apareciendo en Buenos Aires instituciones sefaradíes de habla española, con gente mayor y mucha juventud que en ellas bailaba, practicaba deportes, festejaba las fiestas tradicionales, hacía actividades culturales y tenía pertenencia judía y sionista. Las entidades tenían un permanente y fructífero intercambio y las competencias juveniles interinstitucionales concitaban enorme interés.
Estas instituciones fueron además, un factor de contención y contacto social entre chicas y muchachos, que en muchos casos culminaron en matrimonio. Podemos mencionar en Villa Crespo a la Acción Sionista y al Club Social, en Colegiales a Chalom, en Flores a AISUH , en Almagro a Bené Mizrah y en Constitución al Club Alianza. En el barrio de Once, funcionaba Socorros Mutuos y en barrio Norte el Club Social Las Heras, entidades importantes pero con escasas actividades juveniles.
Prácticamente todas, tuvieron un gran desarrollo por espacio de unos treinta años, a partir de la declaración del Estado de Israel. Luego en algunos casos, vino la declinación, motivada por factores objetivos: la desaparición física de socios y activistas, la asimilación, la lucha por el progreso económico personal, la migración a otros barrios, y el alejamiento de antiguos dirigentes que se auto marginaron del trabajo institucional por factores diversos, sin haber previsto el recambio generacional.
DE TOLEDO A VILLA CRESPO, VÍA IZMIR
De ande vinitis ? Djidió sos o Estambulí ?
por Santó Efendi
(desde Maryland USA para SEFARAires)
La historia de «los muestros«(1) puede entenderse mejor si apreciamos algunos factores que configuraron nuestra existencia desde la remota antigüedad. El autor español José María Lacalle, en su libro titulado «Los Judíos Españoles» (Sayma, Barcelona, 1964), menciona en forma vaga, que los judíos de España llegaron por primera vez luego del exilio de Babilonia, navegando por el Mediterráneo hasta «las columnas de Hércules», o sea la zona del actual Peñón de Gibraltar. Si bien éste no es un hecho histórico científicamente demostrado, lo cierto es que hubo población judía en España desde los comienzos de la era común, es decir, desde hace unos 2000 años, hasta la expulsión de 1492. El Yishuv Sefarad(2) duró por lo menos 1500 años; hace solamente 500 años que dejamos Iberia.
El Ladino, «muestra lingua«(3) luego de tantos siglos, está tan arraigada a nuestra propia existencia, porque hemos volcado en ella además de nuestra personalidad étnica, la experiencia ancestral de nuestra gente y los textos sagrados, ya que poco a poco hemos perdido el hebreo como lengua de uso común. A través de siglos de migraciones por la Europa del noroeste y por las costas del Mediterráneo, hemos incorporado naturalmente al idioma expresiones y conceptos de otros pueblos en los que hemos vivido.
Luego de los grandes pogroms sufridos en la España de 1391, que se extendieron durante todo un siglo, los descendientes de Shebet Yehuda(4), comprendieron que habían alcanzado el final de una época histórica y en 1492, desesperados, se lanzaron hacia los cuatro puntos cardinales en búsqueda de una salida salvadora. Parte de «los muestros« que se desplazaron hacia el este, lograron llegar luego de muchas penurias, a las tierras de Bayazid II, el gran Sultán del Imperio Otomano ( 1481 – 1512) que tuvo la visión de permitir a los inmigrantes sefardíes, instalarse en sus tierras, pues traían oficios, conocimiento de la tecnología de la época, vinculaciones internacionales, y capacidad de convertirse en súbditos leales para beneficio del Imperio. Cecil Roth en su libro titulado «Doña Gracia of the House of Nasi» (The Jewish Publication Society of America, Philadelphia, 1977), describe la gesta de «los muestros« desplazándose hacia Levante, en busca de esas tierras que prometían un mañana mejor para ellos. Cabe destacar que ya antes de la llegada de los exilados, existía una pequeña e influyente colonia judía en el Imperio Otomano, que facilitó la absorción de los hermanos expulsados de Sefarad. Así, desde Toledo y desde centenares de otras localidades españolas, llegaron a Istanbul (ex Constantinopla), recientemente conquistada por el Imperio Otomano. En una carta dirigida a los judíos de Alemania, hacia el año 1400, el Rab Don Isaac Zarfatí escribe: «Hermanos, yo, Isaac Zarfatí os digo que Turquía es un país de abundancia, done si queréis, encontraréis paz. Aquí, cada hombre puede llevar una existencia apacible a la sombra de su viña y su higuera» (Henri Nahum, Juifs de Smyrne, XIXe – XXe Siecle, Capítulo II, pág 25, Aubier, Paris, 1997). La referencia a la viña y la higuera es bíblica.
Las condiciones de vida en el Imperio Otomano permitieron a los nuevos llegados crecer durante largos siglos y expandirse por la costa mediterránea del Imperio, formando comunidades en muchas localidades de lo que hoy es Turquía, Grecia, y otros países de la región Balcánica. Es importante mencionar que en el siglo XVIII, el Rab Don Jacobo Khuli comenzó a publicar en Istanbul, el «Meam Loez», un comentario bíblico, que se desarrolló durante largos años, y fué completado por generaciones de estudiosos, hasta convertirse hoy en una obra de 20 volúmenes, traducida a muchos idiomas. Helena Gutkowski, en su libro «Érase una vez Sefarad» (Lumen, Buenos Aires, 1999, pp 229-230), menciona esta obra, que marca algo así como el renacimiento cultural sefaradí luego de los largos años de reasentamiento que siguieron al trauma de la expulsión de España. La población judía en lo que hoy es Turquía, llegó durante los años del Imperio a un máximo de unas 80.000 personas; la actual es de unas 23.000, concentradas principalmente en Istanbul e Izmir. Como es el caso de otras nacionalidades, hoy hay más djidios turcos fuera que dentro de Turquía. En ondas migratorias sucesivas nuestros padres dejaron Turquía en búsqueda de otros horizontes, fueron reestableciéndose en Europa, América, llegando a Villa Crespo y más recientemente en Israel.
Como muchas otras familias, la de mis padres, se embarcó en Izmir y llegó a Argentina en 1923, luego de haber pasado por la odisea de los incendios de Izmir y otras ciudades turcas, provocados por la guerra de liberación de la cual surgió la República Turca actual, liderada por Mustafá Kemal, llamado luego el padre de los turcos, «Ataturk». Patrik Balfour Kinross, Lord Kinross, estudioso británico de la historia turca, describe en su libro «A Biography of Mustafa Kemal, Father of Modern Turkey» (Quill, New York, 1964), los horrores de esa guerra, en la que «los muestros« perdieron sus casas y haciendas, devoradas por el fuego, pero felizmente pudieron salvar sus vidas. Todavía recuerdo los años de mi infancia llenos de narraciones de mi madre y mi abuela sobre «los ensendyios de Izmir»(5). Esta experiencia traumatizante, colectivamente compartida por muchos de «los muestros«, contribuyó al sentido de unidad que el djidió de Buenos Aires siempre tuvo, buscando la proximidad de sus hermanos ya establecidos en la zona del Centro de la ciudad: en la calle 25 de Mayo, o en los barrios de Once, Flores, o Villa Crespo. Hay que pensar que la «ACIS» puso la piedra fundamental de la Kehilá(6) de Camargo en 1916, en plena Primera Guerra Mundial, antes del éxodo masivo de los djidiós de Izmir hacia Europa y Sudamérica. Cuando muchos de «los muestros« llegaron a Villa Crespo pocos años después, y se encontraron con este núcleo de paisanos con los cuales podían compartir sus sentimientos, su idioma, su mundo material y espiritual, la calle Gurruchaga se convirtió en el centro de la nueva Karatash, el barrio populoso de los djidios del Izmir de entonces.
Éste es pues nuestro origen. Como Shebet Yehuda pasamos por Babilonia, por Sefarad, por Europa, por América en general y también por el barrio de Villa Crespo. Siempre firme con nuestra cultura y autoaprecio, conservamos las costumbres y el estilo de nuestros ancestros, en nuestras casas, en nuestras kehilot(7), en nuestras escuelas, clubes y en nuestros cementerios. El sefaradí típico se enorgullece de pertenecer a tan alta estirpe y se identifica con quienes son originarios de su ciudad o de su barriada en el viejo mundo. Así se formaron en Buenos Aires las comunidades de Ismirlis, Estambulis, Selaniklis, Marroquinos, Halabis, Damasquinos (8), etc., para solo nombrar algunos grupos. Con el renacimiento de la patria ancestral, Israel, hemos visto a algunos de «los muestros« cruzar barreras y emparentarse con shkenazim, cosa desusada durante el período del viejo Imperio. No obstante, conservamos la sensibilidad por la música de nuestros padres, los cuentos de Djohá(9), nuestros boios(10), huevos haminados(11), rakí(12), baklabá(13), kadaif(13), etc., que dan a nuestra vida un sabor muy particular y nos ayudan a encontrarnos a nosotros mismos. Los que vivimos esparcidos por el ancho mundo, lejos del Villa Crespo en el que nacimos y crecimos, tratamos en cuanto podemos, de volver a Buenos Aires para visitar parientes y amigos, «ziarar«(14) a nuestros ancestros y por supuesto, sumergirnos en la calle Gurruchaga, los boios, la Kehilá de Camargo y el barrio todo, para volver a vivir aquellas sensaciones y emociones de la infancia y la juventud que siempre llevamos dentro. Solamente persisten y triunfan los pueblos con buena memoria.
(1) Del ladino “los nuestros” – (2) Del hebreo, el asentamiento judío en Sefarad – (3) Del ladino “ nuestra lengua” – (4) Del hebreo, la Tribu de Yehuda – (5) Del ladino “ los incendios de Izmir” – (6) Del hebreo, sinagoga – (7) Del hebreo, plural de sinagoga – (8) Se denomina a los originarios, de Izmir, Istambul, Salónica, Marruecos, Alepo, Damasco, respectivamente – (9) Personaje mítico de la tradición turca adoptado por los sefaradíes del Imperio Otomano – (10) Bollos rellenos de diferentes ingredientes (queso, verdura, etc.) de la tradición culinaria, exclusividad judeo-española – (11) Del ladino “huevos duros” – (12) Del turco, bebida alcoholica de anís – (13) Del turco, postre oriental – (14) Del turco “ziyaret”, visita o peregrinaje (a un cementerio).
CUENTO DE PESAJ No 2
Chacarita(1) , Vísperas de Pésaj
Luis León
Editado en Hagadá Juvenil de Pesaj por Hagshamá– año 2002
¿Fue menester haber venido?. ¿Cuándo se le ocurrió la negra idea de embarcarse con Milí? Un boiero gana aquí y ganaba allí en Izmir. Acá Milí se queda mucho tiempo en cama, allá en cambio, estaba fuerte y lo ayudaba con el relleno de los boios. ¿Fue menester venir? Cuántas veces le reclamó la gente a Moisés por haberlos llevado al desierto, a mí nadie me empujó adentro del vapor que me trajo. Allá no tenía mis hiyos cerca, ¿acá en la Aryentina los vemos más? Siervos fuimos a Paró en Aifto. Había un porqué, un fuerte porqué pero en esos momentos era imposible recordarlo. Por qué a Villa Crespo, si esta casa es Chacarita es más económica y en vez de patio tiene jardín?. ¿Por qué en este barrio, no habrá izmirlís?, podría venderles mis boios y hasta emborracharme de rakí con ellos y preguntarles si recuerdan el porqué de ellos, así yo recordaría mi porqué. Cuarenta días en el vapor no fueron menos que cuarenta años en el desierto, y al llegar, ese hotel. Parecido a la timaraná de Chesmé, igual a ese manicomio, donde murió Doudou, su madre que nunca lo abandonaba, y comenzó a dejarlo un día, de a poco, en su cerebro; poco a poco hasta olvidar quien era su único hijo, y otro día se fue entre esas paredes ajenas. Esas inmensas salas llenas de camas, donde cada uno hablaba de lo suyo y sin que nadie los entienda. ¿Hebreo? Nada parecido, el guardaba grandes pasajes de la Torá en su memoria. Tampoco hablaban francés, de ninguna manera, él lo aprendió bastante bien en el Saint Benoit. Turco y griego no, esa gente no hablaba turco ni griego, tampoco el español, tan parecido al dyudesmo, será tudesco o polaco, pero usaban kipá. Vaya uno a saber. ¿Por qué debía elegir él Villa Crespo? Si acá tengo jardín por menos plata, y los pocos ducados que Milí trajo cosidos en el ruedo de su fustán, se los estaban gastando uno a uno. ¿Nadie come boios en este barrio? O vendía hoy los que quedaban o se los tendría que comer, era la víspera de Pésaj y aunque Milí siguiera en cama, era necesario limpiar la cocina, uno a uno los estantes, claro que era tarea de las muyeres, y el vendría con plata en su bolsillo y paquetes de matzá fresca, Milí seguía en cama y su madre había muerto hacía años en la timaraná de Chesmé.
Estante por estante, rincón por rincón. La cocina era un espacio irregular en la esquina de la sala, se reconocía por la gran mancha oscura que dejaban las hornallas en el alto cielorraso . El olor acre de los boios horneados, se mezclaba con el tabaco fuerte de Menajem. Por qué ahora me llaman papú Menajem?. Papú era el abuelo que estaba viejo, el aún trabaja y se gana la vida. ¿Cuántos ducados quedan? ¿Eran tres o sólo dos? Ay papú!, se terminarán pronto, y con ellos se termina Menajém. El ambiente estaba caldeado, recién comenzaba el otoño en Buenos Aires, y el clima era más que benigno para esa época. Milí desde la cama miraba, sólo miraba sin vre, porque no daba órdenes ni escuchaba los pensamientos de su esposo, que a veces se hacían palabras.
Posiblemente soy testarudo como dicen mis hijos, un verdadero meshé, si no hubieras sido testarudo, meshé udunú, te hubieras quedado en esa piecita de Gurruchaga(2), a media cuadra dela avenida Triunvirato, lo mejor de Villa Crespo(3) el Izmir de la Aryentina. Vecino del mismo patio, como hermanos, al lado tuyo los Arditi, en la otra sala Múshico con su mujer, en la del fondo tu primo. Sos testarudo, un verdadero meshé. Los chicos no se lo decían mal, tampoco se lo expresaban en su mismo idioma, casi no parecía en dyidió, eso no era dyudesmo. Ni ellos ni sus mujeres hablaban en su casa su lengua, ¿que pasó? Será que es como el francés o el turco que cada día le roban otra palabra al idioma de los dyidiós?. El trapo con jabón pasó de los estantes y la mesa a la pared, la mano ágil de Menajém trabajaba decididamente. Quizá eso despertó de su letargo a la mujer, primero comenzó a incorporarse, luego pidió ir al bañito del fondo, y al volver, se quedó de pie. Parada en el centro de la sala mirando en círculo, cosa por cosa, la cama, el trinchante, el tapete deshilachado en el piso, y dijo sus primeras palabras del día. Sí papú , sos meshé, un cabeza dura, como si todo el tiempo le hubiera estado leyendo el pensamiento. Te fuiste de Villa Crespo por ser meshé mi quirido Menajém. Va y merca matzá y huevos, que Pésaj es una vez al año. Camina y camina hasta encontrarla, que no estamos en Villa Crespo papú! Camina y camina hasta que encuentres alguien por estos lados, que coma y venda matzá. Y sacándole el trapo, sus delgadas manos comenzaron a moverse. Milí durante esa semana no estaría enferma, la cocina sería la cabina del vapor y ella el capitán, si no quería que la casa se hundiera. El jazmín del fondo, enviaba su perfume por la puerta abierta refrescando un poco el interior de la sala.
La matzá no resultó buena y los huevos que consiguió eran escasos, la vajilla estaba aún contaminada por la harina de los boios. Así llegó la oscuridad, invitándolos a dormir, y a soñar, cuando apenas había bajado el sol. Sueños pesados, adentro la timaraná, en las salas del Hotel de Inmigrantes, con peleas en idiomas desconocidos, con camas altas casi inalcanzables y trozos de matzá pisoteados, molidos por los gruesos zapatones de inmigrantes que iban y venían sin verlos.
Afuera, la persistencia de una bocina no llegaba a despertarlos, una bocina que no era parte del sueño de Menajém o de Milí, pero ambos estaban como unidos en un sola pesadilla. Pero los gritos, las voces familiares de sus hijos y el tono del dyudesmo los fue despertando. Mamá, papá!. El más chico tenía un auto y el mayor una enorme casa allá en Villa Crespo, casi en la esquina de Gurruchaga y Camargo a una cuadra de la Avenida Triunvirato, cerca del cine Rívoli, el de al lado de la comisaría.
Poco les costó a ambos armar un bogo con sus cosas. Una muda nueva, el paquete de matzá desabrida, el talet y los libros de meldar. El shammás de la sinagoga, le prestaría algo para cubrirse la cabeza.
El auto los regresaba al barrio, iluminando con sus faros las calles de tierra, luego el lustroso empedrado. Se acercaban a la pendiente de Triunvirato por la antigua fábrica, rumbo al puente sobre el Maldonado, que estaba reparado y despejado. Milí contabilizaba en su mente, lo necesario para hacer un pracifuche, un enorme pracifuche para que comieran todos. El papú Menajem en cambio, le cantaba por lo bajo al vidrio cerrado de la ventanilla, mirando hacia fuera, lo que Doudou le había enseñado a entonar en Pésaj:…Quen supiese y entendiese y alabado al Dió creése, cuántos son y no son. Uno es el Criador, Barejú Baruj Shemó.
(1) Chacarita: barrio de la Ciudad de Buenos Aires (2) Gurruchaga: calle donde se agruparon numerosas familias sefaradíes de Esmirna al llegar a Bs. As – (3) Villa Crespo: Barrio de Bs. As, al que pertenece la calle Gurruchaga (4) El Maldonado es un arroyo que formaba un límite geográfico del barrio Villa Crespo, y en la década del treinta del siglo XX, se entubó construyéndose una avenida que corre sobre él.
VILLA CRESPO DE MI INFANCIA
Todo pasa en la Kehilá
Por José Mantel
La Kehilá que no era
Mientras se construía el Gran Templo Comunal, los oficios religiosos se desarrollaban en , un espacio previamente acondicionado, en el dispensario conocido como “La promedicamento”, que funcionaba en la calle Camargo 874.
Era de reducidas dimensiones y el vozarrón de León Jana, vendiendo las mitzvot (ver aparte) sonaba excesivo en ese ámbito. Su rotunda figura y su voz tronante:
- Cuánto dan por meldar la aftará?, 50 pesos dan por meldar la aftará!
Me sentía como estando en el palco avant premier del teatro.
La Kehilá que iba a ser
En Rosh Ashaná y Iom Kipur, la cita era en el Club de Acevedo. En este lugar fui testigo de una curiosa forma de donativo: bolsas de cemento y ladrillos. No es que esta improvisada Kehilá, se hubiera convertido, de pronto, en un corralón de materiales, sino que los aportes de los concurrentes se simbolizaban en esos elementos básicos y esenciales para la construcción del nuevo templo. La idea era inteligente, pues en vez de obtener donativos abstractos en dinero, lo representaban en cuotas-parte de la edificación. El precio estipulado era: un peso por ladrillo y diez pesos por bolsa de cemento, lo que a valores reales representaba casi el triple del que figuraba en los comercios.
En el lugar donde se ubicaba la barra de mi padre, y yo junto a ellos, al fondo (en las sillas gratuitas, por supuesto), se generaban todo tipo de comentarios. Por ejemplo uno decía:
– Yo voy a donar 100 ladrillos y cuando venga el cobrador se los doy, pero cien que comprados a 20 centavos cada uno, en el corralón, y no a un peso como piden acá.
La barra entonces donó lo que siempre donaba: nada.
Las Mitzvot
Mitzvá quiere decir literalmente”precepto”. Por polisemia también se empleó como sinónimo de “buena acción”.
Cuando se abre el Ar Acodes, lugar donde se guardan los Libros de la Ley (Sefarim), comprar cada uno de los pasos a seguir en esta ceremonia, es una mitzvá, ya que el dinero entregado, ayuda al mantenimiento del templo. Alguno de esos pasos son:
. Abrir el Ar Acodes (Pitijada Ejad)
. Pasear el Sefer por el Templo (Sefer Rishón)
. Leer en el Sefer (Meldar la Aftará )
. Poner o sacar los adornos metálicos que adornaban la parte superior del Sefer ( poner los rimunim). Esta mitzvá solía ser comprada por los padres para que la realicen los hijos preadolescentes.
La puja por la compra de las mitzvot,m sobretodo en las grandes festividades, atraía el interés de toda la concurrencia, y León Jana desempeñó como nadie esta tarea.
El mishiberaj
Los donativos, cuando alguien era “llamado al Séfer” ( a leer la Torá), eran precedidos siempre, por una bendición que comenzaba con la frase “Mishiberaj…”. Al finalizar la oración, el invitado ofrecía dinero para beneficencia. “Abramachi “ Guini, dirigía en cada ocasión, ( y lo hizo durante décadas) esta ceremonia.
- 500 pesos de Kaal Kadosh (para la sinagoga)
- 100 pesos para el Dispensario
- 100 pesos para el Club Social
- 100 pesos para el Keren Kayemet (campaña pro Israel)
- 50 pesos para el Talmutorá (escuela hebrea)
Esasa cifras, expresadas a viva voz por “Abramachi” Guini, despertaban un rumor de admiración, que por segundos detenía el ritual. Los papús (ancianos) sentados al fondo, se codeaban preguntándose las cifras que no alcanzaban a escuchar: ¿cuánto echó ?, cuánto echó?
por Luis León
Es sabido que el judeo-español, es rico en expresiones y refranes, lo que le confiere casi el carácter de lengua metafórica. A eso se debe que sean este tipo de expresiones, las más recordadas por los descendientes de dyidiós , y al revivirlas verbalmente o a través de los textos, acudan a ellos emociones inesperadas. A través de esta sección deseo hacerles llegar algunos de estos refranes y expresiones corrientes de la tradición sefaradí, pero buscando alguna manera de clasificación. He elegido agruparlos por tema. En SEFARaires Nº 1, se encararon los refranes referidos al ainaraj, el mal de ojo, y en este abordaré el de Dios.
El Todopoderoso, cuyo nombre no debe pronunciarse, aunque hay decenas de palabras para llamarlo. En la tradición sefaradí judeo-española se emplea la frase “ El que no se puede mentar”, con eso estaría dicho todo. Pero sin embargo hay refranes que incorporan su nombre con sentidos diversos y a menudo contradictorios. Acá transcribo algunos ejemplos:
Cuando el Dió da, es entre mushos y cara (Cuando Dios pega, es entre la boca y la cara ( =fuerte).
El Dió no encaña dos casas encaña una y buena ( Dios no ensucia (en el sentido de arruinar) dos casas, lo hace en una pero bien)
El Dió da barvas al que no tene quiyada ( Dios da barbas al que no tiene quijada)
Estos tres refranes precedentes conciben a Dios castigando, y en especial el último posee carácter pesimista, revelando un concepto de Dios injusto.
El Dió ajarva (castiga, pega) con una mano y apiada con dos
El Dió no ajarva (castiga, pega) con las dos manos.
El Dió da la iará (llaga), ma dá la melizina ( el remedio)
El Dió es tadrozo, ma no olvidozo (Dios es tardío , mas no olvidadizo)
En estos anteriores, Dios castiga (quizá como enseñanza), pero termina ayudando, apiadándose.
Al Dió no vemos, má de cencia lo concemos (Dios se hace sentir aunque no lo veamos)
Cuando el Dió está contigo, no te espantes del enemigo.
El Dió no da moneda, ma faze modos y manera (Dios no da dinero, pero si el modo de obtenerla)
Estos últimos, por fin, revelan confianza y seguridad en Dios que ayuda y enseña. Pero además y para cerrar esta sección incluiré otros, que lo incluyen en refranes de tono burlón y de maneras poco cuidadosas.
El Dió mos guadre de pedo de vieya y aire de caleya (corriente de aire)
El Dió mos guadre de vizino malo y de aire de buraco ( aire de agujero=corriente)
El Dió mos guadre de marido tchimbrís (despilfarrador)
Saludos de un djidió sefaradí
Quiero saber si aún existe esta publicación y de ser así como puedo obtenerla.
Saludos.
Hola Ricardo, la publicación hace ya varios años que no sale más.
En esta sección publicamos desde el Nro 1 y continuaremos hasta el último que salió.
Saludos
Liliana