Personalidades sefaradíes: Ruth Benzacar "La zarina de los marchands"

Una galerista argentina entre las doscientas mejores del mundo.

Galerista, marchand y coleccionista, hizo del arte la columna vertebral de su vida. Casi por casualidad, en los años sesenta comenzó a vender obras de arte en su propia casa. A partir de allí, a fuerza de talento, trabajo y convicción se convirtió en la galerista más importante de la Argentina y conquistó en el plano internacional un lugar que nunca antes un galerista de Buenos Aires había logrado.

Su presencia era conocida en ámbitos tan diversos como las ferias de arte contemporáneo de Madrid, París o Miami, o en las subastas de arte latinoamericano de Nueva York. Su compromiso con el arte iba mucho más allá de los límites de la galería, y era capaz de defender apasionadamente una postura, como lo hizo en sus últimos años al apostar por el arte contemporáneo y por los artistas más jóvenes.

En 1991 fue elegida una de las doscientas mejores galeristas del mundo y en 1996 fue distinguida con el Premio a las Artes visuales de la Asociación Argentina de Críticos por su trayectoria.

Es difícil imaginar el escenario porteño del arte sin Ruth Benzacar, sin esa manera tan suya de tejer tramas, de armar relaciones, de imaginar estrategias posibles, de posibilitar alianzas fecundas y, por qué no, de imaginar el futuro. «No voy a ver el resultado de mi trabajo, pero lo va a ver Orly. Eso me tranquiliza», decía Ruth, mientras convertía a su hija en su mano derecha.

Había nacido en Buenos Aires en 1933, falleciendo en esta ciudad en mayo del 2000. Una colega la había bautizado «la zarina de los marchands».

Fuente: Bicentenario Argentino: las 200 personalidades de la colectividad judía según AMIA.

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Celebrando los primeros cuarenta años de la galería Ruth Benzacar de Buenos Aires.
Por Alina Tortosa. Publicado en Resonancias, 2/11/2005

Tapa del libro sobre la Galería Ruth Benzacar
Tapa del libro sobre la Galería Ruth Benzacar

Así como es inimaginable obviar las influencias de Aldo Pellegrini (1903-1973), de Jorge Romero Brest (1905-1989), o la influencia queda de Germaine Delbecq, es inimaginable pasar por alto la contribución de Ruth Benzacar. Ruth Cadem Issaharoff nació en Buenos Aires el 6 de julio de 1932. Sus padres, Judith y Gabriel Issaharoff habían nacido en la antigua Persia. Llegaron a la Argentina pasando por Rusia. Su personalidad formada en el seno de una familia de viejas tradiciones judeo-orientales se forjó en la búsqueda de respuestas a sus inquietudes. Desde muy joven su interés por la literatura, por la creación artística, por la evolución política y cultural de la Argentina, por la comunidad Sefardí en la Argentina y en el exterior dieron cuenta de una personalidad curiosa, intensa y apasionada. En 1951 DESA -la Delegación de Entidades Sefardíes Argentinas- organizó una selección de personalidades para viajar a Israel para que estas cuenten sus experiencias y sus vivencias. Ruth, de diecinueve años de edad entonces, fue una de las invitadas a hacer este viaje. Se casó con Samuel Benzacar, quien había logrado una muy buena posición económica, durante la cual coleccionó obras de arte argentinas. Cuando Samuel atravesó por una crisis económica importante, Ruth incorporó a sus inquietudes intelectuales y culturales la promoción y venta de las mismas obras que había coleccionado atinadamente Samuel.

Desde un principio nuestra heroína comprendió que hablar de arte era compartir ideas, atraer a los que parecían distantes o indiferentes y hacer hablar a aquellos que estaban en el tema, fuesen estos artistas, críticos, historiadores o espectadores ilustrados. Para Ruth nunca se trató solamente de vender un objeto, por mucho valor estético que este tuviese, siempre sumó a este el valor agregado de ser el resultado de un esfuerzo individual, alimentado por una historia colectiva insertada en un tiempo y un espacio determinados.

www.eSefarad.com
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A lo largo de su trayectoria como inquieta marchand fue promotora, guía, enjuiciadora y tutora de muchos de los miembros de la comunidad de artes visuales, de jóvenes y no tan jóvenes coleccionistas, y atenta gestora de procesos simultáneos que abrieron el camino al reconocimiento local e internacional de autores argentinos. Supo captar las tonalidades psicológicas de un público amable pero esquivo, y el interés de aquellos que aún no se habían acercado al arte argentino moderno y contemporáneo.

 

En 1964 vendió las primeras obras en su casa de la Calle Valle en Caballito, donde vivía con su marido y sus hijos Orly y Ariel. Y ahí se hicieron las primeras reuniones en las que cada vez un artista comentaba su obra, y a la que asistieron intelectuales de todas las disciplinas. Esta casa, como el departamento señorial de la calle Talcahuano al que se mudó la familia en 1975, son hoy parte intrínseca de nuestra historia del arte. Muy pronto los salones y los pasillos anchos del departamento de la calle Talcahuano no dieron abasto para exponer, alojar la trastienda y recibir a los visitantes. El espacio de exposición, la recepción, la trastienda, el archivo y la parte administrativa se mudaron al lugar que ocupa hoy en Florida 1000. Las comidas reuniones y agasajos se siguieron llevando a cabo en Talcahuano hasta la muerte de Ruth el 15 de mayo de 2000. Hoy es su hija Orly, la actual directora de la galería, quien recibe y agasaja en su piso alto, austeramente elegante, en Marcelo T. de Alvear. Cabe destacar las relaciones que la dirección de la galería -léanse Ruth y Orly- supo establecer a largo plazo, tanto con artistas, como con visitantes a la galería y con sus clientes, que terminaban siendo amigos de la casa. Luis Fernando Benedit y Liliana Porter son dos buenos ejemplos de artistas que trabajaron con Ruth durante casi tres décadas. Jorge Macchi, Pablo Siquier, Ernesto Ballesteros, Marcelo Pombo y Miguel Harte, entre otros, convocados por Jorge López Anaya y por Ruth Benzacar a exponer muy jóvenes a fines de los ochenta, siguen estrechamente ligados a la galería, tanto en lo profesional como en lo afectivo.

Orly Benzacar
Orly Benzacar

Hasta hace seis años Ruth Benzacar era la única galería de arte que pudiese considerarse contemporánea. En los últimos cinco años se han abierto otras que exhiben arte contemporáneo en distintas zonas de la ciudad con gracia, talento y dignidad. Aún así, por su trayectoria, por su contribución a la investigación, por su registro de datos, por la promoción de artistas jóvenes talentosos, por las relaciones internacionales que cultivó Ruth y que Orly sostiene, sigue siendo nuestra primera galería de arte contemporáneo. El 19 de diciembre se presenta en Buenos Aires un libro sobre la vida de Ruth Benzacar, un proyecto entrañable impulsado por Norberto Frigerio y Gabriel Werthein, con total apoyo de Orly y Ariel Benzacar, y con la colaboración de Mauro Herlitzka, Ferdinando Bocca y Juan Vergez, entre otros. La Fundación Espigas, que preside Herlitzka se hizo cargo de la edición. Ésta lleva un prólogo de Jorge López Anaya, Daniel Larriqueta es responsable de la narración biográfica y Victoria Verlichak de los comentarios sobre las exposiciones que se llevaron a cabo durante estos cuarenta años. Un CD con textos e imágenes de todas las muestras que se hicieron completa este proyecto. Este libro, impecablemente editado e ilustrado, es un aporte biográfico valioso. Y es el símbolo material de la herencia riquísima que nos dejara Ruth Benzacar: la posibilidad de analizar, comunicar y promover.

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Ruth Benzacar: Una apuesta decidida por el arte argentino
Publicado en el Diari El Pais de Madrid el 14/2/1989.

Once días antes de las elecciones presidenciales argentinas, a finales de octubre de 1983, inauguró su gallería de arte en Buenos Aires. La libertad abría las urnas y vivificaba la explosión artística. Hasta entonces había trabajado en su casa. Ruth Benzacar, de 56 años y poseedora de una de unas mejores galerías de arte en Argentina, según los expertos, ha creído y apostado por los pintores argentinos, en un país donde la dictadura y la crisis económica han afectado muy seriamente a este sector. Ruth Benzacar se encuentra en Madrid, donde participa en la feria de arte Arco 89 con una clara obsesión: conseguir que el arte argentino tenga el lugar que le corresponde en el mercado internacional.

Con la madurez, Ruth Benzacar ha logrado aunar en un solo objetivo el idealismo y el romanticismo por el arte con la realidad de encauzarlo dentro del sistema de mercado, que ella califica como «la convergencia del movimiento estético y su comercialización». Tiene muy claro que la fuerte crisis económica de su país no favorece la creación de este sistema, pero está convencida de que son caminos simultáneos y, paralelos.Ella se peleaba con su marido, Samuel Benzacar, ingeniero agrónomo, cuando, «después de hacerse rico de golpe», comenzó a comprar cuadros. «Yo le decía que el arte tenía que estar en los museos y no en las casas particulares para disfrute de unos pocos». Cuenta Ruth que por un problema de manejo político y económico, «tan típico en mi país durante unos años», en una noche su marido dejó de ser rico. Sin embargo, no vendieron los cuadros. Ella transformó su casa en un taller y salió en busca de artistas argentinos. Eso fue en 1965, y ahora posee una importante galería con pintores prestigiosos, como Luis Felipe Noé, Alfredo Prior o Luis Fernando Benedit. De este último, el Museo de Arte Moderno de Nueva York posee 16 obras.

Siempre ha apostado por el riesgo, nunca por lo que ya está consagrado. Le gusta jugar con lo que llama «el movimiento vivo». Es en este sentido por lo que está considerada un mecenas en su país. «Soy un mecenas si se entiende por ello no una persona de fortuna, pero sí una persona poseedora de cosas afortunadas». Ha aprendido muchas cosas en el camino. Una de ellas es la de que no tiene importancia que la gente adquiera arte por inversión o por snobismo o moda. «A esa gente luego le pasan cosas que ni se imaginaban que les iban a pasar. Yo he visto peleas entre matrimonios en proceso de separación por un cuadro y no por la casa o por el coche». «Es muy lindo como símbolo que el capital del mundo haya apostado por la obra de arte».

Durante la dictadura, Ruth Benzacar sobrevivió con su trabajo aplicando el principio de no aceptar un favor de alguien a quien no se esté dispuesto a corresponderle del mismo modo. «Eso me ayudó mucho. Dejé de ganar mucha plata, pero nunca perdí mi libertad», dice risueña. Ahora se siente orgullosa de su Gobierno y de Alfonsín. «Nos ha liberado de los hombres con uniforme que podían censurar las obras de arte».

Se reconoce poco lúdica, y dice que no sabe jugar fuera del encuadre de su trabajo y sus afectos. Y cuando habla de estos afectos tiene en mente, sin ninguna duda, a sus dos nietos, Mora y Nicolás, de los que sólo una persona habla con igual pasión que ella: su marido Samuel.

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Ruth Benzacar
Publicado por el Diario La Nación de Buenos Aires en ocasión del fallecimiento de Ruth Benzacar el 16/5/2000

De manera inesperada, víctima de un paro cardíaco, en la madrugada del lunes murió Ruth Benzacar.

Galerista, marchand y coleccionista, hizo del arte la columna vertebral de su vida. Nunca como en su caso la línea que separa el trabajo de los afectos fue tan delgada, hasta el punto de volverse imperceptible.

Comenzó a vender obras de arte en su departamento de la calle Valle, en Caballito, casi por casualidad, cuando promediaban los años sesenta. A fuerza de talento, trabajo y convicción se convirtió en la galerista más importante de la Argentina y conquistó en el plano internacional un lugar que nunca antes, salvo en el caso de Alfredo Bonino, un galerista de Buenos Aires había logrado.

Su presencia era conocida en ámbitos tan diversos como las ferias de arte contemporáneo de Madrid, París o Miami, y en las subastas de arte latinoamericano de Nueva York, donde en los últimos años protagonizó una exitosa gestión con la obra de Antonio Berni.

A pesar de ser una mujer acostumbrada a moverse hábilmente en el gran circuito, Ruth tenía la rara virtud de crear lazos entrañables con la gente más diversa. Artistas, críticos, coleccionistas, escritores , periodistas, empresarios y políticos circulaban con la mayor naturalidad por ese mundo singular que iba de la galería de Florida 1000 al señorial departamento de Talcahuano 1234, su base de operaciones desde mediados de los setenta, cuando dejó Caballito luego de haber convertido una modesta planta baja a setenta cuadras del centro en lugar de encuentro de la flor y nata del coleccionismo local.

El compromiso con el arte iba mucho más allá de los límites de la galería, y era capaz de defender apasionadamente una posición, como lo hizo en los últimos años al apostar por el arte contemporáneo y por los artistas más jóvenes, en una cruzada personal en la que puso toda su energía.

Ayer, los cientos de amigos que llegaron hasta su casa de Talcahuano se miraban sorprendidos, extrañados de que «la zarina de los marchands», como la bautizó años atrás un querido colega, no apareciera con la sonrisa grande para dar la bienvenida.

Ruth Benzacar había nacido en Buenos Aires, en 1933, en el seno de una familia original de Samarkanda, que imaginó esta tierra como un destino de promisión en el que todo estaba por hacer. Para Ruth, el todo por hacer se resumía en la necesidad de crear una marca que difundiera el arte contemporáneo en el mundo y en el empeño por abrir puertas una y otra vez donde por tradición siempre se habían cerrado.

RECONOCIMIENTOS

Con ese estilo personal -el mismo con el que comenzó vendiendo cuadros de Batlle Planas en Valle 351-, logró sentar a su mesa a Jack Lang, dos veces ministro de Mitterrand; hablar de pintura argentina con los reyes de España en su stand de Arco, y ganar centimetraje en los diarios neoyorquinos luego del récord obtenido por un cuadro del rosarino Antonio Berni.

En 1991 fue elegida una de las doscientas mejores galeristas del mundo -integraba el Comité Organizador de Arco-, en 1996 fue distinguida con el Premio a las Artes visuales de la Asociación Argentina de Críticos por su trayectoria de galerista y en 1998 designada miembro asesor de Arte Miami.

Es difícil imaginar el escenario porteño del arte sin Ruth Benzacar, sin esa manera tan suya de tejer tramas, de armar relaciones, de imaginar estrategias posibles, de posibilitar alianzas fecundas y, por qué no, de imaginar el futuro. «No voy a ver el resultado de mi trabajo , pero lo va a ver Orly. Eso me tranquiliza», decía Ruth, mientras convertía a su hija en su mano derecha.

Estuve con Ruth por última vez el viernes, en la embajada de Brasil, donde los anfitriones agasajaban a los galeristas paulistas participantes de Arte BA. Estaba en su salsa. Con sus amigos de San Pablo compartía la militancia por el arte contemporáneo que había, finalmente, conquistado más metros que nunca en la feria de galerías. Después de tanta prédica, parecía que había llegado el tiempo de la cosecha.

Anoche, a las 20, la gente de Arte BA hizo una pausa para despedir a Ruth Benzacar en su lugar de trabajo. La Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires le rendirá homenaje y colocará una placa en la puerta de Talcahuano 1234.

A las 14.30 sus restos serán sepultados en el Cementerio Israelita, de Ciudadela.

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Historia de la galería
De la web oficial de la Galería Ruth Benzacar

Ruth Benzacar Galería de Arte , fundada en 1965 por Ruth Benzacar, es dirigida actualmente por Orly Benzacar y Solana Molina Viamonte.

Desde sus comienzos, la galería tiene un fuerte compromiso con el arte contemporáneo, con énfasis especial en la difusión del trabajo de los artistas de nuestro país.

Nuestra programación anual incluye catorce muestras que nuclean artistas ya establecidos y emergentes.

Sin importar las distancias geográficas que parecieran separarnos de otros centros artísticos del mundo, nuestra galería tiene una larga trayectoria en ferias internacionales, donde el trabajo de nuestros artistas es reconocido por los curadores de las más importantes instituciones públicas y privadas del mundo. De este modo tenemos el privilegio de abrir el diálogo con otras galerías de prestigio internacional.

Somos fieles a una dinámica en continua evolución y promovemos constantemente el encuentro con un público numeroso y heterogéneo.

Siguiendo este espíritu comprometido y asumiendo siempre nuevos desafíos, desde hace seis años, realizamos el concurso Currículum cero , con el deseo de alentar a los más jóvenes. Este se ha convertido en un prestigioso premio en Argentina, y en una de mayores oportunidades para mostrar talento nuevo.

Cada año reunimos un jurado compuesto por un artista consagrado y uno joven, un integrante del ámbito académico, y las directoras de la galería. Los participantes tienen entre 15 y 30 años, y premiamos al ganador con una muestra individual, en la sala Nuevo Espacio de la galería.

A lo largo de nuestra historia hemos mantenido el compromiso de construir un espacio abierto a la experimentación pero también a la reflexión, abriendo una vía a la libertad y el descubrimiento a través de las propuestas más singulares.

 

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