Madrid y el voto incógnita de los 65.809 sefardíes nacionalizados españoles

Por Lucía Franco

Madrid y el voto incógnita de los 65.809 sefardíes nacionalizados españoles

Los extranjeros han aprovechado la ley para acceder al pasaporte español como un seguro para el futuro y ahora podrán votar en las elecciones autonómicas, aunque no en las municipales

El pasaporte sefardí, como casi todo, tiene una motivación política detrás. La tiene porque para muchos la nacionalidad española no es solo un pasaporte, sino que también es la puerta de entrada a todos los privilegios de la ciudadanía comunitaria, que permite al que la tiene moverse sin fronteras por la Unión Europea, y acceder así a 116 países. El pasaporte español es el tercero más codiciado, según los últimos datos de 2022 de la clasificación de los mejores pasaportes, Passport Index, que hace un recuento mundial de los países según la libertad de viaje de que disfrutan sus titulares.

Por ello, no es ninguna sorpresa que cuando España aprobó la Ley 12/2015, por la cual el Gobierno buscaba reparar la herida que abrieron los Reyes Católicos con la expulsión de los judíos hace más de 500 años, muchos se acogieran a ella. En concreto, desde hace ocho años, más de 153.774 personas intentaron hacerse con un pasaporte español. Hasta ahora, solo lo han adquirido 65.809 personas, según los últimos datos de septiembre de 2022 del Ministerio de Justicia.

Los extranjeros que más han aprovechado esta oportunidad han sido de Latinoamérica. Concretamente de México (25.723), Colombia (19.899) y Venezuela (14.687). Ahora, todos estos españoles tienen derecho a votar en las elecciones autonómicas del próximo 28 de mayo, y los partidos políticos están haciendo campaña para captar sus papeletas. Sin embargo, su voto es una incógnita. «Quien haya obtenido la nacionalidad española hasta el 30 de enero de 2023 incluido y resida en el extranjero podrá votar en elecciones autonómicas y a las asambleas de Ceuta y Melilla. Sin embargo, al no residir no podrán hacerlo en las municipales», explican desde el Instituto Nacional de Estadística. Con el pasaporte español en su poder, los interesados tienen que inscribirse en el registro de matrícula consular de su país como españoles y elegir obligatoriamente un municipio.

Al no vivir en España y, por lo tanto, no estar en empadronados en ningún municipio, estos nuevos españoles tienen que escoger el que más les llame la atención para ejercer allí su derecho al voto. «El 95% de la gente escoge Madrid por ser la capital y porque es lo que han conocido cuando han venido a sacarse el pasaporte», explica Mañanes.

Para el director de Stratego Abogados, Ruben Mañanes, esto no es una casualidad. Mañanes ha ayudado a sus clientes a tramitar más de 10.000 solicitudes, y en ese proceso ha podido comprobar que la nacionalidad de las personas que estaban interesadas iba variando según la situación política de sus países. «Cuando llegó López Obrador al poder en México, las solicitudes del país se dispararon. Pasó lo mismo con el miedo de la llegada de Petro al poder en Colombia y con la situación en Venezuela», explica.

Para Mañanes, el pasaporte sefarfí en la mayoría de los casos de sus clientes es un pasaporte de seguridad por si las cosas se «complican» en sus países de origen. Este martes, Gabriela Rivas, de 30 años, acaba de recibir su pasaporte español después de cuatro años de espera.

Para Rivas tener este pasaporte significa, en una palabra, oportunidades. «Quería tener acceso al mundo y en algún momento, según la situación de Venezuela, pensar en trabajar en algún país de Europa», explica.

Y esto lo saben los partidos políticos. Por ejemplo, una parte de la campaña del Partido Popular está enfocada precisamente en los madrileños en el exterior. Sin embargo, ahora por primera vez no piensan solamente en los madrileños que decidieron migrar, sino también en estos españoles que votan desde los consulados, lo que incluye a los sefardíes. Desde Más Madrid, también han lanzado una campaña para captar el voto en el extranjero llamada Madrid, tan lejos y tan cerca.

No hay poco en juego. Testimonio de ello es el incansable trabajo de profesionales como Rocío Sánchez, que en los últimos años ha asumido 10.000 casos de personas de Colombia, Venezuela, Perú y México, entre otros países, para trazar su árbol genealógico hasta llegar a la ascendencia sefardí. Gracias a sus investigaciones, 2.600 personas han logrado el pasaporte español.

Sánchez trabajó durante 25 años en un banco. Se dedicaba a los números y a los impuestos, pero su hobby era investigar la historia de su familia. Se jubiló y empezó a escribir un blog sobre Genealogía. En 2015, cuando se aprobó la ley, muchos latinoamericanos como ella se empezaron a preguntar si venían de la rama judía sefardí. Esto la llevó a inscribirse en la Academia Colombiana de Genealogía, donde expertos como ella explotan el universo de los linajes ancestrales hispanoamericanos. «Nuestro trabajo fue identificar si nuestros clientes tenían esta ascendencia. Lo hicimos con documentos históricos siguiendo el linaje hasta llegar al judío. Sin embargo, esto en muchos casos no era nada fácil porque podían tenerlo en su quinta o séptima generación», explica por teléfono a este periódico.

«Lo mínimo que les pedimos es que nos entreguen un árbol hasta los bisabuelos», explica. Y de ahí se puede empezar a tirar hacia atrás a través de censos, testamentos, una fecha en una lápida, una foto, escrituras notariales o documentos con los nombres de la venta de esclavos.

Una vez se logra hacer el informe que demuestra el linaje, este tiene que ser evaluado por la Federación de Comunidades judías de España, la cual emite un certificado de origen sefardí con el cual se podía ir ante el Ministerio de Justicia y empezar todo el proceso.

La nacionalidad más barata del mundo

Hacer todo el trámite cuesta unos 3.000 o 4.000 euros en total entre billetes, gastos de notaría, hospedaje en España, el salario del tramitador y la donación por el certificado. «Aun así, es la nacionalidad más barata del mundo», afirma Sánchez.

La experta en Genealogía estuvo más de tres meses en Madrid yendo todas las mañana al Archivo de Historia para revisar expedientes de sus clientes, buscando entre millones de archivos un nombre que probara el linaje sefardí hasta de su propia familia.

Manuela García de 28 años, está viviendo en Madrid y estudiando un máster. Ahora, con su pasaporte, podrá quedarse a vivir una vez termine sus estudios. Para ella lo más difícil después de conseguir el registro de nacimiento de su bisabuelo fue el examen de nacionalidad española, requisito obligatorio del Gobierno. Empezó el proceso en 2021 y ya solo le queda poner las huellas.

Helena Salazar ya tiene su pasaporte y podrá votar por primera vez en el consulado español de Bogotá. «Vimos la situación en Colombia y decidimos hacer el proceso por si nos tocaba salir algún día», afirma. Su familia ha comprado un piso en Madrid, por si acaso el miedo los obliga a empacar sus maletas y migrar. Han inscrito como municipio Madrid y, explica, votará por una opción que le ofrezca seguridad financiera a ella y a su familia

Fuente: el confidencial.com

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