Continuación del artículo Los Judíos de Portugal (1ª parte), (2ª parte), (3ª parte), (4ª parte) y (5ª parte).
EL LEGADO JUDÍO DE PORTUGAL EN SERRA DA ESTRELA
Portugal sigue sorprendiendo con su riqueza cultural. Junto a Serra da Estrela, en el interior del país, se encuentra la historia de los últimos judíos sefarditas. Hasta entrado el siglo XX el mundo entero desconocía la existencia de la última comunidad cripto-judía de la Península Ibérica y tal vez de Europa.
Los distintos asentamientos que se produjeron en esta zona de Portugal tras los descubrimientos españoles y portugueses, han dejado un gran legado cultural en esta región. También el desarrollo del primer comercio y las primeras industrias influyeron de manera determinante en el desarrollo de los alrededores de Serra da Estrela.
Más allá del turismo de montaña, hacer turismo cultural por esta famosa sierra es homenajear a la historia de Portugal y a la de Europa. Para disfrutar del legado histórico de esta última comunidad judía de la Península Ibérica nada mejor que visitar estas tres villas destacadas a continuación.
Belmonte alberga la única comunidad judía superviviente
Se encuentra situada en una zona que históricamente ha sido de difícil acceso, la Serra da Estrelha.
Esta villa de la Región Centro de Portugal es la última comunidad, la cual se ocultó durante siglos, de origen peninsular donde sobreviven alrededor de 200 Cripto-judíos. El origen de esta comunidad se ha demostrado al menos desde el siglo XIII y continúa al día de hoy con su sinagoga, su rabino y su propio cementerio. La comunidad de Belmonte se reúne hoy para las ceremonias religiosas más importantes, algunas de las cuales habían desaparecido de la memoria colectiva belmontense. En esta preciosa población se puede visitar el Museo Judío que cuenta con más de un centenar de utensilios utilizados por judíos y por cristianos desde el siglo XV hasta nuestros días.
El judaísmo no desaparece de Sefarad con la expulsión de 1.492, sino que sigue vivo y consigue perdurar hasta nuestros días. En Belmonte, como en otros lugares, ese judaísmo se desarrolló de una manera peculiar, sin cumplir las normas halájicas, entre otras cosas, por el desconocimiento de las mismas, pero creó otras ritualidades que cubrían ese vacío que les producía la carencia de ortodoxia.
La apariencia del pueblo no se diferencia de los de alrededor, localidades hasta hace muy poco de una economía de subsistencia que en los últimos años han visto mejorar sus condiciones.
Las casas de lo que pudiéramos llamar “casco antiguo” de Belmonte, están realizadas en piedra de granito y construidas en torno al castillo de los Cabral; uno de sus miembros, don Pedro Álvares Cabral, fue el descubridor de Brasil.
Al fijarnos con detalle en esas robustas casas de piedra vemos que algunas de ellas tienen una cruz de unos 15 centímetros en el lateral de la puerta principal, parece que para señalar que allí vivía una familia judía…, no está muy claro el motivo. Por un lado, están los que piensan que era la manera de tener “marcada” una vivienda judía, otros que pudiera ser que los propios dueños de la vivienda quisieran así expresar su gran fervor por la nueva fe. En todo caso, nos hace pensar que la convivencia no debió ser fácil para los judíos, aunque ahora nos digan que en el pueblo nunca hubo problemas de relación.
El historiador David Augusto Canelo en su obra “Os últimos criptojudíos em Portugal”, ha realizado un estudio exhaustivo sobre sus tradiciones y nos va a servir de guía para adentrarnos en ellas.
Se calcula que en Belmonte existen unas sesenta familias que de una manera u otra hayan conservado sus tradiciones judías. El origen de estas familias no es muy claro, aunque la mayoría de los autores piensan que proceden de España y que buscaron un lugar donde al amparo de lo abrupto del territorio, pudieran conservar sus “singularidades”. La idea no es descabellada, así ha ocurrido lo mismo en lo que se conoce como “La Raya”, la zona limítrofe entre Badajoz y Portugal, en la cual grupos de judíos y conversos se van a refugiar, utilizando la frontera como escape cuando la presión inquisitorial se acentuaba en uno de los dos países. Igualmente va a suceder en la zona fronteriza de Zamora, en la que grupos de conversos, establecen una doble residencia, por así decirlo. Construyen la casa en España, pero el pajar en Portugal, lo que les permite tener un lugar de cobijo “si vienen mal dadas”.
Lo curioso de los judíos de Belmonte es que ellos se creían, “los últimos de su estirpe”, por lo que extremaron hasta el límite su intimidad, y que todavía ellos denominan “O Segredo”, el secreto.
Como es fácil de suponer el hebreo es lo primero que van a perder, aunque conservan una palabra que para ellos va a ser el vínculo con la tradición : “Adonai”.
En su ciclo festivo van a mantener tres grandes eventos:
- Sábado
- La Santa Festa (Pesaj)
- El día Puro o Día de la Expiaçao.
Pero además van a desarrollar una serie de rituales propios, especialmente oraciones que ellos van a denominar “rezas”
Hay que apuntar que aunque el hermetismo sobre los aspectos internos de la comunidad es evidente, tampoco viven en un apartamiento total de sus convecinos cristianos, es más una cuestión de hacer “invisibles sus singularidades”. Participan en las celebraciones de Navidad, en la llamada “Quinta-Feira de la Ascensão”, el Jueves de la Ascensión, que corresponde con los cuarenta días después de la Pascua. En cuanto a los nacimientos, bodas e incluso bautismos, son idénticos en ambas comunidades, y según nos cuenta el profesor Canelo, esto va a ser así hasta el año 1960 en que una de las familias judías se va a negar a bautizar a su hijo, lo cual rompe esa armonía y supone la salida a la luz de la comunidad judía.
Durante siglos las depositarias de la tradiciones han sido las mujeres y en especial de las plegarias o rezas. Todo ésto se ocultaba a cualquier persona ajena a la comunidad e incluso a los niños de la misma, hasta una edad en la que se consideraba que eran responsables de guardar el secreto. Entonces se procedía a enseñar lo que denominaban “o que debe ser feito”, lo que hay que hacer.
David Augusto Canelo, el profesor varias veces citado, ha estudiado algunas de sus celebraciones, por ejemplo, “El Sábado”, que comenzaba el viernes a la puesta del sol. Antes de que anocheciera cada familia encendía una lamparilla de aceite, que era especial, a esta luz se la denominaba “candela do Senhor”.
Estas luces o velas solían introducirse dentro de una vasija de barro para que atenuara la luz y no pudiera ser percibida desde el exterior de la casa.
En el momento del encendido se recitaba la siguiente “reza”:Bendito meu Déus, meu Senhor, meu Adonai
Que nos mandou e nos encomendou como as suas santas
Encomendanças benditas e bem-santas, que agradéssemos
Esta santa torcida para alumar e festegar a noite
Santo do Senhor, para que el Senhor nos alumie
A nossa alma e nos livre da culpas e penas e pecados.
Ámen, Senhor, ao céu vá, ao céu chegue!
Es curioso que los judíos de Belmonte consideraban una falta grave comer carne, ésto se puede deber a dos circunstancias, una al contagio que pudo suponer la idea cristiana de que en ciertas fiestas había que abstenerse de comer carne y otra, que nos propone el profesor Eugeni Casanova en su libro “Els jueus amagat” por la cual, esta comunidad tenía conciencia de que los animales no estaban correctamente sacrificados, pero desconocían el modo y para evitar hacerlo mal, cambiaron la dieta del sábado, pasando la base de ésta a ser el pescado.
Otra reza que se decía preceptivamente es la siguiente:
Tal día santo, como o de hoje
Folgou o Senhor e descansou
Suas santas bandeiras compostas,
Com os pendoes levantados,
E os nomes do Senhor
Foran ditos e declarados.
Sábado, sábado, Moisés, Moisés,
Ao sábado nada farás,
Ocupar-te ás em servir e adorar
O grande Deus de Adonai,
Nao há outro nem haverá,
Louvado seja o Senhor que a vida nos dá.
Ámen, Senhor, ao céu vá,ao céu chegue!
Como se ve, estas dos rezas acaban de la misma manera, lo que podríamos traducir por “Amén, Señor, lo que al cielo va, al cielo llegue”.
¿Siempre pasaron desapercibidos para el resto de la población?. La verdad es que si nos atenemos a los estudios históricos, podemos decir que sí, pues la primera obra donde se les menciona se publica en 1.912, con el título de “Escorços tramontanos”, de Manuel António Ferreira.
A este autor debemos la designación para ellos de “cristãos novos”, con lo que se destierra aquella otra de “marranos”, que tantas veces ha sido utilizada ofensivamente.
Pero el que verdaderamente descubrirá la singularidad de Belmonte va a ser el ingeniero Samuel Schwarz.
Schwarz mantenía la tesis de que la Inquisición, por muy meticulosa y ardua que fue su labor, no podía haber acabado con todos los vestigios de judaísmo en España.
Por su profesión de ingeniero comienza a trabajar en 1.915 para la Portuguese American Pin Company y viaja a Gaia, que pertenece al mismo Concelho que Belmonte
Sobre toda esta investigación va a publicar un libro en 1.925 con el título “Os cristiãos novos em Portugal no século XX”, (los cristianos nuevos de Portugal en el siglo XX).
En esta obra además de hacer un estudio histórico sobre los cristiãos novos, nos relata cómo consiguió entrar en contacto con los judíos de Belmonte, que no le resultó por lo visto nada fácil. Fue en 1.917 aunque él ya tenía realizado un trabajo previo, por el cual conocía que esta localidad había tenido una comunidad judía importante con una sinagoga del siglo XIII, que en el momento de la expulsión pasó a ser una iglesia y que en el siglo XVI, va a ser destruida por un incendio. Pero va a quedar una inscripción en un bloque de piedra con un versículo bíblico y la fecha del año 5057, que correspondería al año 1297 de la era común.
Tal vez los restos habían desaparecido, mas la memoria colectiva sobre la presencia judía en la zona, no. Así, Schwarz, nos cuenta una anécdota muy reveladora: Buscando quién suministrara a la explotación que él dirigía, se encuentra con un comerciante que le hace el siguiente comentario: Déme a mí la exclusividad pues el otro que podría hacerlo, Baltazar Pereira De Souza, no es de fiar, basta que le diga que es judío…”.
Este comentario vuelve a encender la curiosidad de nuestro ingeniero historiador que viaja a Lisboa, donde reside este comerciante, para intentar indagar sobre el asunto.
Al principio, la desconfianza es grande, pero poco a poco se va trabando una amistad, tanto que este Baltazar Pereira va a ingresar en el movimiento sionista justo en el momento en el que se proclama la Declaración Balfour, reconociendo el derecho a un Hogar Judío.
Schwarz es presentado a algunas familias judías de Belmonte con la frase: “Es uno de los nuestros”.
Pero, a pesar de todo ésto, “O segredo” sigue siendo una barrera insalvable para nuestro personaje.
Los hombres charlan con él, pero nota que las mujeres y sobre todo las de mayor edad, le miran con una gran desconfianza.
Él insiste en repetidas ocasiones, en ser considerado como uno más, pero el grupo mantiene su cautela por miedo a que este intruso venido de muy lejos, pueda poner en peligro su preciada seguridad.
Schwarz les habla de los judíos centroeuropeos, del hebreo, del yidish….Pero estas cosas en vez de acercarles, hacen que las desconfianzas crezcan, pues los judíos de Belmonte le dicen que ellos piensan que son los “últimos judíos”, que todos los demás fueron aniquilados por la Inquisición y que la lengua que ellos hablan es la que siempre utilizaron los judíos.
A este respecto, ya dijimos que en Belmonte utilizaban un portugués plagado de palabras en castellano, no por contagio fronterizo, sino porque a ciertas cosas se las denominaba por su nombre castellano, lo que ha hecho suponer a muchos autores que su procedencia era de esas tierras.
Tanto insistió Schwarz, que un día, un grupo de mujeres le pide que recite algunas oraciones en esa lengua que él dice ser la lengua de los judíos, Al principio, no hay ninguna reacción, hasta que comienza con el Shema Israel y…al pronunciar la palabra “Adonai”, estas mujeres se emocionan y sentencian que nuestro personaje es realmente judío “porque ha pronunciado el nombre de Adonai”.
Por las investigaciones de Schwarz sabemos que también había en esa época familias de cristianos nuevos en otras poblaciones como Covilhã, Fundão, Castelo Branco, Diana, Penamacor, Monsanto o Bragança.
Sus trabajos también nos han servido para conocer de primera mano, cómo se hacía la transmisión de las rezas. Las mujeres mayores enseñaban a las más jóvenes estas oraciones y ellas eran las encargadas de enseñarlas a los varones, todo por transmisión oral, pues ellos tenían muy claro lo peligroso que era el que les encontraran cualquier texto escrito que les pudiera comprometer.
Schwarz también escribió acerca de los aspectos dietéticos de esta comunidad; constata que se abstenían de comer cerdo, conejo, liebre y peces sin escamas. Aunque en lo de comer cerdo, nos explica que no era generalizado, ya que algunos sí lo consumían. A todos les parecía reprobable consumir algún alimento preparado con sangre.
Sí nos indica que la prohibición de comer carne de cerdo y en general carne de cualquier animal era absoluta en los sábados y en los cuarenta días que precedían al Día Puro, que ya vimos en capítulos anteriores.
Como hemos visto, ese secreto, “O Segredo” consiguió pervivir en el seno de esta comunidad a pesar de los diferentes avatares y de los cambios políticos. Algo les unía y a la vez les hacía diferentes. Algo tan importante para soportar la incomprensión de sus propios vecinos, pero que les ha permitido llegar a la actualidad con el orgullo de ser lo que son: judíos.
Como despedida, comentar que en la actualidad, muchas familias han retornado oficialmente al judaísmo Hay jóvenes de Belmonte haciendo su servicio de armas en Israel, varias familias han hecho Aliá y los que permanecen allí, contaron con la labor del primer rabino que les fue enviado desde Israel, Elisha Salas.
Esta comunidad ha conseguido volver a unir su pasado con su presente y lo que es más importante, con su futuro.
La historia de los cristianos nuevos y su persistencia en la religión judía a través de los siglos, es desarrollada, integrada en un espacio reservada para la vida cotidiana. Otros espacios están reservados para sus actividades profesionales, comercio y oficios: los comerciantes, herreros, carpinteros, orfebres, etc. La evocación del pasado, se supone la más relevante, como información para las generaciones actuales y futuras.
El Museo cuento con más de un centenar de piezas originales de la Edad Media y los siglos XV, XVI, XVII, XVIII, XIX y XX, piezas originales que fueron utilizados por judios, cristianos nuevos y sus descendientes, en sus servicios religiosos, en su vida cotidiana y en sus profesiones.
El museo consta de tres plantas que contienen, la tienda del museo, un auditorio. la exposición permanente. que comienza con una visión integral de los contenidos del judaísmo. Luego el viaje continúa con un núcleo dedicado a la historia y la cultura judía en Portugal. Entre ellos, documentos importantes, tales como el movimiento de la diáspora en los tiempos más difíciles, que serán recordados en especial por un monumento a las víctimas de la Inquisición. Aspectos del cripto-judaísmo y la obra de recate están en el espacio dedicado a la comunidad judía de Belmonte, revelando así su singularidad histórica. Merecen referencia especial las principales fiestas del calendario litúrgico (Shabat, Purim, Pesaj, Rosh Hashaná, Iom Kipur, Sucoth, Hanukkah …), ceremonias religiosas asociadas con el ciclo de vida (la circuncisión, el matrimonio, la muerte …). La 3 ª planta está reservada para exposiciones temporales y también para el Centro de Estudios Judaicos.
Por la originalidad de este museo a nivel nacional, el Ayuntamiento de Belmonte apostó a la creación de este centro de estudios como unidad de investigación y difusión de estudios judíos, que tendrá un importante archivo de documentación histórica y una biblioteca especializada, complementada con recursos informáticos y procesamiento de datos. Este centro se llama “Centro de Estudios Judaicos Adriano Vasco Rodrigues” en reconocimiento de los méritos de este educador e investigador portugués.
Guarda, una pequeña ciudad con una gran historia
Es la población más alta de Portugal y está a tan sólo 40km de la frontera española. La comunidad judaica de Guarda fue durante largos periodos una de las más importantes del país y es considerada una de las más antiguas. El barrio judío comenzaba junto a la Puerta de El Rey y se extendía hasta el cementerio de la Iglesia de San Vicente, limitada por la muralla y por la Rua Direita que daba acceso a aquella puerta. En Guarda se puede disfrutar de su impresionante castillo a más de mil metros de altura, de sus murallas que envuelven todo el casco histórico apreciando así los detalles románicos y góticos de esta bonita villa, construida en el siglo XII.
Guarda, ubicada a 1.056 metros de altura entre las montañas de la Serra da Estrela y dotada de maravillosas vistas de 360º sobre los paisajes que la rodean, es la ciudad situada a mayor altitud del Portugal peninsular. Aunque su altitud y su proximidad a la frontera española la convirtieron en un histórico punto de defensa, que a su vez explica los orígenes de su nombre «guardián”, aquello que mejor caracteriza a esta ciudad son la belleza y la serenidad de sus paisajes, así como la pureza de su aire fresco.
Los solemnes edificios de granito que se erigen en el centro histórico de la ciudad y los paisajes montañosos que lo rodean presentan una fusión basada en una perfecta armonía. Las sólidas líneas de la Sé Catedral del siglo XIV, la Torre de Menagem (única evidencia que continúa en pie del castillo del siglo XII), la Torre de Ferreiros, los restos de las murallas del perímetro de la ciudad del siglo XIII erigidas bajo las órdenes del Rey Sancho I y las casas de granito del barrio judío son claros ejemplos de ello. La iglesia del siglo XVII, la Igreja da Misericórdia, ampliamente apreciada por su belleza, parece un edificio moderno en comparación a los anteriores.
El barrio judío del siglo XIV, situado en el centro de la ciudad histórica, es un laberinto de pequeñas calles adoquinadas y flanqueadas por casas de granito al que sólo puede accederse andando. Esta es una fascinante y encantadora zona en la que podrá admirar signos crípticos incrustados sobre algunas de las puertas de las casas, con los cuales se indicaba la existencia de antiguas sinagogas judías, o bien las cruces que simbolizaban a familias judías convertidas al cristianismo y que tenían por finalidad evitar las visitas de la Inquisición. No se pierda tampoco el toque de romanticismo que caracteriza la famosa casa donde solían citarse en secreto el rey portugués D. João I y la bella hija de un zapatero judío con la que el rey tuvo un hijo ilegítimo.
Guarda también es el lugar perfecto desde donde explorar los históricos pueblecitos y localidades que salpican las colinas de las cercanas montañas. Lo que una vez fue un auténtico fortín medieval, hoy conserva un gran número de impresionantes monumentos o incluso muestras de su antigua grandeza, además de albergar una gran cantidad de interesantísimas atracciones. Celorico da Beira es la capital del famoso queso regional, el queijo da serra, y donde además se celebra anualmente un festival de quesos; Monsanto se ha ganado el sobrenombre del “pueblo más característico de Portugal”, y en él se cuentan historias de romanos, moriscos y caballeros templarios; Linhares, también de origen romano, es un fabuloso lugar para practicar el parapente; Seia alberga un famoso museo de pan; localidad balneario de Manteigas le ofrece la posibilidad de practicar el esquí y el snowboarding a lo largo de sus colinas artificiales; y el cercano Parque Arqueológico del Valle de Côa contiene la mayor colección del mundo de gravados al aire libre de la Edad de Piedra.
Las delicias gastronómicas de Guarda sólo pueden que hacer justicia a todo lo que caracteriza a esta maravillosa región, donde la buena comida es casi una necesidad. El cabrito asado, el cordero y las carnes y salchichas ahumadas son auténticas especialidades, aunque los platos a base de pulpo y bacalao son igualmente populares. Y, claro está, el orgullo de la región, el queso de la Serra da Estrela, da ese toque final tan perfecto y especial a cualquier comida.
Guarda está majestuosa ubicada sobre una llanura tan serenamente rodeada por fabulosos paisajes como totalmente distante de los muchos conflictos y amenazas que marcaron sus orígenes. Lo que antiguamente era un bastión de la defensa portuguesa, es hoy una invitación a entrar dentro de sus murallas con el fin de hacerle disfrutar de lo mejor de la Serra da Estrela.
Trancoso, regreso a la Edad Media
Pertenece al Distrito de Guarda la cual era su rival en importancia y riqueza como comunidad judía. En esta curiosa villa se puede admirar aún su muralla que la rodea desde el siglo XII y las puertas de ésta que aún se conservan: Porta d´El Rei, Porta de São João, Porta do Prado, Porta do Carvalho, Postigo do Olhinho do Sol, Postigo do Boeirinho y Postigo da Traição.
El edificio emblemático de Trancoso es la Caso do Gato Negro, antigua residencia del rabino. En su fachada pueden verse representaciones figuradas del Legado de la Judería y de las Puertas de Jerusalén.
Este recorrido por algunas de las villas de Serra da Estrela que aún conservan la herencia de antiguas comunidades judías resulta impresionante para los amantes de la historia que quieran remontarse siglos atrás.
Continuará…