Lencas y Sefarditas en los confines: sincretismo tauelpa-semitico por Lic. Leonel A. Chevez

La región oriental e insular de El Salvador ha sido y sigue siendo patrimonio indígena de los Lencas, administrado por el estado contemporáneo. Con el arribo de tres conquistadores a suelos hondureños, nicaragüenses y salvadoreños, los Lencas enfrentaron una invasión asimétrica que duro alrededor de diez años.

A pesar de la abundancia de crónicas sobre el rol del castellano sobre el indígena y la subsecuente colonización, es muy poca la literatura y la narrativa comunal sobre el rol que jugaron las familias de ascendencia Sefardita, quienes arribaron a la región en varias eventualidades y que se mencionan en la tradición oral indígena de la zona, pero que ha sido ignorada por el estado.

La ausencia de crónica oficial sobre el rol de estas familias discretas y secretas obedece a que su existencia era prohibida en la época colonial. A diferencia del indígena, quien en casos podía identificarse con su nombre étnico y cuyos términos eran incorporados en las crónicas o reportes por el castellano en el poder, el sefardita no podía auto identificarse como tal. Ser descubierto y comprobada la conexión judía o musulmana -morisca, conllevaba el peligro de ser ejecutado por la inquisición. Este ensayo explora el rol que jugaron las aleaciones Lencas – Sefarditas en el establecimiento de las comunidades coloniales y post coloniales del oriente de El Salvador y su legado histórico.

Primeramente, es importante recalcar la importancia de la cooperación humana. Como especie mamífera, los seres humanos hemos desarrollado la capacidad de alcanzar desarrollos desde lo primitivo hasta la formación de civilizaciones magnificas. Su evidencia puede corroborarse en las sociedades mesopotámicas, griegas, romanas y en la América precolombina. Todas estas sociedades optaron por establecer alianzas, para alcanzar números críticos, suficientemente robustos para cooperar y construir desarrollos más allá de la supervivencia. Sus alcances aun nos impresionan y nos dan fe de lo que es posible cuando tribus, grupos, bandas y pueblos, se unen para el bien común. A esta característica y capacidad humana de aglomerarse para ser mas fuerte y efectivo, se le denomina conducta prosocial, la cual está caracterizada por cooperación, entendimiento, negociación, respeto y esfuerzo mutuo. Estas cualidades fueron las hebras que afirmaron la alianza entre dos gentes que no habían interactuado entre si en la historia humana. Nos referimos a los indígenas Lencas y los desterrados Sefarditas del viejo mundo, quienes, junto a los musulmanes, apodados despectivamente como Moriscos, fueron forzados a salir de España, tierra que ellos llamaban Sefarad.

La prohibición fue hecha por orden del Decreto de la Alhambra de 1492, que prohibió el judaísmo, así como también la observación de la fe de Mahoma en los dominios de los monarcas católicos de Castilla, que hoy llamamos España, Hispanoamérica y las colonias adicionales otorgadas a esa corona por el Papa.

Como podemos ver, el mismo año que la expedición castellana, accidentalmente fue forzada por los vientos a las costas de América, ese mismo año, el papado y la monarquía católica de Castilla, consolidan su control sobre el mundo. Típicamente, el fanatismo religioso de la Europa de esa época procedió con el salvajismo característico de lo que hoy llamamos extremistas y terroristas. La iglesia y la corona promovieron el etnocidio y la subyugación de millones de seres humanos en la mitad del planeta. Igualmente, que islamistas como ISIS y Al Qaida, la autoridades religiosas y de la realeza de esa época, prohibieron la libertad del pensamiento, la diferenciación cultural, la diversidad de género y muchas otras libertades.

Esto incluye la prohibición de practicar otra religión que no fuese la oficial, la católica romana. El castigo por su desobediencia incluyó la tortura y muerte. Este clima de persecución religiosa hizo que muchas familias aceptaran conversión al catolicismo, aunque en sí mismas, continuaban secretamente observando reglas judaicas o musulmanas. A los judíos que persistían en secreto se les denomina Cripto-judios. Ningún judío secreto se autodenominó con este término, sin embargo, es el termino utilizado para denominar un grupo significativo de judíos, que aunque en suelos lejanos y bajo extrema prohibición, continuaron observando ciertas tradiciones de su fe.

En esa época, se obsesionaban con probar que se poseía sangre limpia; lo que significaba que la persona venia de cristianos, sin mancha, muchas de estas familias optaron de manera estratégica, la obtención de documentos que probara que eran limpios de sangre, que no eran judíos ni musulmanes. Con esto, facilitaban la apertura de camino para ser permitidos que viajaran a las nuevas colonias, lejos de castilla y del Papa. En numerosos casos, los nuevos cristianos, pagaban a los corruptos oficiales de la iglesia para obtener dichos certificados de pureza. En casos que veremos aquí, los judíos y musulmanes se ayudaban unos a otros para sobrevivir bajo dicha persecución y vigilancia. Cuando estos arribaron al nuevo mundo, estos también extendieron su mano para obtener apoyo y cooperación de parte del indígena, quien entendía muy bien la calidad de perseguido y oprimido.

Entre los ejemplos que ilustran esta dinámica en Centro América tenemos casos raros y contundentes que tomaron lugar en el oriente de El Salvador. Siendo parte del reino de Guatemala, El Salvador como país no exista en tiempos coloniales, era parte de la así llamada Capitanía de Guatemala, y su oriente se consideraba los confines. Fue esta percepción de aislamiento que atrajo a personas que huían del castellano y la iglesia.

Fue este estado remoto y descuidado que garantizo la ausencia de colonizadores agresivos que pudieran construir grandes metrópolis. En realidad, esta zona se dejo al descuido natural, casi como se había administrado antes de la llegada europea a sus suelos y aguas. Los indígenas de la zona, los Lencas, continuaron su influencia sobre la región. Su presencia obligo a las autoridades coloniales a continuar garantizando el acceso indígena a sus suelos, bajo el termino castellano de ejidos, estancias y estanzuelas. No es raro que el mapa de la republica en 1880s, presenta la zona oriental como un solo departamento, San Miguel.

No es necesario ir muy lejos para corroborar que aun hoy en día, los orientales y occidentales de El Salvador, poseen una impresión de ser diferentes del uno al otro. Si preguntamos a personas de La Unión, San Miguel, Morazán o Usulután, sobre su percepción de los otros habitantes del país, ellos sostienen que los del centro y occidente del país, son en verdad muy diferentes. Luego, ilustran estas opiniones con ejemplos que van desde la pronunciación de palabras, la forma de interactuar y el nombre y forma de preparar alimentos.

¿Pero si este país es tan pequeño, por qué y cómo se dio origen a estas diferencias?

Para dar respuesta a esta interrogante es necesario que nos enfoquemos en la historia de la región oriental, al momento de la incursión europea. Las fuentes dicen que : “A principios de abril de 1530 llegó el adelantado Pedro de Alvarado ante Guatemala donde tomó el cargo de gobernador y capitán general; presentándose ante el cabildo el 11 del mismo mes y año, en donde se dio por enterado de todo lo acontecido durante su ausencia en la provincia de San Salvador, debido a ello nombró a Luis de Moscoso como justicia mayor y teniente de gobernador de la provincia de San Salvador y lo envió con 120 soldados para que fundara una villa al oriente del río Lempa”.[1] Véase que San Salvador ya era una entidad mientras que, al oriente, aún permanecía fuera del control de Castilla, pues no exista alcalde, gobernador ni obispo en dicha zona.

Cuando se dice que Moscoso partió con 120 solados, se nos provee ese dato como elemento adicional, sugiriendo que además de la familia y otros europeos que acuerpaban al mismo explorador, él era reforzado por un grupo armado. La discusión aquí se enfoca en el grupo familiar y de allegados que se desplazo como parte de esa caravana hasta el oriente, mas allá del rio Lempa. No nos enfocaremos en el grupo de soldados, que, en sí, eran indígenas Tlaxcaltecas y de otras tribus que fueron parte de esa misión. Nos enfocaremos en el núcleo de extranjeros.

Fue este pequeño número que, en noviembre 1530, se asentó en un sitio cerca de Usuluán y que se puede denominar como el primer sitio de la ciudad de San Miguel. Cuatro años mas tarde, Alvarado continua su exploración hacia Perú, desplazándose al puerto de la Posesión en Nicaragua. Con el viajan la mayoría de sus soldaos, auxiliares, peones y allegados. También es cierto que unos pocos se quedaron en la región y que terminaron siendo absorbidos por el indígena.

La historia oral de los Lencas nos proveyó en 1800s-1900s un gran repertorio de pasajes que se discutían entre ancianos, sobre los antiguos y predecesores de ellos. Ha habido varios contribuidores a estas narrativas, en especial se destaca el rol de la familia regente lenca, quien, por tradición, mantenían sus oratorias de quien era quien y de que forma se relacionaba con ellos. Algunas de estas narrativas, son corroboradas con otras fuentes que también hablan de personajes peculiares en oriente. La presencia de estas personalidades se deja al descubierto en varias formas, algunas veces por la forma en que se comportan, otras veces por denuncias hechas en su contra.

En una de esas narrativas, la cual fue proveída por la líder y anciana Lenca Francisca, se nos ilustra de la siguiente manera. “Aquí a San Miguel decían los viejitos en las familias nuestras que vinieron los de castilla. Dicen que eran malos, nadie les entendió que decían, las gentes se fueron al monte y dejaron los pueblitos a los que llegaron, dicen que venían con indios bruscos de otro lugar.”[2] En este pasaje se deja claro que ni el indígena lenca ni el invasor castellano poseían conocimiento previo de las lenguas de ambos. Tampoco los indígenas del ejército de invasión eran versados en lo Lenca, especialmente cuando se entiende que los lenguajes lencas no son parte de las lenguas de México. De acuerdo con este relato, lo que los castellanos presenciaron fue el fenómeno de huida de las poblaciones huéspedes. Quizás esta acción, desalentó al conquistador, quien pronto logro reanimar a sus acompañantes para seguir rumbo a Perú, donde se decía haber tesoros de oro y plata.

La oratoria indígenas nos continúa diciendo sobre esa época: “La abuela de mi abuela, quien era pura indita, brava y muy seria, decía que en su familia tenían una rama de forasteros. A ella le contaron sus abuelos que, en tiempos de antes, se desperdigaron unos cheles, que habían venido de lejos. Aquí se enmontañaron, pues decían que el manda mas de ellos era cruel. Se conto en la familia que el buscaba tesoros y que, en su gran lujuria por oro, no paraba de andar de lugar en lugar. Dicen que los que se quedaron no lo querían, lo odiaban, y cuando se llego el día de irse a Perú, ellos se fueron al monte con los inditos de aquí. Sin poder hablar, así a señas dicen que se fueron al monte con ellos. Así fue como se entro esa rama en la familia. Los de la familia quizás los recogieron como esclavos, pues de otra forma los hubieran matado por ser de afuera. Cuando yo estaba chiquita no les decíamos forasteros, les decíamos italianos”.[3] Claramente en este pasaje se nos deja escuchar el eco de un evento que tubo un impacto muy importante en la familia regente de los lencas. Tal evento, tan temprano en la era colonial, causo la fusión de dos líneas genealógicas inesperadas. Los lencas que eran multi tribales, por accidente de la historia, recibían la contribución genética de tres hombres y dos mujeres, a quienes la familia regente lenca les denominan “italianos”.

¿Por qué los lencas se refieren a los extranjeros amigos como italianos?

¿Quiénes eran y que ocurrió con ellos?

De acuerdo a las crónicas, poco después de establecida la colonia, especialmente la Capitanía de Guatemala, se descubrió practicas semíticas entre lencas en Sesori[4]. El enviado del rey, don Diego García de Palacio denuncia que: “En aquel año de 1563, en otro lugar cercano (a Gotera) que se llama Cezori ciertos indios idolatraban en un monte, en su término, y entre ellos uno que se harpó y hendió el miembro (viril), y que circuncidaron cuatro muchachos de doce años para arriba al uso judaico……”[5] Este pasaje se refiere a los Lencas de la cordillera de Cacahuatique y Kor’Ban, donde se dio inicio al sincretismo lenca-semitico a partir de 1534, cuando los así llamados italianos, se suman al señorío Lenca Taulepa en Sesori.

Relatos de Margarita Romero, la madre de la anciana Francisca nos dice que

en tiempos de los antiguos, se emparentaron unos cheles que se les decían italianos. Ellos no dejaron que los casiyanos[6] pusieran encomienda, pues decían nuestros abuelos que los mismo cheles, le dieron a creer a los casiyanos, que ellos ya eran encargados de los indios de ahí. Pero era mentira, esta familia era desterrada de su mundo de origen, ellos se aparentaron con la familia nuestra, ahí hacían rezos en un monte del cual decían que era del mismo dios, el que veía todo. Pues dicen que ellos fueron los que cuidaron de que no perdiera la línea de los nobles regentes. Aunque la indiada se volviera descuidada con sus reyes, esa familia cuidaba al noble hasta que moría, mi bisabuelo contaba del don Chombo y de los hijos y nietos.”[7] Las afirmaciones de la anciana son corroboradas en los archivos de India, de los que se substrae el siguiente extracto para su comparación.[8]

Trascripción: En la provincia dicha, esta un lugarejo encomendado a un Gerónimo, italiano; sucedió allí el ano 74 , que cansado los indios y enfadados de una larga enfermedad que había tenido su cacique, de acuerdo y juntos fueron a su casa y le dixieron que según su enfermedad había sido larga, estaban cansados de serville y mantenelle, y que pues ya no era de provecho ni los podía gobernar, se muriese y acabase dalles pesadumbre. El cacique enfermo les respondió que tenían razón, y que pues ansi era, que él se quería morir, que lo enterrasen. Ellos, oída su determinación, lo amortajaron vivo y tocaron a muerto y lo llevaron a enterrar. Ocurrieron a la iglesia los mas del lugar, y entre ellos, la mujer del encomendero y admirada que estando el dicho cacique poco antes con mediana disposición, se hubiese muerto tan presto, se llego a el y le dijo a los indios que no le enterrasen, que podría ser algún desmayo; y como tentando le vio que estaba caliente, quitole el velo del rostro y viole vivo, y ella riñendo a los que llevavban a enterrar, lo quito de allí y llevo a casa, y vivió después mas de cuatro meses; e para desenojalla, la decían el cacique y los vecinos, que peor hubiera sido si lo mataran. Esta señora mujer de dicho encomendero, por el ano de 64 se hizo preñada, y malpario cinco hijos de una vez, de cinco meses y todos vivos.

En el extracto anterior podemos apreciar varias verdades contundentes. La primera es que aun en tiempo de la invasión europea, hubo personas europeas que se esforzaron por preservar la minúscula monarquía de los indígenas del oriente. Podemos ver en el relato que el Manauelike (cacique) de esa época, sufría una enfermedad crónica. Esto es congruente con relatos existentes que dicen que al final de la conquista, el Manauelike de esa época, calló muy enfermo de dolor en sus huesos, algo similar a reumatismo o artritis.

Otro aspecto que es importante recalcar, es la realidad que las autoridades reales, no se opusieron a que una familia italiana, actuara como encomendero de esa familia regente y su grupo inmediato. La familia está plasmada en los archivos de india, no como castellana, sino como italiana. Es posible que dicha familia haya utilizado sobornos u otros medios para asegurar su posición entre castellanos, quienes se disputaban por volverse encomenderos. La narrativa indígena se dice que esta familia italiana y otras lusitanas, sufrieron de su jefe que se fue a Perú, y que para no ser mas abusadas, se quedaron en la zona, pidiéndole a los indios se les absorbiera en sus rancherías. Si su estadía hubiese sido por la fuerza, los Lencas que eran numerosos, hubieran exterminada a una media docena de europeos indefensos.

Otro aspecto importante en esta exploración es la del acto de entierro del cacique. Según la anciana Francisca, sus familiares, desde esas eras, son enterrados el mismo día que fallecen. Al cuerpo ya muerto, según ella, se le colocaba un velo sobre la cara, indicando que ya no pertenecía en este mundo. Ella también expresa que al indígena que moría lejos de su lugar donde se enterró su ombligo, se le ponía una bolsita de tierra traída de ese lugar. Esta bolsita se le colocaba en sus manos o bajo su cabeza, en forma de almohadilla. Las tradiciones funerarias son un indicativo de contribuciones culturales. En la rama de la abuela paterna de Francisca, la tradición ancestral del agonizante era diferente. Decía ella que al moribundo, se le bañaba bien, se le hacia una sopita de flores de ayote, chipilín y flores de loroco. Luego se le hacia un ahumado con un mazo de hiervas santas traídas del cerro Kor’bán. Al que era jefe tribal, se le podía llevar a agonizar a la punta de ese cerro, donde se creía que el moribundo, ofrecía su mas preciada posesión al Dios de Dioses, su espíritu. Ambas tradiciones hablan del mismo monte santo, el cual también vino a ser considerado igual por los judíos secretos.

También es necesario resaltar, que la mujer italiana, intervino en contra de los indígenas lencas, que con el permiso del Manauelike (Cacique), procedían a enterrarle, quizás para evitar molestias y darle un final digno a su jefe. Claramente, este acto obedece a algo mas que simpatía. Seguramente, estas familias estaban emparentadas como lo recalca la anciana Francisca. No es accidente que, desde esa época, cada generación nombra varios hijos ‘Antonio’. ¿Sera que los italianos nombraron así a niños nacidos en la época, iniciando así una tradición de nombramiento? Hay que recordar que, en esas épocas, los indígenas no estaban obligados a poseer nombres y tampoco había documentos de identidad personal. Es probable que la actitud amistosa y cordial entre las raras familias italianas y lusitanas de esas remotas tierras y los lencas, dio lugar a la supervivencia de tradiciones invaluables, que era mantenida de manera oral por los regentes, quienes eran oriundos de la gran región de Cacahuatique, donde estas crónicas se originaron.

Si examinamos más a fondo las crónicas, podemos ver que las relaciones Lenca- europeas en oriente no fueron exactamente claras como se dio en occidente. Hay que recordar que a diferencia del Castellano católico y las denominaciones contemporáneos Cristinas, los judíos no promueven conversiones de gentiles, pues creen que los escogidos ya están contados. Quizás esta actitud, facilito para que el indígena lenca adoptara ciertos rituales semíticos muy temprano, quizás debido a que el Sefardita secreto no impuso religión sobre el indígena, dejándole observar las costumbres semíticas, las cuales más tarde fueron parte de la vida diaria de estas familias remotas. La circuncisión de los lencas nobles fue realidad hasta 1920s, según la anciana Francisca. Las crónicas nos dicen que dicha costumbre se inició desde 1500s. Véase el siguiente relato una vez más.

Transcripción: En aquel año de 1563, en otro lugar cercano que fue llamado Cezori ciertos indios idolatraron en un monte en sus términos, I entre ellos que uno se harpó y hendió su miembro, I que circuncidaron quatro muchachos de doce años para arriba al uso judaico, y la sangre que salió de ellos sacrificaron a un ídolo de piedra redondo, llamado Icelaca, con dos caras atrás y adelante, I con muchos ojos. Decían que este era Dios que sabía lo presente y lo pasado, I veía todas las cosas. Tenia untadas ambas caras con sangre, I sacrificándole venados, gallinas, conejos, aji, chain, otras cosas que ellos usaban antiguamente.

Squier E.G (1860) Collection of rare and original documents and relations, concerning the discovery and conquest of America. Chiefly from the Spanish archives. No.1.Pag. 84

Mas allá, en página 92 del mismo tomo, el cronista citado dice: “averigüe estando allí un delito en contra de un cacique de Gotera, el que desde su gentilidad tenía el miembro hendido y abierto.” Claramente esto indica circuncisión entre los nobles de la zona. Aunque en el país se ignora, niega y se avergüenza reconocer esta historia, los sobrevivientes de la casta de regentes Lencas la han preservado y salvaguardado como parte de su propia historia. Hay que recordar que en el pensar lenca, la mezcla de etnias fue algo normal, oficializado desde el inicio en la era glacial, cuando miles de foráneos llegaron en busca de refugio en tierras lencas.

Con relación a la mezcla de aspectos semíticos y precolombinos, es necesario aclara que desde del punto de vista Lenca, el disco redondo de piedra con múltiples ojos no era Dios. Este ha sido un error de parte de europeos, quienes habiendo visto las culturas de Mexico y Guatemala, quienes poseían miles de pinturas, esculturas y templos con dioses, el mundo lenca no poseía ninguno. La ausencia de un objeto monumental dedicado a Dios no fue debido a falta de destreza, fue debido a la religión Lenca taulepa, la cual describe a Dios como algo tan inmenso y complejo, que, si se figura o talla, se corre el riesgo de simplificarlo, volviéndolo un Dios sin poder. En las narrativas sobre Ishalaka, se decía según los ancianos, que era el lado femenino o materno de Dios. El disco de piedra poseía dos lados, el masculino y femenino. El lado con ojos veía y el lado sin ojos sentía. Cada uno de estos dos lados poseía un lugar sagrado en las tierras lencas. Por ejemplo, Ishalaka cuidaba y habitaba el cerro santo de Kor’ban, mientras que el otro lado, se le atribuía in territorio llamado en el monte de Ti Akalta en Olam-sho, el cual hoy es llamado Parque Nacional Agalta en Olancho.

Se contaba por los ancianos que muchas familias mixtas, que tenían ancestros lencas y sefarditas, acudían de manera secreta a estos dos lugares, a ofrecer oraciones y muestras de sus cosechas a Dios. Al regreso, traían hierbas medicinales, incluyendo hongos. Con la expansión de nuevas iglesias y parroquias, la tradición se volvió aun mas secreta. A pesar de las dificultades, Francisca fue parte de la generación que mantuvo conexión con estas tradiciones de visitas o montes santos. Se creía que, si se llevaba los granos a bendecir, las cosechas de la próxima temporada eran abundantes y no había plaga que las perjudicara.

Si a esta narrativa sumamos la contribución hecha por las otras familias sefarditas que arribaron en 1600s y 1700s, la región oriental y las tierras lencas, pueden verse como santuario o refugio de familias de origen semítico, que, por diversas razones y circunstancias, lograron hacer de ese suelo, su destino y lugar de residencia permanente. A pesar del aislamiento, la inquisición llego a ellos.[9] José Larios en 1805, patriarca de la familia Larios, que es una de las ramas de ascendencia del autor, fue denunciado a la inquisición por los Chamorros en Granada Nicaragua.[10] So conexión con los Lencas le dio la opción de refugiarse en Santa Rosa de Copan. Este hombre poseía conexiones con el viejo mundo y con varias redes judías. Su actividad secreta era la de importar libros prohibidos por la iglesia. Los relatos en la familia dicen que fue el quien trajo libros a los judíos secretos y a cinco familias de Moros en esa región, a quienes logro importar su libro sagrado, el Corán. No es sorpresa entonces, que en los archivos de la inquisición, se le acusa de poseer libros de Mahoma.

Para 1821, tiempo de la independencia. La zona oriental de El Salvador contaba con varias comunidades y varias familias de patrimonio Sefardita, de quienes se expande en ensayos próximos. Lo importante aquí es la clarificación que el semítico no llegó a El Salvador en busca de oro ni dinero, que el cripto-judío no tuvo la libertad de practicar su fe en público. Además, es esencial entender que la presencia Semítica entre la casta Lenca Taulepa, se remonta a 1500s y que el judío en El Salvador no solo vino de Alemania debido a las guerras mundiales, como se sostiene hoy. En verdad, el judío llego en el instante del encuentro de los dos mundos. Muchos explotaron la oportunidad y se volvieron verdugos del indígena. Otros, lograron simpatizar con el indígena, logrando crear convivencia útil entre las dos gentes.

Este pequeño ensayo ha explorado la relación entre los lencas y los primeros judíos secretos que se establecieron en la zona oriental de El Salvador. Se ha elaborado sobre las practicas sincréticas de espiritualidad lenca ancestral, que fue responsabilidad del clan o casta Taulepa, combinada con la progresiva inclusión de semitismo. El autor, que es descendiente de esta unión de familias, ha tomado la decisión de publicar una selección de narrativa oral, preservada por muchas generaciones. Se espera que estos temas sirvan para alentar la inclusión intercultural y afirmar la cooperación entre Centroamericanos. El autor invita a los descendientes lenca-sefardí, a que incrementen su dedicación a la investigación, preservación y difusión de este patrimonio único en la región.

Para más información, favor contactar al autor.
royalmail1@gmail.com

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  1. http://www.monografias.com/trabajos-pdf5/conquista-salvador/conquista-salvador2.shtml
  2. Conversacion personal, 1991.
  3. Ibid.
  4. Squier E.G (1860) Collection of rare and original documents and relations, concerning the discovery and conquest of America. Chiefly from the Spanish archives. No.1.
  5. https://archive.org/details/documentoshistri01ferguat
  6. Termino indígena para referirse al castellano o español invasor.
  7. Francisca G.R. Conversación personal, 1991.
  8. Leon Fernandez (1881) Documentos Históricos y Estadisticos.Pg. 442
  9. Elizabeth Fonseca (costarricense): Historia general de Centroamérica (tomo II), Madrid, 1993.
  10. El tribunal de la inquisición en Nicaragua (1569-1820)

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