Legado judío en Jaén: calles, nombres y menoras que recuerdan un pasado sefardí de 12 siglos

El pasado judío de su ciudad se refleja por la influencia del gran Hasday Ibn Shaprut, natural de Jaén que llegó a ser el máximo responsable de la comunidad judía española

 

Doce siglos de presencia judía en la ciudad han dejado una huella imborrable en la memoria de los jienenses. Los visitantes al barrio judío quedan sorprendidos con su melancólica belleza arquitectónica y su rico legado patrimonial. El pasado judío de su ciudad se refleja en las múltiples estrellas de David que adornan la judería.

Misterio, leyenda y memoria viva en Jaén, gracias en buena parte, a la figura del gran Hasday Ibn Shaprut, natural de Jaén que llegó a ser el máximo responsable de la comunidad judía española hasta su muerte, hacia el 975, dejó al mundo entero su extraordinario legado.

Como suele suceder en la amplia mayoría de las ciudades de la Red de Juderías, el itinerario por el barrio judío ofrece puntos de interés de claro pasado judío, otros cuya conexión histórica se enmarca en el ámbito de lo judeoconverso, así como otros monumentos que se emplazan en el territorio de la judería y que es menester visitar por su riqueza patrimonial.

Un papel fundamental en la recuperación de los vestigios judíos de Jaén ha tenido la Asociación Cultural Iuventa, que ha contribuido con numerosas actividades en la ciudad, además de la coordinación y logística de monumentos que hoy podemos disfrutar en nuestro recorrido por la judería, entre ellos: el monumento a Hasday Ibn Shaprut y la Menorah de la Diáspora en la antigua plaza de los Huérfanos.

 

El presidente del colectivo, Rafael Cámara, uno de los grandes promotores del patrimonio judío en Jaén ha asegurado a ABC que la judería de Jaén es «una de las juderías más grandes de la Corona de Castilla», destacando la impronta del legado judío en el Reino de Jaén y en la ciudad de Jaén, bastante importante no sólo de la etapa medieval, sino después de la etapa en la que los judeoconversos, que dejaron una huella en la ciudad a través de una serie de matrimonios, con la aristocracia y de obras importantes de mecenazgo.

«La judería de Jaén ha dejado una historia muy dilatada en el tiempo, que comienza en el siglo VII con los visigodos y que va a estar hasta el siglo XIV y después la presencia judeoconversa» ha señalado Cámara.

De la mano de la Asociación comenzamos la ruta en la Catedral, su belleza la ha convertido en candidata a ser declarada Patrimonio de la Humanidad y es considerada como uno de los mejores exponentes del Renacimiento Español. Comenzar el itinerario en este emblemático monumento no es casual. Su arquitectura y decoración exhiben pistas concretas de su vínculo con los judeo-conversos jiennenses y con la Inquisición.

«En uno de los relieves del Coro llama la atención las imágenes de un grupo de judíos llevando una «rodela». Este distintivo circular fue de uso obligatorio para la población judía durante determinados periodos. Su objetivo era diferenciar a los miembros de esta comunidad de los cristianos. Lo que nos habla de la gran integración que existía entre estas poblaciones» ha puesto de relieve Rafael Cámara.

 

En la parte más antigua de la Catedral de Jaén, aposentada sobre un entablamento gótico vive desde tiempo inmemorial una criaturilla extraña, llamada popularmente «La mona». Esta iconografía se hace eco de las representaciones antijudías de la Edad Media, recordándole al converso que para alcanzar la salvación no debe judaizar.

Ubicado en el corazón del casco histórico, data del siglo XV y destaca su hermoso patio en el que se conserva una preciosa galería. Interesante también es el salón cuyo interior está cubierto con un magnífico alfarje mudéjar; único en toda la ciudad. La galería se construyó en el siglo XVII y los arcos son de medio punto, por lo que no se puede decir que sea gótica y en su interior se encuentra la Medalla de Oro de Ibn Shaprut. En la actualidad, este palacio es propiedad Ayuntamiento de Jaén, que ha instalado allí el Patronato Municipal de Cultura y Turismo.

En la calle San Andrés se encuentra una de las posibles sinagogas de la antigua judería: la iglesia de San Andrés. Su estructura edilicia recuerda el de un templo judío medieval. Algunas de los indicios que señalan su posible origen hebreo son su orientación al Este, la geometría del patio, las puertas laterales, y la carencia de fachada monumental en el muro oeste. También cabe recordar que por ley las sinagogas debían presentar un aspecto austero y una altura menor a los templos cristianos. Esta iglesia cumple con ambas ordenanzas.

 

Las calles del Rostro y Santa Cruz, además del callejón del Gato, o las cercanas de los Huérfanos, Remojadero del Pescado, Real, etc., forman parte del encantador entorno del barrio judío de Jaén. En nuestro recorrido nos encontraremos en la calle Rostro Nº4 con la sede de la Universidad Popular Municipal: «Sabetay Djaen1». En el zaguán de entrada de dicho inmueble el visitante hallará en una vitrina una réplica de un posible «yad» del siglo XIV, hallado en una excavación arqueológica en ese mismo lugar, del que habla el arqueólogo Vicente Barba «se ha identificado como un puntero judío ritual de la lectura, un elemento hecho en marfil de unos diez centímetros, tallado de una forma exquisita».

Un candelabro judío de siete brazos y abajo una emotiva inscripción en castellano y en judeo español o sefardí dedicada a las familias españolas de la diáspora sefardí: ¨Las huellas de quienes anduvieron juntos nunca podrán borrarse». Esta Menorah es la primera que se ubicó en una vía pública de España.

Coronando este emotivo entorno se encuentra un delicado puente, que fue construido sobre los restos arqueológicos de la puerta de Baeza. Esta antigua puerta de la muralla medieval comunicaba la judería jiennense con el exterior de la urbe. El puente simboliza, además del paso de los judíos para entrar o salir de su barrio, un puente entre culturas diferentes que un día convivieron juntas.

Este magnífico edificio de estilo renacentista perteneció a Fernando Torres de Portugal, virrey del Perú y conde de Villardompardo. Actualmente cuenta con un gran complejo cultural que incluye los baños y las dependencias del palacio, el Museo de Artes y Costumbres Populares y el Museo Internacional de Arte Naif.

 

 

«El palacio de Villardompardo guarda en sus bajos uno de los mayores tesoros de Jaén: sus maravillosos baños árabes del siglo XI. Imponente testimonio de la presencia musulmana en la ciudad es una verdadera joya en el casco histórico de Jaén. Su restauración en 1984 le mereció el premio Europa Nostra» ha informado Eva de Dios Martínez, experta en la judería de Jaén y galardonada con el premio Andalucía del Turismo 2023 en la categoría de ‘Trabajador o Trabajadora del Sector Turístico’, quien ha subrayando estos baños fueron punto de encuentro de las tres religiones: judíos, musulmanes y cristianos.

Este edificio fue en sus orígenes un viejo palacio musulmán que el rey castellano Juan I cedió a los dominicos en 1382. Fue sede de la Universidad de Santa Catalina, hospicio y dependencias del tribunal de la Santa Inquisición de Jaén. En el edificio destacan, sobre todo, las magníficas proporciones del claustro, que lleva también el sello de Andrés de Vandelvira.