ACOES (Asociación Colaboración y Esfuerzo) culminó con éxito nueva ruta cultural que desveló los secretos de la Sevilla judía y las huellas de sus principales sinagogas. Ofició de cicerone Ángel Pérez Guerra
Ángel Pérez en la Plaza de los Refinadores.
No todas las ONGs centradas en el desarrollo pueden presumir de transparencia, proactividad y que el dinero íntegro que recaudan aquí llega, sin merma alguna, a su destino. ACOES en Sevilla lleva años trabajando y extendiendo la semilla que plantó en Honduras un sacerdote de pueblo que encontró en Centroamérica su misión asistencial más trascendental.
Desde 1993 el Padre Patricio Larrosa, originario de la provincia de Granada, se desvive para multiplicar el mensaje de ‘aprender para compartir’. Aquel país, sacudido por la desigualdad, corrupción, pobreza y el analfabetismo entrañó el reto de un sacerdote que no se rinde. Su carisma le rodeó de capacidad de convocatoria para formar niños y jóvenes muy lejos de España.
Casi 20.000 hondureños han sido educados en las aulas que patrocina ACOES Sus voluntarios proceden de 4 países (España, Francia, Canadá y USA) y sobrepasan las mil personas. Son mayoritariamente docentes, sanitarios y pedagogos…. El reto es que la formación vehicule la dignidad que merece cualquier humano. Se alejan así, menores en riesgo de exclusión, del trabajo esclavo, abusos, dramas y desestructuración familiar. Debemos considerar en Honduras el poder de las ‘maras’. Atraen a muchos jóvenes al delito. La clave formativa ayuda a escapar de esa marginalidad social.
Grupo de la Ruta de las Sinagogas.
La cultura que recauda
Ya reseñamos en El Correo de Andalucía el éxito que obtuvo de asistencia una ruta explicativa de la Avenida de la Constitución. La condujo el Profesor Doctor de la UPO José María Miura, Director de su Departamento de Geografía, Historia y Filosofía. Dicha vía céntrica y troncal hispalense fue detallada desde su génesis hasta la actualidad.
El pasado Domingo fue el acreditado escritor y periodista Ángel Pérez Guerra quien explicó la Judería sevillana a través de sus sinagogas más relevantes. Sus eruditas palabras fueron contextualizadas históricamente en parte gracias a la obra de Rafael Cómez Ramos ‘Sinagogas de Sevilla’ (Arte Hispalense, Diputación de Sevilla 2015).
La referida obra del Catedrático de Arte Medieval-US [Cómez] sirvieron a Pérez Guerra para ubicar a la concurrida asistencia (más de 60 personas que donaron por persona 10 euros a ACOES) los distintos accesos que tuvo el recinto amurallado de la parte hebrea sevillana. La Judería tuvo tres puertas (Mesón del Moro, San Nicolás y Puerta de la carne) y conexión directa al complejo del Alcázar (por el Patio de Banderas).
Pérez Guerra invitó a los/as presentes a que usaran su imaginación para plasmar mentalmente las principales sinagogas autorizadas por una cédula de monarcas cristianos, aunque se sabe que hubo decenas más de escuelas talmúdicas. Las tres sinagogas (Plaza de Santa Cruz, Santa Mª La Blanca y San Bartolomé) están destruidas, sólo se sabe de su ubicación.
Pero tales lugares de culto acreditaban que las 400 familias judías que se trasladaron a Sevilla desde Toledo vivían seguras y conectadas desde el siglo XI. Aquellos hebreos se naturalizaron rápidamente. Implantaron la pauta que les impide transformar para ‘comprar y vender’. Habilitaron distintos zocos que activaron la vida comercial sevillana antes y después de la llegada a Sevilla de Fernando III en 1248.
Grupo de la Ruta de las Sinagogas.
Sólo en un tramo de la calle Fabiola, donde llamativamente se ubicó muchos siglos después el consulado alemán en la etapa nazi (1932-1945) y actualmente perviven varias representaciones diplomáticas, puede visibilizarse un parte de la muralla que separaba la Judería de la Sevilla cristiana. Paradojas de la historia, un reconocido antisemita, el Cónsul pro-nazi Gustav Draëger, veía a diario ese muro con los mismos ojos que sus conmilitones nazis propiciaron el Holocausto.
Los progroms contra los judíos en la Sevilla judía fueron numerosos. Estos ataques contra dicha comunidad se fundamentaban en acusaciones de cristianos endilgadas a los hebreos. Les tachaban de herejes, brujerías y secretismo. En realidad, maridaban ritos ancestrales -desde el primer Éxodo- con liturgias de sus libros sagrados (Torá, Talmud…). Los protosefardíes sevillanos estaban apiñados en familias que erigieron grandes casas y palacios. Tal comunidad oficiaba como financiadora de los reyes cristianos. Comerciaban con lo que fuera menester amén de actuar como prestamistas privados.
Los distintos puntos que trazó Ángel Pérez Guerra en la ruta reveladora de sinagogas destacaron las huellas de las mismas. Afirmó que la más grande, la de Plaza de Santa Cruz, tiene repartidas columnas en el actual Pabellón de Chile tras estar un tiempo en los jardines de San Telmo, posteriormente integrados en lo que hoy conocemos como Parque de María Luisa.
Otras partes de ésta sinagoga se repartirían en la calle Oriente. Justo donde existió un cementerio judío cuyo recinto partía desde la actual Plaza de los Refinadores. Contra la creencia popular en esta plaza no se refinaba más que oro y plata, siglos antes de ser fundidos –dichos metales preciosos- en la Casa de la Moneda.
Los vestigios de SEFARAD (así tildan los judíos a congéneres en la península ibérica) en Sevilla están señalados en placas doradas y en el suelo. Un judío sevillano, Samuel Abravanel, fue quien levantó el Palacio de Altamira en la calle Santa María la Blanca, hoy sede de la Consejería de Cultura-Junta de Andalucía. Como él hubo muchos gestores de tributos que cuando conquistaron Sevilla los cristianos se cambiaron en parte de fe para sobrevivir aunque seguían su fe judaica (los llamaban despectivamente marranos).
Dori Cáceres (i) y Ángel Pérez (d).
Los casi trescientos años (siglos XI-XIV) que duró la presencia judía en Sevilla dejó una leyenda con nombre de mujer; arrancó durante el siglo XV. Susona Ben Suzón era una ‘fermosa fembra’ que se enamoró de un noble cristiano. Delató a su familia y amigos por conspirar contra la Inquisición: todos acabaron en la hoguera de la sinrazón. Los remordimientos de la bella judía la ingresaron en un convento hasta pedir ella que su cabeza fuera expuesta en pago a su delación mortal.
Una calle del barrio judío sevillano tiene su nombre de pila junto al antiguo nombre de calle de la muerte. Una calavera preside parte de la minúscula y estrecha vía. La vía es paralela a calle de la Vida. Ambas desembocan en la Plaza de Doña Elvira. Según Pérez Guerra, que aportó gran rigor a sus explicaciones, la historia de Susona es más leyenda que realidad. Pero la historia de la judía traidora, de ser cierta en su totalidad, fascinó a escritores y guionistas.
La imaginación que podemos hacer de la Sevilla hebrea tiene más luces. La mayoría de sus vecinos eran hábiles comerciantes, financieros, médicos o boticarios. Todos eran aficionados a la cábala. La sombra de Susona revolotea aún por aquellas mentes privilegiadas.
Un fuerte aplauso de la concurrencia coronó las impecables explicaciones por parte de Pérez Guerra. El nerviosismo que dijo tener el cicerone de la ruta al estrenarse como guía de ésta actividad que alienta ACOES lo remediaron felicitaciones que recibió al terminar la misma. La imaginación hizo lo que pudo gracias a su oficio que vehiculó esta parte de la historia que parece oculta, remisa a ser desvelada.
Finalmente, unas palabras de Dori Cáceres, Presidente de ACOES-Sevilla anunciaron nuevas actividades con fines solidarios, además de invitar a apadrinar un niño hondureño por 50 céntimos al día. Para el próximo 20 de febrero proyectan una cata de vinos con tapa. Para el 13 de marzo será Rafael Blanco, experto en jardines históricos, quien guiará a quienes asistan a nueva ruta por todo el recinto del Parque de María Luisa.