Tengo un cariño especial para este romance, porque fue el primero romance sefardí que conocí; lo grabé a una mujer sefardí de Larache, Marruecos en los años 1970, e, ironicamente, fue en un contexto asquenazí! Un grupo de gente de «Edad de oro» me habían invitado a cantar en Yiddish, y, cuando acabé, esa mujer, Mercedes Bohbot, me preguntó si quería escuchar un romance de su familia.
Hemos perdido un poco la diferencia entre «kantika» y «romansa.» La gente puede utilizar los términos como les parezca, pero «romansa» o, en castellano, «romance», se refiere a una canción narrativa, en inglés, ballad» (o «ballad» clásico, ya que en la terminología «pop» quiere decir otra cosa por «ballad.») Sencillamente – un romance contesta a la pregunta «¿qué pasó?» Una kantika normalmente describe, por ejemplo, un estado de emociones – estar enamorado, estar triste, estar feliz. Pero también, los romances tienen una forma concreta. Bueno, tienen más de una, pero la más frecuente es que se consiste en versos aliterativos de dicieseis sílabas, repartidas en dos hemistíquios de ocho. Las romances «clásicos» se encuentran en el Catálogo-Indice preparado por los grandes estudiosos, Samuel Armistead, Joseph Silverman (que descanse en paz) y varios colegas suyos. Cada tema narrativo tiene su número, lo que facilita compararlos, comentarlos, estudiarlos, buscar otras versiones para cantar, etc.
«Landarico» pertenece a los romances merovingios. En el catálogo recibe el número M8. A veces, aparece el nombre como Landarico, Andarlino, Andarleto, etc., pero originalmente era casi igual, en Latín, Landaricus. La historia (pero no la música, porque las melodías son mucho más tardías que la letra) remonta a la época de los Merovingios, en la Crónica Rerum Francorum (crónica de los hechos de los reyes francos). Existen versiones en España y Portugal, o sea, versiones no judías, pero hace mucho tiempo que es casi imposible encontrarlo cantado de manera tradiconal en los pueblos.
En mi disco «Sefarad en Diaspora» canto la versión más conocida de los Judíos de Marruecos, a la manera tradicional de las mujeres, a capella, sin instrumentos de música; y mi hija, Tamar Ilana, canta la versión más conocida de la zona ex-otomana, acompañada por el ‘ud.
Flory Jagoda, en su primer disco, canta una versión antigua y preciosa, de Bosnia. Desgraciademente, es de los muy pocos romances que ella canta – y es mi preferido de todas las canciones que ella ha grabado (como lo sabe ella, de las muchas conversaciones que hemos tenido a lo largo de los años.)
En Ladinokomunita, ha dicho alguien que este romance hay que cantarlo con emoción. Esa observación, para mí, es muy interesante, porque en general, el estilo de cantar los romances, tanto entre las mujeres sefardies, como entre las mujeres (no-judías) de los pueblos en España y Portugal – el estilo de kantar los romances suele ser más bien «neutro». La persona que los canta no suele meterle emoción, sino que su voz es el vehículo, trasmite la historia: la historia tiene su propia emoción y dinamismo, y así sale aún más fuerte, sin el filtro emotivo de la (o del) cantante.
Esto no es una cosa especialmente sefardí , sino que es algo bastante típico del romancero pan-europeo.
Claro, cada persona es diferente, y recuerdo a alguna mujer cantando con más emoción que otra, pero hay que recordar que estas historias de los romances antiguos son historias lejanas, no de nuestra vida cotidiana. Incluso recuerdo que la Señora Bohbot, cuando me cantó «Landarico», cuando llegó al final trágico, se puso a reir – no porque no tenía corazón, todo el contrario, sino porque era una historia tan lejos de la vida «normal.»
En la historia, Landarico (Andarleto, Andarlino etc) es el amante de la reina. El rey va a saludar a su mujer por la mañana, ella se está peinando delante del espejo, y no le mira; piensa que debe ser su amante y le saluda por nombre, diciendo que los hijos que ella tiene con él, les da la vida más bonita que a los (o a él) que tiene con el rey. Cuando se da cuenta que es su marido el rey, dice «ay, discúlpame, estaba soñando» o, en la versión marroquí, dice «estaba loca durante unos momentos». (En versiones más largas, hay complicaciones – el rey baja la escalera y se encuentra con Landarico subiendo…) En una versión de España (cristiana) ella dice al rey «bueno, mátame, ya». ¿La respuesta? En Turquía, el rey suele decir, » te perdono, con el yardán corolado», o sea, un collar rojo, quiere decir, te corto la cabeza. En Marruecos se le corta la lengua. En aquella versión de España, no la mata, pero la encierra en una torre con orina de caballos para beber. Pero hay que pensar que en la historia original, esta misma reina también mató a varios personas, antes del comienzo de la historia narrada en el romance….
Olvidamos con demasiada frecuencia que el romancero sefardí es una rama del romancero hispano, y además una rama del romancero pan-europeo: hay romances, como «Landarico», que existen solamente en judeo-español, portugués, castellano (y a veces en gallego y catalán) – pero también los hay que tienen versiones de Inglaterra, Escocia, Alemania, Italia, Francia, Grecia… también en Yiddish… como «La vuelta del marido», que cantamos, mi hija y yo, en siete idiomas, en el mismo disco con «Landarico.» Allí también cantamos versiones de los romances «Hermanas reina y cautiva» («Moricos, los mis moricos» – Bosnia / «La reina Sherifa mora» – Marruecos) y del «Quintado y la aparición» («Mes de mayo» – sefardí marroquí / «Don Fernándo» portugués).
Los romances están llenos no solamente de historias interesantes, sino también de historia, de costumbres – y de cuestiones de la ética, como acabamos de ver con «Landarico.» Tal y como resulta más emotivo cantarlos sin demostrar la emoción personal – o solamente minimamente – de la persona que canta, también resulta más impresionante la presencia de estos asuntos importantes sin que las letras lo digan de manera obvia. Todo es – la historia, la narrativa, el diálogo. Las conclusiones, las cuestiones, todo esto lo saca cada persona según su inclinación, sus conocimientos, etc. Al perder el romance como canción de la vida cotidiana, hemos perdido mucho más que algunas canciones interesantes.
Liliana Benveniste -a quién no he tenido el gran placer de conocer en directo pero que sí he tenido el placer de conocer «virtualmente»- me ha pedido permiso de utilizar este sitio los komentarios ke hice en Ladinokomunita (1) sobre el romance Landarico (2) . Pues, aquí están. No es un articulo académico, sino que son unos comentarios que hice rapidamente.
Dra Judith R Cohen, etnomusicóloga,
Toronto, enero del 2010
(1) Para suskrivirsen a Ladinokomunita mandar un e-mail vaziyo a Ladinokomunita-subscribe@yahoogroups.com
(2) Comentarios efectuados en Ladinokomunita sobre el artículo publicado en eSefarad: Sephardic Jewish Turkish Haketia song- Landariko
y que bien la cantas en Cantos de mujeres en las tres culturas