El dejar registro de nuestra familia, empezó a cristalizar cuando Jaime, mi sobrino tuvo la idea de compartir vivencias familiares y aprovechando su capacidad para las computadoras, creo una página web, la que con el aporte de los parientes, se fue nutriendo de anécdotas, fotos, recetas de cocina, comentarios, etc., donde nuestros abuelos y sus fotos se parecían a los próceres de mi lejana escuela primaria, que yo interpretaba como “almidonados” de los cuales nadie osaría pensar que eran humanos y que nunca se ponían nerviosos,… pensando en ello recordé:
“La historia de los cubiertos de plata de la abuela Buliza”
Una historia de vida sin súper héroes, que yo intentando desmitificar, colgué en la pagina. Pasó algún tiempo, la pagina se descontinuó y lo escrito quedo en el recuerdo de los que lo leyeron. Yo no guardé el archivo, luego mi hermana Luisa (Buliza) reflotó el tema y como dijo….”que no se quede en el olvido”…..”sabes que, Moshon, escríbelo de nuevo,….. “y comola Buly lo que tiene de buena, lo tiene de constante y me lo ha pedido mas de una vez, les cuento “la historia de los cubiertos de plata dela Abuela Buliza”.
Y todo empezó como un desagravio, a lo hecho por mis hermanas Buly y Violeta y creo que fue por la década del 80/90 en que se puso de moda hacerse pulseras con cubiertos de época, y mis hermanas eligieron para este fin los cubiertos de plata de la abuela, una un tenedor y la otra una cuchara; hasta aquí, la historia no tiene nada de particular, pero la tradición del uso tenía mucho de particular en nuestras raíces judeo-españolas, en el que en la visita a la casa de una familia sefaradí, la señora recibía con café (a la turca), con dulces de su propia factura, mostrando ser una verdadera “necochera” ya que “el café solo, es de velorios”, “leshos, de todos nosotros, y sin mancura ninguno”…
El desarrollo de la escena que tengo grabada de muy niño fue así…
Mi padre charlando amablemente con las visitas, sentados en los sillones de mimbre marrón, y mi madre llegando sobriamente elegante, portando su bandeja metálica rectangular de buen peso y dimensiones, cubierta de una carpeta bordada de un blanco inmaculado, conteniendo su renombrado “dulce de pomelo” en un bol; un vaso de agua de su juego de cristal, las seis cucharas y los seis tenedores de plata relucientes y en perfecta formación y que comenzando por la visita fueron degustando y depositando el utensilio usado en el vaso de agua y como reverencia de buena educación exclamaban “bendichas manos Perlita!”…Luego mi madre se retiró con la bandeja, regresando casi de inmediato con el resto del servicio. Los cubiertos habían dejado su lugar a los pocillos de café, las cucharitas y la azucarera; así recuerdo la ceremonia del café, y lo que cuento, lo fue especialmente en oportunidad de la visita de un matrimonio de cristianos nuevos, como se denominaron los conversos y mantenían vivo su origen judío.
La punta de mis recuerdos, desde mis cinco años, es lo mágico del cuadro, de recibir una familia especial para mi padre, en un día luminoso y templado, en la galería de la vieja casa de Brown y Las Heras, en la trastienda del negocio, en la cosmopolita Republica de las Heras, (nuestro barrio).
Para mejor entender la historia de los cubiertos de plata me remonto al comienzo del siglo XX. Mi abuelo Moisés Hazan, que para entonces transitaba sus años mozos y vivía en Esmirna (Turquía), de profesión estibador de puerto, ya casado con mi abuela Luisa Haquim (Buliza), ayudante de cocina en casa de ricos. El ser analfabeto, no le impidió manejar varios idiomas: turco, griego, castellano, herencia del paso de nuestros abuelos por España, corridos por la Inquisición, y acogidos por Turquía, a fines del siglo XV, y el francés e italiano con vocabulario mas restringido, idiomas estos afianzados como resultado de sus viajes en las cercanías de Esmirna .
El abuelo según se supo, era un tanto aventurero y deseoso de encontrar una mejor vida y con pocos recursos partió con la idea de “hacer la America” y se embarcó, como polizón, en un barco que recaló en el puerto de Montevideo, poniendo, en primera instancia, distancia a la primera guerra mundial, que como era comentario de mis mayores «… de los que habían sido reclutados nunca mas se supo…»
Llegado a Montevideo y con la promesa pendiente de enviar dinero para viniera mi abuela Buliza cuando las economías mejoraran y se pudiera enviar dinero para el viaje. Con esas miras partió a Salto (R.O.U) donde se encontraba de algún tiempo anterior su cuñado León Rosas, casado con Estirula (Ester) Hazan, hermana de mi abuelo, que pasaban una época de bonanza, ya que Leon ejercía un comercio con el cual cobijó a mi abuelo con trabajo.
Estirula ayudo a mi abuelo a mantener su promesa y fue reteniendo parte de los sueldos, para costear el pasaje de su cuñada.
No obstante el esfuerzo, el tiempo pasaba, y mi abuela decidió poner en casa de empeño sus cubiertos de plata, completando el costo de su pasaje a la América (mejor marido en mano, que cubiertos en el cajón) llegando a Salto para el 1913, ymi padre nació en Salto para el año 14.
Las alegrías y tristezas deben haber sido las de toda familia de inmigrantes, pero las economías y los esfuerzos fueron constantes, con mudanzas sucesivas, permaneciendo primero en Salto, se trasladaron después a Concordia, Argentina, luego a Federal, en el norte entrerriano, por lo que deduzco que debe haber sido un gran esfuerzo reunir el dinero del empeño, otro remitirlo a Esmirna para levantar el empeño, enviando desde Europa los cubiertos ala Argentina… seis tenedores y seis cucharas de postre, para mantener una tradición, un recuerdo de sus antepasados o vaya uno a saber… yo supongo que el mayor valor debe haber sido emotivo, para mí lo es hoy cuando tengo mas años que los que contaron ellos.
Me queda la pregunta sin respuesta de la historia previa, ya que no los conocí a ninguno de los dos porque fallecieron jóvenes, también para su época: el abuelo Moises para el treinta y ocho y antes que cierre el año de duelo falleció Buliza (y esa es otra historia) Yo llevo el nombre del abuelo y mi hermana Luisa el de la abuela, y lo que yo les escribo son lo recuerdos de mi padre, que me repitiera los recuerdos familiares.
Un poco para cerrar los recuerdos les cuento que tengo en mi casa cinco tenedores y cinco cucharas de postre que son lo que quedó. A ellos les voy a juntar esta historia para que el día de mañana los que me sucedan sepan que simbolizan cinco tenedores y cinco cucharas huérfanas de juego alguno, con poco valor monetario pero profundo valor simbólico.
A mi Papá
que siempre me contó las historias valorando de dónde venimos.
Moisés Hazan
Julio 2012
Nota: agradezco a mi hermano Moshon, el compartir este recuerdo con nuestros lectores.
Buly Hazan
Julio 2012
BULY
Cada vez logras emocionarme mas con tu forma de narrar
Es maravilloso haber tenido un padre que supo transmitir la tradicion familiar y los sentimientos guardados ,que aunque sean objetos son portadores de mucho sentimiento , por lo menos es lo que me llega a mi
Muevamete mis felicitaciones
soy fiel seguidora de tus escritos, y siempre esperando mas
Te quiero un monton
MIRIAM
como puedo contactarme para saber mas sobre la famlia hazan mis abuelos solomo hazan y alegre hazan nacieron en turbia después emigraron a italia i luego sudamerica
No tengo conocimiento de esta familia, ya que mi padre Isaac Hazan, era único hijo y `solo tenia dos primos que vivían en Buenos Aires; Levy y Giacomo Hazan, cuyos descendientes viven en Buenos Aires