La Cábala en Sefarad

Ágora de Santa María la Blanca. GPS

Toledo siempre invita a una visita pausada y por una razón muy clara, su inmenso patrimonio cultural supera con creces al arquitectónico.

Parece que para conocerla sea suficiente deambular por sus calles y visitar sus numerosos monumentos, pero el arte de la piedra o el devenir de los hechos históricos son el mero atrezzo y escenario de otros aspectos que permanecen velados a los ojos del turista, de aquel que no repara en el detalle, del que nunca se pregunta nada.

Era el tiempo del Pésaj, la pascua judía, y me hallaba en el interior de la sinagoga de Samuel ha Leví. Esta vez había decidido permanecer durante algunos días en la ciudad y profundizar en un aspecto trascendental de los judíos hispanos, los sefarditas, y que tuvo a Toledo como epicentro: la Cábala.

¿Pero qué es la Cábala? En la religión judía, la Cábala es la doctrina mística respecto a Dios y al universo recibida por revelación desde un remoto pasado y reservada para unos pocos elegidos. Estas enseñanzas fueron reveladas por Dios a personajes bíblicos como Abraham o Moisés y sus conocimientos se muestran ocultos, de manera que solo el iniciado pueda tener acceso a ellos.

La Cábala es una forma específica de interpretar las Sagradas Escrituras que permite descubrir su significado esotérico proporcionando herramientas que llegan incluso a alterar la realidad mediante el uso de la magia.

Sefarad, como así llamaron los judíos a España, fue el lugar donde por primera vez se pusieron por escrito aquellos conocimientos cabalísticos que solo podían ser transmitidos oralmente a aquellos que hubieran sido iniciados en sus misterios.

Esto sucedió en el siglo XIII, cuando el sefardita Moisés de León escribe el Zohar o Libro del Esplendor. Otros sefarditas toledanos hicieron su camino al mismo tiempo, como Todros ben Yosef Abulafia, Isaac ben Latif o Yehuda ibn Moshé Cohen, que tradujo el famoso libro de magia conocido como Picatrix.

El pueblo judío recibe esta tradición esotérica directamente de las civilizaciones de la Antigüedad. Dirigidos por Moisés, un alto iniciado, huyen de Egipto por haber aceptado las creencias monoteístas promovidas por el faraón Atón tras la caída en desgracia de sus seguidores. Sus prácticas religiosas, también eran herederas de los importantes misterios de Caldea, no en vano, el origen de su pueblo se encuentra en Mesopotamia.

La llegada de los seguidores de Moisés a Sión y la posterior construcción del templo de Jerusalén, constituyó un hito de capital importancia para la historia de las religiones en Occidente así como un referente ineludible de la relación del hombre trascendente y espiritual con el Creador.

Probablemente, el conocimiento de la Cábala llegó por primera vez a Occidente en el siglo VI a. C., cuando se produce la primera diáspora judía tras la conquista de Jerusalén por parte de los babilonios de Nabuconodosor. En los escritos bíblicos del profeta Abdías, escritos ese mismo siglo, ya se nombra a Sefarad como lugar donde habita el pueblo elegido: «. y los antiguos deportados de Jerusalén que están en Sefarad, ocuparán las ciudades del Neguev».

Solo hay que ponerse en marcha, caminar por las serpenteantes callejuelas de la judería toledana al tiempo que desprendemos el velo que nos impide la percepción de lo sobrenatural. La búsqueda del Ein Soft, la esencia divin que no puede ser conocida, nos espera.

Fuente: La Provincia.es

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