La Antígona del presidente Mora

Juan Rafael Mora Porras
Juan Rafael Mora Porras

Teniendo en mis manos el acta de nacimiento de Jean Jacques Bonnefil Hydemayra, que nació el 4 de marzo de 1816 en Bordeaux (Francia), y siendo la nieta de Luis Hidalgo Bonnefil, bisnieto de Jean Jacques Bonnefil, siento una profunda emoción, ya que mi “ arrière arrière grand père ”, siendo cónsul de Francia en Puntarenas en 1860, jamás imaginó que, como en la tragedia griega Antígona, de Sófocles, pasaría a la historia por desobedecer las leyes humanas dictadas por el gobierno golpista de Montealegre, que ordenó no darle sepultura a los restos del presidente Mora y su cuñado el general Cañas. Consciente de que existe una ley divina que se impone ante cualquier injusticia, dispuso, a pesar de posibles represalias en su contra, sepultarles en el panteón del estero de Puntarenas, ya que el gobierno dictatorial pretendía que los cuerpos fueran lanzados al mar.

Al tratar de borrar todo vestigio de valor y liderazgo del presidente Mora contra el filibusterismo de Walker, y no estando contentos con traicionarlo y luego fusilarlo, quisieron deshonrarlo de la manera más ruin y perversa, negándole una digna sepultura.

Pero la historia no siempre la escriben los “vencedores”, y Bonnefil lo sabía. Por ello, resguardó los restos de Mora y Cañas hasta que tuvo certeza de que no caerían en manos de los contendientes. Esta historia es verdadera y es más que un simple hecho anecdótico familiar transmitido por todo descendiente de Bonnefil.

Preservar la historia. Ese es un acontecimiento documentado en el Archivo Histórico Arquidiocesano Monseñor Bernardo Augusto Thiel, y así lo expone la investigadora Ana Isabel Herrera Sotillo en su artículo “El presidente Juan Rafael Mora y la Iglesia católica”: “En un gesto loable el 20 de mayo de 1866, junto con varios testigos, Bonnefil exhumó los restos de ambos y desde ese mismo día los conservó brevemente en su residencia en Puntarenas y después en San José” (Revista Comunicación. Volumen 19. Año 11).

El 5 de agosto, el Dr. Mariano Padilla levantaría un acta en dicha casa de la capital, haciendo constar lo siguiente:

“A la mano derecha de la entrada del zaguán de la casa de Bonnefil se encuentra una pieza que hallamos entapizada con un cortinaje blanco, adornado de listones negros y muchas coronas de ciprés. En medio de la sala estaba una mesa de cerca de dos varas de largo tapizada de blanco e igualmente adornada de listones y guirnaldas mortuorias y en sus extremos ardían dos lámparas. Sobre la mesa estaban dos cajas de cedro de treinta y tres pulgadas y diez y nueve de ancho”. Por fuera tenían las marcas “M” y “C”, correspondientes a Mora y Cañas, las cuales “se abrieron y fueron examinadas cuidadosamente y enseguida los restos fueron depositados en sendas urnas de caoba barnizada, con adornos dorados y una cruz de plata en su extremidad superior”.

A los doscientos años del nacimiento de este gran hombre, tenemos el deber como costarricenses de preservar la historia y otorgarle el lugar que le corresponde a Juanito Mora en ella.

Como filósofa, puedo apreciar que en Costa Rica hechos verdaderos que conforman nuestra idiosincrasia son eliminados o deformados, obedeciendo a los intereses de quienes desean administrar la memoria histórica a su amaño.

Un ejemplo de ello es que se haya ignorado el origen judío sefardí de la familia francesa Bonnefil, al que se hace referencia en el Boletín de la Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas #79, en el artículo “Unidad en la diversidad. Linajes sefarditas”, del académico de número Yves de la Goublaye. Ya indiqué que soy nieta de Luis Hidalgo Bonnefil y Mélida Rivera Ortíz, ambos de origen judío sefardí al igual que mi madre.

En suma, nos encontramos frente a un hecho histórico: la gran amistad nacida después de la muerte, proveniente de la humanidad del gesto de Bonnefil para con Juanito Mora.

POR MARISOL CHÉVEZ HIDALGO, (soy licenciada en filosofía de la UCR)  

Fuente: La Nacion por gentileza de la autora

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Breve biografía de Juan Rafael Mora Porras
Fuente: Biografía y vidas

Juan Rafael Mora Porras
Juan Rafael Mora Porras

(San José, 1814 – Puntarenas, 1860) Político costarricense que fue presidente de la República (1849-1853 y 1853-1859). De agradable trato personal y gran tesón, Mora fue muy hábil en los negocios y la política. Hijo de un comerciante, trabajó durante su juventud en la profesión de su padre. Interesado por la política, pronto ocupó cargos importantes: en 1847 fue nombrado vicepresidente, debido a la renuncia de José Alfaro. Mientras ejercía ese cargo estalló una revolución en Alajuela que sofocó enérgicamente. Sin embargo, discrepaba del presidente Castro, especialmente en los asuntos de la administración pública, por lo que abandonó la vicepresidencia.

En 1849 José María Castro renunció a la presidencia en beneficio de Juan Rafael Mora. Durante su mandato se construyó la Fábrica de Licores, la Universidad de Santo Tomás y el Palacio Nacional, el cual durante varios años fue la sede del Poder Legislativo. El ingeniero Nicolás Gallego levantó el primer plano de la ciudad de San José. Logró el establecimiento de la primera diócesis de Costa Rica el 1 de mayo de 1850, una vez que España había reconocido la independencia del territorio.

Tras ser reelegido en las elecciones de 1853, durante su segundo mandato se produjeron en Costa Rica grandes progresos. Mejoró la carretera que unía Cartago con Puntarenas, uno de los ejes de comunicaciones fundamentales para el país, con lo que benefició el desarrollo económico de Costa Rica. En 1856 tuvo que hacer frente a la amenaza del estadounidense William Walker, partidario de la esclavitud, que dominaba en Nicaragua y amenazaba con invadir América Central. Su victoria contra Walker en la batalla de Rivas (1856) aseguró la independencia de Costa Rica, al tiempo que le proporcionó un alto prestigio nacional.

Tras la guerra, conocida como Campaña Nacional, una epidemia de cólera asoló el país, hasta el punto de que el 10% de la población costarricense falleció víctima de la bacteria. El 15 de abril de 1858 ratificó el tratado de Cañas-Jerez por el que se fijaron los límites entre Costa Rica y Nicaragua. Entre otras iniciativas, ordenó la reconstrucción de los edificios públicos destruidos por el terremoto de 1851, propuso medidas sanitarias que impidieron la propagación de la viruela en Terraba y fomentó la agricultura al conceder terrenos baldíos para su cultivo. Formó además un nuevo Congreso para deshacerse de la oposición; construyó un hospital y un faro en Puntarenas y el hospital de San Juan de Dios en San José; y logró erradicar la plaga de la langosta que en junio de 1854 afectó al país, evitando enormes daños para la agricultura.

A principios de 1859 resultó reelegido por tercera vez, pero el 14 de agosto de ese mismo año, tras la indisposición que creó un decreto gubernamental que expropiaba las tierras del este para subastarlas, un golpe de estado encabezado por el conservador José María Montealegrele lo obligó a dejar el poder y marchar hacia el exilio. Se refugió en El Salvador, desde donde preparó el regreso a Costa Rica. En 1860 desembarcó en Puntarenas y entabló contra las fuerzas presidencialistas duros combates, en cuyo transcurso fue apresado, sometido a consejo de guerra y condenado a muerte. Fue fusilado el 30 de septiembre de ese mismo año en Puntarenas. Igual suerte corrió el general salvadoreño José María Cañas. El 25 de junio de 1850 fue declarado Benemérito de la Patria.

 

 

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4 comments

  1. Muy bien que contemos con información de testimonios documentados sobre la participación de sefarditas en hechos históricos importantes en nuestros países latinoamericanos, los que casi siempre son ignorados o escondidos.
    Felicitaciones para la autora.

  2. El presidente Mora es una personalidad fundamental en la historia de Costa Rica y Juan Jacobo Bonnefil a pesar de no tener buenas relaciones con el mencionado presidente realizó un gesto valiente de humanidad al resguardar sus restos. Que haya sido un judio sefardita es un hecho quye se debe destacar.

  3. Herald Arroyo Salazar

    Doña Marisol Chevez Hidalgo. Un gusto saludarla.
    Estoy casi finalizando la licenciatura en mercadeo. Y soy bisnieto de Don Luis Hidalgo Bonnefil, pero de la segunda esposa de él.
    Doña Maria Deidamia Chinchilla, de la cual ella fallecio este año 2014 pronto acabar.
    Me agradaria conversar con usted. Para ubicarme puede ser al email herald.arroyo.s@gmail.com

  4. Erick Gonzalo Umaña Baltodano

    Soy Erick Gonzalo Umaña Baltodano, nieto primogenito de Danilo Edgardo Baltodano Muñoz, quien es otro bisnieto de Jean Jacques Bonnefil al ser hijo del ilustre Eduardo Baltodano Briceño y nieto de Enrique Baltodano Bonnefil. Este ultima hijo de Jean Jacques con la terrateniente guanacasteca Maria Baltodano Lindo.
    Es de mi conicimiento que mi tatarabuelo Enrique invirtio en Italia sus apellidos de Bonnefil Baltodano a Baltodano Bonnefil originando a los Baltodano de la Ciudad de Liberia de la cual se originan tres grandes ramas: Los Baltodano Guillen descendientes del politico,embajador y 7 veces diputado Aristides Baltodano Briceño;los Baltodano Estrada del ilustre doctor que da nombre al hospital de Liberia Enrique Baltodano Briceño y los Baltodano Muñoz, descendientes de mi bisabuelo que da nombre al Estadio Edgardo Baltodano Briceño.

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