El pueblo judío, con un enorme peso económico, cultural e incluso demográfico en la Corona de Aragón, ha dado lugar a un vasto patrimonio que llega hasta nuestros días. Una de las muestras más visibles de su importancia en el territorio son las juderías, los barrios donde vivían los miembros de esta comunidad. En Aragón, todavía se conservan algunos vestigios que permiten seguir la huella del judaísmo y acercarse a la historia de un pueblo perseguido, que formó parte indispensable del crisol de culturas.
En este artículo nos detenemos, de la mano del historiador Álvaro López, en algunas de las juderías de Aragón que hoy son más interesantes a nivel turístico, ya que cuentan con vestigios que se pueden descubrir.
Se suman otras juderías aragonesas tan importantes como Teruel, Huesca, Ejea de los Caballeros o Albarracín en las que es posible visitar su trazado aunque, por desgracia, apenas quedan restos, como señala el experto, autor de referencia sobre el pueblo judío en Aragón.
Judería de Zaragoza
Como indica la Guía de la Judería de Zaragoza, a cargo del propio López, con toda probabilidad la presencia judía en Zaragoza comenzó en la Caesaraugusta romana del Bajo Imperio, donde no tenían un espacio propio, sino que vivían diseminados por el recinto amurallado. Lo mismo ocurriría en la ciudad hispano-visigoda, hasta que su condición social mejoró con la Saraqusta musulmana, cuando se les asignó el cuadran Sur-Este del recinto amurallado.
La Zaragoza conquistada por los cristianos en 1118 respetó este espacio hasta el III Concilio de Letrán (1179), que les obligó a vivir en barrios separados de los cristianos. Más tarde, llegaron las puertas en los accesos del muro interior de la judería para evitar los ataques de los cristianos, especialmente, en Semana Santa. En el siglo XV numerosos cristianos se convirtieron, aunque la población judía seguía creciendo debido a la inmigración.
“La judería más importante y numerosa era la de Zaragoza, por ser la capital del Reino. Entre los siglos XIV y XV llegó a haber 2.500 habitantes y en la expulsión salieron unas 2.000 personas”, comenta el historiador sobre el Edicto de expulsión decretado en abril de 1492.
La judería se integró en el callejero de la ciudad y uno de los vestigios es “el trazado urbano del barrio de la Magdalena”, asegura el experto sobre este espacio que comprendía otros barrios como el del Castillo (desde San Vicente de Paul hasta el Coso Bajo), el de San Lorenzo (desde la Magdalena hasta la plaza de San Pedro Nolasco), el de la calle de los Torneros (calles Verónica y Pedro Joaquín Soler) o el de San Andrés (en la calle homónima).
Los baños judíos, un valioso vestigio de la Zaragoza judía
Surgieron también barrios de la judería extramuros y aquí destacan, en el Coso Bajo, los baños judíos, que se encuentran soterrados en un inmueble de esta calle, adquirido por el Ayuntamiento de Zaragoza en 2006. Aunque se está tratando de darles accesibilidad, de momento no son visitables para el público en general. Este equipamiento formaba parte del patrimonio real, que cobraba por utilizarlos.
La Casa de los Morlanes: una llamada a no olvidar los orígenes
Las huellas de este pueblo también se perciben a simple vista en un paseo por el centro de la antigua judería de Zaragoza. En concreto, en la casa palacio de los Morlanes que, por cierto, se construyó en la primera mitad del siglo XVI, poco después de la expulsión de los judíos de 1492.
Se trata de la decoración esculpida en piedra de cada una de las diez ventanas del edificio, con escenas que repasan el antiguo testamento y sirven como homenaje a judíos en la España cristiana. Las representaciones de este edificio, que se encontraba frente a la sinagoga mayor eran, según la guía, “una enseñanza para que los linajes conversos del XVI no olvidaran sus orígenes”.
Judería de Calatayud
El segundo en importancia fue el barrio judío de Calatayud. Su máximo apogeo fue en los siglos XIV y XV, cuando llegó a tener 1.000 habitantes. La población fue descendiendo y en la expulsión salieron unos 600 judíos.
La judería de Calatayud se localizaba entre el Castillo de La Peña, el de Torremocha y el de Doña Martina, que es la zona que hoy se conoce como el barrio de la Consolación, tal y como indica Turismo de Aragón, en su guía de las juderías más importantes de Aragón. Cuando se produjo la expulsión de los judíos, los conversos se establecieron en otras zonas del casco antiguo, como las calles La Jolea, La Higuera y Bañuelo.
Las dos puertas de la sinagoga mayor
En Calatayud no solo se mantiene el trazado de las calles, sino también la distribución de las fachadas e incluso de viviendas, como apunta López.
El vestigio más importante es la fachada de la antigua sinagoga mayor, de mediados del XIV, y que en la actualidad corresponde a la Ermita de la Consolación. “En ella se pueden ver todavía las dos puertas típicas de una sinagoga medieval: a la derecha entraban los hombres y a la izquierda, las mujeres, que subían a una especie de coro, que se llama matroneo. Allí, junto a los menores de edad, seguían la oración de los varones en la sala de oración”. De la antigua fachada, que era mucho más alta, se conservan piedras y sillares.
Completan la visita los dos castillos que pertenecían a la judería: el castillo de Doña Martina y el de Torremocha, que fueron propiedad de los judíos y que todavía se conservan.
Judería de Híjar
Si nos centramos en los vestigios, el experto cita como tercera en importancia la judería de Híjar, en el Bajo Martín turolense.
Como indican desde el Ayuntamiento de Híjar, el barrio judío se conserva bien en un arrabal que se cierra sobre la plaza de San Antón, donde está la ermita del mismo nombre, que fue en su día la sinagoga.
Así lo confirmaron las catas arqueológicas que se realizaron, pues en el subsuelo apareció la distribución de la antigua sinagoga.
“En las paredes han aparecido letras hebreas, porque ellos solían adornar las paredes con frases bíblicas. También, pintado en la pared, los brazos de la menorah o candelabro de siete brazos”, explica sobre este templo visitable. Destaca también el artesonado de madera del techo, que es original de la sinagoga del siglo XV.
Contaba también con horno, carnicería, baños, escuela talmúdica y cementerio. Cabe destacar la imprenta hebrea de Alantansí, una de las más importantes de los reinos hispánicos de finales del siglo XV.
Judería de Tarazona
Como indica la guía de ‘Rutas por las Juderías de España. Caminos de Sefarad’ dedicada a Tarazona, en esta localidad zaragozana encontramos la “judería vieja”, que ocupa las actuales calles de los Aires, Judería, Rúa Alta, Rúa Baja y la plaza de los Arcedianos. Propio del urbanismo medieval, sus calles son sinuosas y estrechas.
“Aparte de su trazado urbano o del portón o arco de la entrada de la judería, se pueden ver las ‘Casas Colgadas’. Se divisan en la parte de abajo, fuera de la judería, pero pertenecían a casas de los judíos que sacaban más afuera del muro. Es algo muy típico y vistoso; ganaron espacio hacia fuera con habitaciones colgantes”, agrega el experto.
Judería de El Frago
Mención especial merece también la Judería de El Frago, una localidad cincovillesa en la que la huella de la población judía no solo está presente en el trazado de sus calles, sino también en los muros de las viviendas y en algunas lápidas funerarias del cementerio. Como recoge Turismo de Aragón, es el conjunto epigráfico hebreo más importante de Aragón.
Como detalla por su parte el historiador, en el pueblo se pueden ver incrustadas en la pared de algunas viviendas unas lápidas funerarias escritas con caracteres hebreos. Cuando los judíos se marcharon aprovecharon esas lápidas para construir las fachadas de las casas, “reaprovechando el material”.
Judería de Uncastillo
Uncastillo alberga una de las juderías mejor conservadas de la Comunidad, afirma la web de Turismo de Aragón. Tras la expulsión en 1492 de los judíos asentados en este pueblo de las Cinco Villas, la judería pasó a llamarse ‘Barrio Nuevo’.
“En Uncastillo hay un pequeño museo sobre la judería, algún vestigio de probable sinagoga, no está confirmado, y lo más curioso es que en algunas puertas todavía están los agujeros de la mezuza”, afirma. Se trata de un pergamino con la oración del shema o credo judío, que se coloca en un receptáculo adherido a la jamba derecha del pórtico.