
Tratamos en este breve artículo muy sucintamente de la historia de una comunidad sefardí rica y fecunda durante cinco siglos y que, cómo sucedió en otras partes de Europa, el Holocausto devastó quizá para siempre.
Por Ricardo Angoso
Las primeras noticias de esta comunidad judía sefardí datan del año 1551, en que tenemos documentada una lápida de ese fecha en el cementerio judío de Sarajevo, aunque en los archivos otomanos quedó registrado que en el año 1541 había 34 judíos en la ciudad dedicados a la medicina, la farmacia, la artesanía y el comercio. En esos mismos archivos se documenta que en 1571 se autorizó a los judíos cavar un pozo de agua junto al bazar turco y construir más viviendas, lo que indicaría que la comunidad estaba creciendo, constituyendo ya una organización llamada “El Cortijo”. En 1581, hay noticias de que la comunidad ya contaba con una sinagoga y un cementerio que habían sido autorizados por las autoridades otomanas de la ciudad.
La mayor parte de estos judíos eran sefardíes que habían huido de España, principalmente de Castilla y Aragón, y que fueron bien recibidos en los territorios otomanos de Bosnia y Herzegovina, Macedonia y Tracia y otras zonas de Europa bajo control otomano, como Bulgaria y Rumania. Los judíos del Imperio Otomano comenzaron a llegar en grandes cantidades en el siglo XVI, estableciéndose principalmente en Sarajevo, aunque había otras comunidades relativamente importantes en Mostar y en algunas ciudades de la costa croata, como Split y Dubrovnik.
A estos hechos se refería el escritor yugoslavo y premio Nobel de Literatura Ivo Andric en una de sus obras: «Cuando, al final del siglo xv, los judíos fueron expulsados de España, buscaron refugio en diversos países que no habían establecido como sistema la expulsión de los judíos y que al menos los toleraban. Uno de esos países era Turquía. En el siglo XVI los judíos sefarditas expulsados de España aparecieron en Sarajevo como en todos los grandes centros comerciales de los Balcanes”. Los de Sarajevo, al parecer, procedían de Salónica, la ciudad considerada como “la Jerusalén de los Balcanes”, donde se habían establecido inicialmente.
IVO ANDRIC, ESTUDIOSO DE LA VIDA JUDIA DE SARAJEVO
Para Andric, el origen de esta comunidad es posterior a la la lápida de 1551, tal como nos relata el periodista Miguel Lázaro en su blog dedicado a los Balcanes tomando como fuente al escritor yugoslavo: «La primera prueba escrita de presencia judía en Sarajevo data de 1557, y veinte años después el pashá les autorizaba a construir un barrio propio y la primera sinagoga, en una zona a la que llamaron El Cortijo. Los sefardíes se trajeron consigo no sólo la lengua y tradición hispana, sino también una auténtica joya bibliográfica: un Hagadá fechado en 1350 y elaborado en Barcelona”. (Fuente citada y consultada:(https://balkanidades.com/2011/06/02/el-cementerio-judio-de-sarajevo/)”.
Probablemente, Andric, quien visitó el cementerio después de la Segunda Guerra Mundial, no vio esta lápida del cementerio y por eso establece la fecha de la antigüedad de la comunidad en 1557, aunque la fecha real de la presencia de las comunidades judías de Bosnia seguramente data de tiempos más remotos, tal como queda atestiguado por los restos arqueológicos de una sinagoga romana o bizantina que se encontraron en el pueblo de Dabravine, cerca de Zenica.

En lo que respecta a los askenazíes, los primeros llegaron de Hungría en 1686, cuando los turcos otomanos fueron expulsados de Hungría y entre ellos se encontraba Tzvi Ashkenazi, quien permaneció en Sarajevo durante tres años como rabino. La comunidad judía prosperó en Bosnia, conviviendo con sus vecinos bosnios musulmanes, y la capital bosnia se acabó convirtiendo en uno de los mayores centros europeos para el judaísmo sefardí junto con Salonica en los Balcanes.
Los judíos en el Imperio Otomano recibían, en general, un buen trato y eran reconocidos legalmente como no musulmanes. A pesar de algunas restricciones, las comunidades judías del Imperio prosperaron. Se les concedió una autonomía significativa, con diversos derechos, como el derecho a comprar bienes raíces, construir sinagogas y comerciar en todo el Imperio Otomano. Los judíos, junto con los demás súbditos no musulmanes del Imperio, obtuvieron plena igualdad ante la ley otomana en 1856.

Esas buenas condiciones de vida bajo dominio otomano provocaron la integración, expansión y crecimiento económico de la comunidad, tal como nos explica el escritor Dzevad Karahasan en su Diario de un Exodo: “La afluencia de judíos a la ciudad se sintió de forma inmediata, no solo por las nuevas lenguas, las nuevas costumbres y las nuevas gentes, sino por la capacidad de los nuevos sarajevitas de trabajar y obtener beneficios, enriquecerse y construir casas para sí y una ciudad para todos. Los judíos ricos no tardaron en abundar en Sarajevo después de la llegada de los sefardíes, de modo que su presencia se dejó sentir significativamente en los negocios y en la vida de la ciudad”.
El estudioso judío Samuel Gaón nos cuenta algo más de la historia de esta comunidad, tal como reproducimos literalmente de uno de sus artículos: ”La comunidad de Sarajevo se desarrolló rápidamente gracias a sus grandes líderes espirituales. Entre ellos se encontraban el rabino Shemuel ben Barulch, del siglo XVII, y también Haham Zvi Ashkenazi, un judío húngaro educado en Salónica que adoptó el nombre de Haham en lugar de Rabbi. Otros rabinos famosos fueron David Pardo, nacido en 1719, y Moshe Danon, figura del siglo XIX cuyo nombre está vinculado a la Meggila de Sarajevo. El rabino Eliezer Papo, autor del Pde Yoets, vivió y enseñó en Sarajevo, y entre sus alumnos se encontraba el rabino Yehuda Alcalay, famoso por sus esfuerzos en favor de un asentamiento judío en Palestina. Muchos lo llaman el predecesor de Theodore Herzl, y algunos afirman que Herzl fue indirectamente influenciado por él”.

El Imperio Austro Húngaro ocupó Bosnia y Herzegovina, a merced de lo acordado en el Tratado de Berlín, en 1878, y trajo consigo una inyección de capital, empresas y métodos europeos. Muchos judíos asquenazíes, profesionales y cultos, llegaron con los austrohúngaros y convivieron pacíficamente con los bosnios musulmanes, los católicos croatas y los serbios ortodoxos en la ciudad.
Los judíos sefardíes continuaron dedicándose a sus actividades tradicionales, principalmente al comercio exterior y la artesanía, mezclándose con los asquenazíes, aunque finalmente estos construyeron su propia sinagoga en 1902 para sus oficios religiosos en yiddish.
En 1892, se fundó la asociación La Benevolencia, destinada a la ayuda, auxilio y apoyo económico,a los judíos que requerían atención especial, sobre todo en el campo de la educación. En 1901, también se crea La Lira, un coro comunitario de la comunidad sefardí que tiene en su repertorio romances españoles junto con canciones típicas bosnias. Es uno de los momentos álgidos en el desarrollo social, cultural y económico de la comunidad sefardí de Sarajevo.

DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL AL HOLOCAUSTO
La Primera Guerra Mundial supuso el colapso del Imperio Austro-Húngaro y, tras la guerra, Bosnia y Herzegovina se incorporó al Reino de Yugoslavia. En el censo de 1921, el ladino era la lengua materna de 10.000 de los 70.000 habitantes de Sarajevo. Para 1926, había 13.000 judíos en Bosnia y Herzegovina, según censos de la época.
En lo que respecta a la vida cultural de esta comunidad, reseñamos algunos de los personajes más conocidos y y populares, tal como hemos podido leer en Wikipedia: ”La comunidad judía bosnia mantuvo su prominencia tras la unificación de Yugoslavia. En las décadas de 1920 y 1930, Kami Baruch fue un pionero de los estudios sefardíes e hispánicos, además de un eminente intelectual de izquierdas. Daniel Ozmo ejerció una activa actividad en Belgrado como pintor y grabador progresista. Isak Samoikovija también inició su carrera literaria en la década de 1930, que continuó después de la guerra. Laura Papo Bohoreta fue una activa feminista y escritora”.
La Segunda Guerra Mundial estallaría el 1 de septiembre de 1939 con el ataque de la Alemania nazi a Polonia. Después, en 1941, sería ocupada Yugoslavia. La periodista Lola Ballestero nos cuenta lo que ocurrió después: ”Antes de la guerra vivían en Sarajevo unos doce mil judíos de los que apenas sobrevivieron unos setecientos. La masacre se desencadenó tras la invasión de Yugoslavia por Hitler el 6 de abril de 1941, fecha en que Alemania bombardeó la ciudad abierta de Belgrado, Cuatro días después nombró un gobierno títere en Croacia, presidido por Ante Pavelic y su grupo de ustachas, que iniciaron una campaña de terror y exterminio contra serbios ortodoxos, judíos y gitanos. Igual que Isabel en Castilla quinientos años antes, pretendían una Croacia católica “pura”, mediante conversiones forzadas, deportaciones y exterminios masivos. En ese mismo mes de abril fueron deportados los primeros judíos de Zagreb a un campo de concentración en Danica y entre 1941 y 1945 fueron asesinados en el Estado Independiente de Croacia (que comprendía también Eslovenia, Bosnia, Herzegovina y gran parte de Dalmacia) 487.000 serbios ortodoxos, 27.000 gitanos y 30.000 judíos de los 45.000 que habitaban el territorio”.
LA COMUNIDAD DESPUÉS DE 1945
En 1945, justo después de la contienda mundial, había algo menos de 1.000 judíos en Sarajevo, cifra que decaería a aproximadamente a entre 400 y 700 como máximo en 1960, debido a una oleada migratoria provocada por el nacimiento del Estado de Israel, el establecimiento de un régimen comunista en Yugoslavia, una y razones económicas. En 1960, la sinagoga sefardí fue convertida en el Museo de la Historia de los judíos de Bosnia y Herzegovina y desde entonces solamente está activa la askenazí. Como curiosidad, hay que reseñar que Emerik Blum se
convirtió en el primer alcalde judío de Sarajevo, entre 1981 y 1983, y que contribuyó, en gran medida, a la prosperidad de la ciudad en la década de los ochenta.
Durante la guerra civil bosnia (1992-1995), un nuevo éxodo de los judíos se produjo hacia Israel y otros países, coincidiendo, por paradojas del destino con la celebración del quinto centenario de la expulsión de los sefardíes de España, aunque quedaron unos 500 judíos soportando el asedio y sitio de Sarajevo. En ese periodo, La Benevolencia se mostró muy activa apoyando y suministrando ayuda humanitaria, especialmente medicamentos y comida, a judíos y no judíos durante los 1425 días que duró la contienda. Fue, realmente, la única organización multiétnica que quedó en la ciudad durante esa guerra fratricida, pues ayudaba a bosnios, croatas, serbios y judíos.
No tenemos datos oficiales sobre el número de judíos que viven ahora en Sarajevo, aunque los de toda Bosnia no superan el millar de miembros y, por noticias que me han llegado, las ceremonias en la sinagoga asquenazí de la capital bosnia no se han podido celebrar algunas veces porque no se ha logrado el minyán, o quórum necesario, que son diez personas judías adultas (varones en la
ortodoxia) presentes para comenzar las oraciones. Wikipedia, que no siempre es una fuerte muy fiable, asegura en sus páginas que “en 1997, la población judía de Bosnia y Herzegovina era de 600 personas, de las cuales aproximadamente la mitad vivía en Sarajevo”. Creo que esos datos, algo menos de tres centenares judíos viviendo hoy en Sarajevo, se ajustan más a la realidad que los de otras fuentes.
Por RICARDO ANGOSO GARCIA
Especial para eSefarad
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