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Sefarad y los Sefardies
El topónimo Sefarad aparece en la Biblia en el versículo 19 del capítulo unico del libro de Abdías; sea cual fuere su significado en el texto bíblico, en lengua hebrea desde la Edad Media, y posteriormente en otras lenguas de cultura, ha venido usándose para designar a “España” o a la Península Ibérica en general y a la España judía en particular.
El gentilicio “Sefardí” significa en lengua española “judío oriundo de España”, así como al descendiente de los judíos de Sefarad desde su hasta el día de hoy.
Tras la expulsión de España a finales del s. XV, la dispersión sefardí va quedando conformada en varias áreas geográficas. La más cercana en el norte de África asomada al Estrecho, con núcleos en Fez y luego en Tetuán. Otra más extensa en el levante mediterráneo, donde ciudades como Constantinopla y Salónica se constituyen en centros irradiadores hasta cubrir una tupida red las costas anatolias, las islas egeas y casi toda la península balcánica, extendiéndose por lo que fue el Imperio Otomano y que hoy sería Turquía, Grecia, Bulgaria, Rumanía, etc.
A partir de las últimas décadas del s. XIX se establecen y desarrollan nuevas comunidades sefardíes en diversos países del llamado mundo occidental, siendo las más notables en América, las de Estados Unidos, Argentina, México; en Asia, las de Israel; y en Europa, las de Francia y, naturalmente, las de España, donde son sefardíes la mayoría de los miembros de la docena de comunidades organizadas del país.
Os dejamos una de las piezas que conservamos en el Museo: una fotografía realizada en 1870, en Tánger, y que refleja a una pareja de sefardíes vestidos con las ropas nupciales tradicionales, en el día de su boda. Más adelante hablaremos sobre el rito del matrimonio sefardí y sobre las prendas de vestir tradicionales.
La Galería de Mujeres de la Sinagoga, situada en la primera planta del edificio, acoge una parte de la exposición permanente, constituyendo la Sala V del Museo y donde se expone la unidad expositiva dedicada al Ciclo Vital y Festivo de los judíos, su historia durante la España moderna y contemporánea y se concede un amplio espacio a los judíos sefardíes con escogidas piezas y muestras de su lengua y literatura.
Nacimiento y Circuncisión
“Este es mi pacto, que guardareis… será circuncidado el prepucio de todo varón de entre vosotros y esa será la señal del pacto entre mí y vosotros. De edad de ocho días será circuncidado todo varón por vuestras generaciones… Y el varón incircunciso será borrado de su pueblo, ha violado mi pacto” (Génesis 17, 10-14)
El nacimiento de un hijo, sobre todo si éste es varón, es un hecho celebrado en toda familia judía. A los ocho días del nacimiento, todo varón debe ser circuncidado y el ritual se conoce como berit o pacto. Lo lleva a cabo un mohel, “el que circuncida” en la casa o en la sinagoga y deben asistir, además del padre y el mohel, el padrino o sandac y un grupo de diez adultos varones o minián.
El día anterior a la ceremonia se coloca en el lugar un sillón, el “sillón de Elías”, porque según la tradición, el profeta está presente en toda circuncisión.
El padrino sostiene al niño en su regazo sentado sobre el sillón con un reposapiés para facilitar la operación. Una vez realizada ésta, el padre pronuncia una bendición agradeciendo a Dios la llegada del nuevo miembro a la comunidad. Bendice luego el vino y las hierbas aromáticas y se procede ala imposición del nombre, recitándose unas oraciones en las que se pide protección para el niño y su madre.
La Educación religiosa del niño judío le prepara para su integración en la comunidad a la cual pertenece. Las oraciones las aprende por el ejemplo de sus padres y la práctica diaria, todo lo cual, unido a la educación que recibe en la escuela sinagogal, conduce al niño a la mayoría de edad religiosa.
Este tipo de formación lo que busca es hacerle participar correctamente en el culto, aprendiendo y memorizando los textos sagrados para cumplir el ritual. La enseñanza religiosa del niño culmina con la ceremonia de la mayoría de edad religiosa, al cumplir los 13 años. En ese momento queda convertido en sujeto de la observancia de los preceptos o bar misvá o prescripciones religiosas del judaísmo, siendo él y no su padre responsable de sus actos. Puede, a partir de este momento, ser parte del quórum de diez varones adultos, minián, necesario para celebrar el culto.
El día de la ceremonia, el adolescente dirige el oficio, recitando las oraciones adecuadas a esta celebración. Asimismo, debe hacer una disertación, darús sobre un pasaje bíblico apoyándose en la literatura talmúdica y midrástica y comentarlo. El adolescente utilizará a partir de este momento las filacterias, tefilín, que ceñirá a su cabeza y su brazo izquierdo y se cubrirá la cabeza con el manto, talit, en aquellos momentos en que se prescribe su uso en la sinagoga.
En el Museo Sefardí contamos con una serie de piezas procedentes, en su mayoría, del norte de África y que datan del s. XIX, que nos ayudan a ver todos los pasos e instrumentos de este rito judío. Os dejamos unas fotografías de esas piezas así como una obra pictórica contemporánea que representa la ceremonia