
No muy lejos de los arcos de la Mezquita-Catedral, en un entramado de callejuelas que conserva intacta su memoria de cal y piedra, emerge un espacio donde el tiempo se diluye en vapor: Hammam Al Ándalus Córdoba. Este lugar encarna una experiencia de bienestar arraigada en la sabiduría milenaria de los antiguos baños andalusíes, reinterpretada con sensibilidad para responder a la necesidad actual de pausa y reencuentro.
Un ritual que no se ha perdido
El Hammam en Córdoba no se visita: se habita. Desde que se cruza su umbral, la arquitectura y el ambiente nos sitúan fuera del tiempo. El agua fluye como lenguaje ancestral y los aromas de aceites esenciales actúan como umbral sensorial. El espacio se ordena en termas de distintas temperaturas que no siguen un recorrido prefijado, sino que se adaptan al ritmo interior de cada cuerpo: templada para entrar, caliente para soltar, fría para despertar.
Es un recorrido sin prisa que encuentra su pausa en la sala de reposo, donde el silencio se acompaña de un té con menta. Todo invita a escuchar sin hablar, a estar sin exigencia.
El tacto como saber
La experiencia se profundiza con los masajes, que en Córdoba se convierten en una extensión del rito. El visitante puede elegir la fragancia que marcará su viaje desde el llamado Rincón de las Emociones. Desde los masajes más envolventes hasta el Midra tradicional con guante de kessa sobre piedra caliente, cada gesto nace de un oficio cuidado y una voluntad de restaurar, no de impresionar.

Esta práctica, con espuma natural de jabón negro y aceites esenciales, permite no solo limpiar la piel, sino reconectar con una sensación de renovación profunda, física y emocional.
No es solo relajarse, es volver
Hammam Al Ándalus Córdoba no ofrece un paréntesis, sino un modo distinto de estar en el presente. En un mundo que empuja a la aceleración, propone una resistencia: detenerse, sentir, volver a uno mismo. Su valor no está en el exotismo ni en la recreación visual, sino en la coherencia de una experiencia que recupera el agua como elemento de sabiduría, el cuerpo como territorio y el silencio como medicina.

Es una invitación al biensentir. Desde Córdoba, pero con eco universal.
Fuente: El Día de Córdoba | 03 de julio 2025