Ubicado en el barrio de la judería de Sevilla, en el garaje de Cano y Cueto permanecen los restos de una necrópolis sefardí
El aparcamiento de Cano y Cueto, en el barrio de la judería de Sevilla, esconde un tesoro arqueológico. Pocos vecinos conocen el secreto que esconde la primera planta, ubicado en la rampa de entrada, concretamente en la plaza número 9: una tumba judía de la Edad Media, que, sorprendentemente, se encuentra en buen estado de conservación.
Los restos se pueden observar a través de una pequeña cristalera, pero pasan desapercibidos pues tan solo un pequeño cartel, sucio y desvaído, da cuenta de su presencia.
Dicho cartel explica que se trata de un enterramiento que se ha mantenido de manera simbólica y que formaba parte de una necrópolis sefardí hallada en los trabajos de construcción del parking a mediados de los años 90.
La intervención arqueológica previa a la construcción del garaje permitió detectar ese cementerio hebraico y descubrir —lo que resultó mucho más interesante para los arqueólogos— su alto grado de estratificación. Esto, de hecho, les permitió analizar las técnicas y formas funerarias en varias etapas extendidas en unos doscientos años.
La judería sevillana llegó a convertirse en la segunda comunidad hebrea del reino, después de la de Toledo. La necrópolis judía estaba situada en la calle Cano y Cueto, extramuros de la ciudad medieval y se extendía hasta la zona que hoy ocupa la Diputación.
Los restos que se encontraron durante la construcción del aparcamiento subterráneo —decenas de tumbas en las que los restos mortales seguían el ritual de la inhumación en decúbito supino—, fueron retirados, aunque se dejó en el interior del aparcamiento el testigo de una de las tumbas, una fotografía del yacimiento original y una explicación de lo que se halló en esos trabajos.
Por ELENA GENILLO @helengenillo
Fuente: La Razón |