En Daramsuq (Damasco) se escucha el primer toque de shofar en décadas

 

La presencia judía revitaliza la herencia religiosa oriental en Siria

DARAMSUQ, Siria — En una escena que no se veía desde hace casi tres décadas, el sonido del shofar —una trompeta tradicional hecha con un cuerno de carnero— resonó en la sinagoga Elfrange de Daramsuq (Damasco). El shofar fue tocado por Henry Hamra, quien huyó de Siria en la década de 1990 y fundó la Asociación Judía en Israel, en celebración del Año Nuevo Judío y Yom Kipur. 

Este evento, el primero de su tipo en Siria en 29 años, tuvo un significado simbólico que va más allá del ritual religioso, arrojando nueva luz sobre la arraigada historia de las religiones en el Levante. 

Si bien se desarrolló dentro de un ritual puramente judío, el evento también evocó la identidad multifacética de Siria, moldeada a lo largo de los siglos por la coexistencia de judíos, cristianos católicos y ortodoxos, drusos, alauitas, sunitas y chiitas. A lo largo de su historia, estos grupos establecieron iglesias, monasterios e instituciones espirituales que siguen dando testimonio de su presencia hoy en día, desde el monasterio de Mar Musa Habashi en Qalamoun hasta las antiguas iglesias de Hasakah y Zalin (Qamishli).

 

 

La presencia judía en Daramsuq (Damasco) no es reciente, con raíces que se remontan a épocas precristianas. Grupos judíos se asentaron en los mercados y barrios de la ciudad, coexistiendo con las antiguas iglesias del pueblo siríaco (caldeo-asirio-arameo), que preservaron su lengua y patrimonio a lo largo de los siglos. Hoy, con el sonido del Shofar resonando una vez más, la escena pareció reconectar simbólicamente los hilos de una historia compartida que durante mucho tiempo había habitado las mismas callejuelas y plazas. 

Para el pueblo siríaco (caldeo-asirio-arameo), que desde hace mucho tiempo considera a Daramsuq (Damasco) un centro cultural y religioso, este evento reviste un significado adicional. Sirve como recordatorio de que las diversas identidades religiosas de Siria no están aisladas entre sí, sino que forman parte de una narrativa más amplia de supervivencia en medio de la guerra, el desplazamiento y la migración. Si bien la población judía se ha reducido a apenas unas decenas, la presencia cristiana también ha disminuido significativamente tras el conflicto sirio. Sin embargo, los símbolos —iglesias, sinagogas y mezquitas— siguen siendo vívidos testimonios de Daramsuq (Damasco) como una ciudad unificada y compartida. 

Así como la lengua siríaca se ha mantenido viva en las liturgias y la lengua vernácula de los cantones de Maaloula y Gozarto (Jazira), el sonido del Shofar resuena ahora para reafirmar que Oriente no pertenece a una sola fe, sino que es un mosaico cultural que durante siglos reunió a judíos, cristianos y musulmanes. 

El regreso de este ritual judío a Daramsuq (Damasco), aunque sea simbólicamente, puede abrir un debate más amplio sobre el significado de la pertenencia y la identidad religiosa en la Siria de posguerra: ¿podría esta escena marcar el inicio de una reconciliación con el pasado pluralista del país, o seguirá siendo un acontecimiento singular en una nación cuyas heridas aún están abiertas? 

Fuente: SyriacPress | 28/09/2025
Traducción libre de eSefarad.com

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