El cementerio judío de Altona Königstraße. Cultura Sepulcral Sefardí de los siglos XVII y XVIII entre Europa y el Caribe Prof. Alicia Benmergui

Hamburgo es una ciudad y un Estado ubicados a orillas del río Elba en el norte de Alemania. Es el puerto y centro comercial más grande del país. También es la ciudad más poblada de Alemania después de Berlín y tiene uno de los puertos más grandes y concurridos de Europa. El transporte marítimo y el comercio han sido el elemento vital de Hamburgo durante siglos.

Los judíos que fueron expulsados del reino de Castilla en 1492, porque los del Aragón ya lo habían hecho en 1348, fueron en primer lugar a Portugal, pues era el sitio más próximo y con el que tenían vínculos económicos, familiares y sociales. Otros emigraron al norte de África, al Imperio Otomano o Italia donde fundaron sus propias congregaciones judías o se unieron a las existentes. Originalmente se denominaron a sí  mismos como judíos de Castilla. La denominación sefaradí se introduce a mediados o fines del Siglo XIX. Los judíos llegados a Portugal primero fueron expulsados, pero luego la monarquía comprendió muy rápidamente el gran perjuicio que provocaría su ausencia al reino portugués por lo que determinó la conversión forzosa. Hecho que se produjo en 1497, muchos de ellos continuaron secretamente adhiriendo al judaísmo, recibieron el  nombre de cripto judíos o marranos, también fueron denominados, como en España, como cristianos nuevos. Empezaron a salir de Portugal en 1531 y se establecieron en el norte de Europa a finales del siglo XVI. Sus destinos preferidos eran las ciudades portuarias de los Países Bajos (Amberes y Amsterdam), del norte de Alemania (Hamburgo, Glückstadt, Emden, Stade) y, desde mediados del siglo XVII, también el Nuevo Mundo (Curazao, Barbados, Jamaica, Surinam, Nevis.

Durante el último tercio del siglo XVI, Hamburgo era una ciudad muy activa y atrayente por su importante actividad mercantil y uno de los sitios favoritos de los mercaderes ingleses y holandeses. Por esas razones era un sitio muy atractivo para los judíos portugueses, también como lugar de refugio para  quienes deseaban continuar libremente en el ejercicio de su fe.  Lo cierto que estos judíos portugueses fueron los primeros a los que se les autorizó a establecerse permanentemente en la ciudad portuaria protestante de Hamburgo. Los registros indican que en 1595 había siete familias portuguesas en Hamburgo, para 1609 los registros de población demuestran que allí vivían hasta 98 personas de ascendencia judía portuguesa. Alrededor de 1650 había unos 1.200 «portugueses» en Hamburgo. Muchos de ellos eran funcionarios, rabinos, cantores, maestros, shames,  (shohetim ), pero también había médicos, farmacéuticos, canteros, comerciantes de carne, corredores de bolsa, comerciantes de tabaco,  procesadores de caña de azúcar, banqueros portugueses exitosos, comerciantes mayoristas ricos y comerciantes transatlánticos, aseguradores de transporte marítimo, corredores comerciales y joyeros.

Las comunidades de Hamburgo y Altona se fusionaron el 3 de septiembre de 1652 formando la congregación sefardí unificada de Kahal Kadosh Bet Israel. Con el crecimiento de la congregación se hizo necesaria la creación de un cementerio. El 31 de mayo de 1611, tres judíos portugueses compraron un terreno en nombre de las tres congregaciones de la sinagoga de Talmud Tora, Keter Tora y Neve Salom. Compraron la tierra, que estaba situada en Heuberg a lo largo de lo que hoy es Königstrasse. Sobre él colocaron un cementerio que posteriormente fue ampliado varias veces, a saber, en 1641, 1642, 1672, 1674, 1711, 1733. El primer entierro en este cementerio sefardí tuvo lugar en 1611. Ese es también el año grabado en la lápida más antigua que se conserva. Justo al lado, los israelitas de Altona  compraron otro cementerio entre 1612 y 1616 que luego fue ampliado en 1668, 1710, 1745, 1806 y 1817. En este cementerio Ashkenazi, tuvo lugar el primer entierro en 1616, su lápida conservada más antigua data de 1621.

Ese antiguo cementerio judío no solo es  el cementerio judío más antiguo de Hamburgo, también es el más antiguo de la ciudad y, además es el cementerio sefaradí más antiguo en el norte de Europa. En él se llevaron a cabo funerales hasta finales del siglo XIX. A fin de evitar su decadencia, el área estaba rodeada por una cerca en este momento y por ello ha conservado su forma original. Algunas secciones del cementerio fueron destruidas durante el nazismo por el vandalismo antisemita, además de las consecuencias de los bombardeos aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, más de 8100 de las 9000 lápidas han sido conservadas en su totalidad o en parte. El cementerio ha sido reconstruido y declarado como parte del Patrimonio Cultural de la UNESCO. Este cementerio es una especie de libro de texto de la historia judía en Alemania y su existencia a lo largo de los siglos.  E «Guter Ort» o «buen lugar» en Königstrasse tiene fama internacional como uno de los cementerios judíos más importantes del mundo, no solo por su tamaño y edad, sino también por el significado cultural religioso de muchas de sus lápidas. En el cementerio, con un área de poco menos de dos hectáreas, hay tumbas notables de lo que alguna vez fue la comunidad judía más grande de Alemania, con tumbas inusualmente ornamentadas en la sección sefardí y numerosas tumbas de rabinos famosos en la sección asquenazí  del cementerio

Con este cementerio hicieron en  Hamburgo una obra maestra del judaísmo sefardí en Occidente en el siglo XVII. Los cementerios judíos están diseñados para la eternidad. A menudo son la única evidencia física de la historia del judaísmo a través de los siglos. El cementerio judío de Altona Königstraße, construido entre 1611 y 1616 en el extremo norte de lo que entonces era la antigua ciudad de Altona, es un excelente ejemplo. Este gran cementerio judío se extiende sobre un área de casi dos hectáreas. Unas 8.100 de sus lápidas o fragmentos de las mismas se han conservado y lo convierten en un destacado monumento europeo de arte y cultura que se remonta a los siglos XVII y XVIII. Las lápidas de la parte sefardí del cementerio judío de Altona Königstrasse pertenecen al patrimonio cultural más importante dejado por los descendientes de los judíos que habían sido bautizados contra su voluntad y huyeron de Portugal y la Inquisición.Como resultado de su éxodo, desarrollaron una cultura sepulcral propia. En cuanto a su lengua y arte sepulcrales, se diferencian de la cultura sepulcral judeoespañola y de la que practicaban los judíos que emigraban de España al norte de África, al Imperio Otomano o Italia. También era diferente de la cultura sepulcral Ashkenazi que se desarrolló al mismo tiempo y, a menudo, en sus inmediaciones.

Esta cultura sepulcral, que a primera vista no parece muy judía, apunta a un intenso intercambio cultural entre judíos asimilados y cristianos católicos en la Península Ibérica y entre judíos que acababan de volver al judaísmo normativo y cristianos protestantes en el norte de Europa. Así, la cultura sepulcral hispano portuguesa del siglo XVII es ante todo la expresión del arte judío que refleja la diáspora judía y la experiencia de alternancia de religiones.

Existe evidencia de la cultura sepulcral muy específica descrita anteriormente en Ámsterdam (Ouderkerk), Londres, Curazao, Barbados, Jamaica, Surinam y algunas otras islas. Los portugueses de Hamburgo mantuvieron estrechos contactos con otras congregaciones sefardíes desde mediados del siglo XVII hasta principios del siglo XX, en particular las del Caribe. Las lápidas para los cementerios judíos de Surinam se cincelaban en Hamburgo y Ámsterdam, y era habitual que las inscripciones y diseños de lápidas «viajaran» junto con los colonos judíos, por ejemplo, de Hamburgo a Curazao, de Ámsterdam a Surinam o de Ámsterdam a Jamaica. Como resultado, Se desarrolló una iconografía y epigrafía sepulcrales sefardíes uniformes durante los siglos XVII y XVIII. Así lo confirman los estudios iconográficos, epigráficos y biográficos y las investigaciones científicas disponibles hoy en día en los cementerios sefardíes

Particularmente es la parte sefardí del cementerio Hamburgo-Altona la que constituye un monumento histórico, artístico y cultural. En él hay unas 1.600 lápidas que datan de los siglos XVII y XVIII, muchas de ellas con motivos decorativos artísticos y curiosos. De acuerdo con la tradición sefardí, las lápidas en esta parte del cementerio están diseñadas para colocarse horizontalmente y, a menudo, tienen forma de tienda. Fueron fabricadas con arenisca, con piedra caliza, basalto o, en algunos casos, con mármol de Carrara. Los poemas y otras inscripciones grabadas en estas lápidas están en hebreo, portugués, español y, en algunos casos, en francés e inglés. A partir de 1810, también se realizaron textos en alemán. Las inscripciones están enmarcadas por relieves ornamentales o arquitectónicos, con cortinas o columnas salomónicas, por ejemplo. El borde superior de las losas conmemorativas es horizontal o redondeado y algunas tienen columnas. Enredaderas florales, ramos de flores, cartelas y pilastras sirven para subdividir artísticamente la superficie de las losas y crear espacios separados para las imágenes. Al igual que en los sarcófagos judíos de la antigüedad, los bordes exteriores de las lápidas presentan rosetas que sobresalen, a menudo en la forma geométrica ornamental de la «Rueda Eterna» y adornos redondeados en forma de roseta en las esquinas. Este tipo de decoración se remonta a los modelos católicos contemporáneos de la Península Ibérica, pero también recuerda a los modelos protestantes del norte de Europa.

Aparte de los rosetones, los elementos decorativos más habituales son las  hojas de vid anchas, las ramas de palmera, las volutas y las cortinas. Los motivos preferidos son los memento-mori,  símbolos alegóricos como calaveras, alas de ángel o murciélago y el reloj de arena que adornan muchas lápidas ya sea solas o en combinación con una serie de imágenes. Con frecuencia, las lápidas abundan con ornamentaciones en relieve ricamente trabajadas, como decoración vegetal, angelitos, escudos de armas, árboles de la vida, una mano que sobresale de una nube que corta un árbol o una rosa, así como representaciones de animales (mariposas, pelícanos, aves fénix, corderos) y escenas bíblicas que ilustran los nombres cristianos de los difuntos.

Durante generaciones, a la mayoría de los judíos que emigraron de Portugal durante el siglo XVI se les impidió practicar su religión y las actividades culturales relacionadas con ella. Por lo tanto, ya no estaban familiarizados con los hábitos y el arte y la cultura sepulcrales judíos. Tampoco tenían sus propios marmoleros  que podrían haber basado su oficio en la experiencia personal con la cultura  y los motivos judíos. Por lo tanto, es seguro asumir que, al menos inicialmente, los canteros cristianos probablemente recibieron el encargo de cincelar lápidas judías sobre la base de ejemplos detallados de textos e imágenes cristianos, por ejemplo, de la Biblia luterana. Pero además de las lápidas en los cementerios cristianos que se utilizaron como modelo, había otras fuentes originales como grabados y libros cristianos. Las impresiones de una página tan populares en el siglo XVII y littérature à la mode también se utilizaron como arquetipos. Los productos impresos judíos de Amsterdam y los contratos matrimoniales italianos ricamente ornamentados ( ketubbot ) fueron otras fuentes.

No solo la decoración ornamental, sino también las inscripciones son de gran interés. Depende de los rabinos con un don poético formular inscripciones en lápidas. Sus epitafios en hebreo se inspiraron en la Torá y el Talmud y fueron diseñados para tener en alta estima a los difuntos preservando su duradera y hermosa memoria. La intención principal era representar al difunto como una persona temerosa de Dios, pero las lápidas decorativas y cargadas de imágenes también atestiguaban el deseo de expresar el orgullo del difunto y su familia en el duelo. Siempre fueron una muestra de orgullo por el hecho de que si no habían nacido como judíos, al menos habían muerto como judíos. Las inscripciones en lápidas fueron concebidas como textos literarios creativos. Esto significa que hoy podemos considerarlos legítimamente como parte de la literatura hebrea, portuguesa y española de la época. Las importantes bibliotecas sefardíes acumuladas por los rabinos del siglo XVII contenían, además de literatura talmúdica y hebraica, numerosos poemas, novelas y obras de teatro en español, portugués, italiano y francés, lo que sugiere que algunas de las fuentes poéticas y artísticas se pueden encontrar en los países mencionados. También hay numerosas colecciones de poemas reunidos por rabinos en Hamburgo almacenados en las Bibliotecas Ets Haim y Rosenthaliana en Amsterdam. Hay muchas inscripciones en lápidas que indican que los portugueses no solo estaban familiarizados con la literatura barroca de la Península Ibérica y las ideas intelectuales y políticas y los valores sociales que contiene, sino también con la literatura judeoespañola y judía-árabe.  En otro momento les contaremos como era el sector ashkenazi de este tan famoso cementerio, porqué en cierto momento histórico, ambas comunidades establecieron un cierto tipo de relación entre sí, pero esta historia será parte de un relato extremadamente interesante de la vida judía del siglo XVII  en Hamburgo y Altona.

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Fuentes consultadas:

  • Julio Caro Baroja. Los Judíos en la España Moderna y contemporánea. 1978
  • Delegación Permanente de Alemania ante la UNESCO.2015
  • Emma Greguska .emma.greguska@asu.edu Illuminating the history of Jews in the
    Caribbean..Reporter ASU
  • Kaplan Y. La diáspora judeo-española-portuguesa en el siglo XVII: tradición, cambio y
    modernización . 1992
  • Michael Studemund-Halévy, judíos sefardíes, en: documentos clave de la historia judía
    alemana, 22.09.2016. < https://dx.doi.org/10.23691/jgo:article-236.en.v1 > [22 de
    diciembre de 2020].
  • Joseph Pérez. Los Judíos en España. Madrid 2005.

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