
El año pasado tuve la oportunidad de hacer un viaje muy largo por Europa, que terminó dando giros inciertos e inesperados. Por cuestiones de tiempos de visado no podía quedarme más tiempo dentro de la Unión Europea, entonces partí hacia países aledaños. En cierto momento, decidí ir a Turquía a conocer un poco de mis antepasados. Era un viaje que me llamaba desde hace tiempo: mis abuelos paternos nacieron, crecieron, se casaron y vivieron hasta los veintitantos años en la ciudad de Izmir (Esmirna), en la costa mediterránea turca. En mi familia siempre se habló de allá, de cómo era su vida, de por qué se fueron, de quiénes vinieron, y siempre quedaron en mi mente varios cabos sueltos. Esta era mi oportunidad de atarlos, o al menos intentarlo.
Izmir antaño, el barrio de Karataş y su ascensor
Antes de ir, decidí reunir la mayor cantidad de información que tenía sobre los rastros que habían quedado de su vida en esa ciudad: dónde vivían, estudiaban y trabajaban, dónde estaba el templo al que iban, etc. Recurrí a información de mi papá, de un tío abuelo lejano y a unas entrevistas que le había hecho a mi abuela hace unos años. Sabía que el negocio de fotografía de mi bisabuelo Alejandro (donde también trabajaban mi abuelo Maurice y sus hermanos Samy y Rafael) era, lógicamente, Foto Gagin, y en una inocente búsqueda de Google saltó una sorpresiva imagen de esto… el porta negativos. No entendía nada, era como una reliquia arqueológica de mi pasado, con un estilo art-decó que me cautivaba y que, encima, tenía mi apellido. ¿Quién hizo esto? ¿Por qué mis abuelos nunca lo tuvieron? y ¿Cómo demonios llegó a esta página web? Buceando un poco, averigüé que era un sitio de venta de cosas usadas en Turquía, y un usuario lo estaba vendiendo. Sabiendo que iba a viajar allá me dije “tengo que conseguir esto”. Intenté contactar por varios medios al vendedor, pero fue en vano. Lo único que pude hacer fue encontrar la dirección de su librería en el barrio antiguo de Izmir para ir directamente cuando llegara.
Unos días después arribé a la ciudad, con una extraña sensación de familiaridad en todo lo que veía, a pesar de nunca haber estado ahí antes. Casi inmediatamente fui en busca de la librería. Al llegar, me pareció que era distinta a la foto que había visto en el anuncio, pero entré de todos modos. Me atendió una mujer que afortunadamente hablaba inglés, y me preguntó qué estaba buscando. Le dije medio cinematográficamente “el pasado” y le mostré la foto del porta negativos. En ese momento su cara cambió y me dijo “vení, sentate y charlemos”. Le conté la historia de mis abuelos, de mi familia y de mí, de cómo había llegado hasta esa librería y para qué, ella escuchó atentamente e hizo varias preguntas. El devenir no era del todo desconocido para ella, muchos judíos habían vivido en el barrio de Karataş hasta la década de 1950, pero la mayoría emigró a Israel y hoy en día quedan pocos rastros de cómo era la zona en ese entonces (apenas la sinagoga y la calle Darío Moreno coronada por el Asansör, que asciende hasta una plataforma con una espectacular vista de la bahía de Izmir). Lo que sí era extraño era ver a un treintañero con cara de turco pero que habla inglés y viene de Argentina preguntando por un artículo de ephemera en venta en una especie de Mercado Libre turco (digno de una escena de Volver Al Futuro Sefaradí). Después de escuchar mi historia, dijo “yo puedo ayudarte”.
Me explicó que Iskandar (la traducción de “Alejandro” en turco, ¿casualidad?), la persona que vendía el artículo, era el antiguo dueño del local, que ahora se había mudado a Istanbul, pero que ella tenía su teléfono. Acto seguido, marcó el número y lo llamó. Hablaron cosas ininteligibles en turco y colgó. “Dice que sabe exactamente qué es lo que estás buscando, que lo tiene y que lo llames cuando vayas a Istanbul para que combinen y te lo dé”. Me quedé un rato más en la librería, ella hizo café turco, me dijo su nombre, Nuray Önoğlu, me contó cómo había trabajado durante años y cómo, ahora que estaba retirada, había cumplido el sueño de toda su vida de tener una librería para vender la literatura que a ella le gusta. Hablamos de la vida, las coincidencias y los encuentros fortuitos. Después me fui pero prometiendo que volvería a la tarde para traerle algo.
Mi abuela, la del pañuelo
Ese día visité el barrio donde vivían mis abuelos, la escuela de monjas donde estudió mi abuela Rejane, la supuesta casa donde fueron vecinos y se conocieron, la sinagoga donde se casaron, la calle Darío Moreno, subí por el Asansör, lloré frente a su hermosa vista de la bahía, y hasta comí un sandwich con té en el bar donde antiguamente estaba Foto Gagin (justo ahí, donde la avenida daba la curva y el tranvía se descarrilaba cada vez que pasaba). A la tarde pasé nuevamente por la librería de Nuray (su nombre significa “luz de luna”) y le regalé una ilustración mía, ella me agradeció y me pidió que le pase mi dirección postal porque quería enviarle algo a mi abuela, quedamos en contacto. Esa noche cené en un bar, donde me quedé charlando con los dueños sobre las historias de nuestras vidas. Bien tarde, y con el bar ya cerrado, terminaron cantando y tocando canciones tradicionales turcas mientras nos embriagábamos con raki.
Donde era Foto Gagin hoy hay un bar
Una vez llegado a Istanbul, contacté a Iskandar para combinar nuestro encuentro. Me tomó un par de días lograr que respondiera por Whatsapp, y que coincidiéramos en un día y horario. Finalmente, me citó en una esquina del barrio de Kadiköy, del lado asiático de la ciudad. Ese día, tomé primero el ferry que cruza el Bósforo, donde un dúo de violín y acordeón tocó “El Choclo” de Ángel Villoldo. Sucede que ese tango criollo lo tocaba en mi banda Fandango y yo una vez más me quedé perplejo ante las coincidencias de la existencia. Después, caminé un largo rato hasta llegar a mi destino y esperé a Iskandar durante media hora en la puerta de un supermercado Día, tomando una bebida que jamás había visto antes. Él llegó extremadamente apurado, me dio un sobre con los porta negativos y se fue rápidamente, sin antes explicarme que “los libros viejos generalmente tienen papeles o fotos adentro, así que yo cuando los recibo los ojeo y suelo encontrar cosas inesperadas, como esto”. Volví sintiendo que tenía una reliquia invaluable de mi familia, observando una y otra vez la pequeña pieza. Se trata de un sobre de papel verdusco no más grande que la palma de una mano, con los dobleces cosidos a máquina, donde se entregaban los negativos luego de revelados. En el mismo se leen inscripciones en turco un poco anticuado que dicen cosas como: Foto Gagin estudio taller; se hacen trabajos de aficionados; consejos para tomar una buena fotografía; abierto en 1902, etc. Lo miro y pienso que es como un antepasado lejano de los álbumes que tengo de Foto Gagin de los años ’80, cuando mis abuelos todavía tenían el negocio de revelado en Av. Santa Fe y Pueyrredón (donde también mi abuela atendía un kiosco, el cual saqueábamos con mis primos).
Album de fotos de los 80s
Semanas después, me encontré con mi papá por escasas 12 horas en Barcelona. Recién llegado de su periplo de casi un día de viaje, que incluyó vuelos cancelados, le obsequié uno de los porta negativos de su abuelo. Su expresión se transformó y hubo un silencio largo, se emocionó como pocas veces lo he visto. Hizo un cuadro con el sobre y hoy lo tiene en su oficina.
Ya de regreso en Buenos Aires, le di los otros dos sobres que tenía a mi abuela y a mi tía, que tampoco podían entender cómo ni de dónde había salido eso. Grabé un agradecimiento de mi abuela en turco para Nuray y se lo envié, aparentemente su pronunciación sigue siendo muy buena después de 60 años de haber emigrado (al igual que su pronunciación del castellano suena extranjera después de 60 años).
La parte final de este relato llegó aproximadamente unos cuatro meses después, cuando recibí por correo un paquete desde Izmir con regalos para mi abuela de parte de Nuray: un pañuelo turco, una postal y varias fotos antiguas con el sello de Foto Gagin. Yo me quedo pensando en el pañuelo que es mi historia, en salir a buscarla (porque a las casualidades hay que buscarlas) y encontrar cosas y personas inesperadas.
El paquete de Nuray
Fuente: Sebastián Gagin
Ke enteresante, i ke esmoviente! Me akodro muy bueno de foto Gagin, i tenemos fotografias de famiya travadas ayi, posiblemente por el avuelo de Sebastian! Muestra kaza era en la mizma kaye (entonses se yamava Inonu Caddesi, agora es Mithat Pasa Caddesi) serka de la kehila (sinagoga) Bet Israel. Ayi me kazi yo tambien!
Me alegri de meldar ke la avuela de Sebastian esta en vida i ke se akodra del turko! Munchas grasias, SEbastian, por kontarmos tu eksperiensa en Izmir (i Istanbul) , i grasias a eSefarad por partajarlo kon mozotros.
Gracias Sebastián por compartir ese recuerdo tan hermoso. También yo hace unos años recorrí las calles de Karatas en busca de los lugares que mi padre nunca olvidó. Emigraron a Montevideo, Uruguay. Sentada en la maravillosa rambla de Izmir pude entender porque amaba tanto la costa. Ketty Duenyas
Hola Rachel, Yyo soy el padre de Sebastián, Alex Gagin.
La foto que tu debes tener la tomó seguramente mi abuelo: Alejandro Gagin. El fué creo el primer ¨fotorafchí¨ de Izmir!!! Aun tenemos fotos en blanco y negro que él tomaba en su estudio!!
Mi madre, la abuela de Sebastián tiene 92 años y está muy bien.
Fue realmente muy emocionante el relato de Sebastián para muchas personas.
Un gran abrazo
Ke plazer, estimado Alex, konoser a la famiya del famozo fotografchi de Izmir. Le das un abraso a tu mama de mi parte. Te rengrasyo a ti por responder a mi komentario. Munchos saludos de una Izmirlia en Dallas, TX.
Soy.Yildiz Bencuya de Melamed. Nacida en en Izmir Me case en el Templo BetIsrael
Con el hijo de Bohor Melamed el rabino de dicho templo .Shentov Melamed .(ZL).Las fotos de mi casamiento fueron tomadas por Rafael Gagin hijo de Alejandro. Las cuales las conservo con el sello en el dorso con la dirección y teléfono del local. Rejan Gagin es mi amiga hace 52 años.Asistí al Bart.de Sebastián Gagin.Felicito a Sebastian por el artículo.
Hola Sebastian, muy hermoso tu relato, quisiera saber cual es el sitio online de venta de cosas turcas, para poder buscar tambien rastros de mis antepasados. Muchas gracias por compartirlo.
Saludo.