Benno Aladjem Benbassat: “El mal siempre puede ser confrontado”

Benno Aladjem Benbassat,
judío sefardita, ingeniero informático jubilado

Tengo 83 años. Nací en la Sofía (Bulgaria) de 1939, en una familia sefardita de habla judeoespañola. Soy ingeniero informático. Estoy casado con Sarit desde hace 55 años, tengo tres hijos y seis nietos.¿Política? De izquierdas no dogmático. ¿Creencias? Soy un judío ateo. La vida es un regalo. (Foto: Joan Mateu Parra)

Benno Aladjem Benbassat
Benno Aladjem Benbassat
‘La vida pasa volando’ Benno ha escrito sus memorias, La vida pasa volando (JDB), impulsado por el trauma de llevar a su primer día de guardería a un nieto, al que Benno le hace decir: “Me llamo Max, aunque a mi abuelo, con sus ‘derias’ sefardíes, le ha dado por llamarme Moshon. Afortunadamente, nadie le sigue la corriente”. Benno ha escrito por si un día sus nietos o los hijos de sus nietos quisieran saber más de él: “Quiero dejar unas pistas sobre mi vida… y animarles a que siempre intenten disfrutar de la vida”. Su nuera Berta le ha ayudado en la tarea, y ella me ha escrito para convencerme de que la vida de este hombre permite ojear el mundo de ayer: pese a sus dificultades, prevalece la mirada de que la vida merece mucho la pena. Y por eso me citan a Pau Donés: “La vida es un ahora, la vida es un regalo”.

Hasta dónde alcanza su memoria familiar?

Mi bisabuelo León Garti regentaba un negocio de perfumes en Plovdiv.

¿Dónde queda eso?

En Bulgaria. Encomendó a su hijo mayor, Benzión, cierta misión.

¿Qué misión?

“Kero ke agas un viaje para topar ken mos puede vender nuevas esensias”.

¿En qué hablaban?

Judeoespañol, llamado españolico.

¿Sefarditas?

Descendientes de la diáspora de la expulsión en 1492 de Sefarad, que es España.

¿Adónde envió León a su hijo?

A Jerusalén. En 1894 convivían pacíficamente, en cuatro barrios, musulmanes, judíos, cristianos y armenios.

Buenos tiempos.

De Bulgaria a Palestina era todo imperio otomano y podías moverte sin problemas.

¿Cómo le fue a Benzión en Jerusalén?

Contactó con el mayor tratante de esencias y se prendó de su hija.

Y se casaron.

No, lo prohibió León al ser ella judía asquenazí y no sefardí, y preparó otra boda.

¿Obedeció Benzión a papá?

Sí, se casó con Rebeca, sefardí: prosperaron en Plovdiv con su fábrica de jabones y tuvieron siete hijos, de los que una, Mery, sería mi madre.

¿Nació usted en Bulgaria, también?

Sí, en Sofía: ahí se mudó mi madre al casarse con Oscar Aladjem. Mi madre murió al alumbrarme.

Lo lamento.

Fui llamado Benyamin, “hijo del dolor”, luego Benno.

¿Cómo transcurrió su niñez?

Nací y Hitler invadió Polonia: estalló la Segunda Guerra Mundial y Bulgaria se puso del lado de Hitler.

¿Cómo les fue a los judíos búlgaros?

Muchas leyes nos maltrataron, debíamos lucir en la ropa una estrella amarilla. Pero políticos, clero y colegios profesionales se aliaron para que no nos deportasen.

Nuestros judíos son nuestros, ¿no?

Eso salvó a muchas familias, no a todas: eso me enseña que el mal siempre puede ser confrontado, debemos confrontarlo.

¿Qué le pasó a su familia?

Yo tenía tres años cuándo mi padre, sometido a trabajo esclavo, tuvo que darme en adopción a Moni y Susi, matrimonio amigo. Y yo olvidé a mi padre biológico.

Qué injusticia para ese hombre.

Después emigramos a Turquía, de ahí a Palestina, y de ahí a Barcelona, en 1947.

¿Por qué Barcelona?

Un tío mío se había venido antes.

Era la Barcelona de posguerra.

Mejor que Bulgaria bajo las bombas y el antisemitismo.

¿Y Palestina?

Se me pegó el espíritu sionista, quise quedarme, pero con ocho años no tuve voz.

¿Vivían como judíos en Barcelona?

Formábamos comunidad, sí, y celebrábamos las festividades judías importantes. Pero en casa no éramos religiosos.

¿Sentía el nacionalcatolicismo?

Recuerdo que en sábado santo, a las doce del mediodía, la gente salía a los bal­cones a “matar judíos” con estrépito de cacerolas y carracas. ¡Yo mismo “maté” unos cuántos!

¿Sus padres le prepararon su boda?

En 1954 se abrió la primera sinagoga en España desde 1492, la de calle Avenir. Nos animaban a ir a la sala de fiestas de arriba: allí me enamoré de Sarit, hoy mi esposa.

Enhorabuena.

Estudié ingeniería informática en Toulouse, y regresé al agonizar mi padre.

Su padre adoptivo.

Para mí, mi padre: solo al morir me contaron la verdad, que era hijo adoptado.

¿Quién se le contó?

Mi madre, bañada en lágrimas, porque guardar el secreto había sido muy duro. La que yo siempre tomé por una primita, ahora resultaba ser mi hermana, que vivía en un kibutz en Israel.

¿Y su padre biológico, qué?

También vivía en Israel, se había vuelto a casar. Le conocí a mis 28 años, en 1967, y estaba ya enfermo y abatido: no supimos establecer comunicación…

¿Transmite usted su tradición sefardí?

Les cuento cosas a mis nietos, sí.

¿En españolico?

Conservamos algunas frases, solemos decir: “Esta gatada no estaba en tefté” (este imprevisto no estaba en la agenda).

Otra.

“El que se kema en la chorba (sopa) asopla en el yogur”, es decir, está escarmentado.

¿De qué huye usted?

De la tristeza: he querido ser alegre en toda circunstancia, y desde joven hasta hoy he procurado aprovechar esta vida.

Por Víctor-M. Amela
Fuente: La Vanguardia | 05/09/2022

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