¿Podrá Israel sumarse próximamente a ASALE (Asociación de Academias de la Lengua Española) y convertirse en un estado miembro de la asociación? La respuesta es afirmativa, pero todo depende de cuándo se cree en la práctica la Academia de la Lengua Judeoespañola (ladino). Se podría decir que la Academia ya existe, al menos “en papel”, el papel firmado por los correspondientes israelíes (ocho) que participaron a mediados de febrero de este año en la Convención organizada por la RAE y su presidente, D. Darío Villanueva, que desde que asumió su cargo colocó el judeoespañol en la lista de prioridades de la RAE.
Transcurridos 525 años desde la expulsión de los judíos de España, y tras haberse desarrollado (en ocasiones en condiciones difíciles) fuera del territorio de la península ibérica, el judeoespañol es hoy objeto de un reconocimiento renovado y es evidente que los integrantes de la Convención, tanto israelíes como españoles, están deseosos de colaborar para establecer ese vínculo tan necesario, tan natural, ese vínculo indiscutible entre el judeoespañol y su fuente histórica, el español y el mundo de habla hispana ubicado en cuatro continentes.
Son muchos los que se lamentan de la situación del judeoespañol. Muchos han deplorado la situación de esta lengua. También ha habido quienes le han dedicado una elegía, entre ellos algunos de sus hablantes y de sus intelectuales. Desde principios del siglo XX, la prensa en judeoespañol ha conocido animados debates sobre la necesidad de judeoespañol y sobre el lugar que ocupa, su futuro y su relevancia para el público que lo habla. Estos debates surgieron en el contexto del desarrollo de las lenguas nacionales en toda la cuenca mediterránea y también en el contexto de la emigración de los hablantes de judeoespañol del Imperio Otomano, al tiempo que dicho imperio comenzaba a perder poder y relevancia. Pero a pesar de que el judeoespañol perdiera fuerza gradualmente nunca calló del todo, y si no fuera por la terrible Shoá, en la que fue exterminada la gran mayoría de la comunidad de hablantes de judeoespañol en Auschwitz-Birkenau y Treblinka (unos 100.000), es posible que el número de hablantes fuera hoy mucho mayor. De cualquier modo, a pesar de estos terribles acontecimientos, el judeoespañol ha seguido siendo una lengua en boca de muchos, y hasta el día de hoy hay quienes la utilizan (aunque no tengan un dominio perfecto y aunque no se cumplan las cuatro funciones de comunicación que caracterizan el uso completo de la lengua, es decir, la lectura, la escritura, el habla y la comprensión). Hay quien estima que el número de hablantes de judeoespañol en Israel ronda los 250.000 y hay quienes creen que hay un número similar de hablantes repartidos en cuatro continentes, sobre todo en América del Norte y del Sur.
¿Son significativas las cifras de ladinoparlantes en el mundo? Esta cifra no tiene gran trascendencia, ya que aunque fuese mucho menor seguiría justificando la creación de una Academia del Judeoespañol en Israel, que se sumará a las 23 academias activas en ASALE, todas ellas vinculadas a la RAE. Durante la Convención de Madrid se publicaron grandes titulares en los medios de comunicación de España e Israel de los que se desprende que la futura academia, una vez establecida, salvará al ladino. ¿Es así?
Debe hacerse hincapié en que durante las tres últimas décadas se han hecho y se están haciendo en Israel y en el extranjero enormes esfuerzos con el fin de, si no salvar, al menos salvaguardar la presencia del judeoespañol. La presencia es también una forma de salvación. En diversas universidades de todo el mundo, especialmente en España, se están haciendo grandes esfuerzos de investigación. En este contexto, no se puede olvidar el ingente trabajo realizado en esta área en el CSIC a lo largo de generaciones, bajo la dirección del gran maestro Jacob Hassan. En Israel también se está haciendo un trabajo importante. Diversos centros e institutos de investigación, como el Instituto Salti para el Estudio del Ladino de la Universidad de Bar-Ilan, el Centro Moshe David Gaon de la Universidad Ben Gurion, el Centro de Lenguas Judías de la Universidad Hebrea de Jerusalén y, por supuesto, la Autoridad Nacional para la Cultura del Ladino establecida en 1997 en virtud de la Ley de Conservación de Ladino promulgada por el parlamento israelí, estos y otros trabajan intensiva y cotidianamente para investigar, impulsar la investigación, introducir en la agenda pública el judeoespañol y los brillantes capítulos de su historia. Esta es la salvación puesta en práctica, y ya se está haciendo.
¿Pero cuál es entonces el papel de la futura Academia del Judeoespañol, cuando se establezca en Israel? El mismo papel que desempeñan las otras academias de las lenguas, aunque la Academia del Judeoespañol se enfrentará a desafíos particularmente complejos, como la cuestión de la regulación de la ortografía. El ladino se escribe hoy por hoy utilizando diversas grafías (en escritura latina) y es apenas escrito actualmente en su escritura histórica (el alfabeto hebreo). Al mismo tiempo, una de las funciones de la academia será promover la publicación del Diccionario Histórico del Judeoespañol, y para ello será necesaria la colaboración de expertos en Israel y en el extranjero. Se trata de un proyecto de gran envergadura, que sin duda requerirá muchos años con el fin de reunir en una sola base de datos toda la riqueza del vocabulario judeoespañol. Esta base de datos enriquecerá el diccionario histórico español sobre el que están trabajando los expertos de la RAE desde hace muchos años. La academia asumirá otras funciones que se derivarán de las decisiones de sus miembros, tales como la promoción de una sincronización de todos los entes y organismos de investigación en Israel y en el extranjero que se dedican a la investigación del judeoespañol. Y, por supuesto, la academia invitará a otros miembros a sumarse a ella, especialmente de la joven generación, para ampliar sus filas y permitir que el mayor número de expertos pueda contribuir desde el ámbito de su especialización.
Sea como fuere, no hay duda de que el judeoespañol y sus investigadores tienen ahora un nuevo futuro frente a ellos. Todo depende, por supuesto, de la velocidad con la que las autoridades israelíes vayan confirmando diversas cuestiones, teniendo en cuenta que el establecimiento de la academia requiere la aprobación de los ministerios pertinentes (educación y cultura). La cuestión del presupuesto es también una cuestión crucial. Si la academia se integra en el marco de las actividades de la Autoridad Nacional del Ladino, el limitado presupuesto de la Autoridad no permitirá financiar también las actividades de la Academia del Judeoespañol. La academia necesitará de un espacio en el que desarrollar sus actividades, y al menos a este respecto los participantes en la Convención salieron de ella alentados por la idea de que la sede de la academia se establezca en el espacio que se construirá en memoria del Quinto Presidente del Estado de Israel, Isaac Navon, en una granja agrícola educativa de amplia extensión que se encuentra a mitad de camino entre Jerusalén y Tel Aviv.
Ahora es necesario actuar enérgicamente y garantizar que para finales de 2019 se finalicen todos los procedimientos burocráticos en Israel, de manera que en la próxima convención de ASALE en Madrid, D. Darío Villanueva pueda anunciar que ya está en pie la Academia del Judeoespañol en Israel. Con la izada de la bandera israelí en esa ocasión se cerrará también un círculo histórico.
Profesor Shmuel Refael Vivante
Director del Instituto Salti para el Estudio del Ladino de la Universidad de Bar-Ilan
Académico correspondiente y coordinador del proyecto de la Academia del Judeoespañol en Israel
Shmuel.refael@biu.ac.il
Fuente: Embajada de Israel en España, publicación El Puente, Newsletter Nro 85 – Marzo 2018