En su libro «MEGUILAT HAMERED VEHAJURBAN» («El relato de la rebelión y la destrucción»), el Dr. Jagui Ben Artzi, profesor de historia en la Universidad de Bar Ilan, cuenta la historia de la destrucción del segundo Bet haMiqdash y menciona una opinión desconocida (por lo menos para mí) acerca de por qué LAG LAOMER (también conocido como LAG BAOMER) se considera un día festivo. Recordemos que, de acuerdo a la Guemará, el 18 de Iyar (33 del Omer) fue el día en que los judíos que habían salido de Egipto celebraron en agradecimiento al Creador por brindarles el «man», la maná, el alimento que cada día era provisto por Dios en el desierto. En segundo lugar, el dato más conocido es que entre Pésaj y Shabuot fallecieron 24.000 alumnos de Ribbi Aquibá, y el día 33 del Omer esta epidemia terminó. Y finalmente, como ya lo explicamos anteriormente, en este día celebramos la vida y los logros de Ribbí Shimón bar Yojai.
LOS MOMENTOS MÁS DIFÍCILES
El profesor Ben Artzi nos recuerda un acontecimiento más que tuvo lugar ese mismo día, alrededor del año 130 de la era común. Luego de la destrucción del segundo Templo, Jerusalem estaba en ruinas y a los judíos no les estaba permitido acceder a la ciudad. Cuando el emperador Romano Adriano llegó al poder en el año 117 de la era común, las cosas empeoraron aún más. Adriano estaba obsesionado con el pueblo judío y, como tantos otros después de él, buscaba «la solución final al problema judío». Adriano prohibió el Berit Milá, bajo pena de muerte, y el estudio de la Torá. Estos tiempos fueron tan traumáticos que los Jajamim ni siquiera hablan de ellos, y llaman a este período de la historia SHEMAD, «destrucción», de manera similar a como nosotros denominamos hoy en día SHOAH «Holocausto» a todas las tragedias que vivió nuestro pueblo durante la Segunda Guerra Mundial.
UNA CUESTIÓN DE NOMBRES
Pero eso no fue todo. Para asegurarse de que el nombre de «Israel» fuera «borrado», cambió el nombre de «Judea» (Yehuda) por «Palestina», atribuyéndole así falsamente a los Filisteos la pertenencia original de Israel. Irónicamente, «filisteos», en hebreo «pelishtiim», significa «invasores (extranjeros)» y alude al hecho de que estos pueblos salvajes llegaban desde el mar, saqueaban a los locales y tomaban por la fuerza todo lo que podían. Dicho sea de paso, los filisteos ya habían desaparecido en los tiempos de Adriano, ¡pero eso no importaba! Lo principal era cancelar la conexión entre Israel y el pueblo judío. Increíblemente, en nuestros propios días podemos ver hechos similares: en 2017 la UNESCO comenzó una cruzada para denunciar que los judíos somos los invasores de Israel, que es un «territorio palestino ocupado». La UNESCO también cambió oficialmente en todos sus documentos el nombre de Jerusalem, especialmente el Monte del Templo, por «al-Haram al-Sharif» (ver más detalles aquí).
UN TEMPLO PAGANO EN EL LUGAR MÁS SAGRADO
Adriano, como la UNESCO, también intentó borrar el nombre Jerusalem. Hizo arar la ciudad para reconstruirla y la llamó «Aelia Capitolina». ¿Por qué Aelia? Para celebrar su propia vanidad, ya que el nombre de Adriano, antes de ser emperador, era Aelio. Pero, ¿por qué el nombre «Capitolina»? Para erradicar la memoria del Bet HaMiqdash por el cual los Yehudim seguían llorando, la ciudad sería re-dedicada ahora a un dios pagano, Júpiter Capitolino. Y se construiría un enorme templo pagano en el mismo lugar donde estaba el Bet haMiqdash, para así garantizar que nunca más fuese reconstruido por los judíos. Los judíos se enteraron del plan de Adriano, y a pesar de que habían hecho todo lo posible para no reaccionar a las constantes provocaciones de Adriano, al escuchar esto decidieron que no podían quedarse de brazos cruzados. Y así comenzó la rebelión de Bar Kojbá, que fue apoyada por muchos Sabios, entre ellos Ribbí Aquibá.
LO QUE SE EVITÓ
Sin embargo, y a pesar del terrible precio pagado, hubo una significativa victoria de la cual mucho no se habla. El primer objetivo de los judíos era reconquistar Jerusalem y así evitar que Adriano concretara su nefasto e irreversible plan. Ben Artzi cuenta que los Yehudim, liderados por Bar Kojbá, finalmente comenzaron la rebelión y, luego de varias sangrientas batallas, derrotaron nada menos que a la poderosa décima Legión del ejército Romano, y finalmente retomaron el control de Yerushalayim. Al final, y luego de 3 a 4 años de sangrientas batallas, Adriano hizo algo sin precedentes: mandó a traer a TODO el ejército Romano, incluyendo militares que llegaban desde Inglaterra a Judea, y al final los Yehudim fueron derrotados. Sin embargo, gracias a la valiente decisión de retomar el control de Jerusalem, los romanos tuvieron que «suspender» la construcción del templo pagano en el lugar del Templo judío, y el plan de Adriano nunca se llevó a cabo.
De acuerdo con el profesor Ben Artzi, el día que los judíos reconquistaron Yerushalayim, evitando la profanación de las ruinas del Bet HaMiqdash, fue el 18 de Iyar, el 33 del Omer.