Una visita a los judíos perdidos del Ecuador por Genie Milgrom

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Desde que descubrí mis raíces cripto-judías, he estado viajando y hablando sobre el tema en diferentes partes del mundo. He podido compartir mi experiencia personal y mis conclusiones con grupos judíos en los Estados Unidos, así como en Argentina, Ecuador y España. Todos los meses, tengo la oportunidad de hablar por lo menos en dos lugares diferentes. No importa el tipo de grupo que sea; normalmente no tienen mayor conocimiento previo sobre los cripto-judíos, los B’nai Anusim, y mucho menos sobre los efectos laterales de la Inquisición. La mayoría de las personas de estos grupos suelen ser aquellos que han nacido dentro del mismo pueblo judío.

Hasta ahora, honestamente, yo pensaba que yo era el prototipo del B’nei Anusim Yo creía que llevaba la bandera de todos los demás y que si había un patrón, yo era parte del mismo. Yo me convertí por medio de una Corte judía ortodoxa hace muchos años atrás y he sido aceptada aceptada en mi congregación, siempre practicando el judaísmo en un entorno asquenazí muchos años antes de que descubriera mis propias raíces cripto-judías.

presidente de la comunidad de EcuadorCon estos pensamientos en mente, yo inocentemente entré a dar una charla la semana pasada a una comunidad B’nei Anusim en Guayaquil, Ecuador. El edificio era grande y sin pintar, con letras azules desteñidas y una gran estrella de David encima, y estaba situado en un barrio humilde. Al entrar a una inmensa habitación se podían ver unos hermosos tapices en colores brillantes y un pequeño Aron HaKodesh en el centro. Me quedé asombrada al ver tantos símbolos judíos en una ciudad de la que no se conoce tanto afuera, ni se suele publicitar que haya una fuerte presencia judía.

El Presidente de la Comunidad amablemente nos recibió y nos contó la historia de su regreso al pueblo judío. Las lágrimas brotaron de sus ojos por la emoción mientras recordaba las dificultades y finalmente la alegría de darse cuenta de que él tenía un alma judía y que tenía la necesidad de regresar a su pueblo. A pesar de tener una voz suave, tiene también a la vez, una gran personalidad. Él nos habló sobre su comunidad y nos contó que tiene más de 200 miembros que son B’nei Anusim y que él ha estado luchando durante años para que la congregación sea reconocida como una comunidad de buena fe y pueda recibir ayuda de organizaciones judías. Él ha tratado a nivel nacional e internacional, y por la mayor parte, sus peticiones son ignoradas. La única persona que llegó a ayudarles fue el Rabino Terry Bookman, de Miami. El y su señora han ayudado a la comunidad a cambiar sus cocinas para que sean kosher, les han enseñado a hacer jalá, y también han estudiado como rezar .El Rabino ha realizado bodas, y ha tratado de ayudarlos con muchas de las otras cosas que necesitan. Si no fuera por este Rabino, no habrían tenido ninguna ayuda .

Aron HaKodeshEl Presidente de la Comunidad nos contó que el logró aprender por su cuenta y se fue a Israel para obtener más instrucción religiosa. Ahora enseña lo que puede a su comunidad y ellos, respetuosamente, le dicen Rabí. Ellos han aprendido a faenar la carne por sí mismos para que sea kosher, y la comunidad sólo come de esta carne. Nos mostró los montones de siddurim, que son fotocopias atadas a mano con lazos, copias para que todos puedan rezar. Nos mostró el Aron Kodesh y le pregunte si tenía una Torá. Apartó la mirada con timidez y me dijo que sí tenían una, pero que no era kosher. A medida que me acercaba para verla, me imaginaba que tendría un pequeño desgarro, o algunas letras borradas, pero cuando abrió el Aron Kodesh, vi un Chumash cuidadosamente cortado y delicadamente pegado, hecho con papeles impresos con un Chumash descargado del Internet y enrollado. Ni siquiera podía respirar mientras veía el cuidado y la ternura con la que él la movió para mostrármela. Fue mi turno de asombrarme mientras las lágrimas fluían libremente de mis ojos. Tuve que voltearme para que no me viera, y en ese instante me llamó la atención el hecho de que se trataba de una verdadera comunidad de B’nai Anusim y que yo había estado integrada en una comunidad azquenazí durante tanto tiempo, que para mí una Torá no kosher, era una que tenía una letra medio borrada. Me dio mucha pena reconocer esto.

Rápidamente acepté regresar al día siguiente, en camino al aeropuerto, y dar una charla a su congregación.

Me sentía confundida, y con dudas sobre lo que debía cubrir en mi discurso. Esto nunca me pasa a mí, ya que doy charlas a menudo y siempre hablo de mi propia historia, pero me di cuenta que esta comunidad era frágil y necesitaba un toque más especial, lleno de amor y aceptación.

El presidente y GenieVolví la noche siguiente y habían creado un escenario y pódium para que yo diera mi charla. Me conmovió que alguien había trabajado sin descanso durante todo el día para tener algo muy especial preparado para mí presentación. Poco a poco, la congregación empezó a llegar: las mujeres con vestidos largos y muchas con su pelo cubierto; los hombres, todos con kipás y algunos con tzitzit fuera, colgando mientras caminaban. Aquella noche, en Guayaquil, Ecuador, los judíos olvidados, los verdaderos B’nei Anusim, descendientes de los judíos que habían huido de la Inquisición española en España y Perú, se reunieron delante de mí.

Le pedí a D-os inspiración y que me diera la sabiduría para poder llegar a ellos y poder transmitirles la fuerza necesaria para enfrentar las adversidades que sabía que iban a seguir pasando. Empecé a contar mi propia historia de encontrar, verificar y documentar mi propio pasado judío. Compartí incidentes personales de luchas dentro de mi propia familia y, por último, les dije que como judíos tenemos muchas leyes que observar, pero sobre todo, estamos destinados a vivir en un ambiente comunitario y judío y que la belleza de la existencia que tienen ellos en Ecuador es precisamente en la comunidad de mas de 200 que ellos mismos construyeron y crearon. Mirando alrededor de la sinagoga, a las caras que me rodeaban mientras yo hablaba, me maravillé de la lucha que deben pasar día tras día, y sin embargo, los noté imbuidos de una felicidad que brilla desde el interior. Delante de estos B’nei Anusim, me sentí humilde. Hay comunidades en toda América Latina que luchan de esta misma manera y tenemos que estar conscientes y reconocer su necesidad de regresar y pertenecer al pueblo judío. Anoche tuve el placer de celebrar el Shabat en mi casa, con el Rabino Bookman y su esposa, Karen, y en dos días estará en camino a Guayaquil y esta vez, les estará llevando una Tora, Lo saludo con todo mi respeto, ya que él entendió antes que yo lo que hacía falta en esa comunidad. Y les mando un saludo aún más fuerte a los B’nei Anusim de Guayaquil, Ecuador.

Genie Milgrom, Autor de Mis 15 Abuelas, www.geniemilgrom.com

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One comment

  1. Hola y cuando dará España doble nacionalidad a judios

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