Para esta reseña de la comunidad hebrea de Besalú, me baso en las investigaciones del Dr. Manuel Grau i Montserrat (1975), en los comentarios del Ayuntamiento de Besalú (2001), en el libro de Josep Alanya i Roig (1996), en el texto literario de la Editorial Escudo de Oro, en el erudito texto de Julio Caro Baroja, Los judíos en la España moderna y Contemporánea (ed. 2000), y en mi propia visita a la antigua y fascinante ciudad ubicada en el norte de España.
Besalú está situada en la confluencia del arroyo Capellada y el río Fluvià. Durante la época medieval fue un condado independiente. En 1111, cuando el último duque de Besalú murió sin dejar descendencia, pasó a ser parte de la corona de Barcelona.
En 1258, Jaime I dio permiso para que los judíos de Besalú y Gerona pagaran un impuesto común, o “collecta.” Asimismo, se decidió que las dos comunidades tendrían cinco representantes en la comisión de impuestos de Cataluña. Se sabe que el 4 de octubre de 1264, Jaime I autorizó la construcción de la sinagoga, que, con toda seguridad estaría ubicada al lado de la miqwé. En 1292, se les permitió a la población hebrea a ejecutar contractos legales de la misma manera que los cristianos y árabes los hacían.
En el mismo año 1292, los frailes dominicanos trataron de interferir en la comunidad, pero el rey se los prohibió. El siglo XIV constituyó “la época de oro” de la aljama de Besalú. El término aljama, usado en documentos cristianos, procede del árabe = congregación. El Call era el vocablo usado para indicar el recinto en donde habitaban los judíos. Los documentos catalanes y hebreos se referían tanto al lugar físico como al organismo jurídico con el nombre Call. De los objetos de cultos de la sinagoga, hay pocas referencias. En algunos documentos aparecen citados la atará, el celles e ascaros, la Lámpara de Sarón, el rotle y el Teua (=Tabernáculo). Se cree que existió la sinagoga antes de que se hubiera delimitado el Call. Al lado de la sinagoga estaba la Plaça dels Jueus. Los documentos judíos designan a la sinagoga como scola.
Hasta mediados del siglo XIV, el Call dependió directamente del de Girona, pero adquirió independencia entre los años 1342 a 1391. El Call se encontraba ubicado al lado del Riu Fluvia y la Carrer del Port. Había una carnicería (mascellum), la cual es mencionada en una nota de Vital Isha Bonastuc con motivo de la venta de una propiedad que estaba “juxta carniceriam judaycam.” Por referencias indirectas, se sabe que también había una panadería y una almoyna (obra de beneficencia), que probablemente era una dependencia de la sinagoga. El cementerio, fossar, es mencionado en cinco documentos de la época y se encontraba en las afueras de la ciudad en el camino a Girona.
Besalú estaba habitado por familias judías de prestigio. Entre estas familias había médicos, comerciantes de paños y tejidos, tenderos, sastres, plateros, tejedores de velos y juboneros. El número de médicos era elevado para el tamaño de la población judía que fue de unas 220 familias en su época de esplendor. La familia Des Castlar, originaria del sud de Francia, era una de las más influyentes. David Des Castlar se estableció en Narbona en 1283 y fue el padre del prominente médico Abraham Des Castlar de Besalú. Des Castlar escribió libros sobre la Peste Negra, la sangría, y “las fiebres.” Entre los cirujanos se encontraban Bertrán Maguessa, Père de Benyù y Berenguer Jordà, Las familias pudientes poseían viñedos y olivares afuera de los límites de la ciudad.
La decadencia del Call comenzó con las matanzas del trágico año 1391 hasta llegar a su total desaparición en el siglo siguiente. Por una Bula de Benedicto XIII (1415), se ordenó encerrar las aljamas con muros y esto, claro está, impidió el contacto y la convivencia con la comunidad cristiana. La carencia de intercambios sociales, culturales y económicos, aumentaron la decadencia y su total desaparición. Desde ese entonces, comenzó a disminuir la población debido a numerosos decretos y persecuciones, ya que por ejemplo, se atribuía a los judíos matar niños para la Pascua. Además, se publicaron tratados sobre “pureza racial.” En 1492, cuando fue la expulsión general de España, la comunidad hebrea de Besalú prácticamente había desaparecido. Probablemente comenzaron a huir a Portugal o Francia desde un siglo antes de 1492.Numerosas personas me preguntaron después de leer mi novela histórica: Beatriz: la vida de una joven hebrea en 1492, si realmente las persecuciones y las horrendas tragedias que sucedieron eran verdaderas. No hay absoluta ninguna duda de que fueron realidad. No se puede asegurarse de que para todos los hebreos españoles fue una absoluta tragedia, ya que la nobleza , los reyes y las clases profesionales se habían casado con judíos por generaciones. Por ejempl, el Arzobispo de Toledo, dedició poner en la catedral los escudos de armas de las familias nobles que eran judías o descendiente directos de las mismas.
Como explica el Dr. Grau, el recuerdo de un barrio judío continuó existiendo en la mente de los habitantes, pero desde 1492 hasta la diligente compilación de documentos de los Archivos de Olot por el Dr. Grau en la década de 1960, se desconocía que hubiera habido una pujante comunidad hebrea en la ciudad.
En 1964 la miqwé fue descubierta por el dueño del terreno, señor Esteve Arboi. Desde ese momento el interés por Besalú aumentó y es hoy en día un próspero centro turístico y comercial.
La miqwé tiene, más o menos, 40 metros cuadrados y está ubicada al lado del río Fluvià de la cual recibía las aguas. El edificio de piedra se encuentra en un subterráneo. Hay que bajar 36 escalones para entrar a la misma. El recinto tiene acceso directo de agua por un orificio que comunica con el río, de esta manera cumple con todos los requisitos de los baños de purificación. Luego se bajan siete escalones adicionales para entrar en la piscina. Poseía una fuente termal, que no existe hoy en día
En 1966, se declaró a Besalú “monumento nacional español” debido al valor histórico de la miqwé, que se la puede visitar pues está abierta al público.
En agosto del año 1999, tuve la oportunidad de caminar por las calles del antiguo Call. Pasé varias horas admirando los edificios antiguos que rodean la original la Plaça dels Jueus, que se conoce hoy en día como Plaça Llibertat. Cuando entré a la miqwé sentí una intensa emoción, ya que el interior de la misma me llevó a recorrer siglos y siglos de historia judía. Me uní a todas las mujeres que entrarían a purificarse física y espiritualmente en el recinto.
Besalú todavía mantiene un aspecto medieval, y al llegar a la ciudad es como si uno viviera otras épocas. Las estrechas calles de piedra, los arcos, las columnas, las ventanas y los tejados de las antiguas casas colaboran a que al turista le parezca vivir siglos atrás.
María del Carmen Artigas
Emerita Faculty, University of New Orleans