Hoy, jueves 31 de marzo de 2022, recordamos que hace 30 años la sinagoga Beth Yaacov de Madrid, abría sus puertas a una visita histórica: la de Sus Majestades Los Reyes Don Juan Carlos I y Doña Sofía, con motivo de la conmemoración del 500 aniversario del Decreto de Expulsión de los Judíos de los reinos de Castilla y Aragón.
Esta histórica visita contó con un testigo excepcional: El Presidente de Israel, Haim Herzog.
[Ver más abajo el artículo del diario El País]
Actuaron como anfitriones de la visita Real el secretario general de la FCJE, Samuel Toledano Z´L y el Presidente de la Comunidad Judía de Madrid, Jacques Laredo.
El Gobierno de España creó la Comisión Nacional Sefarad 92 con el fin de organizar los actos relacionados con la contribución judía en la cultura española en la España del Descubrimiento.
La FCJE y las organizaciones judías a nivel nacional de toda España formaban parte de la Comisión cuyo presidente era David Grebler y directores Isaac Querub Caro y Mauricio Toledano Marques.
La Comisión Nacional Judía Sefarad 92 organizo el acto en la Sinagoga Beth Yaacov en coordinación con el Gobierno de España presidido por Felipe Gonzalez, el Palacio de la Zarzuela y la Comisión Nacional del Quinto Centenario presidida por Luis Yáñez.
Tras la bendición de los rabinos Gaon Z´L y Yudah Benasuly Z´L, rabino de la CJM a S.M. Los Reyes, D. Juan Carlos, agradecido se dirigió a los presentes con un entrañable discurso en el que mencionó la conocida frase: «Sefarad no es ya una nostalgia, sino un hogar en el que no debe decirse que los judíos se sientan como en su propia casa, porque los hispano-judíos están en su propia casa».
[ver discurso completo más abajo]
Intervinieron en el acto los Sres. Jacques Laredo, Samuel Toledano Z´L, Max Mazin Z´L (Presidente de Bnai Brith-España), Edmond Safra Z´L (Presidente de la Fundación Safra), David Grebler,
Asistieron los ministros del Gobierno y otras personalidades judías y no judías del mundo entero, como el ex Presidente de Israel, Isaac Navon.
Fuente: FCJE – Federación de Comunidades Judías de España
PALABRAS DE SU MAJESTAD EL REY A LA COMUNIDAD ISRAELITA, Sinagoga de Madrid, 31.03.1992
La Reina y yo queremos agradecer la invitación que nos ha sido hecha por la comunidad judía española, a través de su Comisión Nacional Sefarad 92, para que acudiéramos en día tan significativo, como el de hoy, a la Sinagoga de Madrid.
La satisfacción que nos causa el hecho de encontrarnos en este recinto se ve incrementada por la cariñosa acogida que hemos recibido por parte de todas las ilustres personalidades presentes, representantes de las comunidades judías de España, del Comité Internacional Sefarad 92 y de las más importantes organizaciones judías del mundo. Muy especialmente nos es grata la presencia y compañía del Presidente del Estado de Israel y señora de Herzog que honran este acto como invitados expresos y testigos excepcionales del mismo.
Es más, hemos deseado expresamente vuestra presencia, así como la de los distinguidos representantes que nos acompañan para que compartierais la emoción y la alegría de este encuentro del Rey con los judíos españoles.
Hoy se celebra una ceremonia especialmente entrañable para la Corona: la del encuentro de los judíos españoles, o residentes, con sus Reyes en el recinto de esta Sinagoga.
Hace ya casi un lustro, con motivo de la visita que la Reina y yo hicimos a la Sinagoga Sefardita de Los Angeles anuncié a los allí congregados que en la preparación del V Centenario del descubrimiento de América, la Comisión Nacional Española había creado un grupo de trabajo, Sefarad 92, para propiciar el encuentro y establecer un diálogo fraternal como corresponde a nuestros siglos de historia compartida.
Nuestra presencia hoy aquí es cabal cumplimiento de tal empeño.
Puede antojarse como paradójico que hayamos escogido la conmemoración de un desencuentro para propiciar un encuentro de tan hondo calado. Pero la historia de los pueblos y, desde luego, la historia de España está llena de luces y sombras.
Hemos conocido momentos de esplendor y de decadencia. Hemos vivido épocas de respeto profundo de las libertades y también de intolerancia y persecución por razones políticas, ideológicas o religiosas. Lo que importa no es la contabilidad de nuestros errores o aciertos, sino la voluntad de proyectar y analizar el pasado en función de nuestro futuro, la voluntad de trabajar en común en pos de un noble afán.
Evocar hoy esos siglos de historia compartida es un homenaje que quiero rendir a la fortaleza de espíritu y a la capacidad de conservar su raíz cultural de los hispano-judíos que, fieles a su fe y a sus tradiciones, tuvieron que salir de España como consecuencia de una razón de Estado que veía el fundamento de su unidad, en la uniformidad religiosa.
Quinientos años después, vivimos bajo normas constitucionales que han consagrado la unidad en la diversidad, el pluralismo y la libertad religiosa y de conciencia.
El retorno a Sefarad que comenzó a iniciarse tímidamente ya en el siglo pasado comienza a colmar el vacío que produjo vuestra ausencia. Se reanuda así la convivencia en una España que ha consolidado su sistema democrático. Sefarad no es ya una nostalgia sino un hogar en el que no debe decirse que los judíos se sienten como en su propia casa, porque los hispano-judíos están en su propia casa, en la casa de todos los españoles con independencia de cual sea su credo o religión.
En la Sefarad de hoy es posible continuar la creación filosófica, literaria, científica y cultural que ha hecho dignos de recuerdo a tantos judíos españoles de la Edad Media.
A lo largo de este año se ha venido examinando en numerosos encuentros académicos el legado cultural hispano-judío y sefardí en todo su esplendor y ello ha permitido que un área de nuestra historia y nuestra cultura que sólo era conocida por especialistas, haya trascendido al conjunto de la sociedad.
Hoy los españoles sabemos más de ese aspecto fundamental de nuestra historia y nuestra identidad cultural.
Debemos reconocer que fue admirable, a pesar de las circunstancias de su salida, la fidelidad que las comunidades sefardíes guardaron, con lógicos sentimientos encontrados, a su patria de tantos siglos. Fidelidad a la lengua, el ladino, a sus obras y tesoros literarios y fidelidad al romancero musical.
Y aquí debemos valorar y agradecer la hospitalidad de los países que acogieron a aquellos españoles expulsados de su patria que permitieron que durante siglos florecieran focos de cultura hispánica en su seno.
Tenemos ahora la responsabilidad de hacer de esta cita y de este país un verdadero lugar de encuentro para las generaciones venideras. Que nunca más el odio o la intolerancia provoquen la desolación o el exilio. Al contrario, que seamos capaces de construir una España próspera y en paz consigo misma sobre la base de la concordia y del mutuo respeto. Una España de ciudadanos libres, colaborando con todos los países amantes de la paz. Ese es ahora mi más ferviente deseo, paz para todos. Shalom.
Fuente: Casa Real de España
Haim Herzog: «Ni olvido, ni paranoia»
La visita de Estado de Haim Herzog a Madrid se desarrollará bajo la doble vertiente del quinto centenario de la expulsión de los judíos de España y el impulso armónico de las relaciones bilaterales entre España y el Estado hebreo, según declaró el propio presidente en Jerusalén a un grupo de corresponsales de prensa de medios españoles.
Herzog subrayó que «no hay que olvidar la historia trágica del pueblo judío ni caer en la paranoia» y recalcó: «Me interesan menos los elementos antiguos de hace 500 años que lo que sucederá en los próximos cinco siglos». «Nadie niega los horrores de la Inquisición, las persecuciones antijudías, que culminaron con su expulsión de España, pero no hay que perder de vista que en aquella época hubo persecuciones y expulsiones de judíos en otros lugares».
«Lo que es extraordinario es observar hasta qué punto los descendientes de los judíos de España han permanecido fieles a la lengua y a la cultura del país en el que vivieron», añadió.
«No pediré disculpas por lo que sucedió hace 500 años porque nadie en la España de hoy es responsable de aquella tragedia», prosiguió el presidente.
«Reitero que mi actitud consiste en mirar el porvenir; lo dije en Alemania, un país con el que tuvimos contenciosos más graves y recientes que con España».
«Pertenezco a la escuela de Ben Gurion (primer presidente israelí): el Estado de Israel y su porvenir deben ser la principal preocupación del pueblo judío, no su pasado».
«Madrid, sede del inicio de la Conferencia de Paz entre árabes e israelíes», concluyó Herzog, «permanecerá en nuestra historia por haber servido de trampolín hacia la paz. España e Israel son dos países mediterráneos y democráticos que tienen mucho en común; espero que nuestras relaciones especiales, en las que se entremezclan aspectos positivos y negativos nos darán la fuerza para progresar juntos».