Salomón ben Adret de Barcelona (1235-1310)

Los delegados de la comunidad de Roma encaminaron sus pasos por tierra y por mar hasta llegar a la ciudad grande e ilustre, perfecta en su pura belleza, metrópolis de israelitas, llena del conocimiento de la Torá, de buenas obras, de generosidad, de distinguidos linajes, de riqueza, de bienes, la ciudad de esplendor coronada, Barcelona, y fueron a casa del eminente sabio y adalid de nuestros prohombres, rabino Salomón Adret…

José ben Isaac ven al-Fawal de Huesca

Barcelona y Salomón ben Adret

La ciudad de Barcelona contaba, durante la Edad Media y hasta el asalto de la judería de 1391 que marcó su fin, con la mayor comunidad judía de Cataluña y de toda la Corona de Aragón. De entre los habitantes de la judería barcelonesa surgieron numerosas figuras preeminentes en ámbitos como la teología, la filosofía, la poesía e incluso la cábala, aunque ninguna de ellas logró el mismo renombre que Salomón ben Adret de Barcelona (1235-1310).

Líder del judaísmo catalán y con autoridad reconocida como maestro talmudista y jurisconsulto, Salomón ben Adret, de cuya muerte acaba de cumplirse el séptimo centenario, ostentó el título de rabino de Barcelona y sirvió a tres reyes —Pedro II, Alfonso II y Jaime II— como responsable de asuntos judíos.

Había nacido en tiempos de Jaime I y era contemporáneo de Raimundo Lulio y Arnaldo de Villanueva. La monarquía catalano-aragonesa se expandía entonces hacia el sur y por el Mediterráneo, y Ben Adret tenía catorce años cuando Barcelona, que crecía en actividad y en habitantes, consiguió que el monarca le concediera el autogobierno, con la formación del Consejo de Ciento: su modelo organizativo serviría posteriormente de pauta para las instituciones propias de los judíos, que formaban una comunidad o aljama arraigada en Barcelona desde hacía siglos y bien conectada con las aljamas de otras ciudades.

Firma de Salomón ben Adret en un recibo de 23 de diciembre de 1259 Archivo Capitular de Barcelona, 1-6-2815

De banquero a rabino

Hijo de una familia acomodada de la judería de Barcelona, Salomón ben Adret se ocupó de joven del negocio familiar: el préstamo de dinero. Los condes reyes catalanes, como Jaime I, fueron deudores suyos. Sin embargo, Salomón ben Adret pronto destacó en los estudios religiosos.

Tuvo por maestros a dos grandes figuras del judaísmo catalán y europeo del siglo XIII: el rabino Mossé ben Nahman de Gerona (Nahmánides, 1194- 1270) y el rabino pietista Yoná ben Abraham Gerondí (1200-1263). Una vez completada su formación como talmudista, dejó los negocios bancarios.

Descrito como un hombre emprendedor de fuerte carácter y juicio firme, profundizó en el campo de la jurisprudencia rabínica y en la interpretación del Talmud. Aceptó el título de rabino de Barcelona, cargo que ejerció durante más de cuarenta años, y fundó su propia academia talmúdica. Poseía ejemplares de Talmud que procedían de las academias de Babilonia y Al-Kairawuan, y entre sus discípulos se contaban judíos procedentes de toda Cataluña, Aragón, Castilla, Francia y Alemania.

Jaime I reconoce la deuda contraída con Salomón ben Adret, judío de Barcelona, de 1.216 sueldos barceloneses que le prestó, y con Benedi, judío de Gerona, de 1.000 sueldos, que asigna al tributo que los judíos de Gerona deben pagar por San Juan (Montpellier, 4 de mayo de 1262). Archivo de la Corona de Aragón, Registro de la Real Cancillería, 12, f 50v

 

Sello de Nahmánides, siglo XIII Museo de Israel, Jerusalén Fotografía de la réplica conservada en el Museo de Historia de los Judíos de Gerona
Sello de Nahmánides, siglo XIII Museo de Israel, Jerusalén Fotografía de la réplica conservada en el Museo de Historia de los Judíos de Gerona

El Talmud

El Talmud (palabra hebrea que significa «estudio» o «enseñanza») es el gran compendio de las opiniones e interpretaciones —a menudo contradictorias— de los rabinos judíos expertos y famosos en cuestiones de conducta moral y religiosa. Escrito en hebreo y arameo, constituye tanto una recopilación de jurisprudencia como un contenedor de tradiciones legendarias, historias y anécdotas ejemplarizantes que ilustran la parte teórica y puramente legal del cumplimiento de los preceptos religiosos del judaísmo. Tiene dos componentes: la Mishná (o primer compendio de tradiciones jurídicas del judaísmo rabínico destinadas a interpretar y cumplimentar la Torá) y la Guemará (recopilación de discusiones y opiniones fruto del debate de los rabinos sobre la Mishná).

El judaísmo considera que la Torá es la «ley escrita», mientras que el Talmud es la «ley oral» que la expande, la complementa y la explica, y que nunca, por definición, no la puede contradecir. Existen dos compilaciones: el Talmud de Babilonia o Bablí (el más extenso y reconocido) y el Talmud de Jerusalén (parcial y obra únicamente de consulta en las academias medievales a partir del siglo XIII). El Talmud también es considerado libro santo del judaísmo y durante siglos ha supuesto el factor más importante de sistematización de las costumbres judías y de coherencia y unión del pueblo judío en todo el mundo.

Hombre sentado indicando la palabra «sabio» Haggadá Kaufmann, Cataluña, siglo XIV Magyar Tudományos Akadémia Könyvtára, Budapest
Hombre sentado indicando la palabra «sabio» Haggadá Kaufmann, Cataluña, siglo XIV Magyar Tudományos Akadémia Könyvtára, Budapest

Las yeshivot o academias talmúdicas

El estudio del Talmud se llevaba a cabo en las denominadas yeshivot o academias talmúdicas que existían en muchas de las comunidades. En la Cataluña medieval, las más importantes se hallaban en Barcelona, Gerona y Perpiñán. Las academias talmúdicas se constituían alrededor de un maestro talmúdico. El número de alumnos normalmente rondaba los veinticinco, y a menudo procedían de otras comunidades judías, a veces de países lejanos.

La duración de los estudios podía variar y siempre dependía del alumno y de sus capacidades: podía limitarse a un solo año o a algunos más. Las clases habitualmente tenían lugar en casa del maestro, aunque en algunas ocasiones las comunidades cedían espacios para que las sesiones de estudio tuvieran lugar en ellos. Frecuentemente, las academias se mantenían gracias a las donaciones de particulares, y algunos fondos donados en caridad en ocasiones servían para financiar la compra de libros y copias manuscritas.

Las responsa

– Desventurado aquel que no conoce la diferencia entre el bien y el mal.
Talmud Bablí, Sanhedrín 17b

– El hombre debe ser flexible como un junco y no duro como un cedro.
Talmud Bablí, Taanit 16a

Resolver dudas

Las complejas argumentaciones del Talmud y sus múltiples interpretaciones suscitaban dudas a los feligreses judíos. Para obtener una respuesta clara para un tema o una cuestión concreta, particulares, rabinos y consejos de comunidades se dirigían a un maestro sabio para que les resolviera lo que no veían claro y dictara normas de actuación al respecto. Los dictámenes de los rabinos crearon un género literario denominado Sheelot u-Teshuvot en hebreo (literalmente «preguntas y respuestas») y responsa en latín.

Los compendios de responsa contienen la solución a dudas de ética personal o en los negocios, de relaciones morales y sociales, de cuestiones prácticas de los trabajos y los oficios, de la casa o de los rituales sinagogales, de cos- tumbres y fiestas, de expresiones de alegría o de dolor, e incluso de juegos. En ellos también se abordan cuestiones más intelectuales sobre filosofía de la religión, astronomía, matemáticas, historia, geografía, funcionamiento de los órganos directivos de las comunidades judías, interpretación de pasajes bíblicos y de la Mishná, debates del Talmud e historia del judaísmo.

Las responsa son, asimismo, una valiosa fuente de información histórica so- bre la vida cotidiana y las preocupaciones sociales y religiosas de los judíos del momento en el que fueron escritas.

Procedencia de las consultas

procedencia_consultas

Las opiniones de Salomón ben Adret en materia de jurisprudencia religiosa —unas tres mil— fueron recopiladas por las comunidades que le habían dirigido las consultas. Sus dictámenes se caracterizaban por la simplicidad con la que interpretaba cuestiones complicadas de la Torá y el Talmud, y ha sido aducidos durante siglos como garantía para la resolución de problemas según la ley judía.

Las consultas le llegaban a Barcelona desde comunidades de muchos puntos de la Corona catalano-aragonesa, como Lérida, Perpiñán, Tarragona, Castelló d’Empuries, Gerona, Cervera, Valencia, Palma, Zaragoza, Huesca o Monzón, de poblaciones de Occitania como Montpellier y Narbona, y también desde Alemania, Francia, Bohemia, Sicilia, Creta, Marruecos, Argel, Palestina, Portugal, Navarra y Castilla. Las sentencias y aclaraciones de Salomón ben Adret fueron la principal fuente del libro Shuljan Aruj del toledano Yossef ben Efraín Caro (1499-1575), el último gran codificador de la ley judía.

La regulación de la vida diaria

Al margen de la compilación de sus responsa sobre cuestiones concretas, Salomón ben Adret fue también el autor de comentarios al Talmud y de obras de carácter legal que aspiraban a crear un corpus sistematizado de normas para regular los distintos aspectos de la existencia cotidiana, como la comida, la vida familiar, el baño ritual, las festividades y el funcionamiento de la comunidad:

  • Hiddushé Aggadot ha-Rashba («Comentarios talmúdicos de Rashba»), un compendio de comentarios a 18 tra- tados del Talmud.
  • Torat ha-Bait («La ley del hogar»), un manual sobre las leyes alimentarias judías y otras leyes religiosas a cumplir dentro del hogar.
  • Mishméret ha-Bait («Defensa del hogar»), una invectiva contra el libro de rabino Aharon ben Jucef ha-Leví de Na Clara de Barcelona, quien en la obra Bédeq ha-Bait («Grieta del hogar») criti- caba su Torat ha-Bait.
  • Shaar ha-Maim («Puerta de las aguas»), una obra centrada en las leyes relativas al micvé o baño ritual judío.
  • Avodat ha-Qodesh («Culto al Dios santo»), un manual que hace referencia a las leyes del sabbat y de las fiestas religiosas del calendario judío.
  • Piské Halá («Decisiones sobre el pan de ofrenda»), un tratado sobre las leyes que hacen referencia al pan ritual del sabbat.

 

Como sus Responsa, estas obras de Ben Adret lograron una repercusión notable y han sido objeto de múltiples ediciones desde entonces.

El guardián de la ortodoxia

 

1. La polémica maimonidiana
Como rabino de Barcelona, Salomón ben Adret defendió a ultranza las posi- ciones ortodoxas de la religión judía y rechazó los excesos a los que habían llegado los judíos racionalistas seguidores de las obras de Maimónides y de los estudios filosóficos que interpretaban alegóricamente muchos pasajes de las Escrituras. Con Ben Adret, pues, Barcelona se convirtió en un punto de referencia para el judaísmo ortodoxo.

En la denominada Polémica Maimonidiana entre racionalistas y tradiciona- listas, Ben Adret se puso de lado de estos últimos y se opuso con firmeza al racionalismo de raíz aristotélica de los seguidores de Maimónides. Ben Adret tomó partido por un judaísmo basado exclusivamente en los estudios tradicionales de la Biblia y el Talmud, hasta el punto de proclamar en 1305 un anatema contra quienes osaran estudiar «los libros griegos» —es decir, filosofía— antes de los veinticinco años.

La condena indignó a los rabinos racionalistas y de talante más progresis- ta, como Menahem ben Salomón ha-Meirí de Perpiñán (1249-1316) y el poe- ta y rabino Yedaya ha-Peniní ( ca . 1275- ca . 1340), quienes pese a su gran respeto por Ben Adret mostraron su disgusto y se opusieron firmemente a la prohibición dictada desde Barcelona. Un factor externo condicionó la polémica en detrimento de los renovadores, que tenían una notable implan- tación en Occitania: en el año 1306 se producía el primer expolio y expul- sión de judíos de las tierras bajo control de la monarquía francesa, que con la venta de los bienes judíos esperaba paliar los problemas de la tesorería real. La supervivencia de la comunidad se convirtió, cada vez más, en una cuestión fundamental.

Orígenes de la polémica

El traductor Samuel ibn Tibon (1150- 1230) termina en 1204 la traducción al hebreo de la obra La guía de los perple- jos de Maimónides en la villa de Lunel, vecina a Montpellier. La nueva teología que se desprendía de la obra de Maimó- nides —quien intentaba armonizar los postulados de la fe judía con la razón y las pautas de la filosofía aristotélica— provocó el estallido de una confrontación intelectual entre sus entusiastas y sus detractores: la polémica maimonidiana.

Este debate teológico alcanzó una gran virulencia en tierras catalano-occitanas y, dentro de las comunidades, adquirió tonos de confrontación social: las clases altas judías, ricas, cultas y entregadas asi- mismo al estudio de las ciencias profanas y la filosofía, se adherían con entusiasmo a la teología racionalista de Maimónides, mientras que las clases más populares defendieron un tradicionalismo anclado en los estudios clásicos del judaísmo, ba- sados únicamente en la Biblia y el Talmud.

Al ver que el fuego se avivaba, hemos temido que se extendiera y encontrara espinas por quemar: que el hombre que tiene el alma vacía de la Torá y no sabe nada, fuera atacado.
Anatema de Barcelona, doc 2 Salomón ben Adret

 

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Respuesta de Yedaya ha-Peniní

La Letra apologética es una extensa carta en la que el rabino Yedaya ha- Peniní rebate de forma sistemática las disposiciones del anatema proclamado por Salomón ben Adret. Rabí Yedaya se queja de las decisiones impuestas por los rabinos barceloneses y, decidido a plantar cara a favor de la libertad de pensamiento y de opinión, escribe al insigne rabino de Barcelona expresando el malestar causado por las declaraciones incluidas en los textos del antema contra la Provenza y sus sabios judíos.

Esta respuesta contundente de rabí Yedaya constituye una verdadera declaración de los principios que compartían todos aquellos que, como él, no veían en los estudios filosóficos y científicos un peligro para los fundamentos del judaísmo, sino un complemento necesario y beneficioso que lo completaba y enriquecía.

letra_apologetica_1305

2. La amonestación a los cabalistas

Rabí Salomón ben Adret amonestó asimismo a algunos cabalistas, como Abraham Abulafia y Nissim ben Abraham, quienes llevaron su especulación mística hasta el extremo de proclamarse profetas y mesías, y quienes basaban la práctica de sus cábalas en la magia, la superstición y la numerología.

El caso de Abraham Abulafia

El rabino zaragozano Abraham ben Samuel Abulafia (1240-1291), llegó a la Ciudad Condal en el año 1270 para estudiar la cábala. Allí tuvo por maestro a Baruj Togarmí. Abulafia representa la cumbre de la cábala práctica o extática, que consistía en buscar la unión con la divinidad a partir de la pronunciación repetida de los nombres de Dios, en hacer múltiples combinaciones de las letras de dichos nombres, y en ayudarse a entrar en éxtasis mediante técnicas respirato- rias, música, cantos y movimientos de cabeza y cuerpo, con la finalidad de que el cabalista gozara de la experiencia mística que él describe en sus obras y en sus tratados con imágenes eróticas muy atrevidas.

En 1281 se presentó como profeta y mesías en Sicilia, y la reacción escan- dalizada de las comunidades judías sicilianas le obligó a regresar a Bar- celona. Salomón ben Adret, siempre partidario de una cábala únicamente teórica, conservadora y secreta, fulmi- nó el mesianismo de Abraham Abulafia y condenó al rabino a cuatro años de exilio en la isla desértica de Cominio, cercana a Malta, en el año 1285.

El caso de Nissim ben Abraham

Nissim ben Abraham, un judío iluminado activo en la ciudad castellana de Ávila, también se erigió como profeta. Sus seguidores comentaron que, pese a ser analfabeto, un ángel le había imbuido de la sabiduría y la inspiración suficientes para escribir una obra mística, La maravi- lla de la sabiduría . La comunidad abulense se dirigió a Salomón ben Adret, quien inició una investigación sobre el caso para finalmente llegar a amonestar a Nissim ben Abraham por haberse proclamado profeta y precursor del Mesías. Nissim, no obstante, siguió con sus prédicas y llegó a fijar la fecha de la llegada del Mesías para los meses de julio-agosto de 1295. Quie- nes le creyeron se prepararon para el día indicado ayunando y habiendo vendido antes todas sus propiedades.

Pero el Mesías no se presentó y las cró- nicas cuentan que los decepcionados se convirtieron al cristianismo. No se sabe que ocurrió con Nissim.

La huella de Salomón ben Adret de Barcelona

Ben Adret consolidó el papel de Barcelona en el mapa europeo y mediterráneo de las grandes controversias filosóficas, teológicas y políticas de las comunidades judías, y tomó partido por las posiciones ortodoxas ante las tendencias racionalistas de los seguidores de Maimónides y de los estudios filosóficos. Incidió, asimismo, en los argumentos de defensa del judaísmo en las disputas sostenidas con un cristianismo convertido en arma de confrontación religiosa, social y política a raíz de las combativas prédicas de las nuevas órdenes urbanas, en especial la de los dominicos.

El conservadurismo normativizador de Ben Adret, materializado en una brillante producción de jurisprudencia sobre la aplicación de los textos sagrados en la vida práctica, no puede desvincularse de su momento histórico, aunque lo trascendiera. Sus dictámenes han sido objeto de estudio en las academias talmúdicas durante siglos y siguen siendo consultados a día de hoy por los judíos religiosos de todo el mundo.

Por la huella duradera que dejó como autoridad moral, religiosa y jurídica en el seno del judaísmo, rabí Salomón ben Adret, más conocido por el acrónimo de su nombre en hebreo, RASHBA, fue una figura fundamental en la historia de la cultura catalana medieval y ha sido uno de los barceloneses más influyentes de todos los tiempos.

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Agradecemos al Sr. Eliseo Pardo por acercarnos este artículo

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