Por Segisfredo Infante
En una de sus conferencias, conversaciones o ensayos, que me es imposible bibliografiar en este artículo, Jorge Luis Borges subrayó que en algún momento de su vida él creyó que toda la literatura residía en los saberes de Rafael Cansinos-Asséns. Quizás Borges cambió posteriormente de opinión. Pero el asunto es que en varios de sus textos aparece el nombre del gran erudito español, enamorado de la causa sefardita. Sin embargo, en varios diccionarios ni siquiera se menciona el nombre del maestro indiscutible, originario, de Borges. El “Pequeño Diccionario Larousse” apenas le dedica dos renglones en donde sintetiza: “Crítico literario español (1883-1964). Publicó también novelas y fue traductor”. Es decir, nada se dice de aquel personaje extraordinario.
Pero Borges, que era crüel e injusto con otros escritores hispanoamericanos, especialmente con Ortega y Gasset, sabía recomponer sus injusticias al reconocerles los méritos indiscutibles a escritores y conversadores poco mencionados en la literatura general, como Cansinos-Asséns y el argentino Macedonio Fernández, a quienes siempre les reconoció su magisterio tutelar. Conviene recordar que Borges y Cansinos organizaron el movimiento literario “ultraísta”, del cual el primero, se arrepintió después. Empero, siempre subrayó el nombre de Cansinos por su capacidad de políglota, su enorme erudición y su cultura universal, senderos intelectuales que años después intentaría transitar el escritor argentino, sobre todo en la parte que concierne a las lenguas y a las zagas nórdicas. Pero esos senderos los había abierto, primero, Rafael Cansinos-Asséns, cuyos apellidos son difíciles de pronunciar, en una lengua que casi siempre exhibe la tendencia de simplificar y afear los nombres de las personas y los personajes. A “Lancelot del Lago” en español se le dice “Lanzarote”, para sólo poner un ejemplo.
Para comenzar hay que decir que Cansinos-Asséns nació en Sevilla, dentro de una familia de católicos y republicanos masones, “anti-modernistas”, y que desde muy niño se dedicó a leer. Siendo adolescente fue de los primeros en abrazar (pese a sus parientes) las tendencias literarias modernistas representadas por Salvador Rueda, Adolfo Luna, Rubén Darío, Ramón del Valle-Inclán y los hermanos Machado, para sólo mencionar algunos nombres. En este contexto singular hay que comprender el experimento “ultraísta”, como una posibilidad encaminada a liberarse de las gratas pero avasalladoras influencias rubendarianas. Rafael Cansinos-Asséns logró figurar, en la década de los años veintes (con un premio nacional en 1925), en casi todos los cenáculos literarios y periodísticos españoles, razón por la cual conviene preguntarnos acerca de un posible marginamiento posterior, y del aparente olvido en que todavía se le tiene.
La posible respuesta es que Cansinos-Asséns abrazó la extraña causa de los sefarditas, con el fin de que se les limpiaran sus nombres y retornaran a España. Todavía en aquellas décadas contemporáneas se esgrimían las frases ridículas (de origen medieval) que “los judíos tenían colas, eran adoradores del becerro de oro y se comían a los niños cristianos”. A Cansinos le restregaron tales bromas calumniadoras en su propio rostro. Pero en su afán pluralista y universalista (apoyado por don José Farache), además de aprender la lengua hebrea, se entregó a la tarea de aprender la lengua árabe, y hasta llegó a escribir y publicar, según dicen, el libro “Mahoma y el Corán”. La conocida pasión de Jorge Luis Borges por estos temas particulares es una herencia directa de las pasiones de su maestro Rafael Cansinos-Asséns, cuyos ligamentos lo llevan hacia un pasado marroquí-sefardita que es imposible ignorar. Si el escritor sevillano viviera todavía, gozaría de la culminación de un viejo ensueño, en tanto que en España, hoy en día, existen declaraciones oficiales en el sentido que los judíos sefarditas pueden retornar con todos los derechos españoles que gozaban hace más de cinco siglos. El problema es que muchos sefarditas se diluyeron en el zigzagueante camino de la sobrevivencia hispanoamericana, y es harto difícil para ellos demostrar, contundentemente, su pasado sefardita. Hoy es, además, el momento exacto para resucitar el nombre de uno de los eruditos españoles-sevillanos de mayor peso intelectual, reproduciendo su obra literaria para que la conozcan las nuevas generaciones, amantes de la lectura. ¡Sea!
Fuente: latribuna.hn
NO SABIA QUE BORGES HABIA DEJADO EL ULTRAISMO. CREIA QUE SIMPLEMENTE AL DEJAR EUROPA Y VOLVER A INSTALARSE EN BUENOS AIRES, LA GENTE DE LETRAS QUE LO RODEABA LO LLEVO POR OTROS CAMINOS. PERO LO COMENTARE CON LA EXPERTA EN BORGES ALISIA ARDILA