Un descendiente de conversos forzados perseguidos por la Inquisición tiene una sugerencia para el estado judío.
Por Marion Fischel

En el corazón de Jerusalén, donde la historia y la identidad se entrelazan, vive Abraham García, genealogista español y descendiente de judíos que ocultaron su identidad durante siglos en la Península Ibérica. Hoy, experto en genealogía sefardí, con una sólida formación académica y amplia experiencia en archivos históricos, la pasión de García es ayudar a personas y familias a descubrir y reconectar con sus raíces.
Su interés por la genealogía comenzó, dice, “de una manera muy personal y profunda”.
“Descubrí que mi linaje materno descendía de judíos perseguidos por la Inquisición”. Fue, dice, “una revelación inesperada pero fascinante”, que lo motivó a investigar sus raíces y la historia de su familia.
Lo que nunca imaginó, dice, fue que “este viaje al pasado me llevaría finalmente a Jerusalém, un lugar con una conexión espiritual tan fuerte que cambió mi vida por completo”.
Actualmente, García está terminando de trabajar en un libro sobre sus experiencias durante los últimos 10 años trabajando en su campo, con el objetivo de “crear una herramienta poderosa para aquellos que desean descubrir su pasado y profundizar en su historia familiar”.
El Jerusalem Post lo contactó para conocer más sobre su historia.

¿Cómo llegó usted a ser genealogista profesional?
Al explorar las generaciones anteriores de mi familia, no solo recuperé mi identidad, sino que también encontré un propósito mucho más profundo. Mi vida, antes marcada por dudas e incertidumbres, comenzó a cobrar un nuevo significado al descubrirme parte de una historia tan rica y compleja. La genealogía no solo se convirtió en mi profesión, sino en una herramienta para comprender mejor quién era y hacia dónde me dirigía.
Siento que el Salmo 116 se ha hecho realidad en mi vida. Ahora camino con un renovado sentido de propósito, consciente de la presencia de Dios en cada paso. Para mí, el trabajo genealógico no se trata solo de historia. Se trata de conexión espiritual. A través de este camino, me siento más cerca de mi fe, más en paz con mi vida y más comprometido con el legado de quienes me precedieron.
¿Podrías compartir algunos de los tipos de cosas que encuentras?
He tenido la oportunidad de trabajar en muchos casos profundamente emotivos, pero uno que destaca es el de una persona que me contactó solicitando la ciudadanía española: un interés legítimo, pero impulsado por incentivos legales. Tras meses de investigación, descubrimos que uno de los antepasados de esta persona había sido juzgado y condenado por la Inquisición. Cuando compartí los hallazgos, la persona se sintió profundamente afectada, no solo por el dolor de ese episodio histórico, sino también por el sufrimiento acumulado, transmitido de generación en generación, un dolor que había permanecido oculto hasta ese momento.
En otro caso, conocí a alguien que siempre había sentido un profundo amor por Israel, una conexión inexplicable. Tras investigar su genealogía, descubrimos que tenía ascendencia sefardí. La reacción fue inmediata y emotiva. Esta persona rompió a llorar al darse cuenta de que formaba parte del pueblo de Israel. Desafortunadamente, debido a limitaciones económicas, no pudo continuar su investigación ni profundizar en su historia.
¿Cuál es el hilo conductor que has observado en todos estos casos?
He observado un cambio radical en la autopercepción en cada uno de estos casos. Un claro antes y un después al descubrir una conexión con el pueblo de Israel. Para muchos, este descubrimiento es un tesoro rescatado del silencio del tiempo, un vínculo profundo con una parte de su identidad que desconocían. Esta experiencia no solo transforma sus vidas personales, sino que también redefine su visión de su legado familiar y su lugar en la historia.
¿Cómo ha influido la posibilidad de obtener la ciudadanía española en el interés por descubrir la ascendencia sefardí?
La posibilidad de obtener la ciudadanía española y portuguesa ha tenido un impacto significativo en el interés por descubrir la ascendencia sefardí.
Para muchos judíos sefardíes, esta oportunidad despertó un renovado interés impulsado por una combinación de motivaciones económicas, históricas y emocionales. La idea de reconectar con un pasado lejano, de reparar el daño causado siglos atrás por la Expulsión de España, es profundamente poderosa. Obtener la ciudadanía no solo es un reconocimiento legal, sino también una forma de restaurar la conexión con la historia familiar y cultural que había sido olvidada durante generaciones. Ha significado mucho para quienes habían perdido su identidad.
¿Qué ha significado descubrir su genealogía para los descendientes de quienes se quedaron en España y ocultaron su identidad?
En mi opinión, el impacto más profundo ha sido en los «anusim», los judíos que fueron obligados a convertirse al cristianismo durante la Inquisición. En su caso, el efecto es mucho menos romántico y mucho más significativo espiritualmente.
Para estos descendientes de judíos que han vivido en silencio o en la negación, la posibilidad de obtener la ciudadanía sefardí se convierte en una forma de recuperar una parte esencial del pueblo de Israel, una parte que ha sido rechazada tanto por los no judíos como, en ocasiones, por los propios judíos. Creo que Dios abrió esta puerta para que los estados español y portugués, al conceder la ciudadanía, pudieran hacer una corrección histórica. Al mismo tiempo, este gesto debería haber sido una señal para que Israel buscara maneras más efectivas de recuperar esta parte crucial de su pueblo.
¿Cuáles son los principales obstáculos a los que se enfrenta al investigar los linajes sefardíes?
Uno de los principales obstáculos en la investigación de los linajes sefardíes es la dificultad de acceder a la documentación adecuada.
Muchos registros históricos se encuentran en papel deteriorado o escritos con caligrafía antigua, lo que hace extremadamente compleja la tarea de descifrar la información. La fragilidad de estos documentos requiere un cuidado especial y, en ocasiones, la transcripción se convierte en un proceso lento y laborioso.
¿Y el mayor desafío?
La falta de certeza clara en la evidencia genealógica.
Si bien los registros de la Inquisición pueden ser notablemente precisos en algunos casos, en otros solo ofrecen un nombre, un apellido y un apodo, lo que genera una considerable ambigüedad. Puede haber coincidencias con nombres, apellidos y lugares en nuestros árboles genealógicos, pero sin una confirmación definitiva, la investigación permanece en un terreno de incertidumbre. La ausencia de consenso académico sobre qué se considera evidencia válida contribuye aún más a esta ambigüedad.
Además, la investigación genealógica es una tarea que requiere mucho tiempo y dedicación, así como recursos humanos. En muchos casos, requiere la colaboración de múltiples expertos y la consulta de diversas fuentes históricas. Este proceso puede ser costoso y estar fuera del alcance de muchas personas. Por todas estas razones, la genealogía sefardí es una tarea compleja que, si bien es muy gratificante, requiere una gran inversión de esfuerzo y paciencia.
¿Qué puede hacer el Estado de Israel para ayudar?
En mi opinión, Israel debería emprender un proyecto similar a Yad Vashem, pero centrado en los archivos de la Inquisición.
Sería esencial garantizar la preservación segura a largo plazo de los registros históricos sobre los judíos sefardíes y su persecución. En un mundo donde la tecnología digital puede ser vulnerable a ataques o manipulación, es vital que estos documentos, que forman parte de la memoria colectiva del pueblo judío, se resguarden en un archivo central en Israel.
Si, en el futuro, los antisemitas intentan borrar nuestra conexión con el pasado, al menos existiría una copia segura preservada en el Estado de Israel: una copia que podría proteger nuestra historia para las generaciones futuras. Esto no solo serviría como una forma de protección, sino también como un acto de justicia histórica.
¿Cómo ve el futuro de los Anusim y su integración en el pueblo de Israel?
La promesa de Dios a Abraham –que sus descendientes a través de Isaac serían tan numerosos como las estrellas del cielo– tiene un significado profundo.
Si se estima que la población judía mundial actual supera los 16 millones, esta cifra parece relativamente pequeña considerando la magnitud de esa promesa divina. Sin embargo, esa cifra cambia radicalmente cuando consideramos a los criptojudíos: esos miles, quizás millones, cuyas raíces judías han permanecido ocultas durante siglos debido a la persecución y las conversiones forzadas. Si se integraran al pueblo judío, la cifra podría alcanzar los cientos de millones.
En Shavuot , al celebrar la figura de Rut, quien eligió unirse al pueblo de Israel y dejar atrás su pasado para seguir el camino de la Torá, quizás sea el momento oportuno para reflexionar sobre la necesidad de abrir las puertas de la geulá (redención). Rut, como tantos otros que hoy buscan su conexión con el pueblo de Israel, nos recuerda que pertenecer a Israel no es solo una cuestión de linaje, sino de voluntad, de elección y de compromiso con la fe.
Es hora de abrir esas puertas a quienes han estado llamando durante generaciones, buscando pertenecer al pueblo de Israel. El proceso de redescubrimiento e integración de los criptojudíos podría ser una de las claves para el pleno cumplimiento de la promesa de Dios a Abraham.
La redención no es sólo para aquellos que ya están dentro, sino también para todos aquellos que desean unirse y encontrar su lugar en la historia continua del pueblo judío.
Sigue a Abraham García, CEO de Raíces Judías, en su canal de Youtube: https://www.youtube.com/@Raicesjudias y su sitio web www.raices-judias.com .
Fuente: jpost.com