Catedrales, monasterios, palacios y hasta cajas de caudales. Aunque muchas se han renovado con el paso de los siglos, hay llaves de hierro forjado originales que abren, cierran y guardan la esencia de la Comunidad.
C. PERIBÁÑEZ
La llave de la verja modernista de la catedral de Teruel, obra del herrero local Matías Abad.Javier Escriche
Son un símbolo universal. Abren y cierran no solo puertas. También urnas, arquetas, cajas de caudales o el corazón de toda una ciudad cuando son honoríficas. Aragón conserva algunas llaves históricas de gran valor patrimonial, pero muchas otras se han perdido consecuencia –sobre todo– de la renovación de portones y de cerraduras.
Lo que no se olvida es la historia que las acompaña. Sabido es que muchos sefardíes que salieron de Aragón en 1492 conservan un manojo de hierros llamados a abrir las que fueron casas (muchas ya inexistentes) en las que moraron sus retatarabuelos. Aún hoy llegan turistas israelíes a localidades como Tauste, Ejea, Biel o El Frago para estrechar lazos culturales, recordar cómo el Fuero de Jaca de 1077 facilitó la entrada de sus antepasados y probar suerte con alguna llave antigua, convertida en todo un tesoro familiar.
Pero no solo las llaves físicas son fundamentales, sino también su representación: desde cualquier tabla románica en la que aparezca San Pedro (atención a las de Puebla de Castro) o como recurso habitual en las marcas de cantero (con más de 140 contabilizadas en la iglesia de San Miguel de Foces en la localidad altoaragonesa de Ibieca). También hay llaves cruzadas dibujadas en la entrada de la sacristía de San Pablo, en el corazón zaragozano, o en la decoración de la torre de Alcañiz.
Otras han desaparecido con los años. Los antiguos portones gigantes de madera han dado paso a otros más ligeros y sus cerraduras también se han ido haciendo más sencillas a la par que más seguras. Así, explican desde la Universidad, por ejemplo, que apenas cuentan con llaves antiguas y que en la mayoría de las estancias se han sustituido por tarjetas. Sí que hay una de hierro, aunque tampoco demasiado compleja, que es la que abre la sala del Paraninfo. Parecido sucede en el palacio de la Aljafería y en la Casa de Ganaderos, donde su profusa historia de ocho siglos se corresponde también con un rico patrimonio documental (con sellos y libros de registro medievales), pero «la llave más antigua que tenemos es de 1915 por la mudanza de la sede. La anterior Casa estaba también en la calle de San Andrés, algo más abajo, era en un edificio medieval que fue derruido», explica Armando Serrano, responsable del patronato de la institución.
Harina de otro costal son aquellas llaves de ermitas, yacimientos o casas solariegas que conservan muchos vecinos de localidades como el Matarraña o Campo de Daroca y que son tan valiosas como olvidadas por parte de las administraciones.
Unas de las llaves más hermosas –y recientemente restauradas– son las que la ciudad de Zaragoza brindó al rey Fernando VII en su visita del 6 de abril de 1814. Son honoríficas, tienen una empuñadura con león rampante, florones y perlas, y el paletón incluye las iniciales de ‘Zaragoza noble y leal’, explica Marga Vela, del área de Patrimonio. Estas llaves, que hoy se pueden ver en las vitrinas del Consistorio, estuvieron perdidas hasta que en 1926 la prensa dio la noticia de su recuperación, noticia que localizó Luis Sorando. No fue aquella la única vez que Zaragoza hizo una ceremonia semejante, pues Belloch con motivo de la Expo entregó las llaves de la ciudad al príncipe heredero de Japón, Naruhito, y ya en marzo de 1994 –¡atención!–, el alcalde González Triviño le entregó a Mickey Mouse la llave de oro de la ciudad con motivo de la promoción de un espectáculo sobre hielo…
Fuente: heraldo.es