De entre las más de 400 tumbas destaca una de un hombre de más de dos metros de altura
Durante las obras de la carretera se descubrieron “más de 400 tumbas” de las cuáles “la mitad tienen restos óseos que se sabía que pertenecían a la primera mitad del siglo XII”, por lo que tras una investigación de expertos de la Universidad de Granada se determinó que “pertenecían a la comunidad judía de Eliossana”. El cementerio se encuentra en el Cerro del Hacha, una “de las partes más elevadas de la ciudad de Lucena”, lo que da muestra de la extensión que tenía la localidad entonces. Un “orgullo” para Lucena que muestra la necrópolis “a cualquier visitante”. Y son muchos los procedentes de Estados Unidos y Europa.
Gracias al estudio de los restos, que son reenterrados tras su análisis, se ha podido saber “cómo eran físicamente los judíos que habitaban la zona, su altura o lo que comían”, ha explicado Moreno, quien ha detallado que también demuestran “los avances que tenían en medicina” porque los judíos lucentinos “llegaban a vivir más que otras comunidades”. Los visitantes que se acercan hoy en día a Lucena se muestran “encantados” no solo con el estado de conservación”, sino también por la “forma de contar” la historia de la necrópolis.
“Tenemos cuatro moldes exactos con la misma profundidad y la misma orientación con la que se encontraron las tumbas”, una forma de “explicarlo sin tener que entrar en la parte más religiosa”. Pero entre los cientos de tumbas hubo una que sorprendió a los investigadores. Entre los restos se encuentra la mandíbula “de quien se llamó el gigante de Al Ándalus”. Las investigaciones realizadas indican que se trataba de un hombre “que murió en torno a los treinta años” y que mediría aproximadamente “uno dos metros y trece centímetros”.
Por Luis Ortega (EFE)
Fuente: La Razon | 30.10.2022