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No es frecuente que la persecución cultural y religiosa haga que los países sean más diversos, pero la Inquisición española podría haber hecho precisamente eso.
Uno de cada cinco españoles y portugueses tiene un antepasado judío, mientras que una décima parte de los iberos cuentan con antepasados del norte de África, según una nueva investigación.
Este crisol probablemente se produjo después de siglos de convivencia y tolerancia entre musulmanes, judíos y cristianos que terminó en 1492, cuando los reyes católicos convirtieron o expulsaron a la población islámica, denominada moriscos . Los judíos sefardíes, cuyas raíces ibéricas se extienden hasta el siglo I d.C., recibieron prácticamente el mismo trato.
«Se les dio una opción: convertirse, irse o morir», dice Mark Jobling , genetista de la Universidad de Leicester, Reino Unido. Algunos de los que se hicieron cristianos habrían acabado aportando genes al fondo ibérico.
Los historiadores saben que algunos judíos sefardíes, conversos o cristianos novos , se integraron en la sociedad española y portuguesa, mientras que estudios genéticos previos han descubierto la herencia norteafricana en una pequeña proporción de iberos.
Pero para conocer mejor los matrimonios mixtos y la integración, Jobling y sus colegas en España, Portugal e Israel analizaron el ADN de más de mil hombres españoles y portugueses que no se consideran judíos o islámicos.
Cuadro variado
Centrándose en el cromosoma Y, que pasa de padre a hijo, el equipo de Jobling comparó el ADN de cada ibérico con los vascos, norteafricanos o judíos sefardíes modernos. Eligieron a los vascos como representantes de los ibéricos que remontan su ascendencia a los primeros europeos porque los estudios han demostrado que se cruzan con moderación con otros grupos.
«Estás tomando poblaciones modernas como sustitutos de poblaciones pasadas», dice Jobling.
En general, el 19,8% de los hombres ibéricos contaba con cromosomas Y que parecían descender de un judío sefardí, mientras que el 10,6% de los hombres tenía un antepasado masculino del norte de África, encontró el equipo de Jobling.
Sin embargo, algunas áreas estaban más mezcladas que otras. En Cataluña, una región del noreste de España, pocos hombres tenían antepasados judíos o musulmanes. Una gran proporción de hombres de Galicia y Castilla en el noroeste de España cuentan con una herencia norteafricana. En la cercana Asturias, el número de hombres con cromosomas Y judíos sefardíes es igual a los que tienen cromosomas europeos.
Estos hallazgos probablemente también sean válidos para las mujeres: “Normalmente, la migración es solo masculina, pero más adelante sabemos que debe haber habido una migración más generalizada”, dice Jobling.
¿Entrada neolítica?
Un estudio anterior del ADN mitocondrial heredado de la madre situó la herencia norteafricana en un 8 a un 9% para las mujeres ibéricas. Las descendientes de judíos sefardíes femeninos siguen siendo más difíciles de precisar. Los historiadores han estimado el número total en Iberia de decenas a cientos de miles, y el número de descendientes de Cristãos Novos es igualmente incompleto.
Stephen Oppenheimer, de la Universidad de Oxford y autor de Origins of the British, llama a los datos del artículo «una adición tremenda». Sin embargo, dice que migraciones mucho más tempranas, hace 5000 a 10,000 años, desde el Mediterráneo Oriental podrían confundir las estimaciones sefardíes.
«Realmente están asumiendo que están viendo su migración de inmigrantes judíos, pero los mismos linajes podrían haberse introducido en el Neolítico», dice.
Sin embargo, Chris Tyler-Smith, experto en genética del cromosoma Y en el Instituto Sanger en Hinxton, Reino Unido, dice que las ligeras diferencias individuales en los marcadores del cromosoma Y sugieren que los íberos y los judíos sefardíes comparten una ascendencia más reciente que varios milenios.
“Lo emocionante de esto es la forma en que la genética está empezando a llegar a detalles reales de la historia”, dice. “Hace 10, 15 años, los genetistas estaban mirando muestras de población de 30 o 50 individuos y viendo los contornos generales de la historia humana”.
Referencia de la revista: American Journal of Human Genetics (vol 83)
Por Fuente: NewScientist 4 de diciembre de 2008
