Elías L. Benarroch
Isaac Benzaquén durante una reciente manifestación en Madrid en solidaridad con Israel.
En un cambio de política sin precedente en sus 30 años de existencia, la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE) ha decidido abrirse al mundo no-ortodoxo para hacer frente a los cambios demográficos en las comunidades judías españolas y dar cabida, como miembros de pleno derecho, a kehilot (comunidades) masortíes (conservadoras) y reformistas.
Comunidad judía Bet El en Madrid, el brazo masortí en la capital española
“La FCJE está en la última fase de la actualización de sus estatutos para ampliar el número de Comunidades como miembros de pleno derecho. Buscamos reforzar el judaísmo en España, promover el fortalecimiento de nuestra función social y construir un mundo mejor desde Sefarad”, dice la notificación oficial por redes sociales de la institución, creada a principios de los noventa y que es el máximo organismo representativo del judaísmo español.
La decisión histórica implica un cambio amplio de sus estatutos para aceptar a otras comunidades, entre ellas las comunidades conservadoras y reformistas de España, que se han fortalecido en los últimos años gracias a flujos migratorios de Argentina, Venezuela e Israel.
PROCESO HISTÓRICO TRAS LA DISPUTA MADRILEÑA
La Federación confirmaba así el inicio de un proceso para poner fin a una aberración institucional desde hace al menos dos décadas, cuando los judíos argentinos de la ola migratoria del “corralito” se radicaron en España, aunque la presencia de argentinos en España ya existía de antes, desde los setenta, causada por la dictadura. De ambas surgieron las primeras comunidades masortíes y Macabi España.
Encuentro histórico de dos rabinos ortodoxos, el masortí y la reformista en Madrid, el pasado noviembre, en la sede de Macabi
Hasta ahora, la Federación sólo concede el estatus de miembro de pleno derecho a las llamadas comunidades “ortodoxas”, mayormente formadas por judíos de origen sefardí-norafricano que se rigen por la interpretación ortodoxa de la Halajá, y pese a que sus miembros no son “ortodoxos” en el sentido social israelí del término: son más bien “tradicionalistas”. Las otras comunidades, entre ellas las conservadoras y reformistas, solo han tenido el estatus de miembros “asociados” sin derecho a voto ni acceso a presupuestos.
En España, donde viven unos 45.000 judíos según la propia FCJE, hay 14 comunidades “ortodoxas” en Madrid, Barcelona, Valencia, Alicante, Benidorm, Málaga, Marbella, Torremolinos, Sevilla, Melilla, Ceuta, Baleares, Gran Canarias, Tenerife. La masortíes están en Madrid, Barcelona, Oviedo y Valencia. Y reformistas hay en Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla. Hay otras comunidades menores, algunas incipientes, en otros lugares de España, la mayoría sin continuidad en sus actividades. Este 2023 también se han creado dos marcos comunitarios para migrantes israelíes en Madrid y Barcelona, aunque no tienen la institucionalidad habitual de una comunidad judía en la diáspora sino que son, más bien, grupos organizados de actividades culturales y sociales.
El cambio de estatutos, en un proceso encabezado por el presidente de la FCJE, Isaac Benzaquén, se hacía urgente a raíz del enfrentamiento público este pasado verano entre dos comunidades: la histórica Comunidad Judía de Madrid (CJM, ortodoxa) y la masortí Bet El – Madrid. A raíz de un problema personal con la primera, el empresario judeo-argentino Martín Varsavsky retó por redes la representatividad de la CJM a nivel religioso y municipal y, en su carta de respuesta, la comunidad ortodoxa insultó, probablemente sin darse cuenta, a Bet El, poniéndola en el nivel de otras confesiones. El episodio puso de manifiesto el alto nivel de crispación entre las instituciones judías ortodoxas y no-ortodoxas de España.
Además, el empresario lanzó una singular iniciativa pública para debatir sobre la verdadera constitución del judaísmo español, abriendo un proceso -interrumpido temporalmente por la guerra en Gaza- para estudiar posibles nuevas fórmulas institucionales que reflejen la verdadera pluralidad del judaísmo en España.
APACIGUANDO ÁNIMOS…
Desde un principio, por medio de llamadas y contactos con los involucrados, Benzaquén trató de apaciguar los ánimos para reflejar un ambiente de unidad dentro de la comunidad madrileña, y gestó la idea de ampliar el organismo oficial que dirige. La masacre del 7 de octubre en Israel y la guerra en Gaza, que condujo a una estrecha colaboración entre las distintas comunidades para la asistencia mutua y a Israel, parece haber ayudado a allanar el camino hacia las enmiendas que exigen los estatutos de la FCJE.
El proyecto de ampliación se produce también a unos meses de que concluya, en mayo, el actual mandato de Benzaquén como presidente de la Federación, sin que se sepa hasta ahora si piensa continuar en el cargo.
El proyecto de los nuevos estatutos fue aprobado el domingo 17 por las comisiones ejecutivas de la Federación, y en enero -según dijeron varias fuentes- debe ser elevado al voto de su Asamblea General, formada por los presidentes de las catorce comunidades que la integran. Las otras seis son “asociadas” y por lo tanto no participarán en esta votación.
En principio, no espera ningún problema en la aprobación de las enmiendas pues los cambios están siendo consensuados de antemano con los presidentes de las comunidades.
CONSENSO FAVORABLE, PERO…
Las fuentes consultadas coincidieron en aplaudir la iniciativa de Benzaquén para que la FCJE sea reflejo “de un judaísmo más pluralista”, en particular por “el crecimiento de la migración judía a España de los últimos años” que no es de origen sefardí-marroquí.
Según la propia FCJE, en el país viven unos 45.000 judíos, aunque no existe un censo oficial que así lo avale y en los últimos años se han registrado fuertes flujos migratorios judíos hacia capitales españolas como Madrid, Barcelona, Valencia y Málaga. Estos judíos, provenientes sobre todo de Argentina, Venezuela e Israel, son en muchos casos ashkenazíes y no ejercen su judaísmo a través de instituciones religiosas sino más bien culturales e identitarias, en su sentido más amplio.
Pese a felicitarse por la prevista ampliación, algunas fuentes tampoco ocultaron su temor de que los cambios vayan a ser “cosméticos”, es decir, que den cabida a las nuevas comunidades pero que realmente no altere lo más mínimo el control de la “ortodoxia” sobre la vida judía en España, en un modelo similar o paralelo al control que ejerce el Gran Rabinato en el Estado de Israel. Técnicamente, “la FCJE es un órgano representativo frente al Estado Español, a nivel administrativo y político, y los aspectos religiosos deberían quedar a nivel comunitario”, explicó una de ellas.
LOS NUEVOS CRITERIOS DE ADMISIÓN
Por el momento la FCJE no ha revelado cuáles serán los criterios de admisión ni cuáles los artículos que serán enmendados, pero lo más lógico sería que, en primer lugar, los cambios dieran cabida a las seis comunidades y organizaciones asociadas: las masortíes Bet El de Madrid, Atid de Barcelona, Aviv de Valencia y Bet Emunah de Oviedo; la reformista Bet Shalom de Barcelona; y la organización deportiva Macabi España (esta última no es una “comunidad” per se).
En España existen otras muchas comunidades pequeñas y organizaciones funcionales y temáticas, por ejemplo las dos de migrantes israelíes creadas este año, una en Madrid y otra en Barcelona, que deberán ver ahora cuál sería su sitio en la Federación o si tendrán acceso a un proceso de admisión parcial o total.
Pero no son las únicas, y la Federación deberá decidir si les hace espacio de alguna manera o no. En cualquier caso, el de Benzaquén es un paso histórico.
Fotos – Crédito: Elías L. Benarroch
Fuente: aurora-israel.co.il