Jodíos judíos

Tú vas y dices «ayer fuimos a matar judíos» y resulta que, si eres leonés, estuviste tirando a muerte contra el veinte por ciento de tu propia sangre, pues asegura el genetista que ese es el ADN que te queda vivo en las venas perteneciente a algunos tatarabuelos tuyos que fueron judíos, gente leonesa también, claro, y seguramente con más siglos en solar cazurro que tu familia y ese pedigrí que blasonas. Anota también que el resto de tus genes son norteafricanos en un treinta y tantos por cien… y muy parecido es el rastro europeo que aquí fueron dejando celtas, godos, suevos, peregrinos, buscavidas… o los monjes franceses que aquí plantaron su convento… y su semilla entre las feligresas.

Lo curioso es que nuestro vecino asturiano, que alardea de purezas de sangre o raza diciendo aquello de «España ye Asturies y el restu tierra conquistae», tiene un rastro judío el doble que el leonés; otro tanto tiene de norteafricano; y de europeo, lo poco que queda… ye curiosu, rapaz.

Si esto es así, Machado se quedó algo corto con las dos Españas que han de helar el corazón al españolito que viene al mundo y le guarde Dios… porque son tres las Españas que se están paseando ahora mismo por tus venas, chaval, tres… la España cristiana, la Españita judía y la Españona mora… cada una en su manía y proporción… cada una latiéndonos a la vez… ay, qué lío.

Pero entre las tres Españas son dos las que se pegan, las que hacen rutina de la guerra civil; la otra España, la tercera, es la que mira atónita, la que se adapta como puede al follón, se agazapa y se obliga a ser ladina (ladino es el hablar judío-serfadí), pero al final es la que acaba pagando las hostias de las otras dos, los cascos rotos. Así era ya desde los celtíberos… o antes, cuando el río Torío tenía una sola orilla.

De la importancia judía que tuvo esta tierra da cuenta el Fuero de León que establecía tribunales compuestos por dos cristianos y dos judíos confirmando así su paridad social y legal. Sin embargo, las huellas judías apenas se estudian y lucen. Matamos su memoria, nos avergüenza nuestra propia sangre… y el patán necio sigue diciendo «jodíos judíos»… o matándolos.

Por PEDRO TRAPIELLO 30/03/2015

Fuente: Diario de Leon