Poeta y traductora: «Isabel-Rebecca Correa¹ y su traducción de Il Pastor Frido de Guarini «por Maria del Carmen Artigas

He publicado en 1998 un artículo sobre Isabel-Rebecca Correa en la revista venezolana Maguen (2).  Allí incluía un análisis de los poemas que Isabel-Rebecca Correa intercalo en su edición de El Pastor Fido de Giambattista Guarini (Venecia en 1590). Isabel Rebecca Correa tradujo la pieza al castellano.

He pensado que toda mujer debe leer el Prólogo de la traducción de Isabel Rebecca Correa (3). Este muestra la inmensa capacidad intelectual de una autora que escribe en un excelente castellano en el siglo XVII desde los Países Bajos.

En estas breves páginas menciono:

  1. El autor original de Il Pastor Fido
  2. Explico quién era Isabel Rebecca Correa y
  3. incluyo el Prólogo que aparece en la traducción que ella escribió de El Pastor Fido.

Un estudioso de Il pastor Fido, Nicolás James Perella, en su tesis doctoral, afirma “The Pastor Fido tells the story of man’s blindness to the will of the Deity (4). Il Pastor Fido de Giambattista Guarini fue estrenado en Turín e impreso en Venecia en 1590 (5).  

Isabel- Rebecca Correa Nació en Lisboa (c.1670) de las familias que habían podido dejar España en 1492, pero tanto ella como su esposo se declararon abiertamente judíos en los Países Bajos. Se unieron a numerosos hombres ilustres que, cuando dejaron la Península Ibérica, retornaron a su religión ancestral.

el_pastor_fidoEn mi opinión la traducción de Isabel-Rebecca Correa de Il pastor fido de Guarini es una obra de carácter íntimo que une al lector con sus propias realidades internas y con estas mismas realidades que se presentan en el exterior como los problemas sociales de la época. Añadido a esto, Isabel Correa vivía una situación especial ya que probablemente pasaba por conversa en Portugal. Según el poeta Miguel Leví de Barrios en Relación de poetas y escritores de la Nación Judaica Amstelodama expresa que era una mujer de gran belleza, excelente poetisa y que participaba activamente de la vida cultural de las academias literarias (6). En Amberes en 1693 publica El Pastor Fido: Poema de Baptista Guarino, traducido de italiano en metro español y ilustrado con Reflexiones por Doña Isabel Correa. La edición de la que me valgo es la publicada en 1694, que probablemente es la original.

La autora explica que la obra de Guarini fue traducida una vez al castellano por Cristóbal Suárez de Figueroa año 1609, pero que la traducción de ella no tan solo supera a la de Guarini, el autor original, sino a Suárez de Figueroa pues ella introduce sus propios poemas que enriquecen la obra. Los poemas, como indica en la Dedicatoria, están marcados por un asterisco y dos líneas paralela. Intercala 450 poemas y la mayoría, 362, están en el Primer Acto.

En la Dedicatoria termina refiriéndose a Zoilo, sofista griego y detractor de Homero y Platón, y expresa que ella no necesita el escudo de Milcíades (en referencia al general ateniense) para defenderse.

En el Prólogo, que transcribo a continuación, se convierte en una verdadera feminista. Defiende a la mujer literata. Se une a los poetas españoles como Calderón y Góngora que se valieron de la mitología greco-latina en sus composiciones. Señala a mujeres de la antigüedad clásica y de los primeros Siglos de la E.C. como, por ejemplo, a Probia Favia, poetisa del siglo IV; a Eudoxia, que se destacó por su elocuencia; discute sobre Diotema, a quien Platón menciona en El Convite, y a Pola Argentina, esposa del poeta Lucano, que escribió una extensa obra literaria.

Desconozco cómo reaccionaría la sociedad frente a la traducción de Isabel-Rebecca Correa, o cómo aceptaría la comunidad sefaradí los pensamientos de la autora. Esto no descuenta que fue siempre admirada por sus amigos literatos y considerada como una extraordinaria poeta (7).

Asimismo, indica que, si el arte es sensual, es también parte de la moralidad. Menciona a Aristóteles, quien consideraba la poesía con gran seriedad, además de traer una responsabilidad moral.

Francisco López Estrada, en su artículo “Poética barroca: Edición y estudio de los preliminares de El Pastor Fido de Guarini, traducido por Isabel-Rebecca Correa (1694) (8), transcribe la Dedicatoria, el Prólogo y un Soneto. Hace comentarios lingüísticos (9).

Mis comentarios son diferentes a los de López Estrada. Mantengo algunas opiniones similares, como, por ejemplo, el feminismo de la autora, pero en general, deseo mostrar la profundidad del pensamiento de Isabel Correa. Por lo tanto la traducción de Isabel-Rebecca Correa deja de ser literal para convertirse en una nueva creación (10).

Isabel-Rebecca Correa presenta todas las cualidades inherentes a las mujeres: emociones, afectos, locuacidades, instintos maternales. La verdadera creatividad ocurre cuando se aceptan las cualidades internas opuestas a las externas. Cualidades que la sociedad, en la mayoría de los casos, las percibe contradictoria a uno de los dos sexos (11).

Isabel Correa: Prólogo de la traducción de Il Pastor Fido de Guarini (12)

Al Benigno Lector

Tomo la pluma, aunque de poco toma en mano de mujer, confieso ingenuamente, que entre la intención y determinación fluctúe procelosos mares y naufrague tormentosos Caribdes; aquellos de justísimos recelos; estos de temidos detractores; unos despiertan la sentenciosa voz del sapientísimo rey, diciendo en mil hombres hallé uno con ciencia y entre todas las mujeres, ninguna encontré con ella. Otros fomentan la siempre irascible Aglauros, de quien canta Ovidio se alimentan de venenosas serpientes. Los primeros cortan el Zéfiro a mi cálamo para impedirle su elevación; los segundos acobardan mi impulso en la pretendida empresa para que no llegue al meta deseado.

De suerte que por entrambas partes parezco errante navecilla, combatida de encontrados vientos. Aquí hiciera curso según el discurso, pretende echar áncoras temeroso al suyo comenzado, pero como suele en instantáneo momento conmutarse la más desesperada tormenta en dulce y tranquilla bonanza ha despejado el cielo de condensadas nubes, el aire de horrísonos bramidos y el mar de empolladas olas, a la intempestiva vista de los dos lucientes hermanos, tal le sucedió a mi contrastado espíritu disolviendo las premeditadas dudas, los contingentes recelos y los cínicos temores al momentáneo punto que se vido iluminado del siempre inspirante Apolo y como herida de los primitivos rayos deste, la estatua de Menón desataba al viento harmónicas consonancias; así tocado de su influencia, mi dispuesto Numen alterna conceptuosas cadencias a estas últimas; me parece que me dices (Benévolo Lector) que ‘como mujer que pica en discreta, soy jactanciosa con punta de bachillera,’ a que respondo sinceramente, que en lo primero nunca despunté, en lo segundo no he dado puntada y en lo tercero jamás hice punta; antes protesto humildemente (conociendo mi insuficiencia) que de cuantas desearon saber y supieron, soy la que menos sabe, aunque la que más desea saber.

Decoroso estímulo que ardentísimo me inflama a que siga por la literaria palestra, las siempre vestigiosas huellas de tantas que con incasables cursos ganaron de las manos del aplauso el victorioso palio de las letras. Respondan testigos desta verdad las celebradas Proba Falconia y Eudoxia en sus Centones, siendo admiradas de los doctos en aquellos poemas; tanto que de la primera dice Lanctancio Firmiano que no pudo obrarlo sin particular asistencia del Espíritu Soberano:

La memorable Temistoclea, hermana de Pitágoras, en el Opúsculo doctísimo que escribió de varias sentencias; la plausible Diótima en la pluma de Sócrates; venerada por eminente la famosa Cornelia mujer de Africano, en las Epístolas familiares que dictó con suma elocuencia. La discretísima Aspano en las muchas Lecciones de Opinión que hizo en las Academias. La decantada Argentina, mujer del Poeta Lucano, en tantos versos que metreficó con primoroso aseo de forma conceptuosos, que se juzgaron por hechos en la turquesa de su dignísimo esposo.

La victoriada Zenovia en el Epítome que escribió de la Historia Oriental. La excelentísima Duquesa de Aveiro, que hoy vive y viva muchos años para ser heroico timbre del sexo, en el que está componiendo de la China y otras infinitas, tanto veteranas cuanto modernas en sus memorables escritos. Ceso en el Epílogo y así mismo en sus loores, porque no suene a pasión particular lo que es mero discante de tan merecidos elogios.

Ya oigo que me dices entre dientes (sin mostrármelos, no porque no los tendrás, aunque todo puede ser, sino por tu afable benignidad): ‘Válgame Dios por mujer en que ha de parar tanta anticipada precaución, tanto tempestuoso concepto y tanta encadenada erudición, cuando has de ser como la tierra, estremecerse y parir un ratón (13).

Lector Amigo: de tierra soy hecha y cuando le imitare no degeneraré como alguno de sus padres, pero por dar alguna satisfacción a tu curiosa demanda te responderé. metódicamente.

Tres motivos concitaron del beleñoso letargo en que yacía mi casi sepultado ingenio.

El primero virtuosamente útil, pues como aconseja Scuderi en las Reflexiones, que hace en su libro de las Mujeres Ilustres, debe toda la que lo es, o aspira a serlo, por benemérita adquisición examina todo el piélago de sus fuerzas y ver hasta que punto son capaces de la virtud con la sonda del discurso, buscando entre las profundas aguas del estudio (infatigables búzanos) para enriquecerse la preciosísima margarita de la Sabiduría, pues pondera ella misma de sí en los Divinos Cantares que no hay oro ni perlas que la igualen.

El segundo sumamente honesto cuando no anima otro aliento que el de adquirir el que la Fama respira por cuyo dilatado espacio se derrama en inmortales hechos el nombre de quien busca en el suyo su renombre, porque como Tulia escribe en la primera Tusculana: ‘la honra cría las artes y todos nos incitamos al estudio por codicia de la Gloria.

El tercero y último hermosamente deleitable siendo en las más laboriosas tareas de cualquier ministerio que sea, el escribir lo que dictan las musas un graciosísimo alivio y un sabroso entretenimiento.

Crédito de estas razones el Campeón Julio César, de quien recitan varios autores, que descansaba con lo suave y métrico del cálamo lo robusto y penoso de las armas.

Habiéndome, pues, algunas veces suministrado el precitado terno el tiempo para la meditación, la ocasión para el aplauso y la ventura para el logro, cambiándome lo enfadoso de la aguja por lo recreable de la pluma, no me negó al presente sus auxiliares socorros. El Pastor Fido, Poema singular de Baptista Guarino, de quien describe Manuel de Faria y Sousa en su Fuente de Aganipe este encomiástico período. ‘Fue,’ dice, ‘este celebérrimo ingenio, el que tuvo más dichas en sus Silvas, composición en que le quiso ser émulo el gran Taso con su Aminta, y aunque le imita y a veces le traslada y merece afirmación, le queda atrás por mucho espacio. Ni hay que admirar porque Guarino parece que nació para aquel poema en que nunca será vencido y puede ser que ni igualado.’ Hasta aquí Sousa.

Habiéndolo, en fin, leído con atención y agrado, tanto en su primer idioma italiano, cuanto en la versión françesa, enamorada de sus elegantes episodios discretas alusiones, conceptuosas sentencias y amantísimos afectos, encendió en los míos su gallarda disposición, el ardentísimo deseo de traducirlo en el nuestro castellano y aunque Christóbal Suárez de Figueroa se adelantó en el intento y lo consiguió, no por eso desmayé en la trabajosas empresa. Antes me puso espuelas a la ejecución el ver que estaba con muchas quiebras de valor por carecer de lo dulce y grave del ritmo, esmalte que tuvo por imposible dar a su traducción este autor, y que yo le di a la mía, venciéndola con metrificadas cadencias, lisonjas que atrae al más insípido oído. Porque no te canses, Gratísimo Lector, lo que acontece a quien como siempre de un repetido manjar, aunque sea exquisito, procuré próvida, imitar lo que hace un banquete espléndido y gustoso que es lo sabroso de las carnes, lo delicado de las aves, lo apetitoso de lo salado, lo agrio de los incentivos, lo regalado de lo dulce y lo agradable de las frutas.

De la misma forma solicité, en esta mi obra, que no te engendrase enojoso fastidio lo continuo de un género de verso, ofreciéndote liberal y graciosa, para que pique el gusto, con la diversidad: lo heroico de la octava, lo grave de la décima, lo agudo de la quintilla, lo libre del romance, lo alternado de la licenciosa silva y lo entretejido de otros metros. Creo que no dejará de agradarte su hermosa diversión atendiendo al proverbio toscano que dice: ‘par tropo variar natura he bella.

Permítame la osadía, sin que me riña la modestia, el que me atreva a decir que excedo el original, en parte, (si no me engaña el serlo en juicio propio) por haberlo ilustrado con algunas Reflexiones que me ocurrían al propósito y así mismo por lo que intima Quintiliano, en lo que afirma: ‘ser de limitado ingenio no saber decir más de lo que otros dijeron,’ van notadas a la margen con una estrella * cuyo influjo se difunde hasta que termina en dos paralelas rayas. También advierto que de veinte y dos hechos que tiene el original, versó la traducción françesa once, y la de Christóbal Suárez de Figueroa diez y ocho. Yo los expresé todos completos. La orden que observé en la propuesta traducción es la que siguieron los que las hicieron bonísimas sujetas a rimas de Ovidio y Stacio en italiano; aquella por Anguilara; esta por Hieronymo Balbazoni, yendo ceñidas al concepto: no a las palabras, pues no tuvieran la felicidad que lograron si fueran atadas a los originales, siendo propiamente ilustraciones que van por donde quieren y no pisando los vestigios que estamparon sus dueños.

Conozco que es exponerme a la crítica y censura de tantos que, unos por hallar en qué, otros por sus caminos naturales morderán la obra, aunque ya puede ser que, aunque la juzguen insensible por insensata, rompan en ella cual en piedra dura los afilados colmillos de su malicia, pero paciencia, muerdan, ya que no tuve dicha de nacer entre los Psilos, que en Lydia <Libia>, según antiguos monumentos, tienen privilegios de no ser infectados de crueles dentelladas de indómitas bestias, aunque bien puede ser, me dispense la inmunidad del nobilísimo sexo femenil de sus veníferos dientes.

En fin, ya está echada la suerte. Salga, ruede al mundo. Pastor es. Lo robusto del ministerio le servirá para que pueda resistir a las inclemencias del siglo.

No le acobarde el verse disfrazado con vestido tan ajeno del suyo natural que si no le forma gentil, lo ajustado de aqueste, a lo menos le ilustra, aunque no tan ceñido, lo pomposo del que ostenta. Siempre un peregrino, aunque lo tengan por bárbaro. Mereció la primera vista llevándose la atención, cuando no por lo hermoso del adorno, por lo peregrino del traje. En efecto, Amigo Lector, tercera vez sale al mundo metamorfoseado el Pastor Fido.

Confío (aunque me gradúe de necia la misma confianza) que le servirá de tercera discreta para granjearle el general agrado. Si este logra de ti, como espero, me alentaré a darte por mano de la emprenta obras propias a diferentes asuntos donde tú halles tu gusto, y yo mi provecho. Vale.

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NOTAS

  1. Los judíos españoles tenían dos nombres, el que usaban en el hogar, en la comunidad judía; y un segundo nombre para los de «afuera» o la comunidad cristiana.
  2. Maguen (Caracas, Venezuela), Oct. 1998, 33-44.
  3. El Pastor Fido. Poema de Baptista Guarino. Traducido en metro español y ilustrado con Reflexiones por Doña Isabel Correa (Amberes: Henrico y Cornelio Verdussen, 1694). He adquirido las fotocopias de la traducción por gentileza de la Universidad Bar Ilan, Ramat Gan, Israel. He mantenido los títulos de las obras y los nombres de los autores exactamente como aparecen en el original. He añadido acentos.
  4. Nicolas James Perella, The Pastor Fido and Baroque Sensibility,” Tesis doctoral, Harvard University, abril, 1957.
  5. Giambattista Guarini Il Pastor Fido Enciclopedia Universal Ilustrada (Barcelona-Espasa Calpe, 1925).
  6. Las noticias sobre Isabel-Rebecca Correa las trae Miguel Leví de Barios, citado por Kenneth R. Scholberg, en “Miguel de Barrios and the Amsterdam Sephardic Community,” The Jewish Quartely Review, 53 ( 1962), 121-159. También la Enciclopedia Judaica, artículo, “Correa, Isabel (Rebecca).”
  7. Me doy cuenta que la última edición del Diccionario de la Real Academia Española suprime la a. Sin embargo, mantengo el uso de sefaradí ya que en hebreo hay un sonido después de la letra r. Ciertamente no es el sonido tan abierto de la vocal a del castellano.
  8. Francisco López Estrada, “Poética Barroca: Edición y estudio de los preliminares de El Pastor Fido de Guarini, traducido por Isabel Correa (1694)” en Hommage à Robert Jammes, vol. 2 (Toulouse: Université de Toulouse-Le Mirail, 1994),739-740.
  9. Francisco López Estrada, del “Isabel Correa, escritora sefardí del Ámsterdam Barroco,” La Torre (Universidad de Puerto Rico) vol. 7, 26 (abril-junio, 1993): 123-146, 131
  10. Scholberg, «Miguel de Barrios and the Amsterdam Sephardic,” 146.
  11. Charles Poncé, Working the Soul: Reflections on Jungian Psychology (Berkeley: North Atlantic Book, 1988), 88.
  12. He mantenido el uso de todos los vocablos, incluyendo: destas, françesa, emprenta, aqueste.
  13. El Diccionario de la Real Academia (2000) explica que “el vocablo parir, entre otros significados, tiene el siguiente: “Explicar bien y con acierto los conceptos del entendimiento.”

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