Historia breve de la Sinagoga Samuel HaLeví (Iglesia del Tránsito) y el Museo Sefardí de Toledo- Parte 3

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El siglo XIX fue un periodo de contrastes: de permanencias pero también de grandes cambios.

En este siglo se produjeron, entre otros, dos fenómenos importantísimos para Europa y, por supuesto, para el Mundo. El primero, el desarrollo del turismo a través, en primer lugar, del llamado Grand Tour. Un viaje que realizaban los jóvenes estudiantes europeos acompañados de sus tutores, durante un año, para complementar sus estudios de historia y arte. Más tarde, las clases acomodadas tomarían esa experiencia, el viaje, como nuevo hábito para el tiempo de ocio.

Y el segundo fenómeno constituirá un importantísimo cambio tecnológico, social y cultural: el surgimiento de la fotografía.

J. Laurent (1816-1886)
J. Laurent (1816-1886)

Esto permitió a España entrar en el mapa como un lugar exótico que estudiar y visitar y donde el viajero encontraría una mezcla de culturas antiguas y medievales sin precedentes. Culturas como la romana o la visigoda así como las tres principales religiones monoteístas. Oriente y Occidente, fundidos en un mismo territorio, en una misma sociedad.

Uno de los principales fotógrafos que recorrió España fue J. Laurent (1816-1886) y, por supuesto, en sus visitas a Toledo, tuvo la oportunidad de fotografiar la “Iglesia del Tránsito”, hoy Museo Sefardí.

Aquí os dejamos una de sus fotografías de la Sinagoga (acompañada de una foto del autor) que, actualmente, forma parte de una exposición al aire libre que rodea el edificio del Museo.

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Tras los avances de la Reconquista y la irrupción de almorávides y almohades a fines del siglo XI y comienzos del XII, una gran parte de judíos pasarn a ser súbditos de los reinos cristianos gozando de un estatus jurídico especial. El rey contará con su colaboración en la repoblación de los territorios conquistados. Son expertos en tareas administrativas, poseedores de grandes conocimientos, científicos y conocedores del árabe, por lo que ocuparan puestos públicos.

En Toledo, el barrio judío, situado al oeste de la ciudad, ocupaba el 10% de la superficie amurallada del conjunto urbano. Entre sus edificios destacaban las diez sinagogas y las 5 casas de estudio citadas en el poema de Jacob Albeneh del siglo XIV. Entre 1000 y 4000 personas, sobre unas 70.000 para el reino de Castilla, cabría situar el censo de población judía en Toledo, dependiendo de los momentos de bienestar y esplendor de la comunidad toledana y de feliz convivencia con los cristianos o de los momentos de intolerancia.

Durante los ss. XII al XV, los judíos de Toledo contribuyeron al progreso general de la ciudad, interviniendo activamente en el comercio, en la vida financiera y en las actividades culturales entre las que destaca el fenómeno conocido como la Escuela de Traductores de Toledo, de cuya época de esplendor, la de los sabios de la corte de Alfonso X, en el s. XIII, son los judíos Isaac ben Sid, Judá Mosca Ha-Cohen y Samuel Ha-Leví.

En el museo contamos con piezas bilingües en hebreo y árabe, como este capitel datado entre los ss. XII-XIII (depósito del Museo Arqueológico Nacional). Entre ambas inscripciones se muestra una rica decoración basada en guirnaldas con piñas, flores, caracoles, volutas y especie de espejos.

Se encontró entre los escombros de San Juan de los Reyes de Toledo. Por el contenido de la inscripción hebrea, fórmula de bienvenida y despedida, permite suponer la existencia previa de una sinagoga, hoy perdida. Se piensa que pudo pertenecer a una de las 10 sinagogas toledanas que menciona Jacob Albeneh en su poema escrito en torno a 1391, y que en su mayor parte fueron destruidas en la revuelta de este año. De ser así, se encontraría colocado a la entrada del edificio sinagogal.

Marqués de la Vega Inclán
Marqués de la Vega Inclán

Continuamos con nuestra historia sobre la sinagoga y su transformación en museo, y llegamos a finales del s. XIX. El 1 de mayo de 1877 la que fuera sinagoga y después iglesia y ermita, fue declarada Monumento Nacional. Desde entonces y hasta 1910 se llevaron a cabo una serie de restauraciones para paliar el mal estado del edificio. En 1910, se confía la antigua sinagoga al Patronato del Museo del Greco regido por el Marqués de la Vega Inclán (primera fotografía) que procede a su restauración según los criterios de la época. Durante esta época, el edificio recibió visitras de ilustres personalidades como la realizada por Su Majestad el Rey D. Alfonso XIII acompañado del Presidente de Francia.

De 1910 a 1968, la Sinagoga estuvo bajo la protección y custodia de las Fundaciones Vega-Inclán, realizándose en los años 60 la última restauración, antes de su inauguración como Museo, en la que se hizo desaparecer la antigua sillería coral colocada en la época del Marqués así como las lápidas de los caballeros calatravos, se repararon yeserías, solados, carpintería y se añadió a las paredes la actual tapicería de seda donada por la familia Pinto, y que imita tejidos del Monasterio de las Huelgas en Burgos.

Su Majestad el Rey D. Alfonso XIII acompañado del Presidente de Francia
Su Majestad el Rey D. Alfonso XIII acompañado del Presidente de Francia

 

Tapicería de seda donada por la familia Pinto

En las salas I, II y III del Museo hacemos un recorrido por la historia del pueblo judío desde su diáspora y su llegada a la Península Ibérica hasta su expulsión de los reinos cristianos en 1492. Un ámbito que se expone especialmente en el museo es la sociedad y la vida diaria de la población durante ese periodo.

La sociedad judía de la península ibérica durante la Edad Media podría dividirse en tres clases sociales. Un grupo formado por quienes desempeñaron altos cargos en la administración del Estado y que se convirtieron en cortesanos del rey, diplomáticos por su conocimiento de las lenguas, recaudadores de impuestos y financieros. Un segundo grupo formado por ricos comerciantes, mercaderes, botigueros o traperos, cuyos préstamos alcanzaron grandes sumas y les proporcionaron pingües beneficios, con los que acrecentaron sus propiedades en bienes inmuebles. Y un último grupo de artesanos y tenderos, sastres, zapateros, albarqueros, tintoreros, pellejeros, cotamalleros, algunos encuadernadores de libros, orfebres, plateros y algún batihoja. Sobresalieron los judíos en la astronomía, en la medicina y en la cirugía, llegando a ser médicos y cirujanos reales. Hubo también, algunos intelectuales, rabinos y estudiosos de la Torah o ley judía, mantenidos por la comunidad.

Prescindiendo de los enfrentamientos por motivos religiosos agravados en ciertas épocas y la desconfianza mutua, eran frecuentes las relaciones amistosas de cristianos, moros, judíos y conversos. Visitas en sus respectivas fiestas y celebraciones, interés por su liturgia y sus costumbres. Las fiestas y celebraciones de la vida diaria congregaban no solo a los miembros de la comunidad sino también a sus convecinos.

Un museo en un monumento

La mayor y mejor joya del Museo Sefardí es el edificio que lo alberga. Si la relación entre contenedor y contenido es siempre asunto trascendental en un museo, pocos inmuebles pueden ofrecer lo que simboliza para la historia de los judíos españoles la antigua sinagoga que mandó erigir hacia 1360 Samuel Ha Leví. El valor histórico y el valor estético están aquí acompañados por una serie de virtudes singulares.

El mundo judío es el origen y la razón de ser del edificio, pero también está presente el mundo islámico que aportó componentes y artesanos fundamentales a la cultura de los techos de madera denominados “armadura de lacería” y al arte de las yeserías. Ambos elementos, en su más alta expresión, están presentes en la antigua sinagoga. El mundo cristiano, a través de la influencia decorativa gótica y de las técnicas constructivas, fue componente de la sinagoga original. Más tarde, a partir de la expulsión de 1492 y de su posesión por la Orden de Calatrava, se producen una serie de transformaciones.

El monumento es, así, testimonio de la Historia de España y por supuesto, de la Historia de Toledo. Es un ejemplo del mudéjar toledano, un edificio hijo de varias sangres que hace virtud de la inteligente conjunción de lo diverso.

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Fuente: Museo Sefardi de Toledo en Facebook

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