Parte 1 >>
La Sinagoga de Samuel Leví o del Tránsito cuenta con dos espacios diferenciados dentro de la Sala de Oración: el espacio central, destinado al culto para los hombres, y la parte superior, destinada a las mujeres.
La Galería de Mujeres, con entrada independiente, corre a lo largo del muro meridional y ocupa la planta primera sobre el actual vestíbulo; cuenta con cinco grandes ventanales que dan al interior de la sinagoga y que permitirían poder seguir el culto. Alrededor de esta sala y en su parte superior se han conservado restos de yeserías decoradas y de inscripciones hebraicas con Salmos de David.
Pero esta galería no siempre ha tenido esta función primigenia. En 1494, año en que el edificio dejó de ser utilizado como sinagoga y pasó a formar parte del Priorato de San Benito, la zona ocupada por la anterior escuela rabínica y la galería de mujeres pasaron a servir de Hospital y asilo para los caballeros calatravos.
Durante el siglo XVI el edificio dejó de ser hospital y asilo y se convirtió exclusivamente en iglesia, por lo que la antigua Galería de Mujeres se tapió y pasó a ser utilizada como vivienda del capellán de la iglesia. Este último hecho se refleja en el negro de humo que recubría algunas de las yeserías, allí donde se supone que estuvo situada la cocina de la vivienda.
Ahora este espacio es utilizado como sala para mostrar las unidades expositivas relativas al Ciclo Vital y Festivo del Museo Sefardí.
El objetivo fundamental de la exposición permanente es dar a conocer la historia de los judíos en España, su llegada a la Península Ibérica en época romana, su «Edad de Oro» cultural durante la Edad Media, su expulsión por los Reyes Católicos en 1492 (originándose la rama judía sefardí), así como el fenómeno de la conversión y su persecución por la Inquisición.
Se pretende rescatar del olvido y desvelar el manto de silencio y tergiversación que se cernió sobre la cultura judía en España desde su expulsión en 1492 casi hasta nuestros días, fundamentalmente, a través de la colección de piezas históricas y artísticas.
Pues bien, la presencia de comunidades judías muy importantes en las principales ciudades de Castilla, Aragón y la Al-Ándalus medieval y moderna es más que evidente. Por ejemplo, Sevilla fue la ciudad mayor y más próspera después de Córdoba durante toda la etapa musulmana y albergaba también una importante comunidad judía de origen, al parecer, muy antiguo. Durante el califato Omeya los judíos habitaban en distintos barrios. El que más tarde se llamará «judería vieja» estaba al oeste de la ciudad. Más adelante, los judíos vivirían en una zona próxima al Alcázar, de la que es parte el actual barrio de Santa Cruz.
Con la llegada de los almohades, todo el rico pasado cultural de la ciudad, con su mezcla de culturas, empieza a decaer hasta el momento de la conquista cristiana en 1248. Al rendirse la ciudad, los judíos entregan al rey cristiano Fernando III «El Santo» unas llaves simbólicas que, actualmente, se encuentran en la Catedral de Sevilla, pero de las que tenemos una copia en nuestra colección.
En las guardas de la llave podemos leer una inscripción que dice: «Dios abrirá / Rey entrará». Por su parte, en la orla o canto del anillo del que pende el cordón aparece una inscripción en hebreo que reza: «El rey de los reyes abrirá, el rey de toda la tierra entrará».
Una de las características que más llama la atención de nuestros visitantes es la fascinante decoración de la Gran Sala de Oración. Destaca la decoración de las yeserías a lo largo de todos los muros en cintas epigráficas y decorativas que alcanzan en el muro este su máxima expresión. Cecil Roth dice de las inscripciones que “son las más hermosas inscripciones judías de la Edad Media”.
El empleo de inscripciones fue un rasgo característico del arte mudéjar de los siglos XII al XV. Especial interés tienen las llamadas «inscripciones históricas», en las que se incluyen alabanzas al rey Don Pedro I, quien autorizó la construcción de la sinagoga.
Por su parte, las «inscripciones bíblicas» ornamentan a modo de marco el frontal y los frisos decorativos de ataurique y de lacería de los muros laterales y oeste de la sinagoga. También adornan la Galería de Mujeres. Son textos tomados del Libro de los Salmos, Crónicas, Reyes y Éxodo.
Entre las piezas que conforman la colección del Museo contamos con numerosos manuscritos y libros impresos de gran interés histórico, artístico y documental.
Entre ellos hablamos hoy de la «Biblia Sacra Veteris et novi Teftamenti», de Thomam Guarinum. Editada en Basilea en el año 1578 y encuadernada en pergamino.
Se divide en tres tomos:
– Tomo primero: Antiguo Testamento (612 páginas)
– Tomo segundo: Profetas y Macabeos (251páginas)
– Tomo tercero: Nuevo Testamento (224 páginas)
Redactada en latín. El cuerpo del texto está ricamente decorado con escenas que ejemplifican las narraciones. Destacan dos grabados desplegables:
1. Plano del Edén (en el libro del Génesis): representa la tierra al principio de los tiempos, con Adán y Eva, señalando los lugares donde se ubicarían las ciudades bíblicas.
2. Mapa con el trayecto de los israelitas desde Egipto hacia la tierra prometida, señalando los principales acontecimientos. (en el libro de los Números)
Al recibir la antigua sinagoga, los caballeros calatravos mantuvieron el edificio durante algún tiempo en su estado original, haciendo únicamente unas pequeñas modificaciones para su utilización.
Lo más sobresaliente es, sin duda, la pequeña puerta de acceso a la sacristía, ornamentada con formas típicas del Renacimiento y de estilo plateresco. Dos pilastras sostienen un ancho friso en cuyos extremos se hallan sendos escudos. Por encima, un frontispicio curvo situado entre dos candelabros cobija las armas de los Guzmanes. La decoración de yeso realizada a molde, recubre todo el espacio como es característico de este estilo. La inscripción que corre por encima del vano nos indica quien fue su autor Xtroval de Palacio me fecit (Cristóbal de Palacio me hizo)
Al lado de la puerta se encuentra un arcosolio que cobija un altar. La estructura sigue siendo muy sencilla y la ornamentación está realizada, al igual que en el vano anterior, con yeso a molde. Un escudo ovalado es sujetado por dos tenantes, cuyos cuerpos se convierten en su mitad inferior en elementos vegetales, y que nos indican una fecha de construcción muy cercana a la de la puerta contigua (siglo XVI)
Precisamente en este altar estuvo el cuadro que representa el Tránsito de Nuestra Señora (Hoy en el Museo del Prado), realizado por Juan Correa de Vivar, pintor de la escuela toledana del siglo XVI, por encargo del caballero calatravo don Francisco de Rojas, que aparece como donante. Este pintor trabajó también en la catedral de Toledo. Debajo del cuadro existe un frente de altar del mismo momento y ornamentación similar al que se trasladó junto a la puerta moderna de acceso al Museo y que en su día formó parte de otro altar (el del Cristo de la Misericordia) que cubría el vano reabierto en la última remodelación como puerta. Dos pinturas, una de ellas de Gonzalo Peralvo que se muestra en el arcosolio plateresco de la Sala de Oración y otra de Pérez Villamil nos ilustran igualmente sobre la transformación que experimentó la Sinagoga en la época en que fue iglesia cristiana.
La llegada de los judíos a Hispania (Sala II Museo)
Las fuentes escritas de época romana no mencionan la posible llegada de judíos a Hispania; existen, sin embargo, algunas tradiciones recopiladas en crónicas medievales que hacen referencia a la presunta diáspora de judíos a la Península Ibérica como consecuencia de las campañas de Nabucodonosor en el siglo VI a.C., en las que se menciona a un tal rey Isban, al que también se adjudica el traslado de las joyas del Templo y de la mismísima Mesa de Salomón desde Jerusalén a la Península Ibérica.
En la conocida Epístola a los Romanos, 15, 24-28, el apóstol San Pablo expresa su intención de venir a Hispania, lo que podria dar a entender que, de acuerdo con su costumbre de predicar frecuentemente en las sinagogas, existían ya en esta época comunidades judías asentadas en esta provincia romana.
Habría que pensar, a pesar de los escasos restos y de las pocas informacioens de las fuentes, que la llegada significativa de judíos a Hispania se debió producir en los primeros siglos del Imperio, aunque hasta época tardo-antigua no sepueda constatar la formación de comunidades judías asentadas en la Península, y aún entonces, no sin ciertas dificultades.
Entre las fuentes con las que contamos para investigar esta presencia judía en la península, contamos con piezas como la siguiente. Se trata de un ladrillo funerario, probablemente perteneciente al taller de Acinipo, entre los siglos IV y V d.C. en Ronda, Málaga. Está realizado a molde y decorado con un arco de medio punto sobre columnas en las que se inscribe una venera y un candelabro de siete brazos o «Menorah», palmas y la palabra «Mixal», en latín.

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