Historia breve de la Sinagoga Samuel HaLeví (Iglesia del Tránsito) y el Museo Sefardí de Toledo- Parte 1

La Sinagoga de Samuel Ha-Leví fué construida en plena judería de Toledo a mediados del siglo XIV, por este Oidor de la Audiencia, Diplomático y Tesorero Real en la corte de Pedro I “El Cruel”. Fue erigida como Sinagoga Mayor de Toledo.

Con la expulsión de los judíos en 1492, los Reyes Católicos otorgaron a la Orden de Calatrava esta “sinagoga mayor que los judíos tenían en Toledo», a cambio del Alcázar y otras posesiones de la Orden. En 1494, el edificio pasó a formar parte del Priorato de San Benito. En el siglo XVII la iglesia de San Benito pasó a ser conocida vulgarmente como del Tránsito debido al encargo que un caballero calatravo realizó al pintor de la escuela toledana Juan Correa de Vivar de un cuadro del Tránsito de Nuestra Señora (hoy conservado en el Museo Nacional del Prado). Por ello, hoy la conocemos como Sinagoga del Tránsito.

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El Museo (Museo Nacional de Arte Hispanojudío) se crea por medio del Decreto Fundacional 874/1964. El objetivo fundamental de la exposición permanente es dar a conocer la historia de los judíos en España, su llegada a la Península Ibérica en época romana, su «Edad de Oro» cultural durante la Edad Media, su expulsión por los Reyes Católicos en 1492 (originándose la rama judía sefardí), así como el fenómeno de la conversión y su persecución por la Inquisición.

La colección del museo Sefardí está integrada por 2.522 objetos, pertenecientes a las categorías de Arqueología, Etnología, Antropología y Arte.

La curiosidad que aportamos hoy es que el logo del Museo Sefardí ha sido extraído de una de sus piezas: la pileta trilingue. De forma rectangular, lleva una triple inscripción en hebreo: ´Paz sobre Israel y sobre nosotros y sobre nuestros hijos´; latín: ´Paz´ y en griego, que es ilegible. Adornada con símbolos utilizados en la iconografía de la época (ca. siglo V): dos pavos reales, un sófar o cuerno penitencial, algunos ven también una serpiente, el árbol de la vida y un candelabro de siete brazos o «menorá». Su finalidad ha sido interpretada de muy distintas formas. Para unos, es una pileta de abluciones sinagogales, otros la consideran un sarcófago infantil u osario. Ha sido empleada, posteriormente, como pila y ello nos lo indica el agujero de desagüe que posee.

La gran Sala de Oración del antiguo templo hebreo es de forma rectangular, cubierta por una armadura de par y nudillo de madera de conífera, y se nos presenta como uno de los ejemplos más sobresalientes de la carpintería hispana de la Edad Media. A pesar de haber perdido parte de su policromía original, todavía son apreciables los colores verde, azul, rojo, anaranjado, blanco y negro, así como algunas inscripciones árabes y hebreas.

De la misma forma, aun se conserva un fragmento del suelo original de la sinagoga. Pero, ¿cómo? Tras la expulsión de 1492, la sinagoga pasó a la Orden de San Benito, por lo que se convirtió en Iglesia cristiana. Apenas se modificaron detalles del templo, solo la parte principal de la sala de oración, el frontal, donde se sitúa el Hejal y donde se superpuso un altar para el rito católico.

En la restauración realizada en 1911, al levantar el altar, quedó al descubierto lo que quedaba de la solería primitiva del templo hebreo.

Aquí os dejamos unas fotografías del artesonado, del suelo original y una ilustración del altar que se colocó en la parte frontal mientras el templo fue utilizado como iglesia.

Quizás, de las piezas de carácter arqueológico que más llaman nuestra atención son las monedas. En el Museo Sefardí, contamos con ejemplos de numismática muy interesantes como esta pareja de denarios acuñados en plata (Año 134 d.C. de la 2ª revuelta) en Palestina.

Su anverso presenta un racimo de uvas unidas a una pequeña rama con hoja y zarcillo. Alrededor se ve una leyenda en paleohebreo («Simon») con una gráfila exterior de puntos.
En el reverso, la representación de un jarro con asa, acompañada de otra leyenda paleohebrea («Año II de la Liberación de Israel») y una gráfila circular de puntos.

En este período de sublevación judía contra Roma, liderada por Simón Bar Cochba, se acuñaron monedas sin fecha y otras que ofrecen como datación la leyenda «Año II de la Liberación de Israel» (como en esta pieza) o «Año II de la liberación de Jerusalén».

En lo que respecta al racimo de uvas y, seguramente al jarro para contener líquidos como vino o aceite, debe tenerse en cuenta que la vid abundaba en Palestina, y la excelente calidad de sus vinos se menciona en varios pasajes de las Escrituras.

Una de las partes más espectaculares de la sinagoga (en hebreo, Beit Hakneset, o casa de reunión; los Sefaradim suelen llamarla Knis o Templo) es el Hejal. Se trata de la parte frontal de la gran Sala de Oración y está orientada al este, a la ciudad de Jerusalén. En él se encontraba un armario (Arón Hakódesh o Arca Sagrada) para guardar los rollos de la Ley.

Es otro ejemplo de la eficacia alcanzada por los alarifes mudéjares que dieron forma a un sinfín de tallos, frutos, flores, temas heráldicos e inscripciones hebreas, a las que después aplicaron una capa pictórica en tonos verdes, rojos, azules, negros y blancos, que debido al paso del tiempo y a restauraciones poco controladas, han perdido parte de su policromía original.

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Hejal

Dentro de las colecciones del museo, contamos con un importante número de piezas relacionadas con el mundo funerario, tan importante para todos los credos pero, en especial, para las tres grandes religiones del libro. Piezas antiguas recuperadas mediante técnicas arqueológicas como lápidas, u otras más contemporáneas como unguentarios, textiles, etc., entre las que destacamos hoy una joya.

Expuesto en una de nuestras salas, se encuentra un anillo de oro compuesto por un aro circular y chatón central cuadrangular y horadado. Perteneció al ajuar funerario de una de las tumbas de la necrópolis judía de Montuijch de Barcelona, más concretamente a un sepulcro infantil, de tipo antropomorfo. El ajuar estaba compuesto, además, por un pendiente de plata y otra sortija de oro con piedra de color. Estaban puestas en un mismo dedo de la mano derecha.

Se trata pues de una pieza hispanojudía datada entre los siglos XIII y XV y que pasó a formar parte de la colección permanente del Museo Sefardí en 1971.

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Fuente: Museo Sefardi de Toledo en Facebook

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