La presencia de una comunidad judía en Guarda, pequeña pero ya estructurada y organizada, está documentada desde finales del siglo XIII, concretamente en la Cancillería de D. Dinis cuando, en 1295, la comunidad respectiva proporcionó una casa con una granja para el monarca. Se trata, por tanto, de una de las comunidades más antiguas de la región.
Como ocurría en otras comarcas, la judería de Guarda tiene una ubicación muy concreta dentro de su tejido urbano. La judería se encuentra intramuros y próxima a las principales vías de comunicación de la ciudad.
Así, la judería de Guarda es una de las mejor documentadas del Reino, ya que la frecuente recogida de bienes de la Corona a instancias de los monarcas, con el fin de registrar y actualizar el “listado” de sus dominios y propiedades, proporciona una elevada fuente de información. informativo.
En la llamada Baja Edad Media (siglos XIV y XV), los vecinos que componían la comunidad de Guarda aumentaron notablemente, ya que a finales del siglo XIII sólo contaban con unas 35 familias y un siglo después ya eran 82, calculándose la presencia de 350 individuos a finales del siglo XV, lo que debe considerarse un número relativamente elevado, teniendo en cuenta la dinámica demográfica de la época.
La comunidad judía estaría compuesta mayoritariamente por artesanos, que luego venderían sus productos en ferias y mercados regionales. A través de fuentes escritas sabemos que muchos eran zapateros, herreros, tejedores, sastres, aunque también están documentados comerciantes y físicos.
En definitiva, la convivencia secular, más o menos pacífica, y la dualidad cultural y religiosa entre católicos y judíos, contribuyeron sin duda a la creación de una identidad urbana propia y a la expansión e importancia económica de la ciudad de Guarda. Con la promulgación del Edicto de Expulsión en 1496, por D. Manuel I, la comunidad judía de Guarda también tuvo que optar por la huida o la conversión, aunque fuera forzada y sólo aparente.
La relación entre la comunidad judía de Guarda y el Edicto de 1496 queda por estudiar, pero podemos considerar que algunos huyeron, otros permanecieron en la ciudad y, con el tiempo, incluso abandonaron la comunidad judía, que dejó de tener sentido tras la conversión. de todos sus elementos al cristianismo. Muchos se habrán extendido a nuevas calles y algunos de ellos habrán seguido “judaizándose” en la clandestinidad, a pesar de las prohibiciones y de las persecuciones que siguieron al establecimiento de la Inquisición portuguesa en 1536. Entre 1496 y 1536, así, se escribió un último capítulo en la historia de las comunidades judías en Portugal, que dio paso a la compleja y controvertida historia de los nuevos cristianos portugueses.
El antiguo barrio judío
La presencia judía en Guarda está documentada desde el siglo XIII y sería una de las más importantes de la Beira Interior. Estaba ubicado en la Parroquia de S. Vicente, dentro del perímetro amurallado, cerca de las principales vías de la ciudad medieval, a saber, la Rua de S. Vicente, la antigua Rua Direita y el Largo de S. Vicente, lugares de gran circulación, que permitió y facilitó el desarrollo de la actividad comercial por parte de los miembros de esta comunidad.
Una de las referencias más importantes fue la Sinagoga, ubicada en una sala independiente perteneciente al monarca. Allí se desarrollaban algunas de las actividades más importantes de la comunidad, siendo la sinagoga el escenario de prácticas religiosas, pero donde también podían desarrollarse actividades educativas o incluso judiciales.
Fuente: Portugalidade |