Haquitía, el dialecto judeoespañol del norte de África

La haquitía es el particular dialecto del norte de Marruecos, incluidas las ciudades de Ceuta y Melilla, del idioma judeoespañol que hablan los judíos sefardíes de la zona, a veces conocida como Djudeo Spañol o Ladino Occidental. Las denominaciones y ortografías son vacilantes: haketía, haketilla, haquitía, jakitía, jaquetilla, haketiya,hakitiya. La Real Academia Española incluye en su diccionario el término «haquitía». Su etimología es discutida: se ha pensado que deriva de haquito, apócope de Ishaquito, diminutivo de Ishac (Isaac), nombre muy usado entre los judíos de España. Sería pues el idioma de los haquitos, como se denominaba habitualmente a los miembros de la comunidad judía en Sefarad; pero no existen indicios que corroboren tal hipótesis. Por el contrario, existe otra interpretación más plausible que consiste en una raíz árabe y una terminación castellana derivada del verbo haka, que significa «decir, hablar, narrar».

An original letter in Haketia from Tangier, written in 1832. Wikipedia
Una carta original de Tanger en Haketia escrita en 1832. Fuente: Wikipedia

Este dialecto posee un triple fundamento: el castizo (castellano antiguo del siglo XV), loshebraísmos y los arabismos utilizados en España y Portugal. Los expulsados de laPenínsula Ibérica en 1492 se fueron asentando, radicando y formando comunidades en diferentes lugares del norte de Marruecos: Casablanca, Tánger, Tetuán, Xauen, Arcila, Alcazarquivir, Larache, Ceuta y Melilla, y fueron añadiendo arabismos a la base hispanohebraica de ese dialecto, más los arabismos que ya se habían incorporado en España. Pero previamente a la expulsión de los judíos de España ya había en Marruecos una población judía: los toshavim (residentes), cuya lengua era árabe o bereber, dependiendo de las regiones en que habitaban, y por supuesto el hebreo era utilizado en las ceremonias religiosas; con la llegada de los expulsados, los morashim, la población se fusionó y creció considerablemente, gracias a los aportes de estos últimos en cuanto a sus conocimientos religiosos (especialmente en estudios talmúdicos), sus cuentos, refranes, romances, sus tradiciones culinarias, su literatura específica, sus tradiciones sefaradíes y su bagaje lingüístico, desconocido hasta ese momento por los toshabim.

Los judíos del norte de Marruecos utilizaban la haquitía, la lengua a la que se aferraron y usaban para comunicarse con sus familiares, con sus amigos y vecinos, así como también en sus relaciones comerciales con otros judíos. En cambio, utilizaron el árabe o bereber para entenderse con los habitantes originales de la región y que representaban la mayoría de la población, y con los judíos no sefardíes.

La utilización de varios idiomas a la perfección: el español, el hebreo, el árabe, el bereber y su haquitía facilitó el establecimiento de un vínculo estrecho de los expulsados con el resto de los miembros de la sociedad a la que arribaron.

Se dice que la haquitía tiene una entonación musical que algunos denominan “música del habla”, que la distingue de cualquier otra lengua o forma de expresión oral. En ocasiones, para las actividades comerciales predomina el tono árabe y, en otras, el tono rabínico que se utiliza en estudios talmúdicos y en la comunicación entre judíos. En este sentido, la haquitía tiene un ritmo que se marca por las subidas y bajadas de voz y también por la velocidad de las frases que tiene relación directa con el alargamiento de las sílabas de cada una de las palabras utilizadas. De esta forma también se observa una tendencia a curvas ascendentes en la entonación de la persona que la habla y a veces, estos cambios se los relaciona con el modo interrogativo que tiende a expresarse, y con el sentido de lo que está diciendo.

La haquitía tiene la particularidad de que sus expresiones siempre se relacionan con imágenes de la vida cotidiana, la emoción y también la vehemencia. Por este motivo se observa continuamente el uso de bendiciones para expresar el afecto, amor, amistad, dirigidas a todas las personas muy queridas, pero también es frecuente el uso de una variedad de maldiciones (baldiciones), a veces humorísticas y otras no tanto. A partir de fines del siglo XVIII comenzó muy lentamente la emigración hacia América Latina. En ocasión de la guerra entre Marruecos y España en 1860, se produjo la primera gran ola emigratoria que prosiguió con regularidad hasta 1914, víspera de la Primera Guerra Mundial. Se reanudó en 1918 hasta 1939 y luego en 1956 a causa de la inestabilidad causada por las luchas por la independencia de Marruecos. Hubo un fenómeno importante a partir del año 1860, ya que se produjo una mayor hispanización de la haquitía, hasta tal punto que se perdió el sentido de hablar en un idioma diferente. En 1862, con la creación de la primera Alianza Israelita en Tetuán que más tarde se instaló en casi todas las ciudades de Marruecos, y posteriormente en el siglo XX con la ocupación de Francia, se generó otro fenómeno similar en algunas ciudades, especialmente en Tánger, pues se comenzó a dejar de usar la haquitía en las conversaciones sociales, comerciales y hasta en las familiares, para tomar el francés como idioma. Este proceso fue paulatino y poco a poco se fue abandonando el uso de la haquitía. Algunos comenzaron a considerarla como una forma de expresión de los iletrados, de los incultos, como una lengua vulgar, lo que produjo fuertes barreras sociales entre los que sí la hablaban y los que negaban conocerla.

Aunque algunos sostienen que hoy en día está en peligro de extinción, en las últimas décadas se evidencia en algunos países el estudio, uso y preservación de la haquitía, que fue esencialmente una lengua oral, lo que significa que hasta hace poco tiempo no había dejado documentación escrita. En la actualidad testimonian su interés por este dialecto muchos investigadores y filólogos. Para mencionar algunos: José Benoliel, que fue el precursor de este tipo de estudios y quien escribió el primer diccionario de haquitía, publicado en 1977 (50 años después de su fallecimiento), Manuel Alvar, Jacob Hassan, Larrea Palacín, Josef Martínez Ruiz, Haïm Vidal Séphiha, Alegría Bendayan de Bendelac, Ana Benarroch, Isaac Benharroch y Yaakov Bentolila.

Fuente: .losfilologos.com

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