La puebla de Guadalupe es un bello paraje serrano con calles formadas por entrantes y salientes, con balcones de voladizo y escudos señoriales. Rodeado de una exuberante vegetación de olivos, castaños y encinares, abrazado por los montes de Altamira y las Villuercas.
La presencia de los judíos en Guadalupe se remonta a los años finales del siglo XIII, cuya comunidad forma un núcleo pequeño de población en torno a La Puebla. Los conflictos de 1391 y de 1476 marcan el declive del judaísmo con la conversión de muchas familias al cristianismo pues en Guadalupe fue esencial el antisemitismo eclesial ante aquellos que no se querían convertir. En los años anteriores a la llegada de la Inquisición, los judíos y los conversos estaban en muy buenas relaciones en muchas ciudades. Hay pruebas de que muchos judíos no veían a los conversos como personas ajenas a ellos. En 1480, dos rabinos visitaron la Puebla de Guadalupe para cerciorarse de si los conversos locales observaban adecuadamente el judaísmo, y decidieron qué conversos eran pobres para que se les permitiera trabajar los días de fiesta judíos. Podían citarse varios ejemplos más casuales, pero no menos evidentes de proselitización judía, como el de una conversa acusada en 1485 recordó que un judío que visitaba su casa la convenció para que comprase un libro de oraciones judías.
Existieron en la historia tres Inquisiciones. La primera conocida como Medieval, que comenzó con la supresión de los cátaros, por parte de la Iglesia a mediados del siglo XII, y finalizó hacia 1400 con la aniquilación de la herejía cátara; la segunda, fue instaurada en 1542 por Paulo III, para suprimir el protestantismo, fue abolida en España en 1808 por el rey José e reinstaurada por Fernando VII en 1814, suprimida en 1820, y de nuevo restaurada en 1823. Fue abolida para siempre en el año 1834.
Pero es la Inquisición española que por lo general se tiene en mente cuando se oye o se hace referencia a la Inquisición la que instauran los Reyes Católicos en España. E1 génesis de este epiciclo en la órbita europea hasta ahora no completamente explorado o comprendido, estaba en la necesidad del nuevo estado español nacido del matrimonio de Fernando de Aragón e Isabel de Castilla en 1469, de consolidar y extender su poder en la península Ibérica. Puesto que la vida económica, literaria, artística, científica y en general intelectual de España estaba floreciendo menos en esferas cristianas que en aquellas hebreas e islámicas, era natural que los primeros deseasen acallar a los últimos, o mejor aún destruirlos; y con este fin el Papa Sixto IV en 1478 concedió una bula que autorizaba a los Reyes Católicos a instaurar una inquisición, llamada Tribunal del santo oficio para eliminar a los marranos y moriscos – así se llamaban los judíos y musulmanes bautizados – sospechosos de reincidir, lo que quería decir virtualmente todos. Muy pronto los Inquisidores, que habían iniciado sus trabajos en Sevilla, disfrutaban tanto con la sangre y carne asada que incluso el Papa estaba un poco sorprendido, y trataba de imponer algunas limitaciones; pero era demasiado tarde porque los Reyes de España tenían en sus manos un arma tan invencible que no estaban dispuestos a abandonar. En 1483 obligaron a Sixto a autorizar el nombramiento por parte de la Corona española de un Gran Inquisidor, o Inquisidor-General cuyo poder casi inmediatamente se extendió a través de Castilla, Aragón, Valencia y Cataluña, recayendo el primer cargo de Gran Inquisidor en el Dominico Tomás de Torquemada.
El judaísmo había penetrado incluso en la Orden de San Jerónimo que destacaba por su austeridad, y en uno de los más importantes santuarios de España, es decir, en el monasterio de Guadalupe perteneciente a dicha orden. Diego de Marchena había ingresado en la orden hacia 1450. Cinco años después, fue quemado por la Inquisición por vivir como cristiano siendo realmente de creencia judía. Ciertamente, era muy hostil al catolicismo. Sus padres 1o habían informado, cuando tenía doce o trece años, de que era un judío sin bautizar, pero aun así había ingresado en la orden. Sus principales pecados eran sus amistosas relaciones con los judíos y los consejos y ayuda con que favorecía a conversos que eran sospechosos. También, solía hablar de la salvación en la Ley de Moysen y de cumplir con el judaísmo «en voluntad», frases que ningún judío ortodoxo había usado.
Las actas que se han conservado de los procesos de otros jerónimos sugieren que había en la orden muchos judaizantes secretos. Dos monjes reconocieron que habían convertido en jerónimos para poder observar las costumbres judías y estudiar la Biblia. Otros dos monjes habían planeado dejar España para poder practicar el judaísmo en otra parte.
Es famosa la formación del tribunal de la Inquisición, en 1485, para depurar el judaísmo de los conversos del monasterio jerónimo guadalupense y los laicos de La Puebla. En 1486, la Orden de San Jerónimo, decidió no destinar a ningún monje converso a cargos importantes ni admitir más conversos o descendientes de los mismos. Fue la primera orden religiosa que tomó tal decisión. La visión revelada por los procesos de Guadalupe ayuda también a explicar por qué muchos cristianos viejos apoyaban a la Inquisición.
Los primeros tribunales de Castilla la Nueva, Ciudad Real, Guadalupe y Toledo están relativamente bien documentados. En Ciudad Real, el número de víctimas de las condenas a muerte fue my pequeño. Muchos conversos habían huido a tiempo. Pero, entre los que fueron quemados había un secretario real; y en Toledo, un regidor y un capellán real, además de un total de más de 6000, en donde tuvo que enfrentarse la Inquisición a una populosa comunidad de conversos. Registrándose un total de cuarenta actas de juicios, aunque algunas personas huyeron y con la salvedad de que la documentación conservada de los juicios no está completa.
En la Puebla de Guadalupe fueron quemados en 1485, un total de 52 procesados (incluido el citado fraile); 46 fueron exhumados y quemados; 25 quemados en efigie; y 60, encarcelados.
Otro proceso de fe contra los monjes judaizantes por parte de la Inquisición, ocasionaron en la Orden Jerónima la imposición del estatuto de limpieza de sangre desde 1487 a 1835.
Los judíos y conversos vivían en la antigua calle Veneno, en la actual es un ramal de la Plaza Mayor, que concluye en el Arco del Chorro Gordo. Otros vestigios de la herencia hebrea y conversa, son la antigua pila bautismal del monasterio, que puede encontrarse en la Plaza, en la entrada el santuario, donde Abraham Señero, su yerno Meir Melamed y otros familiares recibieron las aguas bautismales el 15 de junio de 1492. En el interior del santuario se aprecia el maguén David en la portada mudéjar de la antigua farmacia, situada en el ala norte del claustro gótico, así como varias estrellas de David en la puerta principal de entrada al templo.
José Antonio Ramos Rubio
Fuente: Digital Extremadura 28.4.2014