Biografías «La Señora», el libro de Maria Giuseppina Muzzarelli publicado por Laterza. En 1535, viuda, dirigió el negocio familiar desde Lisboa, protagonista del comercio internacional. El proyecto de Tiberíades, en un terreno que le concedió en 1560 el sultán otomano tras un viaje a Estambul, era su utopía: un refugio para los judíos perseguidos de la época.
En el contexto de la Europa de principios del siglo XVI, las comunidades judías desempeñaron un papel fundamental en la economía y el comercio. Sin embargo, el aumento de la intolerancia religiosa condujo progresivamente a su marginación de la vida social y a conversiones al cristianismo, si no forzadas, al menos inducidas por la condición a la que de otro modo habrían estado destinados. Este fenómeno dio origen a la figura de los conversos o marranos, antiguos judíos que, si bien aceptaban formalmente la nueva fe, a menudo conservaban profundos vínculos con su identidad original.
Las CONVERSIONES respondieron, por un lado, a la necesidad de quienes deseaban seguir beneficiándose de los servicios económicos garantizados por los judíos y, por el otro, permitieron a los conversos proteger su estatus económico y social. Esta situación, sin embargo, generó un clima de sospecha y persecución, con graves repercusiones en la vida de los marranos, especialmente de aquellos involucrados en actividades comerciales y financieras. A pesar de la hostilidad del entorno, estos individuos, fortalecidos por sus recursos económicos y su excepcional capacidad de adaptación, a menudo lograron prosperar.
Este éxito, sin embargo, tuvo un costo interno: la obligación de adoptar comportamientos ambiguos y pragmáticos para sobrevivir. Esta «doble vida» acabó creando una fractura entre los principios éticos y las prácticas económicas, alimentando una actitud desencantada y orientada al pragmatismo. Precisamente esta mentalidad puede considerarse un elemento fundacional del capitalismo moderno, caracterizado por la capacidad de adaptarse a las circunstancias y la búsqueda de la eficiencia más allá de las barreras ideológicas y morales.
EN ESTE CONTEXTO están las vidas de Gracia Nasi y la de su sobrino Joseph Nasi. Ambos son personajes históricos, pero este último fue uno de los protagonistas de la novela de Wu Ming, Altai, mientras que Gracia está en el centro de La Señora. Vida y aventuras de Gracia Nasi (Laterza, págs. 186, 18 euros) de Maria Giuseppina Muzzarelli, que es más bien un ensayo, pero con cualidades de novela. Cómplices son los hechos de los que esta mujer fue protagonista, pero también la escritura clara que crea un guión envolvente para contarnoslos.
Gracia Nasi nació en 1510 en Lisboa en el seno de una familia de judíos sefardíes que fueron obligados a convertirse; Gracia toma el nombre de Beatriz de Luna. En 1528 se casó con Francisco Mendes en Lisboa, matrimonio que le dio acceso al control de una inmensa fortuna. Su vida está, por tanto, entrelazada con la red familiar de los Mendes, extraordinarios comerciantes y banqueros, que bajo la amenaza de la Inquisición se ven obligados a reinventarse, moviéndose hábilmente entre religiones y geografías hostiles. El poder y la riqueza no la protegieron de la persecución: en 1535 murió Francisco, dejándola viuda y al frente del negocio familiar. Poco después, con el establecimiento de la Inquisición portuguesa en 1536, Gracia abandonó Lisboa junto con su hermana Brianda, trasladándose a Amberes. Aquí, en el corazón financiero de Europa, la señora consolidó el papel de la familia como protagonistas del comercio internacional, pero la muerte de su cuñado Diogo en 1543 desencadenó una disputa sucesoria con Brianda, quien disputó el control.
LA CONTENCIÓN entre las dos hermanas no es sólo una lucha por la riqueza, sino también el reflejo de una condición existencial ambigua, explicada con gran sutileza en el libro. El conflicto llega a las cortes de Venecia en 1545 y de Ferrara en 1548, con sentencias alternas que no hacen más que agravar la fractura familiar, que culmina con el secuestro de la hija de Gracia.
La señora, mientras tanto, sigue desplazándose entre los principales centros de la diáspora sefardí y puede regresar a su religión original. En Ferrara encontró un ambiente más acogedor, gracias a la protección de Ercole II d’Este, que veía en la comunidad judía un recurso económico. El traslado final de Gracia a Estambul en 1552 marca un nuevo capítulo en su vida. Bajo la protección del sultán Solimán el Magnífico, que acogió a los judíos que huían de Europa, Gracia finalmente encuentra un lugar donde puede actuar libremente como judía. El proyecto Tiberíades, concedido a Gracia en 1560 mediante un pago anual al sultán, se convirtió en el símbolo de su visión utópica: crear una colonia de refugio para los judíos perseguidos, una idea pionera que anticipaba los conceptos modernos del sionismo. Es en estas décadas que su historia se une a la de su sobrino Joseph, con quien la une una relación muy estrecha: él es hijo de uno de los hermanos de Gracia y hermana de su marido, Francisco Mendes; a su vez, José se casa con su hija. En resumen, un caso clásico de endogamia.
MUZZARELLI ESCRIBE en la introducción: «¿Qué nos enseña Gracia? ¿Qué aprendemos de esta tumultuosa e intrincada historia? Se descubre leyendo, pero si quisiera hacer un pequeño adelanto diría que nos muestra lo que una mujer puede hacer si se pone en condiciones de actuar», logrando «mantener juntos identidad y negocio» de manera extraordinaria. Pese a ello, el autor evita el retrato hagiográfico: la Señora es una amante dura, como su sobrino, y esto da encanto al relato de vidas duras en tiempos despiadados de guerras y persecuciones. Aunque no existen libros «definitivos» (y con razón), La Señora. La vida y aventuras de Gracia Nasi es una obra imprescindible para todo aquel que quiera conocer la historia de esta extraordinaria mujer y el contexto en el que se encontró actuando.
Por Marina Montesano
Fuente: Il manifiesto | 27.12.2024
Traducción libre de eSefarad.com