Luis Xavier Grisanti
La inmigración de los sefardíes a Venezuela ha sido una de las más fecundas para el desarrollo económico y cultural del país, ya sea directamente por sus pioneros hebreos, o indirectamente a través de la ancestral vinculación de España con América; muchos de los cuales abrazaron la religión católica para enriquecer también nuestro gentilicio judeocristiano occidental.
La redención de la nacionalidad española de los descendientes de judíos sefardíes, como reparación otorgada por el Reino de España a quienes fueron desterrados por los Reyes Católicos en 1492, ha abierto un cúmulo de fructíferos entrelazamientos familiares y culturales entre españoles, hispanoamericanos y venezolanos, especialmente en nuestra tierra, tradicional destino histórico de inmigraciones que fueron siempre bienvenidas por su aporte a la formación de nuestra identidad nacional.
La Asociación Israelita de Venezuela, el Museo Sefardí de Caracas Morris E. Curiel y los Amigos de la Cultura Sefardí organizaron en su sede de Maripérez una hermosa exposición que traza el periplo de la familia Pardo a partir de la llegada a Venezuela de don Isaac J. Pardo Abendana, empresario proveniente de Hamburgo, Alemania, en 1841. Se iniciaba en Europa la Revolución Industrial y don Isaac venía lleno de entusiasmo y conocimientos para el emprendimiento productivo en su nuevo país de adopción.
Bajo la curaduría de la abogada Mariela Briceño Pardo, una de sus descendientes, y de Abraham Levy Benshimol, la exposición contiene joyas documentales en original, entre los cuales cabe destacar la carta de naturalización que le concede el prócer de la Independencia, general civilista y presidente de la República, Carlos Soublette, honesto servidor público, quien, siendo él mismo descendiente de vascos y canarios, fue un gran promotor de las inmigraciones durante sus dos presidencias, al igual que su colega y amigo, Gral. José Antonio Páez.
Las familias Pardo y Soublette se entrelazaron en matrimonio. Una nieta y dos bisnietas del Gral. Soublette contrajeron nupcias con tres hijos de don Isaac y doña María de Jesús Monsanto Rivas. Entre sus descendientes encontramos al destacado escritor, historiador y luchador democrático venezolano, Isaac J. Pardo Soublette, miembro de la Generación del 28, junto con Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Jóvito Villalba, Carlos Eduardo Frías y Joaquin Gabaldón Márquez, entre otros.
Pioneros del telégrafo y de la banca en Venezuela (el fundador Isaac J.), de las industrias del lápiz (Rafael Pardo Monsanto) y de la electricidad y de la siderurgia (David Lobo Pardo), la familia ha dado también artistas plásticos de la talla de Mercedes Pardo, promotoras culturales como las hermanas Enriqueta y Ana María Pardo (Librería Soberbia) y arquitectos reconocidos como Guillermo Pardo Soublette, quien trabajó junto con Carlos Raúl Villanueva en la modernización infraestructural de Caracas. Lobo Pardo y su primo Guillermo fueron también los cofundadores del Cuerpo de Bomberos de Caracas en 1936, durante el gobierno del presidente de la transición democrática, Eleazar López Contreras.
No escaparon los Pardo de los espantosos sufrimientos del Holocausto en tiempos de la Alemania Nazi. Gertrud y Angela Rosette Pardo, sobrinas nietas de don Isaac, fueron expulsadas al gueto de Lodz, Polonia, y fallecieron en 1941. Alice Pardo de De Sola y dos de sus hijas, Helen e Hilda, murieron en el campo de exterminio de Bergen-Belsen, en 1944 y 1945.
En estos tiempos de preocupantes brotes xenófobos en diferentes partes del planeta, de ultranacionalismos excluyentes y de cuestionamientos injustos y falsos sobre el aporte de los inmigrantes al desarrollo económico, científico y cultural de las naciones (sin olvidar que hay más de 4,8 millones de venezolanos han pasado a formar parte de nuestra diáspora), es justo y oportuno celebrar las contribuciones de la comunidad sefardí al progreso de Venezuela.
Fuente: analitica.com