
Durante la época de la Colonia entre 1786 y 1798 en Cartago, la antigua capital de Costa Rica, el Santo Oficio tuvo un caso muy relevante que llamó la atención de propios y extraños, dentro y fuera de las fronteras del país, donde no solo estuvo involucrada la Comisaría Principal de Guatemala y locales de Cartago, Granada, León y San Salvador, sino además el Santo Oficio de Bogotá, Cartagena y asimismo el Tribunal de Barcelona, a raíz de las acusaciones que el cura y comisario del Santo Oficio, Ramón De Azofeifa planteó contra el médico italiano Esteban Curti o Corti en 1786, como lo relató el doctor Fences Rédish en su artículo La causa del Dr. Esteban Corti (a) Curti. En Rev. de Costa Rica. (1-2). 2-33. Enero-Febrero. 1925. recriminándole diversos delitos cometidos en aquella época, como por ejemplo, el monopolio que estaba ejerciendo frente a la clientela médica en la capital y sus andanzas amorosas con cuanta señora o señorita de Cartago se encontrase. Además del ejercicio indebido de la profesión a raíz de una serie de tratamientos poco usuales donde utilizaba medicinas naturales, valiéndose de sus conocimientos en botánica que en una ciudad como Cartago generaron una serie de especulaciones por lo sobrenatural de sus tratamientos, tan poco apegados a lo que los galenos de aquella época estaban acostumbrados.
Esteban Curti había llegado a Costa Rica procedente de Génova, pero no sin antes haber pasado muy brevemente por Barcelona, de donde tuvo que huir perseguido por la Inquisición.
Este doctor se caracterizó por ser un hombre muy inteligente, conocedor de varios idiomas, amante de la naturaleza y sus bondades. Con un carácter muy peculiar, se ganó varios enemigos, más que todo por su franqueza y así lo demuestra la siguiente observación sobre su vida:
“Si solamente por la vida licenciosa se le acusara, nada fuera para Curti; pero en la inquisición de Barcelona había denuncias de proposiciones contra la fe y de actos supersticiosos, que si no eran faramallas de explotación con graves detrimentos de las almas sencillas embaucadas, lindaban estos actos con la gravedad de los pactos diabólicos. …. En otras ocasiones se mofa de las imágenes y rasgó algunas estampas de santos, despreció las oraciones, interrumpió con cantos los rezos e incitaba a que le imitaran otros en aquellos ataques a las creencias de sus vecinos y compañeros. Si tales faltas cometió en Barcelona, en el viaje a América las repitió a bordo y en Cartagena de Indias y en Costa Rica las menudeó insistentemente.” p. 5.
Cuando llegó a Costa Rica, Curti ganó fama como médico a raíz de que en Madrid trató a José Vásquez Tellez, quien fuera posteriormente el gobernador de Costa Rica y a su esposa, los cuales fueron sus pacientes y le ayudaron a radicar en el país.
Al arribar a Cartago sin embargo el doctor Curti se dedicó incansablemente a negar cada uno de los milagros que supuestamente ocurrían en la capital, además de burlarse de todos los feligreses que a su paso se encontraba, negando así la potestad pontificia y la autoridad de la Iglesia. No obstante siempre se caracterizó por ser un hombre muy bondadoso, a pesar de sus proposiciones calificadas como heréticas que llevaron incluso a uno de sus vecinos a solicitarle al párroco Azofeifa lo siguiente: “Señor cura, confiese a ese judío.” p. 12.
Pero las primeras acusaciones que empezaron a correr en contra de Curti en Cartago, provinieron del sacerdote Pedro José Molina que se quejaba que este seducía a cuanta mujer podía, aunque el gobernador Tellez siempre protegió a Curti porque era su médico personal de las acusaciones de herejías, blasfemias y negación del purgatorio que siempre le eran adjudicadas.
Aún así, el doctor fue conducido hasta México acusado de apóstata, secuaz de Voltaire y Rousseau a raíz de varios libros que le fueron confiscados de su biblioteca sobre estos autores y por hacerse pasar por católico fingido y entre mujeres y niños, supuestamente por un judío destripador de curas.
Sin embargo, de acuerdo con la historiadora Sara Befeler en su libro La llegada de los judíos a Costa Rica, (2013. Ed. Chiado. Madrid.) ya con soga al cuello y mordaza en la boca, además del San Benito de media aspa fue liberado en el templo de Santo Domingo en la ciudad de México.
Posteriormente se dijo que Curti padecía de una grave enfermedad que justificó mejor su reclusión en el convento de Las Carmelitas en Puebla, de donde poco tiempo después, se escapó hacia La Habana, Cuba y luego a la isla de Providencia, posesión inglesa donde vivió tranquilo prófugo de la Inquisición, hasta cuando falleció.
Este caso real que muestra características tan peculiares y relevantes, ha sido escogido en esta investigación para entender como la lejanía de la posición geográfica de Costa Rica, jugó un papel preponderante para que los judíos residentes en el país desde la época de la Colonia, se refugiasen dentro de estas fronteras huyendo de la Santa Inquisición que como se pudo apreciar en esa época se dedicaba a perseguir y asesinar personas, cuyo único delito era no profesar su misma fe y por otra parte ser el objeto de escarnio público a través de injurias, calumnias y difamaciones generadas por antipatías de todo tipo a extranjeros como en este proceso y que reflejan las coyunturas políticas, económicas y sociales que estaban detrás de este tipo de juicios.
Por Marisol Chévez Hidalgo – Especial para eSefarad
Licenciada en Filosofía
Universidad de Costa Rica
San José de Costa Rica, 29 03 2015.
eSefarad Noticias del Mundo Sefaradi
Gracias por escribir el artículo,ya que de nuevo se demuestra que en Costa Rica ha existido presencia de judíos desde la época colonial
Saludos. William León.